La cara visible del tráfico de vida silvestre
- Creado por admin
- El 1 enero, 2000
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Las ferias domingueras constituyen un fuerte numero de ingresos para quienes las representan o lideran y conforman epicentros comerciales de animales silvestres vivos para vender como mascotas. Desde hace décadas y por más de cincuenta años, las ferias ofertan pájaros, monos y tortugas, entre otros.
En el barrio porteño de Pompeya, sobre la avenida Sáenz, se instala cada domingo desde la mañana temprano hasta horas del mediodía aproximadamente, una de ellas. Otra es la feria de Villa Domínico, en el partido de Avellaneda de la provincia de Buenos Aires. Hasta hace poco tiempo también en el Mercado de Frutos de Tigre se podían detectar animales disponibles para la venta, pero gracias a gestiones oportunas y eficientes se llego a reglamentar la prohibición de cualquier especie en el lugar.
Loros, papagayos, tucanes, teros, federales, tortugas de tierra y hasta monos esperan ser comprados en condiciones sanitarias, higiénicas y alimenticias que distan de ser las óptimas y por el contrario resultan lamentables en la mayoría de los casos. Muchas especies de aves son producto del llamado tráfico ilegal de fauna, del contrabando y no siempre las especies en cuestión se tornan visibles a simple vista. Quien conoce acerca de este tipo de ferias, sabe que en el pasado han sido objeto de un extenso prontuario de ilícitos cometidos por traficantes de fauna. Control, rápidez, idoneidad, cantidad de personal disponible son algunos de los factores que inciden en que los operativos se plasmen positivamente.
De las denuncias existentes, pocas tienen sentencia y solo algunas son blanco de condenas. A veces la información con respecto a un posible allanamiento se cree, puede ser filtrada y entonces, las ferias se desmantelan antes de verificar determinada denuncia. Aunque existen datos en que se han secuestrado animales y decomisado, el problema no termina ahí. Luego de los decomisos, los animales deben ser derivados y la capacidad de carga de zoológicos y otros lugares afines donde se los puede trasladar se satura. Además, la rehabilitación de estos animales, para luego reintroducirlos a sus hábitats originales, es un tema delicado y complicado por lo que es necesario tomar recaudos sanitarios, biológicos y legales.
En 2000, por ejemplo, se secuestró un numero elevado de aves de diversas especies que se vendían de modo ilegal en la feria de Pompeya. Los comerciantes quedaron demorados y los animales fueron derivados al Zoo de Buenos Aires (diario La Prensa, 11-04-00). Todo suma y con el tiempo las gestiones para establecer acuerdos mediante el diálogo entre representantes de las famosas ferias domingueras y la Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA), por ejemplo, dieron lugar a acuerdos que aunque parciales tienden a regular progresivamente el mercado de especies permitidas (paloma torcaza, chingolo, zorzal colorado, canario, cotorrita australiana, calafate, etc.), optimizar el bienestar de los animales e intentar respetar las leyes en función de las especies prohibidas (tucán, papagayo, federal, tordo amarillo, reina mora, rey del bosque, cardenal amarillo, guacamayo, mono, tortug! a, etc.). Hoy el gran problema prevalece en los alrededores de los barrios pertinentes, donde no es tan simple detectar maniobras que hagan sospechar al respecto.
La gente debe saber que los traficantes transportan cruelmente a los animales, escondidos en baúles, encerrados en cajas o valijas y termos o tubos y tal como se expresó en una edición anterior de Diagonal de 2001, “… son drogados, atados embalados sin ventilación y a oscuras y a veces mueren por asfixia, pérdida de sangre o en su propio vomito u orina”. De cada cinco animales sólo uno sobrevive, aunque según la especie soportan mejor o no la sucesión de acontecimientos, desde su captura hasta el último eslabón de la cadena, su comercialización final al público consumidor. Además la población debe estar alerta porque como en el caso de los loros la psitacosis es un riesgo.
Una de las causas de extinción de animales se debe al tráfico, aunque, la desaparición de ecosistemas -víctimas de la deforestación, contaminación, desertización, tala indiscriminada, incendios, obras de ingeniería, transformación de ambientes en cultivos, urbanización, caza y pesca furtiva, etc.- es mayor; salvando un ecosistema pueden salvarse muchas especies. El Norte argentino, por sus condiciones naturales, es el semillero de muchas especies que se comercializan y es allí donde cazadores furtivos operan a veces con total impunidad. “El comercio de vida silvestre no genera ingresos legítimos al sistema productivo y contribuye al rápido empobrecimiento de la biodiversidad” (Ayaba Gestión Medioambiental, 2001). Muchas plantas y especies de animales están por desaparecer sino se revierte la situación. Por eso el eje vertebral de la solución parte de cambiar las condicion! es socioeconómicas y de educación en que la población se halla inmersa.
Un proyecto erróneo
Meses atrás, a fines del 2001, la diputada nacional Fernanda Ferrero (Acción por la República) de la Comisión de Turismo de la Cámara de Diputados de la Nación, se vio motivada con respecto a la feria de Pompeya por su atractivo –aparente y subjetivo– y peculiaridad para declarar de beneplácito esta feria de pájaros que comercializa animales extraídos de su hábitat natural.
Ante la noticia, Ecosrioplatenses, una asociación ambientalista, se comunicó con la mencionada diputada y le transmitió su inquietud. “En busca de una respuesta me comuniqué con la diputada y me respondió que el interés pasaba por la atracción a nivel turístico pero que en realidad desconocía acerca de tan oscuro origen de los animales en venta y que probablemente no continuaría con el tramite parlamentario correspondiente”, sostuvo quien preside la citada ONG. Ya a mediados de febrero de este año, tras consultar a la diputada, a través de su asistente Gabriela Quintos, nos confirmó: “La idea era declarar de beneplácito a la feria a nivel nacional, más que todo por su atractivo turístico, pero en su momento no fue tratado en Comisión y actualmente se decidió que sería imprudente seguir curso a tal beneplácito ya que algunas ONGs me manifestaron su preocupación y explicaro! n acerca de lo perjudicial de tal medida”.
Efectivamente, este es un caso en que la buena voluntad se hace eco. Es estimulante saber que luego de escuchar la irregularidad en la cual incurren este tipo de ferias, la funcionaria desterró tal iniciativa y reconoció que sería mal visto.
Carolina Salem Bersais
Analista Ecológica
Educación Ambiental
Periódico Diagonal
Grupo Fauna Contra el Tráfico (Aves Argentinas)
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