Las enseñanzas históricas: la declinación de Polonia y las frustraciones de Argentina
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- El 6 junio, 2006
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Una breve parte de mi libro “Geopolítica del Desarrollo” –aún en curso de redacción-, puede dar lugar a profundas reflexiones, en el marco de los análisis políticos, económicos y geopolíticos, basados en datos incontrastables de la realidad, en basamentos históricos y geográficos; sin los cuales la Geopolítica resulta inviable, la Política una mera práctica de corrupta lucha por los despojos del poder, y la Economía solo una seudo ciencia plagada de expresiones de sofismas tecnicistas y neologismos en inglés, que al final termina siendo la excusa seudo científica para justificar toda clase de desmanes de “guante blanco” cometidos en contra de los Intereses Nacionales; tal como ha sido el accionar de los grupos de poder neoliberales, aliados del gran capital financiero transnacional, y empeñados en la balcanización de Argentina, como paso previo a su total disolución e integración al proyecto de globalización total, la cual persigue la desaparición de los Estados y de los Bloques Regionales. De hecho, la corrupción institucionalizada que tanto daño nos hizo, ha sido impuesta y mantenida como una condición necesaria para el desmadre socio económico y político aplicado con tanta crudeza en Argentina. En esa parte del libro citado, expreso lo siguiente.
“Resulta sumamente ilustrativo trazar un paralelismo entre las causas de la declinación de Polonia a partir del siglo XVII y el notable retroceso socio económico y el deterioro político sufrido por Argentina desde mediados de la década del ’70 en el siglo XX.”
“La concentración de la riqueza en pocas manos, las intromisiones extranjeras en cuestiones políticas internas, el profundo deterioro económico, la corrupción de las clases dirigentes, la inoperancia total del Parlamento, y la clara posibilidad de disolución nacional –que en el caso de Polonia llegó a la desaparición como Nación Estado independiente por largos años; son algunos de los claros aspectos coincidentes entre aquella Polonia de los siglos XVII y XVIII y la reciente Argentina.”
Es notable verificar de que forma en diversos sectores de las estructuras del poder de Argentina se han enquistado diversos dogmáticos neoliberales, los cuales continúan ejerciendo presiones para mantener vigentes aspectos básicos de la realidad socio económica que condicionan las acciones e impiden zafar de las “tenazas del neoliberalismo”; expresión esta parafraseada del brillante economista argentino Marcelo Diamand.
De otra forma no puede entenderse que no hayan podido recomponerse con la urgencia que las circunstancias imponen, las “masas críticas” de profesionales y científicos que puedan construir un modelo y Proyecto Nacional de mediano y largo plazo, viable, coherente y con claro sentido nacional.
Áreas claves de las estructuras gubernativas y de planificación, diezmadas o directamente disueltas durante el cuarto de siglo de imposición del modelo neoliberal a ultranza (1976-2001), en perversos procesos acentuados fuertemente en la nefasta década menemista y la perniciosa anomia delarruista, siguen sin ser recompuestas.
El gravísimo deterioro de la Educación Pública no se ha revertido a pesar de las numerosas “luces de alarma” del bajísimo nivel medio de los egresados posteriores a la nefasta reforma educativa de los ’80, muy agravada con el cierre de las importantes y muy buenas Escuelas Técnicas que hemos tenido. Dos “Ministerios Fantasmas” como lo son el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología (que no educa, pues no tiene ninguna escuela a su cargo y tampoco tiene ninguna injerencia directa sobre el errático y en muchos casos probadamente corrupto accionar de grupos de poder en las Universidades Nacionales), y el Ministerio de Salud Pública (que no tiene hospitales a su cargo); pero que poseen estructuras burocráticas que consumen grandes presupuestos; son grandes contradicciones que continúan sin visos de reversión.
La ausencia de generaciones de recambio en áreas de las ciencias duras, de la ingeniería y de las carreras técnicas; está operando acentuadamente como poderoso condicionante del desarrollo a futuro.
El bajísimo nivel general de la docencia –con las honrosas excepciones que confirman la regla-, ha transformado una actividad vocacional dignísima y prestigiosa, en un simple “conchabo mal pago” que permite subsistir con sueldos magros y alguna cobertura social, a quienes no tienen otras alternativas laborales.
Áreas de gobierno de estratégica importancia –como lo fue la Secretaría de Energía- continúan con raquíticas estructuras humanas y de infraestructura que impiden realizar cualquier trabajo serio con la amplitud, profundidad y fundamentación imprescindibles.
Un ente importantísimo como lo fue Agua y Energía Eléctrica (AyEE) no se ha reconstituido, y –peor aún- sus valiosos archivos técnicos parecen estar desperdigados, destruidos o perdidos.
Las importantísimas tareas de aforamiento (mediciones de caudales) de prácticamente todos los cursos de agua del país, comenzados por AyEE en 1947, caprichosamente interrumpidas por el destructivo accionar de Marijú en las postrimerías del menemato, no se han vuelto a implementar. Téngase presente que desastres como las inundaciones de Santa Fe y del Chaco, podrían haberse avisado con bastante antelación, con la red de aforamiento e información que estaba funcionando antes.
La crisis energética en la que ya estamos inmersos, requiere rápidas y correctas decisiones, y una afinada planificación a mediano y largo plazo, de por lo menos dos décadas.
En las Universidades Nacionales, la aceptación de las pautas doctrinarias del neoliberalismo, o al menos la explícita “neutralidad y asepsia” (léase falta de compromiso y complicidad implícita) respecto a los dogmas neoliberales, sigue siendo un requisito central para acceder –salvo raras excepciones- a las Cátedras de Economía o materias vinculadas. Además de los casos que pueden ir constatándose en diversas Facultades de Ciencias Económicas de otras Universidades Nacionales, ese ha sido el motivo medular –junto con la no subordinación a los grupos de poder interno- de la virtual declaración de “persona no grata” en el Departamento de Economía y Finanzas que culminó en el por ahora definitivo cese de mi carrera docente, sucedido en noviembre de 2005. Sin duda la actitud “políticamente incorrecta” inicial (dentro de las estructuras universitarias) fue el encendido discurso –pronunciado en plena crisis del 2001- de crítica al proyecto de privatización de las Universidades Nacionales que pretendió aplicar López Murphy con la aquiescencia de De La Rúa; oportunidad en la que puse en claro la “borratina generalizada” de prácticamente todos los docentes neoliberales de Economía de la propia Facultad, que hasta días atrás proclamaban desde sus Cátedras, en las reuniones del Departamento o de pasillo, las “bondades” del modelo neoliberal; o alternativamente practicaban la “asepsia” de la aceptación implícita pero clara.
Otro fuerte condicionante negativo que afronta la economía argentina, es la extranjerización de los recursos naturales, particularmente grave en el sector de los hidrocarburos, así como en el manejo de varias centrales hidroeléctricas importantes. Urge reestatizar YPF y Gas Del Estado, desarmando a la vez la maraña de la enrevesada legislación, decretos de “necesidad y urgencia” y similares; con los que nos han privado de la renta y del manejo de tan estratégicos insumos.
El positivo cambio de rumbo en el Sector Atómico debe ser profundizado, así como aceleradas las construcciones de obras hidroeléctricas, dada la situación de grave crisis energética en la cual ya estamos inmersos.
A la vez, dentro de otros temas de importancia, urge evitar la virtual “pandemia de ecologitis”, esa verdadera histeria colectiva de ecologismo fundamentalista, tan bien explotada por las transnacionales de la ecología, cuyos fines últimos son mantenernos sumidos en el subdesarrollo, acorde a los dictados originales del Club de Roma.
Otra materia pendiente es una profunda reconciliación social, la cual debe incluir una mejor distribución de los ingresos.
El necesario Proyecto Nacional a largo plazo, será letra muerta sin la práctica y la profunda aceptación y obligación moral y efectiva de valores esenciales como el patriotismo, la probidad, la austeridad en el manejo público, y la necesaria idoneidad para cada función a desempeñarse.
Y todo esto requiere una drástica reforma constitucional, que anule los “pactos de subterfugios y componendas” (como el recordado de Olivos) en los que se basó –directa o indirectamente- la última reforma constitucional de 1994.
La inacción o las “soluciones parciales” casi con seguridad nos llevarán a una nueva profunda crisis, la cual puede acentuar el riesgo aún latente de la disolución nacional.
Por: Carlos András Ortíz
Ex Docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNaM
Investigador de temas económicos, energéticos, geopolíticos y ambientales
Especialista Universitario en Gestión de Producción y Ambiente
Cursante de la Maestría en Gestión de la Energía
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