Papeleras, otro enfoque
- Creado por admin
- El 6 marzo, 2006
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El debate debería comenzar en realidad en puntos conceptuales previos a lo que se discute actualmente y que tiene, sin dudas, connotaciones que ” parecen ” otorgar razón alternativamente a ambas partes. Planteada en términos de conveniencia a corto plazo será difícil encontrar una solución que convenza tanto a Uruguayos como a Argentinos.
Deberíamos hacernos algunas preguntas previas y por supuesto tratar de contestarlas para avanzar sobre terreno más seguro.
Estas preguntas, sin ánimo de ser excluyentes, podrían incluir lo siguiente:
- a) ¿Es necesario blanquear hasta los niveles actuales las pastas celulósicas?
- b) Es realmente imprescindible manejarse con la escala de producción propuesta ( y aceptada en éste y otros casos)
- c) Debe, en casos como el que nos ocupa de un mega emprendimiento sobre un río de frontera, aceptarse que la determinación sea unilateral?
- d) Es aceptable que Cancillería aduzca que se ocupó del problema, cuando en realidad las primeras señales desde la mismas datan del año 2002 como máximo?
Por supuesto estás preguntas tienen respuestas diversas, según el grado de conocimiento, según el enfoque económico y según la perspectiva social a mediano y largo plazo.
Veamos por partes algunas respuestas. Los estándares sobre el blanco de las pastas no los ha fijado la Argentina particularmente. Sin dudas y como sucede con casi todo el universo productivo, fueron necesidades reales o inducidas del mundo desarrollado las que sentaron las bases. Es bueno recordar que en décadas pasadas la consigna era más blanco a cualquier costo. Luego por presiones extrañas al mundo de la Celulosa y el Papel y de tipo ambiental se privilegiaron procesos sin tanta carga de Cloro, es más se bonifica actualmente las pastas obtenidas por estos métodos.
Si profundizáramos sobre el tema del blanco encontraríamos seguramente grietas en los fundamentos del aumento del mismo. En síntesis, casi podríamos asegurar que el mundo no necesita tanto blanco a costa de tanta contaminación. Adicionalmente, digamos que la participación de Uruguay y Argentina en el suministro de equipos y tecnología es prácticamente nula. Dentro de ese marco nuestro país y otros emergentes están cautivos del mercado externo para la venta de productos y la compra de equipos y tecnología por una parte y por otra por la costumbre casi enfermiza de imitar sin reflexionar sobre cual es la mejor forma para hallar un equilibrio entre la calidad y el impacto ambiental que genera. En este caso particular, la etapa más contaminante potencialmente es sin dudas la de blanqueo. El uso de Cloro para lograrlo es casi ineludible y la eliminación de contaminates es muy difícil y onerosa. Surge entonces la primera discusión que se basa como expresarnos en la calidad y en el medio ambiente. Reitero que las respuestas a este problema son muchas. Sin embargo hubiesen disminuido notablemente si los países en litigio hubiesen trabajado en conjunto desde el inicio mismo del proyecto. Seguramente cada etapa hubiese sido consensuada y la realidad actual distaría seguramente del proyecto en desarrollo. Es más, es probable que no se avanzara hacia un proyecto con las características actuales. Es muy difícil escapar a los estandares internacionales y es sabido que la producción se destinará casi excluyentemente a ese mercado. Sin embargo y dentro de este marco, se puede quizás pensar que se hubiese podido encontrar alguna solución que no perjudique particularmente al medio ambiente. Dentro de las posibilidades cabe la opción de pensar en que en Fray Bentos se podría fabricar pasta marrón. No es una utopía pero es problemático pensarlo porque la idea dominante es la de fábricas integradas.
Por otro lado estaríamos hablando de una rentabilidad diferente. El problema de la escala de producción es casi idéntico al señalado para el proceso. La misma es determinada muchísimo más por quienes diseñan las plantas que por quienes la utilizan. En este caso particular es muy probable que Uruguay no necesitará esta mega escala. El tema de la escala a lo largo de la historia ha sido tomado como un dogma aduciendo el perjuicio que ocasionaría no aceptarlo. Sin embargo a medida que se avanza y se construyen nuevas plantas con nuevas y más grandes escalas no sucede que se cierren las anteriores lo que muestra la debilidad del dogma. Debemos en este punto señalar que, siendo una industria de capital intensivo, una vez tomada la decisión es extremadamente difícil cambiar el Proyecto. Es precisamente el caso que nos ocupa. Hace ya algunos años que nuestro concepto de geopolítica cambió de un modelo con hipótesis de conflicto integradas al mismo con los países limítrofes hacia el actual, con una fuerte tendencia a la integración. Este nuevo paradigma significa, mucho más que declaraciones, trabajo arduo y permanente para avanzar sólidamente en su consolidación. Tendremos que aceptar que Argentina es más propensa a la reacción ante la adversidad que para acciones previsoras de conflictos. Además nuestro poco afán para la planificación estratégica es notorio cuando no incongruente. En este caso particular es demasiado notoria la falta de planificación y prevención. Se sabe que las forestaciones de mediano y gran porte poseen como hipótesis ineludibles la utilización de raleos no aptos para aserrío, en la producción de pasta celulósica. Todos los proyectos incluyen esta etapa. Es más, el Estado financia y subvenciona este tipo de forestaciones. No debería por lo tanto, sorprenderse por la aparición de proyectos celulósicos como integrantes del plan de utilización forestal.
A pesar de que algunas declaraciones tienen sin dudas un sentido oportunista, en nuestra región ( Misiones y Corrientes particularmente) aparecerán a corto plazo proyectos consolidados de producción de pastas celulósicas de gran escala y es altamente probable que su ubicación pretenda estar sobre el río Uruguay. La Nación no tiene un proyecto de desarrollo estratégico sobre este tema. Por lo tanto estaremos, como señaláramos anteriormente con el carro delante de los caballos. Sujetos a escalas ligadas a los productores de equipos y a procesos que ahora declaramos potencialmente contaminantes. Para terminar, la actuación de Cancillería en este caso es por lo menos deficiente por no decir negligente. Las razones expuestas por el canciller ante el Congreso, cargando las culpas sobre los uruguayos y puntualizando todas las quejas de Argentina, dejando de lado la cuestión medular del concepto geopolítico de integración no satisface para nada. Parece más una excusa que un fundamento. No es raro que la Cancillería argentina actue de forma políticamente aislada del conocimiento técnico existente. A decir verdad, después del estallido del conflicto se acordó buscar el aval de las Universidades. Expresar que nuestro país se ocupó del problema porque desde el 2002 existen algunos tibios e intrascendentes documentos que lo certifican es demasiado pobre y desnuda una vez más la falta de previsión y planificación. Desde que se planta el árbol hasta que se comienza a utilizar pasan mucho más que 3 años. Reitero, la causa del problema actual la debemos buscar más en nosotros mismos que en lo del vecino, más allá que a éste le quepan responsabilidades de información certera sobre contaminación potencial entre otras cosas. Desde los errores se aprende más, a veces, que desde los aciertos. No es demasiado tarde para intentar una solución a este conflicto por la vía bilateral. Se debe, eso si, ser un poco más amplio en el comienzo de la discusión. Esto es válido también para futuros emprendimientos que afecten a ambas márgenes.
Lamentablemente, el conflicto con Uruguay por las Papeleras no solo no ha adquirido algún matiz de solución sino que se ha profundizado en el único sentido que casi asegura el no retorno. Desde el día en que escribiera sobre el tema, Gobiernos, sociedad, medios de información y hasta alguna parte de la academia y de la ciencia se han manifestado de forma superficial y han agregado muy poco para reorientar la discusión hacia un lugar de posible acuerdo. Sobre este tema en particular, se ha hecho hincapié en que tal como están las cosas, el único camino posible es la Corte de La Haya. Parece increíble. Existen aun muchas alternativas que contemplen soluciones que satisfagan a ambas partes. Seguramente con documentación expresa y certificada, no con los papeles que hasta ahora muestra cada uno por su lado. Estas soluciones tienen un tinte técnico mas que político.
En este punto debemos señalar algunas cuestiones y hacernos también una serie de preguntas. Entre las primeras están sin dudas declaraciones aparecidas en los medios y que se atribuyen a determinadas personas. Es singular, por ejemplo, lo expresado por el Presidente del INTI, quien dijo que una de las etapas de fabricación le otorga a la pasta mayor brillo. Debemos decir que no es lo mismo BRILLO que BLANCO. En verdad lo que se obtiene en la fabricación de Pasta Celulósica es mas BLANCO, en general con aplicación de Cloro o derivados del mismo. El brillo esta ligado a la fabricación de Papel que es por supuesto una etapa posterior. También es cierto que en nuestro país todas las Plantas que obtienen pastas con alta blancura utilizan Cloro o sus derivados. Es el caso también de estas plantas que se están construyendo en Uruguay.
Lo anterior es solo para ejemplificar por un lado el desconocimiento de los funcionarios sobre el tema y por otro la pobre conexión que existe entre los saberes académicos y científicos y el Gobierno Nacional y los Gobiernos provinciales.
Sobre este hecho procura girar esencialmente el presente.
Veamos. A lo largo de la historia, por lo menos de la reciente, existió siempre una intencionalidad”teórica” de relación entre gobierno y universidad, que llegó incluso a plasmarse en Decretos y Leyes que manifestaban entre otras cosas que esta última era, por asi decirlo, el sustento mas importante para aquel a la hora de fijar políticas y desarrollar Programas y Proyectos incluidos en la Planificación Estratégica.
La realidad muestra, lamentablemente, que mas allá de la participación exitosa de alguna casa de estudios en Proyectos aislados, el Estado recurre muy poco al saber Académico y científico de las Instituciones cuando de Política Estratégica se trata.
En el caso que nos ocupa, como decíamos en un documento anterior, el Gobierno Nacional no tiene ni por asomo, un Proyecto integral de Desarrollo Forestal y de su Industria derivada. Alcanzaría para fundamentar lo expresado, las posiciones tan disímiles de los Gobernadores de las Provincias de la Mesopotamia. Mientras Entre Ríos alienta los cortes de ruta para evitar la instalación de Plantas, Corrientes y Misiones abogan por la instalación de industrial similares en sus provincias, que comparten, dicho sea al pasar, el Río Uruguay . Es palmario, no existe ni siquiera un concepto preliminar acordado entre provincias y menos aun entre estas y Nación.
Asi están las cosas, al gobierno nacional le falta interés y un Plan estratégico y si lo tuviera no parece que el saber científico participará de el.
En estos días ha aparecido adicionalmente ( Política y Estado www.saic.org.ar) un documento que reclama mas precisiones y mas aclaraciones al sistema de administración de la ciencia la tecnología y la vinculación para la determinación de prioridades y la asignación de recursos en los proyectos que involucran a las universidades, los centros de investigación y la secretaría de ciencia y técnica . Es otro llamado de atención.
En verdad tiene cara de gatopardismo esta parafernalia reciente sobre el gran cambio operado en ciencia, tecnología y vinculación. Da la impresión que el concepto fundamental de la Planificación para orientar en definitiva la asignación de recursos permanece ausente.
Para el caso particular que origina el presente, creemos que todavía puede Argentina ( y también Uruguay) abandonar el eje de conflicto y trabajar sobre un nuevo eje de acuerdo conformando una comisión cuyos dictámenes sean prácticamente vinculantes, integrada por personas que entiendan realmente de que se trata y con la participación activa de la Universidad.
Desde la escala real de producción hasta la aplicación en los niveles de reactivos, pasando por el proceso mismo existen posibilidades ciertas de ajustes que permitan destrabar el conflicto y aseguren niveles de contaminación mínima.
Por: Luis Esteban Delfederico
ex rector de la Universidad Nacional de Misiones
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