De la Pax Británica al decadente imperio
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- El 11 enero, 2012
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En tan solo poco más de dos décadas, o tres según como se analice, las Potencias Emergentes del BRIC pasaron de roles secundarios, a calificar hoy todas ellas entre las quince economías más poderosas, y exhibiendo fuertes procesos de desarrollo que les auguran roles aún más trascendentes; contrastando con el marco de crisis e incluso de recesión casi generalizado de las potencias tradicionales del G 7 y asociados principales de la UE.
Gran Bretaña, en cambio vive un largo proceso de retroceso relativo, que data de fines del siglo XIX, se acentuó con las dos Guerras Mundiales, soportó los cimbronazos que representaron las políticas de descolonización y tuvo claros momentos de definiciones de negativas consecuencias a largo plazo, sobre todo durante los gobiernos de Churchill y Tatcher; ultra conservadores, elitistas, muy apegados a las pautas económicas liberales, y por ende priorizadores de los sectores financieros y especulativos sobre los productivos e industriales.
A fines del esplendor máximo alcanzado en la era victoriana, entre 1870 y 1880 se produjo el proceso llamado La Segunda Revolución Industrial, que significó lisa y llanamente la “desobediencia” de naciones con vocación de grandeza, a las falsas “leyes económicas” dictadas –sin ninguna inocencia- por los economistas británicos, fundadores de la llamada “escuela clásica de la economía”, o más simplemente, el liberalismo económico.
Esas nuevas potencias industriales, y por ende en aquellos años nuevas potencias económicas –EEUU, Francia, Alemania, Bélgica, Japón, luego Italia-, se percataron de las sabias advertencias del pensador alemán Friedrich List, quien en su único pero contundente libro (Sistema Nacional de Economía Política) destrozó literalmente la sumatoria de falsedades en las que se funda todo el pensamiento liberal, sintetizado ello en una contundente frase: “Adam Smith (iniciador del liberalismo económico) es un conquistador más temible que Napoleón”. ¡Y eso lo dijo prácticamente cuando aún resonaban los ecos de la tremendas campañas napoleónicas de conquistas militares de casi toda Europa, por esos años el epicentro del poder mundial!
Ya a fines del siglo XIX, Gran Bretaña había sido superada tecnológicamente por Alemania, y según varios historiadores económicos, el PBI británico era inferior al de Alemania y de EEUU en 1900.
Las dos guerras mundiales, vistas desde la perspectiva histórica, fueron guerras de imperios por el botín de la repartija de las cuotas del poder mundial, y de los territorios coloniales. Vencedora Gran Bretaña en ambos conflictos, por las oportunas intervenciones de sus “primos” del otro lado del Atlántico; sin embargo los enormes costos económicos y sociales asumidos, convirtieron ambas guerras en contundentes derrotas económicas para el decadente imperio.
En 1932, para enfrentar la crisis mundial, encabezó la formación de la comunidad británica de naciones (Commonwealth), que hoy aglutina a 57 naciones –muchas minúsculas islas-, con una superficie total del orden de 30 millones de km2 y una población de 1.600 millones al año 2000. Es una alianza política, económica y militar, que arrastró a sus adherentes a varios conflictos propios de Gran Bretaña, incluyendo la Guerra del Atlántico Sur, en la que algunos Estados de esa comunidad británica enviaron tropas en contra nuestra.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña se subordinó claramente a EEUU, de cuyos suministros de pertrechos dependió desesperadamente para no sucumbir al embate germano. Y al final de la contienda, claramente había perdido la supremacía económica, política y militar mundial.
Salir de las penurias de la guerra le llevó varios años, al igual que a los otros contendientes de la Europa Occidental, dependiendo para ello de la generosidad del Plan Marshall, con el que “el Tío Sam” apuntaló a sus viejos y nuevos socios y subordinados principales (europeos y japoneses).
Hubo claros intentos de retomar la iniciativa económica por parte de Gran Bretaña, como los esfuerzos por dominar o al menos tener parte del mercado mundial de aviones de transporte a reacción (con su Comet 4 –primer avión de pasajeros a reacción- y luego el BAC 111); en los usos pacíficos de la energía nuclear (inauguró la primera central nucleoeléctrica); en ciertos intentos de expansión de la industria automotriz; y otros; pero el poderío industrial y tecnológico norteamericano fue contundente.
Por otra parte, muy prontamente resurgieron con renovados bríos las industrias en Japón, Alemania, Francia e Italia, entre otros; superando prontamente a la muy conservadora industria británica, que hasta entonces en buena parte se sustentaba principalmente en los mercados cautivos de sus colonias, y en los mercados de sus “colonias económicas”, como Argentina, Uruguay y otros países sudamericanos.
Pero las fuertes políticas de descolonización, que fueron consecuencia positiva –para el mundo- pero no buscada (por las potencias colonialistas europeas), hirieron gravemente el poderío británico, al restringir y en algunos casos anular su influencia en buena parte del mundo, independizado en un brevísimo lapso histórico, entre 1945 y 1975. Adicionalmente, las políticas de fuerte corte nacional y popular de Perón (Argentina) y de Getulio Vargas (Brasil), parcialmente imitadas por otros países de la región, pusieron fuertes límites al viejo predominio británico sobre nuestras economías y nuestros resortes internos del poder político.
Ese retroceso británico, tuvo que ver con la descolonización. Este proceso en buena parte fue impuesto severamente por la Francia de De Gaulle, que impuso reiteradamente el veto a los intentos de incorporarse al Mercado Común Europeo, “pasando factura” de varias acciones ruines realizadas por los británicos en perjuicio de “sus aliados” (pero nunca queridos) galos, como el hundimiento sangriento y traicionero de la flota francesa fondeada en Argelia, en el Mediterráneo africano, en la Segunda Guerra Mundial.
La disminución o anulación del poder político en las ex colonias tuvo poderosas implicancias económicas, siendo al respecto paradigmática la pérdida de la supremacía mundial en ventas del todo terreno Land Rover, superado por los tecnológicamente superiores competidores japoneses, que se apoderaron del liderazgo del mercado mundial hasta nuestros días.
Algo similar ocurrió con toda la industria automotriz, productora de vehículos durables y robustos, pero excesivamente conservadora y por ello atrasada tecnológica y estilísticamente; con la industria de motos, literalmente barrida por la competencia japonesa, y en menor medida germana e italiana; y con casi todas las ramas industriales masivas.
Incluso antes de gestionar la tardía incorporación a la Comunidad Europea; terminó en un rotundo fracaso su iniciativa de armar “otro” Mercado Común Europeo bajo su liderazgo (la EFTA o Asociación Europea de Libre Comercio), maniobra con la que intentó vanamente quebrar la clara supremacía de Alemania y Francia en el MCE, hoy transformado en UE.
Al final, Gran Bretaña terminó “probando su propia medicina”, cayendo en la ortodoxia liberal, que le acarreó falta de competitividad, atraso tecnológico relativo y debilidad para competir, con lo cual hoy muchas –casi todas- sus empresas emblemáticas que aún subsisten, son meras subsidiarias de empresas extranjeras, predominantemente germanas, pero también indias, estadounidenses, etc.
Hoy la economía británica es deficitaria, y adolece de serios problemas estructurales, que permiten inferir la extrema dificultad para revertir el paulatino retroceso relativo, que ya incluso le ocasiona problemas estructurales de déficits comerciales, creciente desocupación, estancamiento económico o muy leve crecimiento, etc.
Por otra parte, no caben dudas que hoy asistimos a la nueva versión de la política decimonónica de la “diplomacia de las cañoneras”, con las groseras agresiones contra Iraq; Afganistán; Libia; antes Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur; y otras varias semiencubiertas en África; acciones claramente teñidas de ambiciones de saqueos neocoloniales, buscando extraer riquezas al como sea, aunque opere como brazo ejecutor secundario de la OTAN, como aliado confiable de EEUU.
Eso guarda similitud con la metodología con la que pudieron imponer la “Pax Británica” en los siglos XVIII y XIX, invadiendo India, China, Malvinas y muchos enclaves coloniales estratégicos (pero que fracasaron en el territorio continental argentino, ante la férrea resistencia patriota conducida por Juan Manuel de Rosas, para luego dominarnos con la cómplice anuencia de los unitarios, trasvestidos en liberales “progresistas” y europeístas a ultranza).
Por otra parte, la descomunal crisis financiera y económica, que estalló en 2008 y sigue sin visos de solución y con inciertas perspectivas, afectando por ahora principalmente a EEUU, la UE y Japón, y a naciones no emergentes; mientras que las Potencias Emergentes –en varios casos asociadas entre si- exhiben fortaleza económica y liderazgos políticos con los que están evitando los claros intentos de “contagios”, metodologías con la cual en crisis anteriores las potencias dominantes se ingeniaron para trasladarnos sus costos y crecer a costa nuestra y de otros países, en aquellos años explícitamente subordinados políticamente a las potencias dominantes tradicionales; siendo estas las anglosajonas, más Francia y otras naciones colonialistas europeas.
Mantener moneda propia –si bien muy revaluada- le otorga margen de acción a Gran Bretaña ante la crisis actual, pero no parece querer revertir la sobrevaluación ya crónica de la libra esterlina.
Para destacar los recientes severos roces con Alemania y Francia –como cabezas de la UE-, no avalando medidas financieras que el bloque regional pretendió consensuar.
Sin duda que Gran Bretaña sigue siendo una potencia relevante, y previsiblemente su retroceso relativo puede ser lento, pero casi seguro de muy difícil reversión.
No es imbatible, lo demostró EEUU en el siglo XVIII, Argentina en el XIX y China en el XX, al recuperar Hong Kong con la sola presión política…avalada esta por su considerable peso económico y militar.
Por: C.P.N. Carlos A. Ortiz
Investigador de temas económicos y geopolíticos
Ex Investigador y Docente = Facultad de Ciencias Económicas = UNaM
Especialista en Gestión de la Producción y Ambiente – Fac. de Ing. = UNaM
Tesista de la Maestría en Gestión de la Energía = UNLa – CNEA
Docente de Economía – Esc. Normal 10 – Nivel Terciario
Docente de la Diplomatura en Geopolítica – Inst. Combate de Mboror
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