Uno de los ejes de nuestra cultura
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- El 23 junio, 2005
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( Hacia una Ecología Popular en América del Sur )
Primera Parte
Respetar las leyes inscriptas en la naturaleza y las relaciones que se derivan de las mismas, es un principio de sabiduría y un fundamento de la moral.
Los cambios de toda índole, que como hombres de buena voluntad deseamos que se efectúen en nuestra América, con el objeto de convertirla en la tierra que soñamos, sabemos o intuimos que están a nuestras puertas, pero sabemos también que tienen, entre otras, una cualidad nueva. Esta cualidad es, nada más y nada menos que un profundo cambio en nuestra relación con la naturaleza que nos rodea o dicho de otra manera, un cambio de carácter ecológico .
Si dejáramos, sin más, allí la definición, la confusión sería mayúscula y se pensaría, mayoritaria o totalmente, que nos hemos refugiado, como tantos desencantados, solo en la defensa del ecosistema natural. Otros moverían significativamente su índice sobre la sien o pensarían que carecemos de la seriedad suficiente.
No obstante la definición dada es exacta, veraz y abarcadora. Se ha dado en llamar ecología, en estos últimos momentos del desencanto de sí misma de la modernidad (postmodernismo), a aquellos “parches”, protestas, denuncias y también desvaríos, de ciertos sectores o gentes que han hecho del cuidado de los bebés ballenas, las morsas, los delfines o los tigres; la ionosfera, los bosques o las aguas, la meta política y social de su actividad privada y/o pública. Motivo de grandes negocios, penetración cultural, informativa y económica, la susodicha moda ha pasado a integrar un tropo más de la contracultura de la “globalización”(1) en manos de los Estados de los países centrales, los usureros, los empresarios “avisados”, las oligarquías y los tontos útiles o inútiles de toda laya. Han convertido a la Ecología, como siempre, los menos , ¡ en un gran negocio!
Qué tendrá que ver entonces la ecología con un profundo cambio de carácter continental, popular y social?…
Proponemos contestar a esta pregunta siguiendo un cierto orden:
Concepciones erróneas
1. – Se supone que la ecología es el estudio y el consiguiente conocimiento, con enunciación de “leyes” a la manera de las ciencias positivas, del o los ecosistemas o hábitats, o de los llamados “nichos ecológicos”, que conforman la biosfera del planeta o dicho de otra forma, las diversas ordenaciones de toda vida en relación con la tierra, el agua, la atmósfera, el clima y el movimiento planetario y sus interactuaciones en cada lugar geográfico particular. Sin olvidar la influencia de la presencia del hombre y sus comunidades, costumbres, actividades, cultura, alimentación, economía, etc.
2. – Pero esta Ecología, construida sobre las pautas de las llamadas “ciencias positivas”, expone, porta y exhibe, una constitución metodológica, orgánica y descriptiva y finalmente propone acciones prácticas, programáticas e informativo-propagandísticas, de claro corte mercantilistas, con las consecuencias de esperar, en cuanto a sus actitudes respecto del hombre mismo y de su supervivencia, y lo que es mucho peor, en relación con sus resultados. Se ha convertido así, en un arma más, peligrosa y mortal para los pueblos de América Latina y las demás naciones periféricas, es decir para la inmensa mayoría de la humanidad, en manos del llamado “primer mundo”. (2)
La “objetividad científica” y el “riesgo de envenenar el planeta” con la “desaparición de especies”, etcétera, postulan, ni más ni menos, que la desaparición del hombre o al menos de estos molestos “atrasados que envenenan la atmósfera de todos” o que dilapidan los “preciosos recursos naturales no renovables” en sus experiencias e intentos de querer vivir mejor y comer todos los días, educar a sus hijos, tener un techo, salud seguridad y futuro. Además, -¡oh atrevimiento!- también quieren ser libres y soberanos. (3)
La ecología primermundista, globalizante, maltusiana y agónica, como casi todos los “productos” de una Civilización en su ocaso, convoca a los seres humanos, al suicidio colectivo (eso sí, mestizos de sangre y/o de cultura, para tener un planeta “limpio” y reservado a sus expansiones cinegéticas y turísticas; limpio sí, pero de Humanidad .
3. – No existen dudas del riesgo en que se encuentran muchas especies animales y vegetales, terrestres, marítimas, fluviales y aéreas, el entorno natural de bosques, los bosques mismos, el suelo, ríos, hielos, atmósfera, es decir, la Tierra misma en su carácter planetario. Esto es verdadero. Es así.
Tampoco hay dudas respecto del riesgo de desaparición en que se encuentra la especie humana (h.sapiens) en continentes enteros, como África, vastas regiones de América y de Asia. Realidad absolutamente contraria a la posibilidad de realización integral de la mayoría de las naciones y sus respectivos pueblos.
Obviamente, la responsabilidad o culpabilidad de todo esto hay que buscarla donde se encuentra. La búsqueda del máximo beneficio sin límites, la apropiación de los bienes de la Humanidad por un pequeño grupo de usureros (que apenas pasan las 300 familias), la radicalización del individualismo, insolidario y autista, las ideologías de soporte de esa situación, la contracultura y su propagación por los medios de comunicación globales, al fin y a la postre, la malignidad consciente y la mentira sistemática, que conlleva la injusticia, que la humanidad toda tolera como un terremoto o una epidemia, son los auténticos responsables de los desastres ecológicos que sufrimos todos.
Así nos encontramos con un discurso, del que es casi un mudo testigo toda nuestra América Morena, conceptualmente “proteccionista “ del ambiente, realizado desde los llamados sectores “progresistas” o “verdes” de una intelectualidad que objetivamente, al sostenerse en ideas abstractas, que diferencian a la humanidad del resto de la naturaleza y su rol en ella, juegan graciosamente a favor de esos intereses espurios que intentan perpetuar una civilización de injusticia y desequilibrios para su propio beneficio.
Segunda Parte
La real discusión
4.- Pero no acaba allí la cuestión, todo hombre sobre la tierra vive en un determinado “nicho ecológico”, como toda otra expresión concreta de vida. Pero además, el hombre solamente ES , en la historia. Es decir, su realización, en tanto humanidad, ES en la historia y lo es también en tanto persona, familia y comunidad nacional y cultural.
Sabiendo entonces quien o quienes son los responsables del deterioro de la vida y del ecosistema del planeta, sabremos también que son los mismos responsables del deterioro, empobrecimiento, distorsión o aún desaparición del “nicho eco-histórico”, de hombres, comunidades y pueblos o naciones enteras.
La especial malignidad e hipocresía ( el cinismo cultural de nuestro tiempo ), que deteriora el ecosistema natural destruye, por los mismos motivos y en sus mismas operaciones , el ecosistema histórico-cultural de personas pueblos y naciones, como lo ha hecho la ambición neocolonial en África y lo hacen el narcotráfico y la usura, con sus amplias secuelas, en América Latina.
5. – Tiempo hubo, hasta que la humanidad desarrolló su comprensión y su dominio (dicho esto último no en el sentido de apropiación de lo que no era de él, sino en el sentido bíblico de dominar el arte de una relación armoniosa con su entorno ) de carácter progresivo sobre la naturaleza, tiempos en que el Ecosistema Natural se imponía e imponía sus leyes sobre y en la historia. El ecosistema histórico-cultural estaba sometido a esas condiciones en su desenvolvimiento.
El avance y expansión (sobre todo científico-tecnológico) de la Civilización, modificó esa relación, invirtiéndola. La primacía del ecosistema histórico-cultural es hoy, claramente visible y desgraciadamente llega en el momento en el que un grupo de saqueadores pretende apoderarse del planeta, globalización mediante, dándole al ecosistema natural, el mismo tratamiento, que al ecosistema histórico-cultural.
No hay distinción posible, en este punto del desarrollo de la humanidad, entre ecosistema histórico-cultural y ecosistema natural. Es imposible preservar uno – el natural – mientras se aniquila el otro – el histórico-cultural – aunque es lo que intenta la “ecología globalizante y primermundista”, pseudo-ciencia encaminada firmemente a reforzar las cadenas de una humanidad disminuida e incapaz de resistirse por males “endémicos” y catástrofes históricas provocadas directa o indirectamente.
El afán de lucro sin límites, proponiéndose la apropiación de la Humanidad misma, más que de los bienes de cualquier tipo, que sólo serían así un pretexto, pretende una vía o una táctica para rendirnos. (4)
6. – La filosofía clásica alemana, generadora de pensamientos e ideologías en Europa Central (Filosofía de la Naturaleza, Hegel), antes de la primera mitad del Siglo XIX, hace una distinción entre naturaleza e historia, que sufren luego un interesante avatar conceptual. Los autores de esa época definen a la historia como una obra del espíritu, de la conciencia y de la libertad del hombre , cuestiones en que se transforma el concepto del libre albedrío del ser creado. Y definen a la naturaleza como el campo de lo material y de la rígida ley de la determinación en ausencia de conciencia y, por consiguiente, de libertad.
No obstante, la llamada post-modernidad, esta decadente y patética cabriola final que intenta a modo de último adiós, lo que fue la Civilización Occidental, pareciera concebir a la historia – volviendo al mejor concepto – sin libre albedrío, ya que aparentemente, nada se puede hacer para modificar este "campo de concentración" en el que creen habernos metido. (5)
De esta manera, el hombre, la Humanidad toda, pierde su capacidad de “hacer historia”, las personas, de SER en la historia y los pueblos de América, su misma identidad y personalidad histórico-cultural, ya que el dios mercado no reconoce, naciones, culturas, diversidades ni unidades identificadas e identificables, fuera de su contabilidad.
Por otro lado pretenden aplicarnos las llamadas “leyes de la naturaleza”, e intentan otorgarle a la misma –ecología primermundista mediante- una especie de conciencia y de libertad, superior a la del hombre y a la que este debe someterse sin más, en aras de la “conservación del planeta”, aunque muera de anomia, hambre o endemias de cuño bíblico. Mágicamente entonces la historia se ha convertido en “natural” y la naturaleza se ha “historificado”. He aquí entonces una de las trampas que se nos han tendido.
Procedamos en consecuencia a desarmarla ya que sabemos que el daño al ecosistema natural, es una consecuencia de la destrucción del ecosistema histórico cultural y éste, consecuencia de la destrucción –o del intento de ello- del hombre mismo. Como dijera el entrerriano Adolfo Beltzer: "Frente a esta realidad, a los sanos de corazón y de manos limpias, les queda la opción de construir un arca nueva , para salvarse del diluvio del agua contaminada, del suelo cargado de pesticidas, del aire viciado y de los despachos repletos de coimeros y corruptos".
Ya que hay otra Ecología , que es una Ecología verdadera, y que no excluye a nadie de su saber, de su método, de sus objetivos y de sus programas, de ella vamos a tratar ahora. Para alcanzar este objetivo deberíamos tener en cuenta, desde otro enfoque, que en una cultura de lo transitorio, debemos sentir la verdad de la eternidad; en una cultura de los fragmentos, sentir el deber de la totalidad y del absoluto de esta nuestro complejo sistema cultural sur-americano. Y esta complejidad cultural continental, al igual que los sistemas biológicos complejos, nos otorga una gran estabilidad frente a los embates que pretenden imponer una contracultura que se opone a la vida. Si no dispusiéramos de esa extraordinaria ventaja, seríamos como los unicelulares. Fáciles de alterar frente a un simple cambio de temperatura o presión osmótica. Gracias a Dios nuestra América alberga en su seno un enorme capital cultural que se extiende desde el Río Bravo a Tierra del Fuego y la Antártida constituyendo quizás nuestra mayor y esperanzadora fortaleza.
tercera parte
Una visión sur-americana
7. – La posibilidad de revertir la situación descripta, para realizar las utopías que los sur-americanos deseamos, es decir de llevar adelante un verdadero y profundo cambio, está en el hecho concreto de proponerse reconstruir el ecosistema histórico y el natural, comenzar hoy mismo a construir una forma histórica que sea capaz de desarrollar las potencialidades del hombre de estas tierras, dentro del desenvolvimiento de su propia raigambre cultural, dominando la relación de armonía con la naturaleza, protegiéndola de sus propios excesos, y de los ajenos, con el empleo de todo el instrumental técnico de que se dispone, con las únicas limitaciones que le impone la misión de “poblar y henchir la tierra”, como hogar de la humanidad y de nuestra patria grande, como hogar de los latinoamericanos actuales y futuros. De ahí la importancia también del correcto aprovechamiento de las circunstancias históricas que hoy ofrece nuestro continente, sobre todo con la llegada al poder de un conjunto de nuevos líderes , hombres que seguramente deberán ser los portadores de estas ideas transformadas en verdaderas políticas de estado de carácter continental.
Un profundo cambio como el que anunciamos, es probablemente, tarea de varias generaciones y deberá contar, sin lugar a dudas del concurso organizado de los Pueblos o lo que es lo mismo de su participación cotidiana en la generación de cultura y de historia. Deberá ser origen y también continuidad de procesos de carácter profundo y también superficiales, que se resolverán en tiempos conocidos o ignorados, previsibles y programables y otros ni siquiera imaginados. Pero que indudablemente han tener como actor principal al hombre como persona humana .
El hombre, en tanto persona, deberá disponer entonces de un “nicho histórico” donde pueda vivir y desarrollar su personalidad sin descuidar, bajo ningún concepto, su hábitat natural, es decir su “nicho ecológico natural ”. Si así no lo hiciere, no solo amenazaría su supervivencia histórico-cultural, sino que sería demostrativo de que su “sistema”, es nocivo o malo para la naturaleza, por que es malo para todos los hombres. Nada que sea malo para el hombre, puede ser bueno para la naturaleza, y viceversa, nada que sea malo para la naturaleza es bueno para el hombre.
Así, la recreación de nuestro sistema histórico-cultural (integral) latinoamericano exige también el abandono de las categorías ideológicas, los modos y las formas, aún políticas, de la modernidad agonizante y la paralela asunción de nuestra propia modernidad , que no es otra cosa que la asunción, previa lectura y comprensión integral, no meramente histórico-político, del desarrollo del espíritu de los pueblos de América y de los pueblos mismos a lo largo de los últimos 200 años, o quizás, si requerimos mayores precisiones, de los últimos 500 años.
Aquí encontraremos las bases de una verdadera doctrina latinoamericana , superadora de esquemas ideológicos de la Civilización que muere, producto de la praxis de los pueblos y también las bases para la asunción de un estilo propio. El compromiso con tamaña empresa, la comprensión de un espíritu y la concreción de las formas culturales, sociales políticas y económicas en el quehacer histórico presente y futuro, implica formular en el hoy de hoy, mucho más que la América que soñamos, la que es posible dentro de los límites trazados, entrelazados y autosostenidos que las cuestiones enumeradas configuran y proyectan.
La eliminación de las causas del deterioro del ecosistema histórico-cultural – que de esta forma es uno solo – consiste en someter el mal, que habita inevitablemente en el hombre mismo, al bien común de personas, familias, comunidades, naciones y continentes, fundando así, frente a una Civilización agonizante, una Nueva Civilización, fundamentada en todo lo que hoy sostenemos como valores cristianos, que para muchos se avizora ya junto al próximo milenio.
Una Ecología Popular Latinoamericana, deberá ser o es ya en definitiva, una Ecología Integral, histórico-natural, cuyo medio de realización es un verdadero y profundo cambio Ecosistémico, de carácter continental, popular y social , integrada a un Mundo que se ha de replantear y renovar ahondando en los viejos valores proclamados por nuestros padres, abandonados por la búsqueda irracional de riqueza y poder de algunos pocos.
Imaginando un futuro no tan lejano, no se tratará entonces de modelos ni de utopías, sino de matrices y paradigmas que, correlacionados e históricamente activos, reemplacen a los agónicos “modelos” actuales. Se trata también de “portaciones” personales, y por lo tanto familiares, comunitarias y nacionales. Esta será, frente a lo engañoso y esclavizante que pretenden imponernos, nuestra sólida verdad, munidos de la cual, ningún accidente o avatar personal o histórico nos amilane o cambie, habida cuenta que dicho cambio solo puede serlo en nuestro propio beneficio y también en el de los que hoy nos niegan el derecho a la existencia.
Dr. Pablo Amestoy
Entre Ríos – Argentina
E-mail: [email protected]
(1) En su reunión con la Academia Pontificia de Ciencias Sociales que celebraron su asamblea plenaria en el Vaticano del 24 al 28 de abril, el tema de la ética de la globalización fue el argumento central del encuentro. En su discurso a los miembros y expertos de la Academia, el Papa constató que «desde el colapso del sistema colectivista en Europa Central y Oriental la humanidad ha entrado en una nueva fase en la que la economía de mercado parece haber conquistado virtualmente al mundo entero». De hecho, agregó, la «primera característica de la globalización es el aumento de la supresión de barreras para el movimiento de las personas, capitales y bienes. Encierra una especie de triunfo del mercado y su lógica» y «mucha gente, especialmente los menos afortunados, la experimentan como algo a lo que se les obliga». «Nos enfrentamos así con un aumento prometeico del poder sobre la naturaleza humana, hasta el punto de que el código genético humano en sí mismo se mide en términos de costes y beneficios». Ahora bien, subrayó el Papa, «las nuevas prácticas deben respetar los valores humanos y el bien común». «La Iglesia –insistió Juan Pablo II– sigue afirmando que el discernimiento ético en el contexto de la globalización debe basarse en dos principios inseparables. En primer lugar, indicó «el valor inalienable del ser humano» que «debe ser siempre un fin y no un medio, un sujeto y no un objeto, no un bien comercial». En segundo lugar, propuso «el valor de las culturas humanas: La globalización no debe ser una nueva versión del colonialismo. Debe respetar la diversidad de culturas que son claves de interpretación de la vida».
(2) El calentamiento terrestre es un hecho comprobado. Ahora bien, ¿cuál es la extrapolación a futuro de los efectos de este fenómeno? El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) prevé efectos importantes sobre los sistemas naturales y los manejados, como por ejemplo la agricultura, la salud humana, la proliferación de enfermedades y pestes agrícolas, los incendios salvajes con la destrucción de la diversidad biológica, las implicancias del aumento del nivel del mar con efectos sobre costas y flujo de ríos (y el consecuente agravamiento de las condiciones de inundación, particularmente en tierras de llanura), la intrusión de agua salada en los estuarios y los acuíferos costeros, la activación de la fusión de glaciares… (Osvaldo F. Canciani – "La Nación")
(3) En una rueda de prensa, el eminente biólogo Watson indicó que el calentamiento también afectará la salud humana: aumentarán las muertes debido a olas de calor en el verano y a enfermedades como el dengue y la malaria. "La relación entre aumento de temperatura y aumento de enfermedades como el dengue o la fiebre amarilla es cierta", comentó en Buenos Aires el doctor Aníbal Carbajo, del Grupo de Estudio de Mosquitos de la Facultad de Ciencias Exactas (UBA). Este biólogo participó de un estudio que analizó el aumento de la temperatura que experimentó esta ciudad durante los últimos cien años. "Los períodos más altos de temperatura coincidieron con las epidemias de dengue y fiebre amarilla. Es de esperar que el pronosticado aumento de la temperatura expanda el hábitat de los mosquitos que transmiten estas enfermedades."
(4) Si alguien se niega a la evidencia del error, es un ignorante, ya que la ignorancia no reside en la inteligencia, sino en la voluntad, no consiste en no saber, sino en negarse a aprender (Grondona, 2001). Esta parece ser la actitud de los que conducen los destinos del mundo globalizado. Estos apuestan sólo al éxito económico, llegando algunos a asumir las formas de los "luises" y los "césares". Prometen villas y castillos y acaban alzándose con el santo y la limosna. Dilapidan los bienes comunes en beneficio de grupos transnacionales. Revolotean alrededor del poder, sean del color que sean, dajando libres las fuerzas ciegas del mercado; hacen más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, configurando un vituperable modelo de capitalismo salvaje (Mendoza, et al. 1998, Adolfo H. Beltzer)
(5) En la Argentina el experimento neoliberal está llegando a su fin y si sucede alguna crisis, la principal razón es (según sus propios defensores), que el propio mercado global resultó ser inhospitalario para un país que siguió su receta. Las políticas que los neoliberales defendieron en el caso de Argentina y de muchos otros países no sirvieron. Esto es lo que planteó, en una reciente publicación, George Soros.
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