Las memorias de sostenibilidad como reflejo de la responsabilidad medioambiental de las empresas
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- El 1 enero, 2000
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Resumen
En los últimos años se ha incrementado la presión hacia las empresas para que divulguen una mayor información relativa a su impacto medioambiental. Por esta razón, un número cada vez mayor de empresas han optado por elaborar memorias medioambientales. Sin embargo, en la mayoría de los casos estas memorias no se han realizado dentro de un marco común y ampliamente aceptado de principios y métodos en lo referente a qué incluir, cómo, cuando y dónde. Este hecho ha provocado que su valor como herramienta de gestión interna para la dirección y como fuente de información para los potenciales usuarios de las mismas (inversores, entidades financieras, aseguradoras, grupos ecologistas, clientes) no haya sido el esperado.
En el presente trabajo se analiza la propuesta del Global Reporting Initiative para la elaboración de memorias de sostenibilidad. Se trata de una propuesta novedosa por dos razones. En primer lugar, porque trata de recoger en un mismo informe no sólo la dimensión medioambiental de la actividad de una organización, sino también la dimensión económica y la dimensión social. En segundo lugar, porque propone un esquema y contenido aceptados internacionalmente y aplicables a todo tipo de organización.
I. La comunicación medioambiental de la empresa
La preocupación social por la protección del medio ambiente ha ido dando lugar a una creciente presión sobre las empresas para que adopten medidas que permitan reducir su impacto medioambiental y para que aumenten el volumen de información que sobre tal impacto dirigen a los distintos grupos de interés.
Poco a poco, los directivos van aceptando que la inclusión del factor medioambiental en la gestión estratégica y operativa de la compañía puede dar lugar a lo que FULLER, D.A denomina como una situación win-win-win, es decir, una situación en la que un correcto tratamiento de las cuestiones medioambientales puede dar lugar a un triple beneficio: la consecución de los objetivos financieros de la empresa (por conseguir una reducción de costes como consecuencia de la aplicación de tecnológicas o procesos más limpios y/o por conseguir diferenciar su oferta en base al atributo ecológico), la satisfacción de las necesidades de los clientes y, por último, una mejora del medio ambiente como consecuencia de la reducción de los impactos que la organización ejercía sobre él.
EN LOS ÚLTIMOS AÑOS HA PROLIFERADO LA COMUNICACIÓN MEDIOAMBIENTAL EMANADA DE LAS PROPIAS EMPRESAS. COMUNICACIÓN QUE SE HA MATERIALIZADO A TRAVÉS DE DISTINTOS MEDIOS: DECLARACIONES EN LOS ENVASES Y ANUNCIOS PUBLICITARIOS, DIVULGACIÓN DE POLÍTICAS Y MEMORIAS MEDIOAMBIENTALES. NO OBSTANTE, EN MUCHOS CASOS, LAS EMPRESAS HAN ABUSADO DE ESTA COMUNICACIÓN MEDIOAMBIENTAL TRATANDO DE SUBIRSE AL «CARRO VERDE»
Con la finalidad de crear una imagen de empresa/producto ecológico, en los últimos años ha ido proliferando la comunicación medioambiental emanada de las propias empresas. Esta comunicación se ha materializado a través de medios muy diversos, desde la declaraciones en los envases y anuncios publicitarios hasta la divulgación de políticas y memorias medioambientales. Sin embargo, en muchos casos las empresas han abusado de esta comunicación medioambiental tratando de subirse al «carro verde» (HOPFENBECK; POLONSKY; MARTIN, y SIMINTIRAS; MENDLESON, y POLONSKY; POLONSKY) sin modificar realmente su comportamiento medioambiental. Este hecho ha generado un ambiente de escepticismo respecto de la información medioambiental que emana directamente de la empresa (CALOMARDE, J.V; ARAGÓN, J.A; MIQUEL, S Y BIGNÉ, J.E; MARTIN, B Y SIMINTIRAS, A.C; MENDLESON, N Y POLONSKY, M.J; SADGROVE, K; CODDINGTON, W; OTTMAN, J.A).
Con el objetivo de dotar de credibilidad a la comunicación medioambiental de la empresa se han creado distintos instrumentos entre los que destacan:
Las ecoetiquetas: en términos generales se trata de procedimientos voluntarios por los cuales se acredita públicamente mediante el derecho a usar un logotipo determinado que un producto cumple con unos criterios medioambientales, de tal forma que se puede asegurar que ese producto genera un menor impacto medioambiental a lo largo de su ciclo de vida. A pesar de su limitado éxito en la mayoría de los casos, actualmente existen al menos 32 países donde hay vigente algún programa de ecoetiquetado
La certificación de los sistemas de gestión medioambiental (SGMA): se trata de procedimientos voluntarios por los cuales una tercera parte independiente acredita públicamente que un centro o unidad operativa tiene implantado un sistema de gestión medioambiental conforme a las normas establecidas por el propio sistema de certificación. Actualmente existen vigentes dos sistemas de certificación de carácter general, el sistema ISO 14001 y el sistema comunitario EMAS regulado por el Reglamento CEE nº1836/93.
Los códigos voluntarios sobre las declaraciones medioambientales. Ante la dificultad de establecer un control legal, entidades públicas o privadas de algunos países han elaborado códigos de conducta a cumplir a la hora de realizar declaraciones comerciales (en el envase o en la publicidad) sobre la calidad medioambiental del producto o de la empresa. Entre los principales destaca el Código Internacional de Comunicación Ecológica de la Cámara Internacional de Comercio (ICC, 1991), la Guía para el Uso de Declaraciones Ecológicas de la Comisión Federal de Comercio de EE.UU (FTC, 1992) o la norma internacional ISO 14021 (ISO 1999)
Sin embargo, respecto de la información contenida en las memorias medioambientales, no se ha desarrollado hasta la actualidad (salvo ciertas medidas nacionales y sectoriales) un intento de dotarlas de credibilidad frente a los usuarios mediante la elaboración de un esquema normalizado de su contenido que pueda ser posteriormente verificado por un organismo independiente. En el presente trabajo se comenta la guía propuesta por el Global Reporting Initiative (GRI) para la elaboración de memorias que no sólo contengan información de carácter medioambiental sino también de carácter social y económico.
II. De la memoria medioambiental a la memoria de sostenibilidad
A finales de la década de los 80, varias compañías comenzaron a incluir ciertas notas en las memorias financieras en las que se recogían información relativa al impacto medioambiental de su actividad (Figura 1). Algunas de estas empresas completan las cuentas financieras con la elaboración aislada y no periódica de folletos e informes de gestión medioambiental que recogen la política fijada por la empresa y las principales actuaciones acometidas en dicha materia. En la mayoría de los casos, estos informes se pueden considerar como simples documentos de relaciones públicas, y no como esfuerzos serios de informar sobre la actividad medioambiental de la empresa (WHITE, A). La principal crítica que recibe este tipo de comunicación medioambiental es que suele recoger información parcial, subjetiva y con un mínimo contenido de información medioambiental negativa (DEEGAN, C y RANKIN, M; JONES, K).
Figura 1: evolución de la comunicación medioambiental.
Fuente: elaboración propia.
En los últimos años, las empresas medioambientalmente más avanzadas han tratado de desarrollar verdaderas memorias medioambientales. Es decir, documentos que de forma análoga a las memorias financieras, tratan de recoger de forma sistemática y objetiva los principales impactos causados por los productos y procesos de la organización en el medio ambiente (agua, atmósfera, suelo, ruido, etc.), así como las medidas adoptadas para su reducción.
Según estimaciones de WHITE, A, director del Global Reporting Initiative (GRI), son aproximadamente 2000 las compañías que actualmente elaboran este tipo de memorias, concentradas especialmente en el Reino Unido, Estados Unidos, los países nórdicos, Japón y Alemania. El número de empresas que han accedido al Environmental Reporting Awards que la Association of Chartered Certified Accountants (ACCA) concede en el Reino Unido desde hace una década es un signo evidente de la creciente importancia que, poco a poco, van adquiriendo las memorias medioambientales.
LA DIMENSIÓN MEDIOAMBIENTAL NO PUEDE SEPARARSE, EN TÉRMINOS DE RESPONSABILIDAD SOCIAL, DE LA DIMENSIÓN SOCIAL Y DE LA ECONÓMICA, LO QUE HA LLEVADO A PLANTEAR LA NECESIDAD DE DAR UN PASO MÁS0, ELABORANDO MEMORIAS QUE RECOJAN DE FORMA CONJUNTA LAS TRES DIMENSIONES: SON LAS DENOMINADAS MEMORIAS DE SOSTENIBILIDAD, DEFINIDAS COMO DOCUMENTOS ELABORADOS POR LA DIRECCIÓN DE LA EMPRESA QUE RECOGEN DE FORMA ORGANIZADA, PERIÓDICA Y OBJETIVA LOS EFECTOS RELEVANTES DE LA ACTIVIDAD DE LA COMPAÑÍA EN EL DESARROLLO SOSTENIBLE DE SU ENTORNO
Sin embargo, el hecho de que la dimensión medioambiental no pueda separarse, en términos de responsabilidad social, de la dimensión social y de la dimensión económica, ha llevado a plantear la necesidad de dar un paso más hacia delante, elaborando memorias que recojan de forma conjunta las tres dimensiones; Son las denominadas memorias de sostenibilidad (figura 2). Las podemos definir como documentos elaborados por la dirección de la empresa que recogen de forma organizada, periódica y objetiva los efectos relevantes (positivos y negativos) de la actividad de la compañía (procesos y productos) en el desarrollo sostenible de su entorno.
Conviene matizar que la elaboración de esta memoria de sostenibilidad (o en su defecto, la memoria medioambiental) no debe evitar la incorporación de información medioambiental en las memorias financieras. La información contenida en la memoria de sostenibilidad viene a proveer de una información más detallada a una audiencia mucho más amplia (JONES, K).
Figura 2: Las memorias de sostenibilidad.
La memoria de sostenibilidad recogerá de forma conjunta (y en lo que pueda ser posible, integrada) información sobre los aspectos económicos, sociales y medioambientales. Pero, ¿Qué información debe incluirse en estas tres dimensiones?
Teniendo presente que la totalidad de los impactos económicos generados por la organización no son recogidos y divulgados por las cuentas contables tradicionales, en la dimensión económica de estas memorias han de ser recogidos aspectos tales como los gastos en retribuciones, la productividad laboral, la creación de empleo, las inversiones en capital humano, en I+D, etc.
La dimensión social se refiere al impacto de la organización sobre los empleados, los clientes, los proveedores y distribuidores, empresas con las que se mantengan acuerdos y la sociedad en general. En la memoria deben recogerse aspectos como las medidas relativas a la salud y seguridad en el puesto de trabajo, el respeto de los derechos laborales y el respeto de los derechos humanos.
La dimensión medioambiental se refiere a los impactos causados a nivel local, regional y global sobre el medio ambiente en sus distintas formas: contaminación de aguas, contaminación del aire, generación de residuos, efectos en la biodiversidad, etc.
Siguiendo con las estimaciones de WHITE, A, se puede considerar que, en la actualidad, sólo existen de 20 a 30 empresas en el mundo con experiencia en la elaboración de memorias que incluyan los aspectos sociales y económicos junto a los medioambientales.
III. El valor de las memorias medioambientales y de sostenibilidad
En un principio podría rechazarse la idea de elaborar este tipo de memorias por ser consideradas como un documento innecesario para la gestión interna y porque supone la divulgación de información confidencial que puede ser utilizada contra la empresa por la competencia o por algún grupo de presión (JONES, K; WHITE, A.). Sin embargo, como indica WHITE, A, hoy en día la cuestión para las grandes multinacionales de Estados Unidos no es si deben realizarse o no, sino cómo deberían realizarse, qué criterios deberían seguirse y qué información es necesario incluir.
En este sentido, nosotros consideramos que este tipo de memorias pueden aportar un gran valor para la empresa. Siguiendo las indicaciones contenidas en la guía del Global Reporting Initiative (GRI), estas memorias constituyen una herramienta para la gestión interna en 3 niveles:
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Desde el punto de vista directivo: la memoria proporciona un vehículo interno para evaluar la consistencia entre la política económica, social y medioambiental de la organización y su actuación real. Se trata, por tanto, de un instrumento de control de la actuación sostenible de la compañía. Además, una empresa que consiga adoptar un comportamiento sosteniblemente más avanzado que los competidores puede utilizar la memoria como instrumento para diferenciarse.
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Desde el punto de vista operativo: la guía proporciona una estructura lógica para introducir conceptos de sostentibilidad en las operaciones y productos de la organización. Y también ayuda a desarrollar sistemas de información para evaluar los progresos en los objetivos económicos, medioambientales y sociales fijados.
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En lo que a la función de marketing y comunicación se refiere: la memoria proporciona un medio para compartir y promover efectivamente el diálogo con los stackeholders internos y externos.
Por otro lado, la divulgación de las memorias de sostenibilidad proporcionará a los distintos grupos de interés un acceso más fácil a la información necesaria para la toma de sus decisiones. El valor de estas memorias para los principales usuarios se recoge a continuación.
A. Los Inversores. Tradicionalmente las decisiones de inversión se han basado exclusivamente en criterios financieros de rentabilidad, liquidez y riesgo. Pero en la última década han ido adquiriendo cada vez una mayor importancia las inversiones socialmente responsables, es decir, aquellas que buscan un equilibrio entre los criterios financieros y ciertos principios éticos.
Especial importancia han adquirido los denominados fondos de inversión socialmente responsables, es decir, aquellos fondos de inversión que en el proceso de selección de su cartera de activos valora, además de criterios financieros, un conjunto de criterios éticos y/o ecológicos previamente determinados. Estos criterios pueden ser de dos tipos:
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Criterios excluyentes: en función de los cuales se excluyen las inversiones en empresas dedicadas a actividades que se consideren negativas (tales como la fabricación de armamentos, energía nuclear, bebidas alcohólicas, etc.).
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Criterios valorativos: en función de los cuales se da preferencia a las inversiones en empresas que contribuyen positivamente al desarrollo de las convicciones éticas del inversor.
Aunque estos fondos de inversión han tenido su máximo desarrollo en los países anglosajones (INVERCO), durante los últimos años han ido extendiéndose en la Europa continental. Actualmente existen, al menos, once fondos de inversión que pueden recibir tal calificación y que representan un patrimonio que oscila entre los 450 y 500 millones de euros (CHAMORRO, A).
El auge de estos fondos se debe no sólo al deseo de invertir conforme a sus valores éticos de un segmento cada vez mayor de individuos e instituciones, sino también porque estos fondos han demostrado tener una rentabilidad financiera similar, e incluso superior, a los fondos de inversión tradicionales (SCHLEGELMILCH, B.B, RODRÍGUEZ, M.A).
A la hora de evaluar las empresas que cumplen con los criterios positivos establecidos en el ideario ético del fondo, las memorias de sostenibilidad serán un fuente adecuada tanto para la comisión ética de aquellos fondos que evalúen directamente a las empresas como para las agencias especializadas en calificación social que sustituyen la labor de dicha comisión, tales como el Ethical Investment Reserch Service (EIRIS), el Citizens Index 300, el Jantzi Social Index o el Domini 400 Social Index (DSI 400). Pro tanto, conforme la inversión ética crezca en España, las empresas nacionales tendrán un mayor incentivo a divulgar información no financiera al mercado financiero y, en especial, a elaborar sus memorias de sostenibilidad.
B. Las instituciones financieras. Cada vez en mayor medida, las instituciones financieras están exigiendo más y mejor acceso a la información medioambiental de sus empresas clientes con el objetivo de evaluar los riesgos medioambientales asociados. De este modo, las instituciones financiera no son sólo unos potenciales elaboradores de memorias de sostenibilidad, sino también unos importantes usuarios de las mismas. El objetivo es reducir los tres tipos de riesgos que una compañía financiera soporta en relación al medio ambiente (THOMPSON, P):
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a) Riesgo directo. En algunos países, principalmente anglosajones, las entidades financieras se convierten en responsables legales y directos de eliminar la contaminación causada por sus clientes insolventes. La ley establece la subrogación en esta obligación, sin que necesariamente exista una correlación entre la cuantía del préstamo o de la garantía y la cuantía de los gastos a soportar. En el caso español, la Ley de Residuos y los distintos borradores de la Ley de Responsabilidad Civil Medioambiental recogen como responsable de la descontaminación de un terreno al propietario del mismo cuando el causante sea desconocido o insolvente.
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b) Riesgo de reputación: aun cumpliendo la normativa legal, las entidades financieras pueden verse afectadas negativamente si son asociadas con proyectos o compañías que poseen un prestigio negativo en temas medioambientales o sociales.
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c) Riesgo indirecto: este riesgo surge como consecuencia del posible debilitamiento de la solvencia del cliente para devolver el préstamo como consecuencia de un aumento de sus costes o una reducción de sus ingresos causado por su mala gestión medioambiental (adaptaciones a la legislación, boicot de los consumidores, multas y sanciones, riesgo de cierre de la actividad, etc.).
C. Las compañías de seguro. Algunas leyes medioambientales exigen a las compañías dedicadas a ciertas actividades potencialmente contaminantes a suscribir un seguro de responsabilidad medioambiental que cubra el daño que se pueda causar. La generalización de memorias medioambientales y, en general, de memorias de sostenibilidad facilitará la evaluación de las empresas y el cálculo de las primas del seguro. Hay que tener en cuenta que los factores de descuento o recargo acumulados a la prima básica de un seguro medioambiental oscilan desde un 0´45 a un 2´75 aproximadamente (HERAS, J.).
D. Las administraciones públicas. En su función de promoción de actividades más respetuosas con el entorno natural, las administraciones públicas pueden convertirse en un importante usuario potencial de las memorias de sostenibilidad. Las utilizarán como fuente de información tanto para la concesión de obras públicas como para la evaluación de proveedores en compras públicas. Al igual que ha sucedido con la certificación de SGMA y, en menor medida, con el etiquetado ecológico, la exigencia de presentación de una memoria de sosteniblidad como requisito o mérito en un concurso público puede incentivar la elaboración de estas memorias en los sectores económicos donde las distintas administraciones locales, autonómicas y nacionales son un cliente preferente.
E. Los grupos ecologistas y de defensa de los derechos humanos. Las memorias de sostenibilidad elaboradas según un esquema normalizado y verificadas por un organismo independiente constituirán una de las fuentes de información más fiables para estos grupos de presión a la hora de formarse una opinión sobre la empresa y establecer una campaña en favor o en contra de sus actividades.
En los últimos años han proliferado las alianzas entre este tipo de grupos y las empresas. Estas alianzas pueden adoptar diversas formas, desde la donación económica (monetaria o en especie) hasta los acuerdos de certificación por los que el grupo de presión certifica con su nombre y logotipo, o bien con una marca creada a tal efecto, que el producto de la empresa cumple una serie de requisitos. Con objeto de que las colaboraciones no entren en contradicción con sus objetivos, es previsible que estos grupos sólo acepten colaboración con aquellas empresas que se comprometan a elaborar memorias de sostenibilidad que permitan el control real de su política en favor de la sostenibilidad.
F. Los clientes. En el caso de los mercados industriales, las empresas que desean mejorar su comportamiento medioambiental tienden a exigir a sus proveedores garantías de una correcta gestión medioambiental. De igual forma que algunas empresas exigen a sus proveedores la certificación de sus SGMA, es posible que exijan la publicación de memorias de sostenibilidad.
G. Los empleados. Las relaciones con los comités de empresas y representantes de los trabajadores son, en principio, más fluidas cuando perciben una actitud proactiva de la dirección por los temas sociales y medioambientales. La divulgación de este tipo de memorias será un signo de esta actitud.
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