Uso del uranio empobrecido
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- El 1 enero, 2000
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EL URANIO
El origen del uranio, el elemento natural de mayor número atómico, no es bien conocido. No obstante se supone que es un producto de la desintegración de elementos con peso atómico más alto, que pueden haber estado presentes en la tierra o en cualquier otra parte del universo y que se habrían formado en procesos estelares como la explosión de supernovas o el mismo Big Bang.
Es un elemento menos escaso de lo que se pensó en un principio. Es más abundante que el mercurio, que el antimonio, la plata o el cadmio, siendo su presencia en la naturaleza parecida a ala del molibdeno o el arsénico. Nunca se encuentra en estado libre sino como óxido o sal compleja en minerales tales como la plechbenda, la carnotita, la uraninita, en las arenas de monacita, en las rocas ígneas y en el lignito, pudiendo recuperarse comercialmente desde todas esas fuentes.
Los minerales de uranio se distribuyen ampliamente en todo el mundo. Los depósitos de plechbenda, el mineral más rico en uranio, se encuentran principalmente en Canadá, Zaire y Estados Unidos, aunque en este último se extrae principalmente de la carnotita. La producción mundial de concentrado puro de uranio está en torno a las 30.000 toneladas anuales.
Cómo el uranio empobrecido penetra en el acero, irradia a la población y contamina el medio ambiente.
Está compuesto por dieciséis isótopos distintos, de los cuales todos son radiactivos. El uranio natural está compuesto de 99,28305% en peso de U-238, 0,7110 % de U-235 y 0,0054 % de U-234. Un isótopo es una variación de un átomo de cualquier elemento que contiene distintas cantidades de neutrones en su núcleo y esto le confiere diferentes propiedades.
En cualquier material, encontraremos juntos átomos compuestos de diferentes isótopos. En el caso del uranio,, a pesar de que todos sus isótpos son radiactivos, el isótopo U-235 es mucho más radioactivo que el isótopo U-238. Por esta razón, una sustancia con una proporción mayor de U-235 emite radiación de alto nivel, mientras que una donde hay muy poco o ningún U-235 se le considera una sustancia con radiación de nivel bajo.
EL URANIO REDUCIDO
El uranio reducido es el resultado es el resultado de un proceso químico donde se separan varios isótopos de uranio con el propósito de obtener una concentración mayor del isótopo U-235. Este uranio nuevo, enriquecido, es el que se utiliza para fabricar bombas nucleares y como combustible en los reactores. Como resultado de esta separación, el uranio original, al cual se ha reducido, o extraído, casi todo el U-235, se convierte en producto sobrante. Este sobrante es lo que se conoce como uranio reducido ( en inglés, depleted uranium ).
El uranio reducido es sumamente abundante por ser un producto sobrante, un desperdicio, en la fabricación del uranio enriquecido.
En el año 1991, la Comisión Reguladora Nuclear estimaba que solamente en los Estados Unidos, se encontraban almacenadas 450.000 toneladas de ese material, procedentes del enriquecimiento del uranio para ser usado como combustible nuclear. No es de extrañar entonces que se estuvieran buscando usos para los mismos.
Ya desde 1972 se había comenzado a desarrollar la tecnología para blindar balas con uranio reducido con el propósito de atravesar el blindaje de tanques y objetos similares, esta idea se basaba en que: siendo el uranio (masa atómica 238) mucho más denso que el plomo (masa atómica 207) se podrían fabricar balas más pequeñas, forradas con aquel elemento, que pudieran viajar a mayor velocidad, con lo que su energía cinética sería suficiente para penetrar el blindaje de un tanque o en edificios de hormigón armado de manera más efectiva que el plomo, antes de la detonación. Otra ventaja que se presentaba era que, al ser el uranio un material pirofórico, es decir inflamable al contacto, al impactar contra el metal, lo podía derretir, atravesándolo fácilmente. Así fue que con estas perspectivas se comenzaron a fabricar balas antitanque blindadas con uranio reducido.
En 1991, por primera vez en la historia, estas municiones, de las cuales se consideraba la notable densidad y no su radiactividad, fueron utilizadas en la guerra con Irak “Tormenta del desierto”. Se estima que se dispararon trescientas toneladas de estas balas durante esta guerra, dejando atrás un rastro de emanación tóxica radiactiva.
¿CUÁL ES EL PROBLEMA?
El hecho de que las municiones con uranio reducido se quemen al impacto implica que una proporción del material radiactivo se libera en el aire, estimándose que un 60% de ese material se volatiliza. Una vez en el aire, el viento puede llevar esas partículas a una gran distancia, pudiendo ser inhalada en regiones alejadas del lugar donde se han generado, o permaneciendo suspendidas electrostáticamente en la atmósfera.
El uranio empobrecido y los productos de su degradación (torio 234, proactinio y otros isótopos de uranio) emiten partículas tipo alfa, que son veinte veces más peligrosas que otras formas de radiación como las partículas beta y los rayos gamma. La radiación alfa destruye células normales dentro del cuerpo, el efecto el comparable a “dispararle a una mosca con un cañon”. Cada partícula alfa puede romper centenares de miles de enlaces moleculares, por lo que incluso una dosis muy baja de radiación alfa en el tejido es un riesgo radiactivo alto.
Cada gramo de U-238 produce 12.000 partículas alfa por segundo y ninguna dosis es tan pequeña para que la posibilidad de daño sea cero. La vida media del uranio 238 es de 4.500 millones de años por lo que hay no posibilidad de deterioro en este aspecto. Una sola partícula de cinco micrones de diámetro de uranio reducido atrapada en un pulmón humano emitirá una cantidad de radiación al tejido circundante equivalente a 800 veces la exposición tolerable anual a la radiación de una persona. El uranio así atrapado resulta imposible de eliminarse, de manera que a un pulmón donado (transplantado) continuará irradiando gradualmente hasta consecuencias mortales.
Estas partículas, si son inhaladas, pueden generar con el tiempo distintos tipos de enfermedades, principalmente cáncer en diversos órganos. De ser ingeridas, tienen efectos similares a aquellos causados por un envenenamiento con plomo. Por lo tanto, si el uranio empobrecido penetra en el cuerpo, tiene la capacidad de generar importantes consecuencias médicas, con riesgos asociados tanto químicos como radiológicos.
Los efectos a corto a corto plazo de altas dosis pueden derivar en la muerte, mientras que los efectos a largo plazo de dosis bajas pueden conducir a distintos tipos de cáncer. Después de la utilización de estas balas blindadas en la Guerra del Golfo, el índice de leucemias, cáncer y defectos de nacimiento, en aquella región, ha crecido bruscamente como consecuencia de la resultante contaminación ambiental.
El Dr. Thamer Hamdan, cirujano ortopedista de basora, afirma ser testigo de un “asombroso aumento” de casos de cáncer y defectos congénitos, comentando que “es bien conocido que un cirujano ortopédico en Inglaterra ve un único caso de tumor de hueso cada tres años; aquí, yo veo uno cada dos semanas”.
Jawwad Al-Ali, jefe del Departamento de Oncología del Hospital Clínico Saddam de la misma ciudad, recuerda que cuando los médicos solían apiñarse alrededor de los casos de cáncer a causa de su rareza. Sin embargo, desde la guerra, ya tres de sus colegas han perdido hijos a causa del cáncer. Al Alí informó que el número de casos de cáncer en sus salas se ha multiplicado y que la mayoría de esos casos pertenecen a tipos asociados con la radiación. Los casos de leucemia, por ejemplo, se han multiplicado por quince.
Los veteranos de guerra iraquíes tienen una incidencia de cáncer mayor que los civiles en un 60% dice el doctor Nafi Al-Ani, antiguo jefe de medicina preventiva del ejército iraquí. Lo mismo está ocurriendo en Bosnia donde también fue empleado el uranio empobrecido.
Unos 80.000 veteranos estadounidenses sufren ahora del llamado síndrome de la Guerra del Golfo, cuyos síntomas son idénticos a los de una enfermedad producida por radiación.
La proliferación de la munición de uranio empobrecido garantiza prácticamente su utilización en el futuro. Desde 1991, esa munición se ha difundido en más de 20 países, con inclusión de Rusia, China, Irán, Israel, Turquía y Pakistán. Dado que cada vez más fuerzas armadas adquieren y utilizan estas municiones, aumentan las dificultades para prevenir sus efectos sobre la salud y el medio ambiente.
Pareciera ser, a primera vista, que los países con riesgo real de intervenir en conflictos serían los más expuestos. Sin embargo, el resto de los habitantes de la Tierra no tienen motivo para la alegría; el uranio 238 puede encontrarse en cualquier parte. Se utiliza en la construcción de aviones, para fabricar quillas en los veleros de competición e, incluso, para dar consistencia a los palos de golf.
Dr Mario Alberto Frontiñan
Revista Protección
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