-“Programa Mi PC”: un olvido imperdonable
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- El 18 abril, 2005
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Por Ing Gabriel Motta
MP 4536 – COPITEC
En los últimos días de Marzo de 2005, el gobierno argentino anunció el lanzamiento del programa “Mi PC”, que apunta a lograr, en lo inmediato, que la mayor cantidad de hogares posibles acceda a los beneficios de la informática, y a largo plazo, a reducir la llamada “brecha digital” que impide a las clases menos favorecidas adquirir las habilidades que necesitan para obtener empleos de alta calidad, como sucede con la industria del software en la India, por ejemplo.
De ese modo, pretende solucionar los reiterados conflictos entre ambos, debido a la saturación de instalaciones (orientadas, desde fines de los ’70, solamente a poner “allá” lo que nos molesta “acá”).
Estas dos noticias, aparentemente inconexas, adquieren sin embargo una relación preocupante, ya que, en la Argentina, no existe aún una política de gestión de “residuos de aparatos eléctricos y electrónicos” (RAEE); a diferencia de lo que sucede por ejemplo en la Unión Europea ..
¿Cuál es el problema?, se preguntará el lector desprevenido. Muy simple: de acuerdo al programa “Mi PC”, anunciado con bombos y platillos, se espera incrementar en 10.000.000 el número de PCs en el país en los próximos cinco años. Como dice su página web, se trabajó para que la gente pueda tener una PC de primerísima calidad, pero al parecer, nadie tomó en cuenta que muchas de las computadoras personales que se venderán en Argentina mediante el programa “Mi PC” (junto a las ya vendidas y las que se vendan por otros medios) terminarán convirtiéndose en RAEE en unos pocos años. Y que las PC reemplazadas, ya lo son.
En definitiva, todas ellas serán residuo algún día. Y mientras que en Europa, cuentan con una política mediante la cual el fabricante o distribuidor de productos electrónicos debe hacerse cargo del equipo que vendió al final de la vida útil del mismo, aquí todo queda librado a la buena de Dios.
En palabras más llanas: las PC obsoletas terminarán en vertederos que no fueron pensados para manejar los materiales de la RAEE, como plomo, fósforo, cadmio, níquel y plásticos bromados, por mencionar sólo algunos.
¿Y qué pasará con otros equipos obsoletos, los teléfonos celulares analógicos, por ejemplo, o las videocasseteras que son reemplazadas por DVDs, los equipos de audio que ya no tienen repuestos, los lavarropas, adónde irá a parar toda esa basura eléctrica y electrónica?
Probablemente terminará tirada en la esquina, será recogida por algún cartonero sin la menor protección y, con suerte, algunos de sus elementos serán reciclados (como la chapa de acero y los accesorios de aluminio) mientras que el resto seguirá acumulándose. .
En pocas palabras: en un país que no tiene políticas modernas de control de importaciones de materiales peligrosos, ni de disposición final y reciclado de equipos eléctricos y electrónicos obsoletos, al Gobierno nacional no se le ocurre mejor idea que lanzar un programa de estímulo al consumo de dichos equipos.
Como si eso fuera poco, el gobierno provincial deja el tema de gestión de residuos en manos de los municipios, dando lugar a que se apliquen diferentes políticas en cada uno de ellos, en lugar de tomar el tema en sus manos y hacer, cuando menos, una ley provincial al respecto que defina los presupuestos mínimos para estos temas, y que sirva de guía para los demás organismos públicos y privados.
No hay tiempo que perder. Sería menester que las autoridades gubernamentales nacionales y provinciales se decidan a recuperar el terreno perdido. Que se tomen los requerimientos de otros países como modelo y se promocionen en Argentina (y porqué no en toda Latinoamérica) políticas activas, de aplicación nacional, que promuevan el reuso y reciclado de equipos electrónicos, tal como lo hace la normativa de los países más avanzados del mundo. Esto, con el doble propósito de evitar hipotecar el futuro de las próximas generaciones y, lo más importante, de evitar la introducción en Argentina, de equipos cuya venta ya está legalmente prohibida en Europa , Estados Unidos y otros países de los denominados “del primer mundo”
Aún estamos a tiempo. ¿Estarán nuestros gobernantes a la altura de las necesidades?
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