¿Otro dogma que se estrella con los datos?
- Creado por admin
- El 4 enero, 2011
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…¿La extensión de la agricultura en el hemisferio sur ha resultado en una disminución de los grandes incendios de pastizales?….
…¿Fueron estos icendios (por efecto de vapor de agua y aerosoles aportados a la atmósfera), un factor relevante en el crecimiento de los glaciares?
Una publicación reciente de la señera revista “Science” , reseñada en castellano -entre otros,- por Madrimasd.org (), da cuenta de que datos últimamente obtenidos de testigos de hielo de la Antártida, estarían revelando una gran divergencia entre la cantidad de vegetación efectivamente quemada en el Hemisferio Sur durante los últimos 650 años, y la creencia actualmente más difundida, que supone que la quema de biomasa es hoy mayor que nunca.
El trabajo recibió fondos del programa EUROCLIMATE («Variabilidad climática y ciclos de carbono pasados, presentes y futuros»), enmarcado en el programa EUROCORES de la Fundación Europea de la Ciencia (ESF). EUROCORES recibió apoyo comunitario a través del Sexto Programa Marco (6PM).
Científicos del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS) y la Universidad Stony Brook (Estados Unidos) utilizaron en este estudio una nueva técnica analítica para averiguar los niveles de monóxido de carbono (CO) hallados en burbujas atrapadas en el hielo y extraídas mediante sondeos en la capa de hielo antártica.
La metodología es novedosa pero sencilla: El CO atmosférico procede principalmente de un número limitado de fuentes: la oxidación atmosférica de hidrocarburos como el metano y otros; la quema de biomasa; y la quema de combustibles fósiles. Estas fuentes suponen el 90% del presupuesto actual de CO global. En la actualidad se sabe poco sobre las variaciones en la concentración de CO atmosférico durante la era preindustrial. No obstante, El CO generado por incendios en la vegetación posee una mayor proporción del isótopo O(18) que otras fuentes de CO; de tal manera que «Al combinarlo con los resultados de otras mediciones de la concentración de CO, este registro nos permite concretar la intensidad relativa de la quema de biomasa en el hemisferio sur durante un periodo de 650 años», comentó John Mak de la Universidad Stony Brook, director de la investigación.
Según los investigadores, la quema de biomasa se redujo en aproximadamente un 50% durante el siglo XVII. No obstante, a finales del siglo XIX volvió a aumentar cerca de un 100%. Entre finales del siglo XIX y la actualidad la quema de biomasa parece haber disminuido un 70%.
Estos descubrimientos concuerdan con los resultados obtenidos por otros estudios dedicados a estudiar cambios en la quema de biomasa a través de la concentración de partículas de carbón halladas en los sedimentos. Además, los registros del hemisferio sur difieren considerablemente de los del norte, lo que apunta a la posible necesidad de actualizar algunos modelos climáticos con esta información nueva.
«A pesar de la consistencia [de nuestros resultados] con descubrimientos anteriores, está extendida la creencia errónea de que hoy en día la quema de biomasa es mucho mayor que en el pasado», indicó el profesor Mak. «Se trata de un hecho trascendental, ya que muchos investigadores dan por hecho que la quema de biomasa antropogénica es mucho mayor que la natural. Aunque esto pueda ser cierto, dada la cantidad de población del siglo XVIII, la verdad es que la quema de biomasa [del hemisferio sur] actual parece menor que la realizada hace uno o dos siglos, situación que obliga a reevaluar las fuentes.»
Mediante el link indicado anteriormente se puede consultar las fuentes (el magazine online de la señera revista “Science”, o la reseña en “Madrimasd.org”), advierto sí, que el artículo en cuestión es de pago, y hay que disponer de 15 dólares para descargarlo; en todo caso tienen la amabilidad de publicar los datos en PDF y un sencillo abstract que presento a continuación:
Grandes variaciones de la quema de biomasa en el hemisferio sur Durante los últimos 650 años
Afortunadamente para nosotros, el monóxido de carbono (CO), -un gas tóxico- es un componente muy menor de la atmósfera. Se produce por la quema incompleta de combustibles fósiles y la biomasa (por ejemplo, hojas secas y madera) y por la oxidación del metano y otros hidrocarburos volátiles en la atmósfera. En la página 1663 de esta publicación, Wang et al. (1) nos presentan mediciones actuales de alta precisión, tomadas desde el aire atrapado en el hielo antártico, que dan cuenta de cómo las concentraciones atmosféricas de CO han cambiado en los últimos 650 años.
Sus hallazgos ofrecen una vista novedosa y sorprendente en la historia de los incendios (de vegetación) en el Hemisferio Sur, y algunas insinuaciones sobre futuras tendencias globales (de fuego ).
Hasta aquí el abstract.
Recomiendo descargarse y analizar los datos; en todo caso, de ahí se obtuvo la gráfica que se presenta a continuación que resulta sumamente intrigante:
Lo que se observa es una curva tipo cuerda sostenida por los extremos, donde dichos extremos estarían en 1350 y 1880 más o menos, siendo estos los años de mayor quema de biomasa para el hemisferio sur, registrados en los testigos de hielo. Desde ahí a la fecha (todo el siglo XX), la quema de biomasa se desploma en un 70%.
Esto resulta demoledor para uno de los dogmas del IPCC; ese que suponía que del incremento en la concentración de CO2 registrado durante el siglo XX , una porción significativa (25 a 30%, creo), se debería a incendios de vegetación provocados en los países subdesarrollados (los del hemisferio sur, casualmente), y que la quema de biomasa es hoy mayor que nunca. Y es Obvio que en base a esta suposición se nos pretende endilgar parte de la factura.
En cambio, ahora podríamos suponer incluso que el desarrollo de la agricultura ha tenido como consecuencia la disminución de los grandes incendios.
¿Otro dogma que se estrella con los datos?.
Y hasta aquí el artículo de “Science”.
Sin embargo, no se puede dejar de mencionar una arista más interesante aún, suponiendo que la metodología sea correcta.
Sucede que hay ecosistemas semi-áridos -subarbóreos o de pastizal- donde los incendios anuales son parte del ciclo natural de las cosas. También podemos suponer que al menos hasta el siglo XVIII o XIX, estos incendios deben haber sido preferencialmente, naturales.
Dado lo anterior, se deduce que la cuantía de la quema de biomasa sería un buen indicador de la productividad primaria biomásica en el hemisferio sur, o a lo menos de las regiones donde ocurren los incendios.
Resulta notorio entonces, que el punto mínimo en esta gráfica, alrededor del año 1650, coincide casi exactamente con el Mínimo Solar de Maunder, y con la etapa más cruda de la llamada “Pequeña Edad del Hielo”.
La siguiente gráfica muestra el Mínimo Solar de Maunder:
Y agrego un grabado de 1670 m/m que muestra el río Támesis congelado en su paso por Londres.
Sabemos de tres factores determinantes en la productividad primaria de los ecosistemas terrestres: el calor, la humedad (lluvias), y la concentración de CO2 atmosférico, y que una suba o una baja de alguno de tales factores, o de una combinación de ellos, se verá reflejada en la biomasa vegetal total.
Se podría suponer entonces, que el período frío llamado “Pequeña Edad del Hielo”, tuvo por consecuencia una merma de la productividad biomásica en ecosistemas mesomórficos y semiáridos del hemisferio sur. Esto implica que aquella entonces debió ser una etapa de bajas temperaturas, o pocas lluvias, o baja concentración de CO2 (si la emisión de CO2 del mar está en relación directa con la temperatura…), o una combinación de esas variables. Consecuentemente, al irse recuperando las temperaturas, la productividad vegetal registra un efecto favorable. Esto es muy sugerente; confirma que el “calentamiento” de los últimos tres siglos habría sido netamente beneficioso.
Un último alcance: hace algún tiempo (octubre 2010), el glaciólogo chileno Andrés Rivera, (no confundir con el escritor) dió a conocer su hallazgo de que en el frente de ablación del glaciar patagónico llamado “Jorge Montt”, el que más ha retrocedido en Chile durante el último siglo (19 kilómetros) y frecuentemente citado como paradigma de los efectos del “calentamientoglobal-cambioclimático”, se encontró restos de árboles que habían sido aplastados por los hielos, y que con la retirada del glaciar quedaban al descubierto. Tomó muestras y las envió a USA para su datación (suponiendo que tendrían unos 10.000 años), pero el C(14) le indicó que las muestras tenían entre 250 y 400 años, (con +/- 40). Si esto ocurría en 2010, entonces tenemos que en 1610+/-40, el Glaciar patagónico llamado Jorge Montt tenía la misma extensión que tiene ahora, después de cien años y 19 kilómetros de retroceso. Curiosamente coincidiendo también con la “Pequeña Edad del Hielo” y el Mínimo Solar de Maunder, pero más curioso aún, el máximo del glaciar coincide también casi exactamente con el peak de la curva del CO presentada más arriba, que como se ha dicho podría ser indicadora de la productividad primaria, y por ende de temperatura, lluvia y CO2, o combinación de estos factores. Dicho de otro modo, la dinámica del glaciar en los últimos cuatrocientos años coincide directamente con la curva del CO atmosférico proveniente de la quema de vegetación, y en los trescientos años anteriores a su peak de máxima extensión, estuvo CRECIENDO consistentemente mientras aumentaba la temperatura global después de la P.E.H.
¿Otro dogma que se estrella con los datos?
Glaciar patagónico “Jorge Montt”.
Entrevista a Andrés Rivera, glaciólogo.
La recomiendo por interesante, no porque sea de mi país.
Por: José Manuel Henriquez Parada
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