El rol de la confianza en la gestión de cuencas interjurisdiccionales
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- El 5 septiembre, 2014
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La gestión de cuencas interjurisdiccionales ayuda a entender qué es y qué no es la gestión, porque es una cuestión en la cual en un país de organización política federal no existe una autoridad superior que resuelva los desacuerdos. En todas las cuestiones la experiencia revela que es posible alinear voluntades sin ejercer el poder que tiene una autoridad, pero en solo dos disciplinas -la gestión y las relaciones internacionales- se da gran importancia al hecho que es posible superar los desacuerdos aplicando exclusivamente técnicas de gestión.
Una autoridad impone decisiones o soluciones de problemas mediante órdenes o a través de incentivos. En cambio, la gestión alinea voluntades sin imponer decisiones o soluciones, lo que implica conseguir que las personas trabajen voluntariamente en forma coordinada o cooperativa.
Una visión más compleja del ser humano
Las distintas disciplinas de las ciencias sociales adoptan supuestos que simplifican los comportamientos de las personas, con el fin de profundizar el análisis de mecanismos complejos, como por ejemplo el funcionamiento de los mercados, las relaciones entre clases sociales, la identificación de patologías individuales frecuentes, los conflictos entre países o los juegos de poder que determinan las personas o grupos que detentarán la autoridad.
La Gestión se diferencia de estas disciplinas en que su objetivo no es el conocimiento de mecanismos que, por ser muy complicados, sólo pueden ser comprendidos si se usan supuestos que simplifican los comportamientos individuales. Como el objetivo de la Gestión es solucionar problemas concretos que se dan en la práctica, necesita adoptar una visión menos simplificada de los comportamientos de las personas, porque sólo puede intentar cambiar lo que las personas piensan sobre determinados temas si parte de entender que la complejidad de las personas implica que tal cambio es posible.
Esta distinción entre el enfoque de las ciencias sociales y el enfoque de la Gestión es importante, porque por tener una formación científica muchos profesionales que trabajan en la gestión tienden a pensar que las personas sólo responden a incentivos que están relacionados con sus intereses personales o a lealtades que son interpretadas de una manera simplista (por ejemplo, al negociar cupos de agua entre jurisdicciones sin recordar que en todas las jurisdicciones dar agua para bebida de las personas tiene la primera prioridad).
La complejidad de las personas se manifiesta de muchas maneras. Por ejemplo, los incentivos económicos no son importantes para muchas personas porque valoran más otras cosas, como las relaciones personales basadas en la amistad o en afinidades, el placer que les da hacer bien un trabajo, la satisfacción de ayudar a otros, sea en forma directa o como parte de una organización, la seguridad o el orgullo que da pertenecer a una organización de prestigio, la gratificación que da el reconocimiento de alguna cualidad o de algún logro, el compromiso con la comunidad o con ayudar a los necesitados, etc.
Cuando se actúa en el “modo” Gestión se promueve el conocimiento mutuo para facilitar la identificación de valores u objetivos comunes, sobre los cuales pueda construirse una relación de confianza.
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Construir confianza es el primer paso, obligado, para descubrir maneras de superar situaciones que aparentan presentar conflictos insolubles sólo porque se reduce el análisis de esas situaciones a la consideración de una parte mínima de las inquietudes y de las valoraciones de quienes están involucrados.
La sociedad es compleja porque no sabemos cómo actuarán los demás y cómo responderán a nuestras propuestas o acciones.
La manera teóricamente más fácil de reducir esta incertidumbre sería imponer qué puede hacer y qué no puede hacer cada persona (“lo que no es obligatorio, está prohibido”).
Esta es la base de un sistema absolutamente autoritario, que por supuesto sería opresivo y, por ello, causante de descontento y rebelión.
En la práctica, las personas gozan de muchas libertades porque pueden tornar previsibles sus comportamientos, manifestando los compromisos que han asumido en distintos campos y con distintas personas.
Los compromisos asumidos se manifiestan de muchas maneras: en la forma de vestir, en la forma de relacionarse, en la forma de trabajar, en las opiniones, etc. Cuando se cumple con los compromisos asumidos, además de manifestarlos, con
el correr del tiempo se construye relaciones de confianza
Los acuerdos voluntarios se concretan en compromisos específicos de cada parte que reducen la incertidumbre que enfrentan los demás y permiten alcanzar objetivos que no serían posibles sin esos acuerdos. Estos acuerdos voluntarios son la esencia de la cooperación y sólo son posibles cuando se ha construido confianza.
Si los acuerdos son voluntarios, entonces ello significa que todas las partes ganan con ellos (y que ninguna gana mucho más que las demás, dado que en general un reparto desigual es considerado un abuso de poder o una falta de respeto hacia los demás).
La búsqueda de acuerdos sobre propuestas o soluciones aceptables para todos (APT) es el punto de partida de las relaciones de cooperación.
La función de la Gestión es exclusivamente alinear voluntades para promover la cooperación.
La conducción de toda organización social debe combinar una función de gestión –que promueve actitudes positivas voluntarias- y una función de autoridad que establece reglas e incentivos, toma decisiones que son de cumplimiento obligatorio y sanciona los incumplimientos.
La aplicación de sanciones es esencial para el ejercicio de la función de autoridad, pero ésta nunca debe intervenir cuando se está en el “modo” gestión, porque éste sólo trabaja sobre las coincidencias.
Que exista una instancia judicial independiente contribuye a evitar conflictos de interés, pero además permite aislar la función de gestión -que promueve las relaciones de confianza- de las relaciones conflictivas que son inevitables cuando se entiende que se ha incumplido un contrato, transgredido una regla o causado daños a terceros.
Procurar consensos entre organizaciones autónomas
La administración de los recursos hídricos no puede ser ejercida solamente por especialistas en agua. El agua interviene en todas las actividades humanas y ello da lugar a una gran complejidad, que sólo puede ser resuelta de manera satisfactoria aplicando un enfoque participativo en el cual necesariamente también deberán tener un rol protagónico los responsables de la gestión de las ciudades, de las tierras rurales y del ambiente, en los distintos niveles de la organización política del país.
La búsqueda de acuerdos sobre propuestas o soluciones aceptables para todos es el punto de partida de las relaciones de cooperación.
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Esto significa que si los especialistas en agua asumen el compromiso de resolver de la mejor manera posible los problemas que afectan a la población relacionados con el manejo del agua, necesariamente deben procurar que las decisiones que son tomadas por organismos que no son hídricos siempre tengan en cuenta la problemática hídrica.
Como la coordinación entre organizaciones que son autónomas es imposible cuando no se ha construido confianza, la experiencia ha decantado un conjunto de reglas que facilitan esa construcción, que se refieren principalmente a cómo desarrollar las reuniones en las que se procura llegar a acuerdos sobre propuestas o soluciones APT.
Las reglas más importantes son:
- Un compromiso manifiesto de los participantes con alcanzar soluciones APT que permitan superar las diferencias. El concepto básico subyacente es que en los temas complejos siempre es posible trabajar sobre las coincidencias, lo que implica dejar las diferencias “bajo un paraguas” con el fin de generar propuestas que conduzcan a soluciones APT en otros temas.
- Acordar el orden del día de las reuniones con anticipación, para que los asistentes puedan prepararse para representar adecuadamente a sus organizaciones.
- Designar un moderador para cuidar que:
- Todos sean escuchados (lo que implica poner límites al largo de las intervenciones).
- Las intervenciones sean solamente para preguntar, informar o hacer propuestas concretas.
- Se presuponga buena fe. Las acciones o soluciones propuestas deben tener en cuenta los intereses y las preocupacione manifestadas por los demás asistentes, para tener posibilidades de ser APT.
- Se plantee las ideas en forma despersonalizada.
Es decir, que se discutan sin tener en cuenta quién las pensó o propuso y sin admitir que se expresen presunciones sobre sus intenciones. - Nunca se corte el diálogo. Para ello proponer la recopilación de información adicional que pueda ayudar a destrabar desacuerdos o pasar a un cuarto intermedio para reflexionarm sobre lo tratado.
La Gestión sólo alcanza su objetivo cuando se llega a acuerdos. Pero quien gestiona no es el moderador. Todos los que participan en comités deben adoptar el enfoque de la Gestión, que entiende que defender posiciones en reuniones que procuran acuerdos invita a los demás a hacer lo mismo, porque revela la priorización de intereses parciales que no son APT. El planteo de propuestas que puedan ser APT sólo puede surgir si se acepta que todos asumimos un conjunto de compromisos y que representamos a organizaciones o intereses que tampoco tienen un único interés que prevalece sobre todos los demás.
Se suele decir que llegar a la Justicia implica un fracaso de la Gestión, pero esta apreciación no toma en cuenta que en los conflictos humanos no se puede culpar a una parte cuando no se llega a un acuerdo, si argumenta que las pretensiones de las otras partes eran inaceptables. Pero sí se puede hablar de un fracaso de la Gestión cuando la mayoría de los intentos de alcanzar acuerdos no tiene éxito, lo que lleva a preguntarse cuán frecuentes son los casos de éxito en los distintos países.
Al canzar razonablemente los objetivos
Los principios mundialmente aceptados que orientan la administración de los recursos hídricos proponen que el agua sea usada en forma eficiente, equitativa y sustentable.
En la mayoría de los países los objetivos prácticos que se derivan de esos principios son minimizar los daños causados por inundaciones o procesos hídricos erosivos, llegar a una cobertura del 100 por ciento en los sistemas que proveen agua potable y saneamiento a las personas, asegurar razonablemente el abastecimiento a los que usan el agua para actividades productivas y evitar que se reduzcan o contaminen las fuentes de agua o los cuerpos de agua que proveen servicios ambientales, como ríos, humedales y lagos.
Desde esta perspectiva se puede apreciar que quienes sufren el fracaso de la gestión de acuerdos entre organismos o jurisdicciones son básicamente las personas que se inundan o no tienen agua suficiente y las comunidades cuyo patrimonio natural es degradado. La falta de acuerdos puede deberse a que sus intereses legítimos no fueron planteados claramente por sus representantes en los comités interorganismo, a que fueron subvalorados por quienes representaban a otros intereses en esos comités o a que esos comités ni siquiera fueron constituidos.
Es muy arriesgado emitir un juicio sobre conflictos específicos si no se los ha analizado en profundidad. Pero es un hecho innegable que en la mayoría de los países es posible encontrar casos en los que los objetivos prácticos de la administración de los recursos hídricos han sido razonablemente alcanzados, lo que demuestra que es posible para quienes representan intereses parciales llegar a acuerdos sin ser considerados ineptos o traidores por sus representados (ver Eficiencia en la gestión).
Diez años del Consejo Hídrico Federal
El funcionamiento del COHIFE ha contribuido a la construcción de confianza entre las autoridades hídricas de las distintas jurisdicciones, gracias a que en él ha prevalecido la visión descripta en estos párrafos: que su conformación permite trabajar sobre coincidencias, por más que existan numerosos temas sobre los cuales las jurisdicciones tienen diferencias que todavía no han sido resueltas. Esta construcción de confianza ha facilitado mucho el trabajo de los comités de cuenca –integrados en muchos casos por miembros del COHIFE- así como un desarrollo más rápido y eficiente de otras iniciativas de alcance interjurisdiccional.
En los conflictos humanos no se puede culpar a una parte cuando no se llega a un acuerdo.
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Por: Javier Pascuchi
Fuente: Hydria
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