Especialista indicó que el acuerdo con Australia no prevé el ingreso radiactivo
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- El 1 enero, 2000
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El proyecto sí hace referencia a la gestión de combustibles gastados para su reutilización. Se trata de dos categorías bien diferenciadas por la legislación en vigencia. La Constitución Nacional no prohíbe su importación.
El Acuerdo de Cooperación Nuclear con Australia que se discute por estos días en el Congreso Nacional, no prevé la importación a la Argentina de desechos radiactivos -como parecen apuntar algunas entidades ambientalistas- sino la gestión de combustibles gastados para su reciclaje. Ambas categorías están bien diferenciadas por la legislación que rige en la materia, tanto nacional como internacionalmente.
Así lo expresó el doctor Arturo Bevilacqua en la disertación que protagonizó en el Salón de Actos del Centro Atómico Bariloche. La charla se tituló “La Gestión de Combustibles Gastados y el Acuerdo de Cooperación Nuclear con Australia” y fue organizada por Asociación de Profesionales de CNEA y de la Actividad Nuclear (APCNEAN), entidad de carácter gremial.
Bevilacqua se desempeña en la Unidad de Coordinación de Proyectos de Residuos Radiactivos y fue invitado a exponer por la Asociación en cuestión porque “el tema es objeto de un gran debate público en el que lamentablemente, la información a través de los medios de comunicación es parcial y no refleja la rigurosidad técnica que el tema requiere”. Por eso, “El Cordillerano” dialogó con el ingeniero nuclear, que además en 1992 se doctoró en el Instituto Balseiro.
El especialista explicó que rige en la materia “la Convención Conjunta para la Seguridad en la Gestión del Combustible Gastado y para la Seguridad en la Gestión de Residuos Radiactivos. Se trata de un acuerdo que en la Argentina tiene carácter de ley internacional porque el Congreso la aprobó y ratificó en julio del 2000. La propia Convención establece que para entrar en vigor, debían ratificarla una determinada cantidad de países. Eso sucedió el 18 de julio del 2001”.
En consecuencia, “a partir de su entrada en vigencia, la Convención especifica claramente e identifica por separado al Combustible Gastado y a los Desechos Radiactivos. Esta distinción es importante a la luz de la prohibición constitucional, ya que el artículo 41 de la Constitución Nacional prohíbe el ingreso de residuos potencial o actualmente peligrosos, y también el de los desechos radiactivos. Por supuesto, no impide el ingreso de material radiactivo ni el de material nuclear, porque son de intercambio libre en el mundo”, aclaró Bevilacqua.
Qué es qué
De hecho, “nosotros (la Argentina) importamos material radiactivo para la medicina, la industria y para el programa nuclear. A su vez, exportamos una cantidad determinada de material radiactivo, por ejemplo, cobalto y otros radioisótopos para medicina. Entonces, la Constitución nunca hubiera prohibido el ingreso de material radiactivo. Lo que prohíbe es solamente, el ingreso de residuos de varios tipos y también, el de los radiactivos”.
Como puede adivinarse, “un combustible gastado no es un residuo radiactivo. Si bien la CN prohíbe el ingreso de residuos radiactivos, por supuesto no define qué es un residuo radiactivo. Entonces, hay que recurrir a las leyes que están por debajo. La propia CN en su artículo 75 inciso 22 establece que el Congreso, entre sus atribuciones, tiene la facultad de aprobar o rechazar tratados con organismos internacionales, con otros gobiernos, la Santa Sede, etc. Una vez que este tipo de instrumentos son aprobados o ratificados, son leyes internacionales, que tienen un jerarquía mayor que las nacionales”.
Bevilacqua precisó que “entonces, por debajo de la CN viene la Convención Conjunta, que es la que caracteriza a estos materiales. Allí se establece que un Combustible Gastado es un combustible nuclear irradiado que fue descargado en forma permanente del núcleo de un reactor. Es decir, se utilizó y para ese reactor ya no se utiliza más. Entonces, se retira y a partir de ahí está caracterizado como Combustible Gastado”.
Más allá de la suerte que corra el proyecto de Acuerdo con Australia, el país ya produce hace tiempo combustible gastado. “Esto ocurre en la Argentina por ejemplo, en el reactor de Ezeiza, el RA3, que es un reactor de investigación y producción de radioisótopos, en el cual una cantidad de combustible se descarga por año, según cuánto se use el reactor, cuántas horas de funcionamiento, etc. Esos combustibles pasan a la categoría de combustibles gastados”.
Además, “la propia Convención, aparte, define a un Desecho Radiactivo como los materiales para los cuales no se prevé ningún uso posterior y que tienen un contenido de radiactividad que están por encima de algunos límites que las autoridades regulatorias nacionales fijan como para desclasificar. Entonces, si bien todos los materiales de este planeta son radiactivos en algún medida, no todos se gestionan como material radiactivo”.
Cemento radiactivo
El investigador aportó datos que sorprenderán a más de un neófito. “Por ejemplo, el cemento es un material típicamente radiactivo pero en el uso normal que le damos en la construcción, lo utilizamos y si queda algún rezago, va a un basurero municipal, porque su cantidad de radiactividad está por debajo de esos valores fijados por las autoridades regulatorias. Si bien desde un punto de vista físico es un material radiactivo, desde el punto de visto regulatorio o normativo, es no radiactivo y se gestiona como tal”.
El probable acuerdo con los australianos recoge en su terminología las categorías utilizadas por la Convención Conjunta. “El proyecto de ley en su artículo 12 dice que si Australia lo requiere, la Argentina asegurará el procesamiento o tratamiento por algún método, no especifica cuál, que constituya la recuperación del uranio reutilizable (o sea se refiere a combustible gastado). Lo que puede ser objetable tal vez sea la utilización de la palabra ‘asegurará’, pero por supuesto hay una cláusula que dice ‘a un precio razonable'”.
Para Bevilacqua, las argumentaciones de los ambientalistas antinucleares “no mencionan que la CN no define qué es un residuo radiactivo y tampoco hacen referencia a la Convención Conjunta, que es el instrumento que otorga el marco para establecer qué material puede tener un uso posterior y cuál no. Al no considerar a la Convención, no tienen en cuenta que se trata de materiales diferentes”.
En definitiva, para sus impulsores el proyecto de Acuerdo de Cooperación Nuclear con Australia no prevé la importación de residuos radiactivos pero sí la probable –siempre y cuando los “aussies” eligieran contratar a la Argentina- gestión de combustibles gastados, cuyos valores de radiactividad son distintos. Tarea que por otro lado, se viene desarrollando en el país sin sorpresas desagradables desde hace varias décadas.
Para Bevilacqua, si se firmara el acuerdo la importación de radiactividad sería irrelevante
Actualmente, ya se manejan en el Centro Atómico Ezeiza decenas de millones de curie (unidad que mide la radiactividad). Si llegaran a ingresar los combustibles gastados en el reactor australiano, la cifra se incrementaría en tan sólo 60.000 curie.
Si como consecuencia del Acuerdo de Cooperación Nuclear con Australia la autoridad de ese país llegara a solicitar la gestión de los combustibles gastados en la Argentina, deberían “manejarse” en el Centro Atómico Ezeiza 60.000 curie adicionales. En la actualidad y desde hace décadas, pasan por esas instalaciones decenas de millones de curie como consecuencia de sus múltiples actividades. Queda claro entonces, que el aumento sería casi insignificante.
El doctor Arturo Bevilacqua le dijo a “El Cordillerano” que a partir de esos guarismos, “nadie puede plantear que se vaya a producir una catástrofe”, sobre todo si se tiene en cuenta que las instalaciones en cuestión están funcionando hace décadas sin que se haya podido constatar un deterioro en la salud de las personas o un perjuicio contra el medio ambiente circundante.
Bevilacqua es ingeniero nuclear y doctor en la materia, con ambos títulos obtenidos en el Instituto Balseiro. La semana pasada brindó una charla en el Centro Atómico Bariloche, que se denominó “La Gestión de Combustibles Gastados y el Acuerdo de Cooperación Nuclear con Australia”, instancia que fue organizada por Asociación de Profesionales de CNEA y de la Actividad Nuclear (APCNEAN), entidad de carácter gremial.
En la edición del pasado sábado de este diario, Bevilacqua había establecido las diferencias que existen entre desechos radiactivos y combustibles gastados. Mientras la importación de los primeros está prohibida por la Constitución Nacional, nada se dice en la Carta Magna sobre los segundos, cuya posibilidad de procesamiento en la Argentina está contemplada en el proyecto de acuerdo que por estos días analizan en la Cámara de Diputados.
Para continuar echando luz sobre el asunto, muy cuestionado por ciertos sectores ambientalistas, el especialista consideró que “si entrara este material, habría que constatar cuánta radiactividad estaría ingresando. La Argentina, a través de la CNEA, lleva a cabo una cantidad de procesos radioquímicos con materiales radiactivos desde hace décadas y lo hace en una forma segura, sin ningún impacto nocivo en la población o en el ambiente”.
Millones
Bevilacqua precisó que “la mayor de cantidad de estas operaciones radioquímicas se realizan en el Centro Atómico Ezeiza. Por ejemplo, allí existe una planta para el encapsulado de las fuentes de Cobalto 60, que son las que se utilizan para el tratamiento del cáncer. Argentina es su tercer proveedor mundial. ¿Cuánta radiactividad se maneja para solamente el Cobalto 60? En una unidad que llama curie -la unidad de radiactividad- se manejan dos millones aproximadamente por año”.
Además, el científico nuclear sostuvo que “ese cobalto se transporta dentro de la Argentina por vía terrestre desde la Central Nuclear de Embalse, donde se irradia el cobalto. Ese reactor está funcionando hace muchos años, no sólo como generador de electricidad, sino también como fuente de neutrones para la activación de cobalto para la fabricación de Cobalto 60”.
El proceso continúa de la siguiente manera. “Una vez que el cobalto está radiactivo, se transporta por contenedores bajo stándares internacionales, desde Córdoba a Buenos Aires. Allí, en el Centro Atómico Ezeiza, en instalaciones especiales blindadas se hace el tratamiento, es decir, se sacan del contenedor y se fraccionan o separan esas unidades de cobalto, según la fuente de irradiación que se necesite”.
Hay que hacer cuentas. “Entonces, en Ezeiza se están manejando solamente de cobalto, más de dos millones de curie anuales. Pero cada combustible gastado del reactor de Australia, 10 años después de haber sido descargado del reactor -período que se llama de decaimiento o enfriamiento- tendrá una actividad de 2.000 curie. Es decir, si se llegase a ingresar toda la carga anual de ese reactor, que es de aproximadamente 30 o 32 combustibles, serían a lo sumo 64.000 curie”.
Bevilacqua pasó sus cifras en limpio. “En instalaciones donde hace décadas se están procesando millones de curie, se sumarían 60.000 curie anuales. Se podrá argumentar que no son los mismos elementos químicos o radiactivos los que tiene el combustible gastado de los que tiene el cobalto. Eso es cierto. Pero de todas maneras, en términos de radiactividad, existe esta proporción”.
Además, “cuando funciona el Reactor RA 3, cada combustible que está en su núcleo genera alrededor de dos millones de curie, con unos 25 o 30 combustibles funcionando. Es decir, cuando el reactor está prendido, la radiactividad que tiene es del orden de unos 60 millones de curie. Entonces, tenemos 60.000 millones de curie por el funcionamiento del reactor durante las horas que está andando, más otros dos millones de curie que se procesan durante el año en cobalto.
Para los especialistas del sector nuclear, no existe razón para alarmarse. “Durante todas estas décadas de funcionamiento, el Reactor RA 3 ha trabajado en forma segura con el procesamiento de cobalto, el procesamiento de radionucleídos y el análisis de postirradiación de algunos combustibles gastados, con estas cantidades de decenas de millones de curie. La historia demuestra que ha sido así”.
Bevilacqua fue concluyente. “No es una hipótesis, no estamos diciendo que se va a hacer bien o que existe la posibilidad de que se haga bien. La historia demuestra que se ha hecho bien. Este complejo y estas operaciones que están en funcionamiento, se han hecho en forma segura. No hay efectos o deterioro de la salud en las personas o del medio ambiente en cercanías del Centro Atómico Ezeiza, que además está en una zona de bosques. En la zona no hay ningún impacto negativo que se pueda atribuir al manejo de estos millones de curie. Entonces, si a millones se le suman 60.000, no se puede plantear que se vaya a producir una catástrofe”. Razones a la vista, no hay.
Publicado en el diario El Cordillerano
Julio de 2002
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