Usinas eólicas, limitaciones y costos ambientales ocultos
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- El 27 noviembre, 2006
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Es usual que las organizaciones ecologistas presenten a las usinas eólicas y solares como “las grandes soluciones” a los problemas energéticos, además de defenderlas como “energías limpias”; e incluso llegan a afirmar que son “las grandes soluciones para los problemas energéticos de la humanidad”.
Lamentablemente, esas tajantes afirmaciones no están sustentadas más que por meras expresiones de deseos, cuando no por falsedades y tergiversaciones conceptuales; detrás de las cuales se ocultan otras motivaciones por cierto nada inocentes.
En sectores técnicos, profesionales y científicos de probada seriedad, es bien conocido que las denominadas “nuevas fuentes de energía” adolecen de serias limitaciones técnicas y económicas, por las que difícilmente puedan en conjunto aportar más que el 5 % de la producción de energía mundial.
Por otra parte resulta indiscutible que los países que están apostando planificada, seria y coherentemente al desarrollo socio económico autosostenido, basan sus importantes y crecientes consumos energéticos en las tres tecnologías convencionales, probadas y confiables: termoelectricidad, hidroelectricidad y energía atómica. En la termoelectricidad predominan los combustibles fósiles –recursos no renovables y altamente contaminantes-, pero los biocombustibles están adquiriendo paulatinamente mayor preponderancia. Como sea, movidos por hidrocarburos o por biocarburantes, los equipos termoeléctricos son prácticamente los mismos, por lo que la tecnología no varía al menos sustancialmente.
Es perfectamente conocido que las dos más promocionadas “nuevas fuentes de energía” (que no son nuevas para la humanidad), la energía solar y la eólica, distan mucho de ser una panacea o solución integral, por una larga sumatoria de factores, los que se mencionan a título enunciativo, dado que su explicación integral demandaría un muy extenso artículo. Entre otras, las limitaciones son:
- Altos costos por KWh.
- Proporcionalmente a sus escasas producciones, altos costos energéticos para sus construcciones, operaciones y desmantelamientos; todo lo cual termina dando una ecuación ambiental pobre o ruinosa, según el caso, pues se consume mucha energía para fabricarlas e instalarlas, desproporcionada para sus bajos niveles de generación.
- Dependencia extrema de condiciones favorables (alta insolación , amén del “bache” nocturno por ausencia de sol, bajos rendimientos por m2 y producciones decrecientes en función de la latitud para las solares; ventosidad fuerte y constante para las eólicas).
- Utilización de enormes extensiones de tierras, absolutamente desproporcionadas para los bajos rendimientos por unidad.
- Alta dispersión por unidad productiva en los casos de las “granjas eólicas” lo cual encarece excesivamente los costos de instalación y los de mantenimiento.
- Impactos ambientales altos, pero prolijamente ocultados por determinados intereses vinculados con el fundamentalismo ecologista; detrás del cual se mueven poderosos intereses geopolíticos de las potencias dominantes a cuyas directivas, y a los intereses de las mega petroleras y fabricantes de grandes usinas termoeléctricas; a todos los cuales de hecho responden las campañas fuertemente mediáticas de las ONGs ultra ambientalistas.
- Pero en el caso particular de la energía eólica, es prácticamente desconocida para los legos en la materia (e incluso para muchos militantes vociferantes y escasos de conocimientos técnicos profundos), una limitante muy fuerte que hasta el momento no pudo solucionarse adecuadamente; que es la causada por la intermitencia de los vientos, que torna errático el voltaje suministrado a la red de consumo.
Una reciente noticia periodística permite corroborar la existencia de esta última grave limitación, y el nivel de supino desconocimiento de la misma tanto por el grueso de la población que suele sucumbir a los “cantos de sirena” de las escenográficamente muy bien montadas campañas de Greenpeace y otras transnacionales de la ecolatría internacionalizante y globalizadora; como también esa limitante en muchos casos es desconocida incluso por docentes y comunicadores sociales “especializados”, así como por muchos funcionarios políticos con poder de decisión, lo cual es potencialmente muy peligroso para el desarrollo socio económico argentino, pues muchas decisiones pueden tomarse desde el errado prisma de la ignorancia o de los conocimientos tergiversados o marcadamente insuficientes.
Una nota periodística del día 01/11/2006 del diario Clarín precisa que se acordó construir un polo eléctrico en Chubut, el cual estará integrado por un parque eólico y una central termoeléctrica turbogás (TG), la cual en etapas posteriores se transformaría en un ciclo combinado (CC).
Los equipos TG y los CC funcionan quemando gas (o derivados del petróleo), por lo que son muy contaminantes y nos restan valiosos hidrocarburos que se nos están agotando.
El caso es que esta usina térmica será el respaldo del promocionado “parque eólico”, proveyendo la estabilidad del voltaje suministrado a la red de servicio público, sin el cual la usina eólica no sería operativa.
Y ese respaldo se logra con la usina térmica funcionando, o sea consumiendo, elevando costos operativos y contaminando. Dicho respaldo debe ser suministrado bajo la forma de “reserva caliente”, o sea con la TG o el CC marchando, para estabilizar los constantes altibajos de tensión que ocasionan los cambios de velocidad del viento.
¿Dónde está entonces la “economía ambiental” y el ahorro económico de generación a “costo operativo cero” de las centrales eólicas, que pregonan a los cuatro vientos Greenpeace y otros grupos ultraecologistas, si precisan del respaldo de una devoradora de combustible a pleno funcionamiento, como es una turbina de gas o un CC?
Tanto la energía eólica como la energía solar no dejan de ser “espejitos de colores” con los que se engatusa a los incautos y desinformados, mientras se ponen trabas a las reales soluciones que son los planes de construcción de centrales nucleares e hidroeléctricas, hoy imprescindibles para no caer en el colapso eléctrico y para disminuir nuestra muy alta dependencia de los combustibles fósiles.
Sin embargo, desde el riñón del Club de Roma siguen apostando a un ecologismo cavernario, que levanta como bandera el “crecimiento cero”, y a través de las transnacionales de la ecología fundadas a partir del comienzo del accionar transnacional de aquel particular “Club” –en 1972-, se dedican sistemáticamente a oponerse a todo proyecto de desarrollo, para mantenernos cautivos del subdesarrollo crónico.
El subdesarrollo crónico es perfectamente funcional con los dictados de los grupos de poder internacional que persiguen la imposición del neoliberalismo extremo y de su correlato político, que es la eliminación de los Estados Nacionales y la entronización de la globalización a ultranza.
Para Argentina y para América Latina el desarrollo socio económico es un imperativo máximo, y contar con energía suficiente y económica es un requisito imprescindible pero no suficiente para lograr dicho desarrollo.
Nacionalizar el petróleo y el gas, incrementar sus hoy bajos niveles de reservas, y recomenzar en forma decidida los planes atómico e hidroeléctrico en gran escala, son imperativos para nuestro desarrollo, pues de lo contrario volveremos a caer en una depresión económica y todo su correlato de gravísimos problemas socio políticos que nos pueden llevar al caos e incluso a la desintegración como unidad política nacional.
Por: Carlos Andrés Ortiz,
Ex Docente – Investigador
Facultad de Ciencias Económicas, U.Na.M, Es
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