La sociedad de la información y el desarrollo sustentable
- Creado por admin
- El 1 enero, 2000
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Las nuevas tecnologías y los procesos civilizatorios.
Los libros escolares de historia nos hablaban de las sociedades nómadas, las agrícolas y las industriales las cuales surgieron como resultado de los procesos civilizatorios que tuvieron lugar a consecuencia de ciertas revoluciones tecnológicas. Sin embargo, desde hace muy pocos años, el concepto de sociedad de la información se abre paso con la intención de dar cuenta de un nuevo tipo de organización humana emergida del nuevo proceso civilizatorio abierto por las novedosas tecnologías de la información. La humanidad asiste hoy a un nuevo punto de viraje histórico planetario del alcance que antes tuvieron el dominio del fuego, el aprendizaje de la caza y la pesca, el conocimiento de las técnicas agrícolas y ganaderas o el desarrollo del conocimiento de la mecánica y su aplicación en la producción industrial.
Hay una serie de similitudes en los patrones que acompañaron el surgimiento y desarrollo de esos diferentes procesos civilizatorios y sociedades que vale la pena tener en cuenta.
1. Puede decirse que se está en presencia de un nuevo proceso civilizatorio cuando el surgimiento de una nueva tecnología tiene el potencial de impactar de manera completa e integral sobre el modo en que las personas interactúan entre si. Hay desarrollos tecnológicos como la producción de penicilina, el invento de los elevadores y de los frigoríficos, que ciertamente pueden darnos mayor seguridad y confort. Pero su importancia en términos históricos no es comparable a la de aquellos que, por su naturaleza, llegan a influir, de manera integral, sobre las sociedades humanas las cuales se ven obligadas a reorganizarse -de manera igualmente integral y en todas partes del planeta- a partir del surgimiento de esos nuevos conocimientos y adelantos tecnológicos. Tal es el caso de lo ocurrido con el dominio del fuego, la caza, la agricultura y la mecánica industrial. Tal es el caso, nuevamente, de las nuevas tecnologías de información (NTI).2. El desarrollo y expansión de esos procesos civilizatorios, sin embargo, se produce siempre de manera desigual en distintas regiones geográficas e incluso dentro de un mismo territorio. Todavía hoy en Brasil -país donde ya se expanden las nuevas tecnologías de la información y las formas de interactuación humana que las acompañan- coexisten culturas o pueblos indígenas que son cazadores y recolectores de alimentos, con las culturas propias de sociedades agrícolas e industriales. En el presente hay más líneas de teléfonos en New York, Bruselas y Tokio que en regiones enteras del planeta. Hace diez años África solamente contaba con el dos por ciento de las líneas telefónicas de todo el mundo y pese a que se decía que 22 países de esa región estaban conectados al WWW lo cierto es que sólo existía un acceso muy limitado a Internet y ubicado, a excepción de Senegal, en sus respectivas capitales (UNDP 1996).3. Pero el que por periodos más o menos largos subsistan zonas dentro de un mismo territorio o internacionalmente en las que aún prevalecen los elementos de procesos civilizatorios anteriores no quiere decir que ellas escapen al impacto reorganizador planetario del nuevo proceso en marcha. Esa fue la realidad cuando las civilizaciones agrícolas del medioevo europeo se impusieron sobre las de cazadores y sobre las agrícolas del Nuevo Mundo. Pese a que, curiosamente, estas últimas se encontraban más desarrolladas que las europeas en ciertas áreas, eran subdesarrolladas en otros campos que resultaron vitales a la hora de enfrentar las pretensiones colonizadoras europeas, como era el caso con la brecha existente entre las tecnologías militares y de transportación de ambas civilizaciones en aquel momento.4. Las sociedades humanas, si bien pueden ser clasificadas según el proceso civilizatorio que constituye el elemento tecnológico central de su organización productiva, también pueden ser organizadas bajo diferentes culturas o sistemas sociales. La humanidad ha visto sociedades agrícolas organizadas bajo formas esclavistas, feudales, capitalistas y socialistas así como sociedades industriales basadas en esquemas institucionales capitalistas y socialistas. Eso supondría que las llamadas sociedades de la información pudieran ser también organizadas bajo diferentes esquemas institucionales y valores culturales, unos seguramente más eficientes y/o justos que otros, como atestigua la pasada experiencia humana.5. No obstante, el que un mismo tipo de proceso civilizatorio pueda organizarse bajo diferentes esquemas institucionales y valores culturales no significa que puedan ser organizados bajo cualquier tipo de esquema institucional, social, económico, y cultural. Algunos mínimos requisitos son insalvables para que un cierto esquema de organización económico-social-cultural pueda ser compatible con ciertos procesos civilizatorios. El desarrollo de las sociedades industriales demostró ser incompatible a mediano plazo con el esclavismo, por ejemplo. Las sociedades de la información, por otro lado, pueden ser desarrolladas en un corto plazo dentro de una sociedad cerrada limitándola incluso al acceso y participación en ella de un circuito o estrato social privilegiado en un territorio dado. Pero su lógica tecnológica es expansiva y por ello incompatible a mediano y largo plazo con las sociedades cerradas, tanto desde el punto de vista político como económico o cultural. En ese sentido, si bien la sociedad de la información está asociada al advenimiento de las nuevas tecnologías digitalizadas, también podría decirse que ellas tuvieron sus primeros embriones dentro de las sociedades industriales cuando los medios de comunicación masiva, como la radio y la televisión, hicieron porosas las fronteras y controles nacionales por vez primera.6. La experiencia histórica confirma que sin excepción el poder económico, político, militar y cultural a escala nacional o internacional ha estado asociado a aquellos sectores, clases y/ o naciones que tuvieron la capacidad para ser los primeros en adquirir, dominar y desarrollar -cuando no monopolizar- las tecnologías de punta de los nuevos procesos civilizatorios. Poderosos imperios como el español sucumbieron ante la pujanza del capitalismo inglés porque las clases dominantes españolas no favorecían las nuevas tecnologías industriales por temor a los cambios en la organización y estructuras económicas, culturales y sociales que ellas traían inevitablemente aparejadas. La aristocracia feudal europea perdió en más de un sitio sus privilegios -cuando no sus cabezas- por aferrarse a formas de organización económica, social, política y cultural, que la pujanza empresarial y revolucionaria de la burguesía en ascenso venían haciendo obsoletas y desplazando.
Si deseamos comprender los límites y posibilidades de las llamadas sociedades de la información es preciso tener en cuenta todo lo expresado con anterioridad respecto al modo de operar y desarrollarse que han mostrado los procesos civilizatorios precedentes.
El sociólogo Manuel Castells prefiere llamar a las nuevas sociedades emergidas de esta transformación mundial “sociedades en red” las que, según él, constituyen la nueva estructura funcional del sistema mundial basadas, hasta el presente, en un capitalismo de nuevo tipo. Ciertamente, las nuevas tecnologías han hecho posible que las redes globales de capital, trabajo, mercados e información ahora funcionen a la velocidad de la luz. Y aquellas regiones o países que no están en condiciones de sumarse a esas redes y mantenerse dentro de ellas quedan relegadas a la extrema periferia del sistema mundial. (Por cierto, en algunos países se nota también el fenómeno de grupos de personas que optan por retirarse del mundo tecnológico, o que por su fe religiosa prefieren quedar más o menos fuera de aquel.)
Pero ello no quiere decir que los que no llegan a integrar sus sociedades plenamente al Internet puedan permanecer en una posición de autarquía aséptica respecto al resto del mundo organizado en red. Simplemente están en una situación de desventaja respecto a las sociedades informatizadas e integradas a redes. Digitalización y conexión no son términos equivalentes. La autarquía computarizada – o sea, la presencia de sistemas internos de redes y servicios computarizados de información, pero con acceso limitado al World Wide Web- no cambia la relación de desventaja con respecto a las sociedades conectadas en red. Tampoco las “protege” de aquellas. Las decisiones y modos de operar de las sociedades organizadas en redes continúan teniendo un impacto sobre aquellas áreas que están fuera de ellas. Kart Marx, el principal crítico del sistema capitalista, no compartía la solución del movimiento luddista de enfrentarse a las novedosas tecnologías industriales que permitieron la consolidación del capitalismo y su transformación en un sistema planetario de interactuación humana. Incluso llegó al penoso extremo de aplaudir la brutal colonización británica de la India al considerarla progresista por llevar hasta allá el nuevo proceso civilizatorio industrial.
En términos históricos el dilema que enfrentan las naciones es el de sumarse a un nuevo escalón en la historia de las civilizaciones humanas o permanecer en uno inferior y mucho mas vulnerable a las manipulaciones de los centros de poder situados en los países mas desarrollados.
Sin embargo, ello no significa que exista un único modo de organizar el actual proceso civilizatorio de la información. En el pasado existieron varios modos de organizar los procesos civilizatorios agrícolas e industriales. De hecho podría decirse que algunos de los países centrales que impulsaron el desarrollo de sociedades industriales lo hicieron mientras coexistían en ellos, de manera temporal, varios sistemas organizativos (en el caso de EEUU, el norte capitalista e industrial y el sur agrícola y esclavista) hasta que llegó a imponerse el más avanzado. A escala planetaria es indudable que el desarrollo del capitalismo en varios puntos de Europa estuvo basado en la explotación de mano de obra esclava, sacada a la fuerza de África, en las colonias americanas que los surtían de productos primarios. Por otro lado, el que el actual proceso civilizatorio de la información haya emergido bajo un cierto esquema de capitalismo renovado tampoco significa que pueda desarrollarse de manera infinita bajo ese sistema normativo sin demandar nuevos ajustes radicales. Mucho menos significa que no pueda emerger algún otro esquema de organización que demuestre la capacidad de conjugar una mayor eficiencia con un mejor sistema de distribución del poder y las riquezas que el que el capitalismo ha sido capaz de aportar hasta hoy.
Por todo lo anterior es que resulta reaccionario oponerse a la globalización y progresista el buscar los caminos alternativos para su reorganización sobre criterios que no sean exclusivamente de eficiencia económica -que sin embargo no puede ser desatendido como ya demostró la bancarrota del culto irrestricto al estatismo y la caída del llamado socialismo real- sino también de otros principios bioéticos, democráticos y de justicia social. Este es el punto en que se cruzan las sociedades de la información y el desarrollo sustentable.
El desarrollo sustentable está, por definición, vinculado a la idea de poder desarrollar sociedades de la información que sean, a la vez, sociedades sustentables. Pensar en el siglo XXI en una sociedad sustentable que no sea al mismo tiempo una sociedad de la información es reducir el concepto de sustentabilidad a la perspectiva del ambientalismo conservador. La sociedad sustentable, sin embargo, representa mucho más que una simple sociedad de la información. Es la propuesta de un paradigma alternativo de organización al que hoy prevalece en las sociedades de la información y el proceso de globalización. Pretende ser un modo más eficiente de usar los recursos humanos y naturales, una sociedad más justa desde el punto de vista distributivo y más democrática desde la perspectiva de la participación en los procesos de decisión.
Mientras que el concepto de sociedades de la información resulta útil solamente para clasificar conjuntos humanos a partir del grado de integración que hayan logrado de las nuevas tecnologías a su cotidianidad, el concepto de sociedades sustentables resulta más abarcador y permite develar las insuficiencias a superar, en toda una serie de campos diversos, de nuestras actuales sociedades no sustentables. El concepto de sociedad de la información expresa una relación entre los seres humanos y los procesos tecnológicos que sirve de indicador para medir el grado de adhesión al nuevo proceso civilizatorio en marcha.
El concepto de sociedad sustentable supone un criterio integral de valoración de las relaciones sociales: a) entre personas, b) entre seres humanos y sistemas ecológicos, c) entre seres humanos y procesos tecnológicos. Mientras que en una discusión sobre sociedades de la información la atención se concentra en el grado de desarrollo de servicios digitalizados en un país o región y su conexión planetaria, una discusión acerca de sociedades sustentables se interesa en contestar, entre otras, preguntas tales como: ¿Se puede lograr un equilibrio entre las necesidades de la economía y la sustentabilidad de los ecosistemas? ¿Es posible compatibilizar la creación eficiente de riquezas que generan los mercados con esquemas redistibutivos adecuados y servicios básicos universales? ¿Resulta posible una reorganización del régimen político para que resulte más democrático y participativo que el actual? ¿Pueden construirse culturas que valoren la diversidad, fomenten la tolerancia y la empatía y tengan instituciones adecuadas para la prevención, contención y resolución o transformación pacifica de los conflictos? ¿Es posible reorganizar las sociedades humanas sobre principios culturales que no sean los del patriarcalismo? ¿Pueden organizarse los actuales regimenes económicos y jurídicos de tal manera que estén en condiciones de facilitar y garantizar los derechos económicos, sociales y culturales en nuestras sociedades?
Podríamos, a partir de lo ya dicho, que el desarrollo sustentable, como escuela de pensamiento, se interesa por las sociedades de la información en la medida en que cree encontrar en ellas las claves tecnológicas que permiten dar respuestas constructivas a esas interrogantes. Pero al mismo está consciente de que pueden existir -y de hecho ya existen- sociedades de la información que aportan respuestas negativas a esos dilemas. En ese sentido podría afirmarse que las sociedades sustentables aspiran a representar una forma superior de organización de las sociedades de la información en el marco de un nuevo paradigma cultural situado más allá del socialismo que conocimos en el siglo XX y el capitalismo actual.
Para los adherentes al ideal de construir sociedades sustentables la pregunta es cómo poder usar con sabiduría los conocimientos que ponen a nuestro alcance las sociedades de la información. Ello plantea dos interrogantes adicionales: ¿cómo pueden desarrollarse sociedades sustentables desde las sociedades de la información? Y también: ¿cómo se podría alcanzar y desarrollar una sociedad de la información partiendo desde los principios de una sociedad sustentable como elementos indispensables para guiar esa transición?
Este y todos los números de nuestra Revista Futuros están dedicados a buscar respuestas colectivas a esas interrogantes.
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