Las Recurrentes Crisis Energéticas de Argentina
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- El 2 noviembre, 2007
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Este artículo es parte del libro Geopolítica de la Energía – de quien suscribe -, actualmente en sus fases finales de redacción.
Una interesante definición de crisis es la citada en el libro “Estado – nación y la crisis del modelo” de Daniel García Delgado, atribuida a Julien Freund: “Toda crisis implica el tiempo: descansa sobre una comparación entre el presente y el pasado, de los cuales el presente toma el aspecto de una miseria y el porvenir el de una angustia porque el pasado se ha perdido”. Pero el caso es que si se analiza la Historia Económica Argentina con el debido rigor, se puede constatar que el Sector Energético ha sido desde comienzos del siglo XX uno de los recurrentes cuellos de botella que nos han llevado en forma periódica, casi sistémica, a sucesivas crisis, las cuales a su vez fueron causales y consecuencias de las sucesivas marchas y detenciones de la economía argentina.
Por eso, las crisis energéticas en Argentina no pueden conceptualizarse como las añoranzas de un pasado mejor, pues salvo contados períodos de nuestra aún joven historia, en los que primó el sentido de Lo Nacional en contra de “la lógica de los mercados”, los avances del Sector Energético en general fueron episódicos, inconstantes, insuficientes, espasmódicos; y en lapsos de escasas inversiones, la oferta resultó muchas veces insuficiente para atender la creciente demanda.
Ante ese cuadro de situación, la “receta” clásica de los economistas ortodoxos (liberales en lo económico, ultra conservadores e incluso cerradamente reaccionarios en lo político) ha sido siempre la recomendación de “enfriar la economía”; expresión que es un simple eufemismo para dar un “tinte académico” a medidas de consecuencias nefastas y de escasa creatividad. En buen castellano, “enfriar la economía” es provocar una recesión, con toda su secuela de desocupación, desesperanza, frustración, desindustrialización, etc.
Pero esa supuesta falta de creatividad de los economistas del establishment es simplemente la obediencia servil a los dictados de los sucesivos intereses transnacionales -en las últimas décadas encarnado en los mega poderes financieros y corporativos- a quienes les resulta más cómodo y funcional mantener a La Argentina en una situación semicolonial, subdesarrollada, atada a préstamos usurarios y llenos de condicionamientos, y con una economía desarticulada y frenada artificialmente por cuellos de botella prefabricados por políticas económicas intencionalmente mediocres y proclives al estancamiento.
A los lectores desprevenidos, esas duras afirmaciones pueden parecerles sacadas fuera de contexto, pero al respecto es de sumo interés analizar los muy bien elaborados trabajos producidos por economistas de la heterodoxia (o sea no colonizados mentalmente, ni mercenarios al servicio del establishment), como Scalabrini Ortiz, Marcelo Lascano, Marcelo Diamand, Aldo Ferrer y otros, citados en la bibliografía.
Vale la distinción que -como corresponde- en este libro son considerados economistas quienes se han dedicado a estudiar con rigor científico la economía, no siendo necesariamente economistas de profesión, tal como sucedió reiteradas veces incluso con Premios Nobel otorgados a matemáticos, ingenieros, sicólogos, abogados, etc., que hicieron importantes aportes al estudio sistemático de la Economía.
Volviendo a los análisis de esos economistas argentinos, resulta muy interesante e ilustrativo constatar que la irregular evolución del PBI argentino, es un típico proceso de “serrucho”, con avances y retrocesos, que los anglófilos denominaron “stop and go” (parar y avanzar), el que ha respondido a una estrategia de encorsetamiento de la economía argentina, para evitar adrede su pleno desarrollo.
Como efectivos frenos al desarrollo argentino, dos factores han sido cruciales y pasaron a ser causa y consecuencia (alternativamente) de esas crisis: los problemas en la Balanza de Pagos y las crisis energéticas; estando muchas veces estos dos fenómenos estrechamente ligados, pues las importaciones de combustibles provocaron sangrías financieras que aceleraron las crisis de la Balanza de Pagos.
Para entender mejor la estrechez de objetivos de los economistas del establishment, pueden citarse algunos ejemplos.
Federico Pinedo, sucesivamente adscripto al socialismo, al radicalismo “galerita” (alvearista y socio de la “década infame”) de los años ’30 y posteriormente al golpismo gorilista descarnado, no tuvo reparos en afirmar que la población argentina no debería exceder de diez millones…para mantener la ecuación de cuatro cabezas de ganado vacuno por habitante. En un país de dimensiones continentales como Argentina, pretender el tope de población equiparable a la de uno de los casi liliputienses mini estados europeos, es una aberración geopolítica; pero quedó en claro que a Pinedo no le interesaba una Nación independiente, digna y soberana; su esquema siempre fue el de una colonieja adscripta al poder de la potencia anglosajona de turno, preferentemente del Reino Unido, de cuyas empresas aquí radicadas fue abogado y apoderado. Adviértase que para la oligarquía vacuna de la Pampa Húmeda y para los frigoríficos británicos que dominaban el negocio de la exportación en la primera mitad del siglo XX, les resultaba más cómodo y “manejable” mantener estables las existencia de ganado bovino en el orden de 40 a 45 millones, en vez de apoyar un rápido crecimiento ganadero utilizando adecuadamente todo el potencial de nuestro enorme territorio continental, tal como lo hizo después -y muy exitosamente- Brasil, hoy líder mundial en producción de carne vacuna.
Álvaro Alsogaray, el Ministro de los Eternos Inviernos Económicos, hombre puesto por el establishment oligárquico – militar de “la involución sojuzgadora” (que sus perpetradores llamaron “revolución libertadora”), con el específico fin de detener y destruir el profundo proceso de transformación, industrialización y tecnificación de la economía argentina, implementado primero por Perón y luego por la dupla Frondizi – Frigerio. Fue el mismo personaje que se hizo antiperonista furibundo desde que El General le impidió estafar a un modesto criollo a la sazón propietario del yacimiento férrico de Sierra Grande, tal como lo cuenta Jauretche con lujo de detalles en uno de sus geniales libros. También fue el instigador intelectual de la sistemática destrucción de Argentina durante el menemato, que casi nos llevó a la disolución nacional. Y como “frutilla del postre”, nos adosó a su soberbia y altanera hija “Marijú”, alma mater del nefasto, corrupto y vergonzoso proceso de “privatizaciones” (léase extranjerizaciones) aplicado impiadosamente en Argentina.
Alfredo Martínez De Hoz, que con el poder de los fusiles del “proceso” y el respaldo de la ultraconservadora Sociedad Rural Argentina, para destruir el Estado Benefactor bosquejado por Yrigoyen y consolidado por Perón, no tuvo asco en destruir adrede la economía y el tejido social argentino; para reestablecer la economía pastoril, primaria, atrasada y semifeudal de la “década infame” y del modelo ya perimido y extemporáneo de la Argentina – granja del siglo XIX.
Por supuesto que el listado no se agota allí, pues podríamos seguir con Cavallo, Machinea, López Murphy, Roque Fernández, Whebe, Carlos Rodríguez, Pedro Pou, el “casi ministro” menemista Carlos Melconian, los Alemann, Broda y un largo etcétera.
Después de la crisis de 2001/2002, cuando todos los economistas neoliberales apostaban (e incluso varios fogoneaban con su prédicas apocalípticas) al caos y la guerra civil, la economía argentina resurgió con notable fuerza y permanencia, creciendo a tasas muy altas y sostenidas desde mediados del 2002 hasta el actual colapso energético (mediados del 2007, época en que se comienza a escribir este libro).
El caso es que a poco de reactivarse la economía argentina, los personeros del neoliberalismo, descalificaron con burda sorna esa reactivación tildándola de “veranito económico”, apostando (y esperando) un brusco detenimiento del crecimiento del PBI. A la vez, resultó evidente como esos mismos personajes hacían presión a favor del FMI, bajo arteros pretextos, como “honrar la deuda”, “cumplir los compromisos internacionales”, etc. (claro está que no les importó deshonrar y empobrecer adrede a la población argentina, pero eso es apenas “un detalle sin importancia” para los mercenarios del neoliberalismo).
Por: Carlos Andrés Ortiz
Ex Docente – Investigador – FCE – UNaM = Especialista en la Temática Energética
Cursante de la Maestría en Gestión de la Energía
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