Mitos y hechos sobre el agua dulce
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- El 11 septiembre, 2006
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Más de mil millones de personas en el mundo carecen de acceso al agua potable. Más de dos mil millones no cuentan con servicios higiénicos adecuados y la tasa de muerte anual por enfermedades transmitidas por el agua se estima en más de cinco millones. Además, los últimos 30 años han visto un declive del 50% en las poblaciones de especies de agua dulce, un porcentaje muy alto si se le compara con especies de ecosistemas marinos y forestales.
Con estadísticas como esta, es hora de preocuparse. Con tanta gente en el mundo sufriendo por la escasez de agua, es tiempo de actuar para preservar lo que queda de nuestros recursos de agua dulce.
Se deben conocer los mitos y hechos y sobre todo, las soluciones prácticas a la crisis de agua del planeta, en momentos en que miles de participantes se reúnen en México para asistir al ‘IV Foro Mundial del Agua’, un encuentro que apunta a elevar la conciencia sobre los problemas internacionales de agua e influir en las políticas sobre agua a nivel global.
Mito: Las represas reducirán la crisis del agua acumulándola para generar hidroelectricidad y no tendrán impacto negativo sobre el ambiente.
Hecho: Hay más de 48,000 grandes represas funcionando en el mundo. Muchos de estos diques, así como otros en construcción, amenazan a la mayoría de ríos más grandes e importantes del mundo. Un estudio científico reciente muestra que más del 60% de los 227 ríos más grandes han sido fragmentados por diques, llevando destrucción a los humedales, una reducción de especies de agua dulce – incluyendo delfines de río, peces y pájaros – y el desplazamiento forzado de millones de las personas.
Mientras las represas pueden ser un importante proveedor de energía hidroeléctrica, no siempre garantizan suministros fiables de agua y electricidad. Más aún, son muy caras de construir, bastante más onerosas que las medidas para reducir la demanda usando el agua y electricidad más eficazmente. En algunos lugares, el dinero gastado en diques sería de más beneficio socio-económico si se usara para restaurar los humedales. Antes de construir nuevos diques, los gobiernos deben seguir las pautas impartidas por la Comisión Mundial de Represas en el 2000 para mitigar el riesgo. Idealmente, deberían optar por alternativas sin infraestructura.
Mito: Necesitamos más agua para producir más comida.
Hecho: Ya estamos agotando el 54% de las fuentes de agua dulce accesibles del mundo, pues sólo el sector de agricultura utiliza el 70%. De este 70 %, más de la mitad se gasta en métodos de irrigación ineficaces. En países dónde se cultivan algunas de las cosechas “más sedientas” del mundo – algodón, arroz y azúcar – nuevas prácticas agrícolas aseguran que los escasos recursos de agua se usen de manera más productiva.
En Sudáfrica, por ejemplo, las buenas prácticas de cooperativismo entre pequeños finqueros, la planificación de la granja y sistemas de irrigación por goteo han visto la productividad del agua subir significativamente disminuyendo la erosión por escorrentías y la contaminación. En India, los granjeros han desarrollado un sistema de irrigación de arroz tan eficaz que ha aumentado su rendimiento entre un 20-50%, utilizando mucho menos agua del ambiente. Debe darse alta prioridad a un uso del agua más inteligente, apoyar a los agricultores y encargados de irrigación para aplicar prácticas agrícolas que permitan producir más comida con menos agua.
Mito: Los hábitat de agua dulce se están conservando a expensas de las personas.
Hecho: Los estudios de WWF de casos en Colombia, Brasil, Sudáfrica y China muestran un aumento de ingresos, empleo y rendimiento de la pesca en conjunción con proyectos de conservación natural de las comunidades locales. Más de un tercio de las 100 ciudades más grandes del mundo – incluyendo Nueva York, Yakarta, Tokio, Mumbai, Río de Janeiro, Los Ángeles, Barcelona, Nairobi y Melbourne – dependen totalmente de bosques o áreas semi protegidas para la captación de casi toda el agua que consumen. Los bosques naturales bien manejados minimizan el riesgo de derrumbes, erosión y sedimentación. También mejoran sustancialmente la pureza del agua filtrando contaminantes, como pesticidas, y en algunos casos captan y acumulan el agua. Los países harían bien en adoptar una estrategia de protección del manto friático del bosque lo que resultaría en un gran ahorro de costos en el suministro de agua, mejorando la salud de las poblaciones locales.
Conociendo algunos de los hechos, uno pensaría que los gobiernos responsables serían expeditos en llevar a cabo soluciones más baratas y duraderas en el manejo de sus suministros de agua. Tristemente, muchos aún creen que los proyectos de gran infraestructura, como las represas, producen resultados más rápidos que los eficientes esfuerzos en pequeña escala, basados en las comunidades. Los gobiernos también han fallado en implementar acuerdos previos en un marco nacional y global para el manejo sostenible del agua.
El agua es un recurso finito, un recurso que se agota rápidamente y no se puede sostener con proyectos grandiosos. Más bien, debemos concentrar esfuerzos en su justa distribución, restaurar el manto acuífero y los humedales, reducir la contaminación y el manejo sostenible de la pesca. Conservar los ecosistemas de agua dulce no es una alta meta predicada por el movimiento ambiental sino una base práctica y vital para erradicar la pobreza. La conservación de ecosistemas de agua dulce puede resultar en agua potable, agricultura y pesca más eficaces para los pobres.
La conservación de humedales y ríos debe ser una prioridad para los gobiernos que buscan garantizar el agua y reducir la pobreza. El IV Foro Mundial de Agua podría ser importante si los gobiernos se enfocan en la parte que falta: buen manejo de los ríos, humedales y otros cuerpos de agua dulce como fuente de agua para las personas y la naturaleza.
Por: Jamie Pittock
Director del Programa de Agua Dulce de WWF International, Gland, Suiza
Fuente: eco21.com.ar
marzo 2006
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