Reutilizar pasivos ambientales para mitigar inundaciones
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- El 14 febrero, 2014
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En nuestro país es cada vez más frecuente el fenómeno de las inundaciones que afecta tanto a las áreas rurales como urbanas, causando importantes daños en bienes materiales. Este fenómeno se ve acrecentado en las ciudades atravesadas por cursos de agua, como ríos o arroyos.
En las últimas décadas, con el desarrollo urbano e industrial, los cursos de agua en su paso por las ciudades se han visto gradualmente deteriorados, tanto en su escurrimiento como en la calidad de las aguas que transportan.
Este deterioro significa, por un lado, la ocurrencia periódica de episodios de inundación urbana (con consecuencias desastrosas) y, por otro, la presencia de un curso contaminado que pone en riesgo la salud humana y de la biota.
El acelerado consumo de combustibles fósiles, la tala indiscriminada de bosques y los procesos de desertificación que provoca
la explotación desmedida del suelo por aprovechamientos agrícolas y ganaderos, han llevado a un calentamiento de la atmósfera que acarrea una mayor evaporación en las superficies marinas. Consecuentemente, en regiones como la nuestra,
se ha producido un incremento de las precipitaciones y hace habituales las tormentas intensas.
Pero además de los factores climáticos, las principales causas del incremento de los picos de crecidas y, por lo tanto, de inundaciones, son los cambios en la escorrentía y la disminución de los tiempos de retardo, que describiremos a continuación.
Cambios en la escorrentía
Las modificaciones en la capacidad de retención de la cubierta vegetal y de infiltración en el subsuelo de las aguas pluviales se traduce en el aumento de la escorrentía. En las áreas rurales debemos citar nuevamente a la deforestación de zonas de montes y bosques para utilizarlas en cultivos intensivos, que tienen escasa capacidad de retención e infiltración.
Las aguas que resultaban detenidas por la cubierta boscosa y escurrían lentamente infiltrándose en el subsuelo, ahora, sobre la superficie cultivada o sobre los suelos desnudos en los momentos en que ellos se encuentran en esa condición, escurren rápidamente, con mucha menor infiltración.
En el caso de las ciudades, al aumentar la densidad de población se acrecienta el porcentaje de su área cubierta por techos y patios, es decir se disminuye la superficie de absorción. Paralelamente aumentan los pavimentos en calles y avenidas.
Por la característica impermeable de estas superficies, es mucho mayor el porcentaje de aguas pluviales que escurre.
También se debe señalar que en ciertas áreas se implementan grandes superficies impermeables, como invernaderos y playas de estacionamiento de grandes dimensiones, sin las adecuadas medidas que compensen su impemeablilidad.
Otro factor es la disminución de las superficies de retención y de los volúmenes de cuencos reguladores naturales. En las áreas rurales, el afán de aumentar las superficies útiles para usos agrícolas lleva a la construcción por parte del Estado y también de los particulares de canalizaciones que desaguan más fácilmente las zonas bajas o lagunas, que actuaban como cuencos de regulación desde donde las aguas drenaban lentamente y desde donde también las aguas se evaporaban e infiltraban en el subsuelo.
En otras áreas bajas, sin usos agrícolas, se les incorpora “valor agregado” convirtiéndolas en urbanas y/o residenciales. Para
hacerlas habitables se procede al relleno de estas grandes áreas, muchas veces sin el estudio exhaustivo de su comportamiento hidráulico, desapareciendo en consecuencia el efecto regulador que tenían los sectores terraplenados. El efecto es el mismo que el mencionado precedentemente: aumentan los picos de creciente.
Disminución de los tiempos de concentración
El intervalo de tiempo transcurrido entre el momento en que se produce una precipitación en una cuenca determinada y el instante en el cual se manifiesta el pico de creciente se denomina tiempo de concentración.
Además de otros parámetros que resultan difíciles de modificar, el tiempo de concentración depende fundamentalmente de la velocidad de circulación de las aguas desde los puntos en que cae la lluvia hacia la zona en donde, ya encauzadas, producen la creciente.
Es fácil demostrar que para una misma climatología, si los otros parámetros característicos que influyen en el escurrimiento se mantienen invariados, en general cuanto menor sea el tiempo de concentración, más frecuente y mayor será el pico de la creciente producida.
Esto se puede visualizar considerando cómo lluvias intensas muy cortas –y por lo tanto más frecuentes– producen grandes picos de creciente en cuencas de montaña.
Allí las pendientes son muy fuertes y por ello las velocidades de escurrimiento son muy altas lo que acorta los tiempos de concentración.
Así se explica como la acción antrópica contribuye de una nueva forma a incrementar las inundaciones, especialmente en cuencas urbanas. Al pavimentarse calles y cunetas y al canalizar o entubar cauces naturales, las velocidades de escurrimiento se incrementan y consecuentemente se acortan los tiempos de concentración y así se amplifican los picos de crecida, que de esta forma se traducen en frecuentes inundaciones.
En el caso de las cuencas urbanas, por su evolución en el tiempo, la conjunción de estos factores hace que los caudales de los picos de creciente se multipliquen hasta varias veces por sobre los valores registrados cuando el desarrollo era incipiente.
Por lo tanto, los cauces naturales o los canalizados tiempo atrás, ya sea a cielo abierto o entubados subterráneamente, evidencian con más frecuencia una capacidad de evacuación insuficiente.
Así, precipitaciones que antes producían crecientes que pasaban sin provocar mayores daños ahora implican graves inundaciones.
A todo lo anterior debe sumársele la implantación de viviendas, edificios públicos e instalaciones industriales en terrenos bajos, que los expone a la acción dañina de las aguas.
En todos los casos se producen ingentes daños materiales en bienes públicos y privados, pérdidas de jornadas de trabajo, afectación en la producción, etc.
Límites de las soluciones estructurales
La degradación de los cursos de agua urbanos representa una lamentable pérdida de un recurso natural que años atrás era usado por la población local. Sin embargo, muchas ciudades argentinas hoy conviven con ríos y arroyos que atraviesan su trama urbana integrándose perfectamente con ella, y los respetan por su valor ambiental, estético y cultural para los ciudadanos.
Para aquellas ciudades en las que las inundaciones son moneda corriente, resulta lógico y económicamente justificable la adopción de medidas que corrijan o disminuyan las consecuencias de los fenómenos descriptos.
En general, las obras convencionales de mejora de la capacidad de evacuación no atacan las causas sino las consecuencias, agravándolas en muchos casos. Su objetivo responde a dos concepciones tácticas: evacuar más eficientemente las aguas a través de la construcción de nuevas canalizaciones e implementar las llamadas obras de defensa con el objeto de evitar que las crecientes lleguen a zonas vulnerables.
En contrapartida, un enfoque más racional, y muchas veces más económico, es tratar de actuar sobre las causas, a través de la disminución de la escorrentía –aumentando las áreas de infiltración–, el aumento de los tiempos de concentración y la ampliación de la capacidad de almacenamieno de los lugares de retención y de cuencos reguladores (ver Impacto de grandes…).
En estos escenarios la alternativa más beneficiosa para el entorno y para la población es el aprovechamiento de pasivos ambientales, como pueden ser las cavas (o canteras) para convertirlo en un espacio agradable, pensado para el uso de la ciudadanía, y a un costo mucho más bajo que el que requeriría cualquier obra de infraestructura para canalización o defensa.
Los lagos que se formarían allí acumularían el agua que excede la capacidad de evacuación natural y luego se irían restituyendo a los cursos naturales mediante el bombeo a un ritmo que evite anegamientos.
Un proyecto para La Plata
En la zona urbana de la ciudad de La Plata, el arroyo Del Gato y su cuenca hídrica de aporte formada por los arroyos Regimiento y Pérez, es el principal curso superficial del área. Se trata de un caso emblemático de degradación de un curso de agua urbana que ha provocado trágicas inundaciones como la de abril de este año, entre otras, que reducen el valor inmobiliario de las propiedades y significan un fuerte impacto psicológico para quienes las padecen.
Actualmente, la cuenca de este arroyo presenta una reducción de las tasas de infiltración y de una mayor velocidad de escurrimiento superficial que ocasionan picos de crecida agudos que sobrepasan la capacidad de las obras de desagüe existentes, desbordando las mismas y anegando grandes superficies.
Además, el deterioro de la calidad del agua del arroyo se produce por diferentes factores convergentes, cuyo impacto se incrementa dramáticamente durante el estiaje o época de déficit hídrico (en verano):
- La menor tasa de infiltración limita la reserva natural de agua en el subsuelo de la cuenca, la que garantizaría un
aporte basal de agua desde la freática.
Sumado a una mayor tasa de evapotranspiración por la temperatura elevada, significa una reducción en el caudal del arroyo, quedando el flujo natural interrumpido en los sectores altos de su cuenca. - Los aportes de efluentes contaminantes (industriales y cloacales) no se reducen, los cuales ahora se disuelven en
mucha menos agua (llegando a conformar el caudal total del arroyo). Por lo tanto, los parámetros químicos y bacteriológicos se disparan. - La menor cantidad de agua que escurre por el arroyo, sumada a las temperaturas ambiente cálidas y presencia de residuos orgánicos (como los cloacales), reduce los niveles de oxígeno disuelto a prácticamente cero, con consecuencias sobre las comunidades naturales, emisión de olores y una reducción de la capacidad del agua para autodepurarse.
Desarrollo de la propuesta de ingeniería
Durante las crecientes, los elevados niveles del agua en dicho arroyo impiden el funcionamiento eficiente de las conducciones
subterráneas que constituyen la red de drenaje de la ciudad y que fluyen hacia él.
El objetivo del proyecto es lograr que, aun con lluvias muy críticas, los niveles del agua en el arroyo Del Gato no sobrepasen los que puede evacuar normalmente, sin salirse del cauce, evitando también las dificultades en el drenaje urbano.
Para ello se propone conformar un gran depósito regulador –con una capacidad cercana a 1.000.000 m3– derivando y acumulando en él los caudales que exceden aquella capacidad de evacuación. Luego, concluida la creciente y a lo largo de un
prolongado período de tiempo, esos volúmenes serán reenviados mediante bombeo al cauce del arroyo, ahora como un pequeño caudal constante.
Dicho lago regulador estaría constituido por las excavaciones existentes en las denominadas cavas de Orazzi, Cardelli y Zambano ubicadas entre las calles 20, 31, 514 y 517. Existen además otras cavas en la zona de la cuenca del arroyo Maldonado que podrían utilizarse y que, a la luz de la tormenta de 2 de abril, se debería pensar en implementar otros reservorios en las cuencas altas de los arroyos del Cementerio (o del Regimiento) y del Pérez.
La superficie del espejo de agua de las mismas es tal que el volumen regulador implícito en esos reservorios, aun con un modesto desnivel entre las situaciones de vacío y lleno, permite atenuar sustancialmente los picos de creciente del arroyo. De esa manera se restituyen los volúmenes reguladores que existían en forma difusa en toda el área de la cuenca del arroyo Del Gato cuando ésta era eminentemente rural y el de los sectores bajos que otrora se inundaban por formar parte el cauce mayor del arroyo y que ahora no están disponibles como consecuencia de su relleno.
De esta manera también se consigue atenuar el incremento de escorrentía producido por la densificación de la edificación en toda la cuenca y la pavimentación de numerosas calles de la trama urbana del partido de La Plata.
Finalizada la creciente, lo que en general ocurre un par de días después de producida la máxima intensidad de la tormenta, podrá iniciarse el proceso de vaciado de la laguna. Para ello deberá construirse una estación de bombeo, un conducto a presión y una obra de descarga en el canal Del Gato.
La superficie total del conjunto de predios es cercana a las 39 ha, de las cuales 34 ha están ocupadas por las lagunas. La superficie seca actual es del orden de 5 manzanas.
Actualmente las cavas propiamente dichas y su entorno constituyen un estigma para la ciudad de La Plata.
En ellas existen acumulaciones de basura, malezas por doquier, aguas contaminadas por objetos sumergidos y flotantes, nidos de alimañas y plagas peligrosas deteriorando el estado sanitario de la zona.
Debido a ello, este sector de la ciudad se encuentra abandonado, sin uso, constituyendo un grave problema urbanístico.
Parque recreativo urbano
Además de las obras de ingeniería previstas para el control de las inundaciones propiamente dichas, la propuesta se complementa con un conjunto de medidas para corregir la situación precedentemente descripta, integrando la zona a la ciudad y mejorando en grado importante la calidad de vida y patrimonio urbanístico de la misma.
La cota prevista para las aguas bajas permite recuperar una superficie de unas 18 ha para usos recreativos no permanentes ya que esa área quedará en mayor o menor medida y en tiempos de hasta unos 60 días cubierta por las aguas. Esto se producirá cuando el reservorio reciba los caudales provenientes de las precipitaciones extraordinarias y durante el tiempo en que las instalaciones de bombeo se encuentren desagotando el reservorio.
Interpretación Ambiental del Proyecto
Podemos pensar al Arroyo Del Gato como parte de un sistema mayor –su cuenca superficial– que a lo largo del tiempo ha ido perdiendo varios de sus mecanismos de autorregulación (presencia de suelo permeable, áreas anegables naturales, dilución
de contaminantes con caudales basales, autodepuración por presencia de oxígeno disuelto y de comunidades naturales, etc.) y/o se encuentra recibiendo aportes que sobrepasan dichos mecanismos.
A su vez, los actuales aportes incluyen vuelcos industriales, cloacales, y desagües pluviales en tiempo y forma incompatibles con el cauce natural y con varias de las obras hidráulicas existentes.
Como resultado de ello, el arroyo padece situaciones extremas, fuera del equilibrio natural con el cual fuera conocido, y a partir del cual se planificara y construyera la ciudad. Dichos desequilibrios se manifiestan como inundaciones urbanas, problemas de salud por consumo de aguas contaminadas, pérdida de calidad estética, etc., cada uno con sus respectivos costos económicos asociados.
La propuesta de utilización de los reservorios de agua viene a complementar -en forma artificial- parte de los mecanismos de autoregulación del sistema hídrico ya comentados, que actualmente se encuentran limitados o sobrepasados.
Arroyo Del Gato visto en la zona de la obra de derivación – Vista desde aguas arriba del puente sobre Av. 25.
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Arroyo Del Gato en la zona de la obra de derivación – Vista desde el puente en Av. 25 hacia la Av. 19
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Es una medida de tipo estructural, que debería ser complementada con obras y planificaciones de tipo no estructural tales como la planificación del uso del suelo y los espacios verdes, control de la contaminación industrial, campañas de educación ambiental, ampliación de redes cloacales, mejora en la recolección de residuos domiciliarios, regularización de barrios carenciados, planes de contingencias, etc.
Existe un componente del proyecto que permite la implementación de medidas no estructurales: el sistema de detección temprana y modelado del sistema propuesto, permitirá la puesta en marcha de planes de contingencia municipales ante eventuales crecidas extraordinarias.
Por otra parte, los reservorios también pueden utilizarse para una regulación parcial de la calidad del agua del arroyo: al empleárselos permitirían, por cierto tiempo, garantizar un caudal mínimo presente en el arroyo (poniéndole un piso). Esto permitiría cierta dilución y arrastre de los contaminantes presentes y un incremento en los niveles de oxígeno disuelto, ambos factores que favorecen la autodepuración del curso, con impactos positivos sobre el riesgo sanitario y sobre las comunidades naturales.
Finalmente, desde el punto de vista ambiental, el proyecto significa la refuncionalización y la puesta en valor de un pasivo ambiental como son hoy las canteras abandonadas. Son pocas las oportunidades de darle un uso a este tipo de ambientes y ésta revierte totalmente el signo actualmente negativo de este sitio, para darle un fin social a través de una obra de utilidad pública.
Por: Miguel A. Ungaro
Fuente: Hydria
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