Sequía III
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- El 24 febrero, 2012
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EL CASO PARTICULAR DE MISIONES
Tal como es recurrente realidad en Misiones, nuevamente se está padeciendo una larga y perniciosa sequía, que está causando estragos en la muy vulnerable estructura socio – económica de esta pobre y marginal provincia.
Misiones es excesivamente dependiente de la actividad primaria, lo cual es consecuencia del muy bajo grado de desarrollo, siendo ello una característica estructural de todo el NEA; y por lo tanto, todo problema serio que pueda afectar a la agricultura y a la renaciente ganadería, golpea muy fuertemente a toda la actividad económica, y con ello al sensible tejido social provincial.
Ese cuadro de situación permite resaltar la extrema vulnerabilidad económica de esta provincia, con bajo grado de desarrollo industrial, estando el mismo focalizado principalmente en las agro industrias, por lógica muy ligadas a la realidad agrícola.
La vulnerabilidad socio – económica de Misiones se acentúa, al disponer de muy pocas defensas ante los desastres naturales, en particular las sequías.
En tal sentido, una política de largo alcance, que brinde efectivas soluciones a los pequeños colonos –la base de la agricultura misionera- y a todo el espectro rural, debe contemplar un plan de acción que brinde los medios para proveer agua en forma segura y permanente para usos humanos y económicos, a los pobladores y productores rurales.
Ese plan de acción, de vasto alcance territorial y a ejecutarse por etapas sucesivas en el marco de un todo armónico, es sin duda una tarea compleja a ser desarrollada en forma interdisciplinaria. Para ello se requiere una visión de largo plazo, que exceda ampliamente los siempre estrechos márgenes temporales de una gestión de gobierno, para pasar a ser una Política de Estado que como tal, sea continuada en el tiempo para lograr su plena ejecución.
Uno de los principales obstáculos a superar, es el preconcepto –muy usual entre los teóricos descolgados de la realidad-, de soslayar el tema de la sequía, basándose para ello en las estadísticas generales de pluviosidad, las cuales muestran generosos valores que oscilan entre 1.500 mm en el sur, a 3.000 mm en el norte, muy superiores a la media nacional.
De ese preconcepto se infiere que “en Misiones no falta agua”, por lo que –siempre según esa sesgada visión- “la sequía no es un problema serio en Misiones”.
Esa visión tan estrecha, omite considerar las notables variaciones en los regímenes de lluvias; lo cual suma distorsiones de la dura realidad del colono, pues la abundancia relativa de agua –no solo pluvial, sino la fluvial de los grandes ríos limítrofes, de los numerosísimos cursos de agua interiores, y la existente a poca profundidad prácticamente donde se excave para conseguirla-, omite el tema crucial: el agua no está disponible para el colono donde la necesita ni en las cantidades necesarias. Incluso falta para el consumo humano en distintas poblaciones.
Indudablemente, la hermosa pero muy irregular topografía de Misiones, presenta desafíos muy diferentes a los del “país central” de la Pampa Húmeda y sus prolongaciones llanas. Por otra parte, la composición del suelo, y las características climáticas subtropicales, difieren marcadamente de la realidad de las provincias cordilleranas y patagónicas. Por ello, si bien existen enseñanzas válidas en las provincias hermanas que se pueden capitalizar, el suministro de agua para riego y otros usos de los pobladores rurales de Misiones, requiere soluciones propias, las que necesitarán creatividad y total compromiso con las particularidades de esta provincia.
Las poblaciones a la vera del Paraná, desde Iguazú hasta Corpus, deben superar grandes pendientes para bombear agua del río, el cual recorre la singularidad geográfica llamada El Cañón del Guayrá. Con la construcción de la hidroeléctrica de Corpus, disminuirán las alturas a ser salvadas, y debe preverse una tarifa diferencial para el bombeo a las plantas potabilizadoras.
Existen varios proyectos hidroeléctricos en cursos de agua interiores, con los estudios terminados (la mayoría) y otros avanzados. La mayoría de esos antecedentes estaban guardados en EMSA, que los recibió de la disuelta Dirección General de Construcciones Eléctricas (donde presté servicios). Misteriosamente, todos esos antecedentes se perdieron sin dejar rastros, pero bien podrían recuperarse solicitándolos a las consultoras que los realizaron concienzudamente, incluso con muestras de suelos, en su momento prolijamente clasificadas y guardadas en cajas de madera ad hoc.
Esos proyectos hidroeléctricos pueden funcionar como de propósitos múltiples, incluyéndose el regadío, tanto por gravedad como por bombeo, además de servir como atractivos turísticos y para recreación.
Existen muchos otros lugares en los que en pequeña o mediana escala, pueden desarrollarse diversos diques que podrían irrigar a varias chacras de las cercanías.
Es un contrasentido que teniendo alguno de los muchos arroyos en las cercanías, muchas chacras padezcan severas sequías. El bombeo y escurrimiento de parte de esos pequeños caudales, podría utilizarse para paliar sequías. Se requieren facilidades crediticias para adquirir e instalar las bombas y cañerías, para desarrollar los regadíos, y tarifas de energía reducidas, para que el costo no sea un impedimento.
Donde no existan arroyos cercanos, o sean de muy pequeños caudales, puede apelarse a las perforaciones. Según la topografía de cada lugar, una perforación podría servir a más de una chacra. Facilidades crediticias para las perforaciones, y tarifas eléctricas reducidas –basadas en la económica generación hidroeléctrica- harán factible ese desarrollo de regadíos puntuales.
Una anécdota que muestra algunas incoherencias y fallas de planificación, que adolece Misiones. La presa del Urugua-Í incluyó en su diseño la toma de agua para abastecer a las localidades de Esperanza, Wanda y Libertad. Jamás se hizo la planta de tratamiento de agua ni los acueductos de interconexión. Las localidades tienen recurrentes problemas de abastecimiento de agua. Bombearla desde el río es mucho más caro, y otros arroyos tienen poco caudal. Claro está que cuando se terminó Urugua-Í el entonces gobernador practicaba “el deporte” de denostar sin fundamentos a esta gran obra de infraestructura. El siguiente gobernador se dedicó a privatizar febrilmente cuanto pudo, dentro del desmadre mayúsculo del neoliberalismo (nefasta década del ’90). La obra de abastecimiento de agua a esas localidades nunca tuvo prioridad, y murió en el olvido…hasta hoy.
En todo este esquema propuesto, la hidroelectricidad con su energía abundante y barata, juega un rol esencial. ¡Que el fundamentalismo ecológico no sea la excusa recurrente para perpetuar la miseria y el subdesarrollo!
Por: C.P.N. Carlos A. Ortiz
Investigador de temas económicos y geopolíticos
Ex Investigador y Docente = Facultad de Ciencias Económicas = UNaM
Especialista en Gestión de la Producción y Ambiente – Fac. de Ing. = UNaM
Tesista de la Maestría en Gestión de la Energía = UNLa – CNEA
Docente de Economía – Esc. Normal 10 – Nivel Terciario
Docente de la Diplomatura en Geopolítica – Inst. Combate de Mboror
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