Sorpresas te da la vida
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- El 17 diciembre, 2008
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Los trabajadores uruguayos de la celulosa y el papel fracasaron cuando intentaron un acuerdo regional sindical para el cuidado del medio ambiente. ¿Quién se opuso? Los sindicatos argentinos. Y ahora todos los sindicatos mercosureños del sector adoptan a Uruguay como modelo de negociación salarial. ¿No era que los uruguayos preferían morir contaminados antes que de hambre?
Como es público, algunos iluminados desprecian al pueblo uruguayo por su “sometimiento”. La dirigente del movimiento 26 de Marzo, Delia Villalba, dijo que teme verlo convertido en un pueblo “como el paraguayo, por lo sumiso” . Y el coro piquetero repite desde Gualeguaychú, pero también desde Uruguay: “Sí, los uruguayos reconocen que prefieren morir contaminados mañana antes que morir de hambre hoy”.
Sorpresas te da la vida.
Los trabajadores uruguayos de la celulosa y el papel se proclaman “los más celosos custodios de que se cumplan todas las disposiciones respecto del medioambiente”. A tal punto de que fue el propio sindicato el que denunció a la papelera Pamer por no cumplir el reciclaje pactado con la Dinama, y reclamar “que se cierre esa parte del proceso”. Con Ence, integró “una comisión de seguimiento que analiza y lleva a que se cumplan a rajatabla todas las disposiciones, de modo que no provoquen problemas a la sociedad”. Y han cumplido un papel vigilante respecto a la planta de Juan Lacaze “porque demoraban las inversiones en la creación de todo lo relacionado con el medioambiente. En esto vamos a ser muy estrictos”, postula Walter Silva, presidente del Centro Unión Obreros Papeleros y Celulosa de Juan Lacaze.
Es más: los sindicatos uruguayos intentaron en varias oportunidades llegar a un acuerdo en la Federación de Sindicatos Papeleros del Mercosur (Fespam) relativo a “todo el aspecto medioambiental, y los argentinos se negaron; excepto en la última cumbre en Argentina, donde giraron su posición y refrendaron un documento que habla, entre otras cosas, del seguimiento del aspecto medioambiental. Ayer, en la conferencia se posicionaron críticamente no solo con respecto a la pasividad del gobierno, sino de la sociedad de Gualeguaychú, que sigue con la medida del corte de puentes. En ese sentido, hay un salto cualitativo en el posicionamiento”, destacó Silva al programa En Perspectiva.
La entrevista sirvió también para reiterar el porqué del interés de las plantas nórdicas por instalarse en el sur: es que aquí hay árboles, y allá los tienen que importar. Entre otros países, de Rusia. Y Rusia no quiere vender más: quiere instalar sus propias plantas de celulosa y papel.
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La crisis financiera internacional impacta en proyectos de plantas de celulosa En Perspectiva, El Espectador , 10.12.2008. |
EMILIANO COTELO:
Primero fue la planta de Botnia, ahora Ence construye la suya y mientras tanto se preparan los proyectos de Stora Enso y Portucel.
Con esas inversiones, Uruguay se ha ido consolidando en el mapa mundial como un país productor de pulpa de celulosa.
Es por eso que desde el lunes pasado nuestro país es sede de una conferencia mundial sobre pulpa e industrias de papel. La actividad, que se desarrolla en el Argentino Hotel de Piriápolis, es organizada por la federación internacional de sindicatos de este sector y cuenta con 120 participantes provenientes de 35 países.
¿Qué novedades surgieron en ese encuentro? En especial, ¿qué impacto está teniendo la crisis internacional en este rubro que ahora nos interesa tanto? Vamos a averiguarlo en los próximos minutos. Pero además vamos a aprovechar la ocasión para conocer un poco más sobre la situación actual de los trabajadores de la industria del papel en Uruguay y en el contexto internacional.
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EC – Estamos en diálogo con Walter Silva, presidente del Centro Unión Obreros Papeleros y Celulosa (Cuopyc), de Juan Lacaze, Colonia, y presidente de la Federación de Obreros y Papeleros y Cartoneros del Uruguay (Focpu). Además, trabaja en Fanapel desde diciembre de 1980 y es uno de los anfitriones de esta conferencia mundial del sector pulpa y papel.
¿Todavía está en el Argentino Hotel de Piriápolis?
WALTER SILVA:
Sí, mañana reanudamos el programa, que consiste, entre otras cosas, en acompañar a la gente de Finlandia y a una gente de Austria que quiere visitar la planta de Botnia en Fray Bentos. Ese va a ser el cierre de esta conferencia.
EC – La Focpu es la anfitriona de esta conferencia internacional, que se desarrolla ¿con qué frecuencia?
WS – No tiene una frecuencia preestablecida. Estaba previsto que se realizara en 2009, pero en el marco de toda esta situación bastante compleja, y ahora agudizada con los coletazos de la crisis, se entendió prudente adelantarla y hacerla en Uruguay. Entre las posibilidades estaban también Brasil y Argentina, pero felizmente se nos otorgó la posibilidad de ser los anfitriones y la cosa anduvo bastante bien, pese a algún “nervio”, porque no es la práctica habitual nuestra organizar este tipo de eventos. Pero anoche concluimos todos que había sido una muy buena conferencia y que los resultados habían sido altamente positivos.
EC – ¿Participan solamente representantes sindicales? Veo por el programa que también fueron invitados algunos ejecutivos de empresas del sector.
WS – Sí, estuvo Hamala, que es el nuevo presidente del Directorio de Metsä-Botnia, y hubo un consultor de una entidad brasileña. Y después estuvieron invitados por nosotros Bonomi y Martínez; faltó Tabaré Vázquez, que por razones de agenda no pudo estar.
EC – A la luz de la crisis económica internacional, ¿qué perspectivas hay para la industria del papel y la celulosa? ¿Se pueden sacar ya algunas conclusiones de esta conferencia?
WS – Sí, las conclusiones son varias y en algún sentido contradictorias, porque mientras que nosotros en Uruguay tenemos esa expectativa, no solamente la radicación concreta de Metsä-Botnia, sino también lo que está en proceso, que es Ence, lo de Portucel, lo de Stora y algún proyecto de Nippon Paper que está en carpeta, uno recibe los informes de colegas de otros países y es realmente llamativo. Ayer estuvimos escuchando a los compañeros de Canadá que llegaron a la friolera de 10.000 puestos de trabajo perdidos en solo un año y poco. Y esto es un síntoma que se reproduce en varios países.
EC – Cuando usted da esos números, 10.000 puestos de trabajo perdidos, ¿se trata, lisa y llanamente, de despidos, no de envíos al seguro de paro?
WS – Son cierres de plantas por razones múltiples. El delegado canadiense informó que ellos estaban negociando desde hace bastante tiempo por plantas que no habían tenido una reconversión tecnológica adecuada y que se avizoraba que podían estar al borde del cierre. Y eso se aceleró a pasos agigantados con todo este fenómeno; lo que hasta ayer estaba en el plano hipotético hoy son datos de la realidad crueles.
EC – A partir de informaciones como esas, ¿cuál es el resumen?
WS – A modo de ejemplo, para ilustrar a la audiencia, el presidente del directorio de Metsä-Botnia daba un mensaje de tranquilidad para acá, porque es una empresa que hace poco más de un año que está produciendo, a niveles casi óptimos, pero fue muy drástico en el momento de decir que en Finlandia se acababa de cerrar una planta que tenía casi el mismo volumen de producción.
EC – ¿Cómo se explica eso, que en Finlandia cierren una planta y acá la mantengan operando?
WS – Las explicaciones tienen diferentes sesgos. Hay uno que es político: Finlandia no termina recalando acá en Uruguay o en Brasil por otra razón que la falta de materia prima, y lo mismo le pasa ahora con la discusión arancelaria con Rusia, a tal punto que Rusia deja de ser proveedor de materia prima para la parte forestal.
EC – ¿Puede explicarlo un poco mejor?
WS – Las plantas de Finlandia operan con un 20% de producción propia, de madera propia, e importan el 80% restante de Rusia. Rusia cambia los planes, aplica esa modificación en las barreras arancelarias y tras cartón decide, como gobierno, recibir capitales de múltiples países; tiene previsto ubicar 15 plantas de celulosa en la zona de San Petersburgo. Esto provoca una especie de catástrofe en la industria finlandesa. Y lo mismo ocurre en Suecia, los países nórdicos están recibiendo la misma problemática. Eso es lo contradictorio de esto, por un lado el auge en Uruguay, Argentina, Brasil, Chile, y por otro lado el planteo de estos compañeros que no dejan de lamentar una situación que se fue de las manos.
EC – La fortaleza de Uruguay para este tipo de inversiones ¿viene por el lado de que acá esas empresas cuentan con la materia prima? ¿O también viene por el lado de menores costos de otro tipo? Estoy seguro de que el razonamiento del oyente apunta de inmediato a que acá los empleados cobran menos que en Europa.
WS – Eso es indudable, los ingresos que se tienen en Uruguay no tienen absolutamente nada que ver con los de los países europeos. Pero el hecho de que se radiquen acá hay que leerlo con más amplitud, porque una de las razones que los mismos patrones explican, y sabemos que es así, es que la posibilidad de captar inversiones no es una cuestión solamente de qué tan bueno es el suelo, el clima o el agua que tenemos en Uruguay, sino que también hay un elemento comparativo que es la seguridad jurídica, la estabilidad económica que tenemos y todo lo que hay por hacer en términos de infraestructura vial y portuaria. Eso es un elemento adicional, una ventaja comparativa que no hay que dejar de admitir.
EC – ¿Qué está pasando con el precio internacional de la celulosa?
WS – Ese es otro elemento adicional. Hubo una merma al 50%, la tonelada de celulosa estaba en 800 dólares y hoy anda en el orden de 400, 420.
EC – Es una caída muy sensible…
WS – Estrepitosa.
EC – Por otro lado, ¿qué está pasando con las ventas, con la demanda de celulosa y de papel?
WS – Hay una retracción mundial, como ocurre en el sector automotor ocurre también con la celulosa. Todos confían en que esto se revierta; no hay coincidencia en los plazos, si va a llevar un año o dos años. Por ejemplo, se maneja que dos plantas que estaban siendo construidas en Brasil, una en Mato Grosso del Sur y otra en Río Grande, quedaron paralizadas, están viendo adónde conducen estos vaivenes para ver si se reanudan las obras y se continúa el proceso de construcción.
EC – Y a partir de una señal como esa acá al lado, en Brasil, ¿qué proyecciones hay para el futuro de este sector en Uruguay? Vamos por partes; ¿con respecto a Botnia la información fue muy segura en cuanto a que se va a seguir operando con las mismas características y con el mismo personal?
WS – Sí.
EC – ¿No hay ninguna duda?
WS – En eso no hay inconveniente…
EC – ¿Y qué pasa con las otras empresas del sector?
WS – Eso es un tema, Ence ya ha dejado de manifiesto que hay una suerte de retraso en la construcción de la planta. Tenemos pendiente una entrevista con la gente de Portucel para la semana próxima, pero ellos siguen manifestando que los planes originales no van a ser modificados, aunque puede haber un aplazamiento de lo que estaba previsto. En Brasil había plantas que estaba previsto que comenzaran a funcionar en 2010 y ahora se está hablando de que van a comenzar a funcionar en 2012. Seguramente aquí nos mimeticemos con ese tipo de modificaciones.
EC – ¿Qué quiere decir eso de mimetizarse?
WS – Que en la medida que estas son multinacionales, va a ocurrir aquí lo mismo que en Brasil. De repente, proyectos que estaban previstos que comenzaran a ser productivos en 2010 van a ser diferidos en el tiempo.
EC – ¿Qué pasa con las otras empresas del sector en Uruguay, las que existían antes de que llegaran Botnia y todos estos otros proyectos de plantas de celulosa y/o de fabricación de papel? Pienso en Fanapel, en Pamer. ¿Qué ocurre en esas firmas?
WS – Voy a aventurar una postura muy personal, por lo menos de nuestro sindicato. Ayer, cuando me consultaron de la producción del programa recordé que había tenido la suerte de haber sido entrevistado por vos cuando estábamos discutiendo el tema del puente binacional argentino-uruguayo. En aquella oportunidad, en Juan Lacaze causó tremendo impacto, también en la prensa; en aquel momento felizmente todavía teníamos al compañero Pepe D’Elía y recuerdo haberlo tenido sentado a mi costado y del otro lado a Julio María Sanguinetti discutiendo lo que nosotros como obreros papeleros visualizábamos como nichos de mercado desde el punto de vista de los trabajadores. Y decíamos que íbamos a reconvertir a los 1.200 textiles que habían quedado paralizados y sin laburo con el cierre de Campomar, que había que pensar en recalificarlos para que fueran operarios en la construcción del puente. Haciendo una simetría, hoy pensamos lo mismo: aquellas plantas están cada vez más en riesgo y como consecuencia sus trabajadores. Fanapel tiene 110 años de producción, se ha ido adaptando técnicamente, cumple con las especificaciones internacionales, sigue exportando casi el 70% de lo que produce, pero aparecen cada vez más nítidamente sectores de riesgo.
EC – En el caso concreto de Fanapel, ¿qué está pasando hoy con su producción y con el personal?
WS – Hay una situación calma, pero hemos tenido reuniones con la gerencia y ya se avizora que no es lo mismo que seis meses atrás. Las posibilidades de venta, de colocación de productos están bastante paralizadas.
EC – ¿El ritmo de producción se ha mantenido?
WS – Sí, pero, a modo de ejemplo: la fábrica trabaja los 365 días del año y ahora estamos discutiendo que estos feriados de fin de año no se trabaje o se trabaje a un ritmo muy menor. Son todos datos que tenemos que ir visualizando.
EC – ¿Cuántos puestos de trabajo implica Fanapel hoy?
WS – Entre personal directo e indirecto andamos en el orden de los 800, 850 trabajadores.
EC – ¿Se ha pensado en medidas como envío al seguro de paro?
WS – De momento no, pero no es solamente Fanapel. Tú mencionaste a Pamer…
EC – La Papelera de Mercedes y podemos citar a Ipusa. ¿Cuántas más hay en el sector?
WS – En total hay nueve plantas en el país, incluyendo al sector cartonero.
EC – ¿Qué panorama se ve en las otras?
WS – El caso de Pamer en particular es bastante más complejo. Todavía tiene problemas de inspección, tiene algunas asignaturas pendientes con la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama)…
EC – Tiene renovación tecnológica pendiente por la contaminación.
WS – Sí, tuvimos una reunión con Alicia Torres en la Dinama y le llamó poderosamente la atención que, a pesar de haber pactado con la gerencia de Pamer un compromiso que implicaba hacer piletas de decantación para no seguir tirando licor negro al río, no hicieron absolutamente nada, lo que llevó a que se paralizara nuevamente ese sector. Pero esto responde no a otra cosa que al mecanismo de gerenciación de la planta. Nosotros hemos sido muy críticos sobre todo con la gente del grupo Strauch, que gerencia las plantas con cabeza de hace 50 o 60 años; no ha reconvertido para nada, la planta es cada vez menos competitiva y eso lleva a que los márgenes de riesgo sean cada vez mayores.
EC – ¿Cuántos puestos de trabajo están en juego allí?
WS – En total, en la Focpu estamos hablando de 1.350 trabajadores…
EC – Esos 1.350 incluyen los trabajadores de Botnia, Fanapel y todas las empresas que mencionamos. ¿Y Pamer en particular?
WS – Pamer tiene unos 250 trabajadores.
EC – ¿Se están tomando medidas en la empresa con respecto a ese personal?
WS – No, aún no hay indicios de que vayan a haber situaciones de colapso. Pero nosotros tenemos la certeza de que debemos asegurarnos por otros caminos. Quiero redondear lo que comencé a comentar. Hemos dicho a los trabajadores que tenemos que cambiar radicalmente aquella cabeza de empleado público que muchas veces se tiene en el sector privado. No podemos seguir pensando que tenemos asegurado el trabajo de por vida. Tenemos que pensar que buena parte de los trabajadores que hoy pertenecen a la federación, que están afiliados a los sindicatos y que están en fábricas que aún echan humo, mañana quizá no estén, entonces hay que negociar en otro plano: negociar con el gobierno, con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (Mtss), con los mecanismos de grupos de capacitación de Cinterfor, la UTU, etcétera, para que esta gente de repente termine siendo mano de obra experimentada en otros emprendimientos, como puede ser Ence, Portucel u otro. Aquella cabeza de “yo tengo asegurado mi trabajo” se terminó. Hoy, las tasas de movilidad laboral son altísimas, algo que nos llama la atención. Yo hablaba con la gente sobre todo de Suecia y de Finlandia, y ellos lo toman con cierta pasividad: se cerró la planta y ‘ta, tenemos que ir para otro lugar; está dentro de su cultura el moverse permanentemente dentro de una misma rama de actividad o recalificándose para ir a otro segmento.
EC – Usted dice que en un país como Finlandia el cierre de una planta no es un drama.
WS – No; eso es lo curioso. Nosotros teníamos dos grandes interrogantes previo a la conferencia, que en cierta medida resolvimos. En Finlandia lo toman como una cuestión común: cerró la planta y se terminó, me voy para otro lado. Incluso hay políticas mucho mejor instrumentadas que las nuestras que hacen que, tras el período de seis meses de seguro de paro, que te puede corresponder después del despido, ya estés trabajando en otro lugar. Ellos aceptan sin ningún tipo de problema que las mismas multinacionales que ayer operaban en la matriz finlandesa se radiquen hoy en Brasil, en Chile o en Uruguay; dicen que el mal menor es que se instalen en Uruguay, porque de acá se llevan la materia prima y por lo menos mantienen con vida las fábricas de papel. Ese es el razonamiento frío, que a nosotros nos provoca un poco de escozor. Y nos deja una lección para imaginar el Uruguay del futuro y los riesgos que vamos a tener que afrontar. Eso es parte de las conclusiones que sacamos.
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EC – Los sindicatos de nuestro país y en especial el Cuopyc tienen ya desde hace años un contacto muy fluido con sindicatos del sector en Finlandia. ¿Qué resultados viene produciendo para ustedes ese intercambio?
WS – En términos de relacionamiento internacional, estamos afiliados a esta central mundial que tiene 20 millones de afiliados desde 1990. Eso nos ha habilitado a tener un contacto bien fluido con gente de Finlandia, de Suecia, de Canadá, todos esos países que se destacan en la fabricación de pulpa y papel. En lo personal me dejó altamente satisfecho un acuerdo que se laudó anoche con los sindicatos argentinos, brasileños, chilenos y colombianos para, a partir de marzo, comenzar un trabajo, que ya tiene un programa establecido, que nos va a llevar a buscar mecanismos regionales de negociación.
EC – ¿Cómo es esto?
WS – Una de las cuestiones que buscamos, a partir de cotejar las realidades de uno y otro país, es el caso particular y específico de cómo se negocia colectivamente. Ayer, los argentinos destacaban la ponencia del ministro Bonomi cuando hablaba de la negociación a través de los Consejos de Salarios ; es bastante diferente de cómo se procesa la negociación colectiva en Brasil, en Argentina, en Chile y otros países.
El desafío que nos planteamos es, a partir de marzo, generar un ámbito de discusión para tratar de afrontar esta realidad que en particular puede tocar fuertemente a Uruguay como a otros países, pero con un planteo regional. Uruguay tiene la suerte de ser desde hace bastante tiempo el articulador entre las dos o tres potencias, porque Chile, Brasil o Argentina son fabricantes en escala mucho mayores que Uruguay, al margen de que esto se pueda revertir en cinco años. Pero articuladores porque acá la realidad dejó como destaque que Uruguay, por el hecho de tener una central única de trabajadores, que es un poco el crisol de ideologías y de planteos, muchas veces tiende los puentes ante los brasileños, que tienen cinco centrales sindicales, los argentinos, que tienen dos, y así sucesivamente. Somos un poco el fiel de la balanza y esto nos posiciona bastante bien y nos da la responsabilidad de generar todo un programa de acciones que se van a comenzar a poner en práctica a partir de marzo.
EC – ¿Acciones de qué tipo? No me queda claro qué es lo que puede homogeneizarse o coordinarse en la región en esta materia.
WS – Desde hace mucho tiempo está planteada la modalidad de negociación empresa-sindicato. Cuando Bonomi destacaba la excepción de que acá hay una tercera pata que es el Estado en los Consejos de Salarios, después, hablando con los compañeros, llegamos a la conclusión y al consenso de que desde marzo en adelante uno de los escenarios posibles es que los planteos se hagan en toda la región con ese trípode: se terminó la negociación bilateral, en todos los países tiene que estar el Estado presente. Y no solamente para la negociación de los aspectos salariales, sino también para el tema de la formación profesional. Desde 2005 hemos hecho planteos al Mtss de la necesidad de calificar personal; no digo establecer escuelas papeleras, pero algo por el estilo, de modo de tener mano de obra calificada para seguir siendo atractivos para las inversiones que pueden llegar desde fuera.
EC – ¿Y en el aspecto ambiental? La industria de la pulpa de papel es muy polémica por su impacto en el medioambiente, es un sector muy sensible para las organizaciones especializadas en esa materia, las ONG que se mueven en el mundo. Hemos tenido un debate muy duro en esta materia a raíz del caso de Botnia, con la oposición de la Asamblea Ambientalista de Gualeguaychú. ¿Qué proyectan hacer a nivel sindical, sobre todo a coordinado regionalmente?
WS – Lo hemos dicho en varias oportunidades: somos los más celosos custodios de que se cumplan todas las disposiciones respecto del medioambiente. A tal punto que en el caso de Pamer fue el mismo sindicato que dijo: si el patrón no cumple con lo que pactó con la Dinama, que se cierre esa parte del proceso. Esto ocurre en todos lados. Con Ence, por ejemplo –cuestión que no ocurrió con Metsä-Botnia–, integramos una comisión de seguimiento que analiza y lleva a que se cumplan a rajatabla todas las disposiciones, de modo que no provoquen problemas a la sociedad. Nosotros no somos ajenos, en el caso específico de Juan Lacaze vivimos de la planta, pero no dejamos “a la buena de Dios” el hecho medioambiental. Hemos sido muchas veces críticos de la empresa porque demoraban las inversiones en la creación de todo lo relacionado con el medioambiente. En esto vamos a ser muy estrictos.
A modo de anécdota, en la Federación de Sindicatos Papeleros del Mercosur (Fespam) intentamos en varias oportunidades labrar un acuerdo que atendiera todo el aspecto medioambiental, y los argentinos se negaron ; excepto en la última cumbre en Argentina, donde giraron su posición y refrendaron un documento que habla, entre otras cosas, del seguimiento del aspecto medioambiental. Ayer, en la conferencia se posicionaron críticamente no solo con respecto a la pasividad del gobierno, sino de la sociedad de Gualeguaychú, que sigue con la medida del corte de puentes. En ese sentido, hay un salto cualitativo en el posicionamiento.
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Fuente: ecoUruguay
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