Globalización y Medio Ambiente
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- El 24 mayo, 2007
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Cuando en 1989 Marshall Mc Luhan, luego de advertir un nuevo orden mundial, acuñó el término “globalización”, se comenzó a dar en todo el mundo un amplio debate sobre el fin, de lo que conceptualmente se conocía como los estados-naciones. No serán los estados los que regirán al mundo en el siglo XXI, sino el poder de las estructuras económicas transnacionales. El conjunto de los Bancos Nacionales de todo el mundo, concentran un capital quinientas veces menor que el que ronda en los circuitos financieros, situación que coloca en una marcada debilidad a los estados mundiales; la globalización no solo ha igualado las costumbres sino que además ha privatizado el poder.
El estado se ha deteriorado en cuando a su capacidad de tomar decisiones soberanas
Estados Unidos concentra en mil empresas el 60% de su PBI, mientras que el 40% restante, se reparte entre once millones de pequeños y medianos emprendimientos. Mientras 358 multimillonarios tienen la misma riqueza que la mitad de la población mundial, el 50% de los seres humanos viven en países pobres. Esta desigualdad en la distribución de la riqueza planetaria, configura una desigual distribución de la dignidad humana.
Sobrevida
Durante la época del imperio romano, la mayor parte de la gente se moría antes de cumplir 22 años. A fines del siglo XIX, el promedio de vida llegaba a los 30 años. En 1935, se vivía hasta los 55 años. En nuestros días, el país con mayor promedio de vida es Japón (83 años), estimándose para la tercera década de este siglo, un promedio de vida en los países desarrollados de 115 años.
Es llamativo que hasta la Revolución Industrial (Siglo XVIII) los indicadores de salud eran los mismos que en el neolítico. La prolongación de la vida humana está directamente relacionada al mejoramiento de la calidad de vida, al descubrimiento de nuevos métodos terapéuticos y a su accesibilidad. Hace apenas dos o tres generaciones que los abuelos pueden jugar con sus nietos.
La sobrepoblación exigirá nuevos diseños sociales ante la presencia de “sociedades envejecidas” con escasos jóvenes y muchas personas de la tercera edad que requerirán asistencia, rehabilitación y reinserción. En Europa son más rentables los geriátricos que las maternidades.
El debilitamiento de los estados, en el marco de un enorme crecimiento poblacional mundial, está generando nuevos mapas de concentración y desigualdades regionales. La soberanía es sistemáticamente vulnerada por los países poderosos ávidos de alimentos, de energía, de agua pura y de confort.
El progreso Universal.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, se hicieron carne los conceptos de Desarrollo, Industrialización, Modernización y Crecimiento; términos tomados de los universalistas y positivistas que sostenían que el mundo marchaba hacia el Progreso, la Justicia y la Libertad en el marco del llamado “Progreso Universal”. La naturaleza comenzó a ser esquilmada y el endiosamiento del dinero transformó al hombre en su propio lobo predador (como sostenía Thomas Hobbes).
La ilusión del crecimiento ilimitado, a costa de los recursos naturales de la tierra, es un argumento que comenzó a desmoronarse desde los años 70. Estados Unidos cuenta con el 5% de la población mundial y es responsable del 25% de la contaminación. Los países poderosos, a pesar de haber desoído las recomendaciones de las sucesivas Cumbres Medioambientales (la última dio origen al protocolo de Kyoto), han comenzado a ser victimizados por sucesivas catástrofes climáticas y ambientales.
Es difícil esgrimir razones en un mundo dominado por los mercados. “El mercado no tiene valores, tiene precios”, escribió Octavio Paz “La economía tiene cerebro pero no tiene corazón” afirmó el premio Nobel Paul Samuelson; y ese cerebro descorazonado determina que los países del norte transfieran sus industrias contaminantes a los pobres del sur.
La debilidad de los estados del siglo XXI puede contrarrestarse mediante la conformación de bloques regionales que, sumando expectativas, conformen fortalezas.
Papel para el Norte
El poder del norte ha decidido que su papel provenga de estas tierras. Según un reciente informe, de cada diez bobinas que se fabrican en el planeta, una se destina a la fabricación de libros, cuadernos, diarios; las nueve restantes, son la materia prima de embalajes de lujo para artículos consumidos y regalados en el primer mundo. Un norteamericano consume cien veces más papel que un ciudadano del Río de la Plata, (hecho que no significa que consuma más lecturas).
Piquetes y cortes de rutas evidencian el fracaso del diálogo diplomático y la debilidad de un MERCOSUR, constituido, al parecer, más por clubes de negociadores que por políticos responsables.
“No queremos pasar hambre” decía un habitante de Fray Bentos. Empresas como Botnia saben mucho de los hambrientos del sur y de su permeabilidad a propuestas que aumenten su bienestar, a costa de la biodiversidad.
Ecologistas y contaminadores
Según sostienen arqueólogos y antropólogos, 85 mil millones de seres humanos han poblado la tierra hasta la fecha; 96% de los mismos respetaron e interactuaron con la naturaleza y solamente el 4% ha comenzado a destruirla. La generación que ha perfeccionado las comunicaciones, que ha invadido la genética hasta la manipulación y que ha inventado los ambientes refrigerados, ha sido responsable de la destrucción irracional del medio ambiente y del nido donde, por generaciones, transcurrió la vida.
Ante la debilidad de los estados y la complicidad del poder, la fortaleza de las comunidades está, hoy más que nunca, en el establecimiento de nuevos modelos de convivencia y organización.
Por: Dr. Luis Alberto Laporta
Médico Especialista en Medicina Laboral
DNI: 11.316.338
E-mail: [email protected]
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