Maltusianismo versus Desarrollo. Parte 2
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- El 19 agosto, 2008
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Los desaciertos de Malthus en el siglo XXI
La Teoría de la Población de Malthus es una teoría simple, que explica la relación existente entre el crecimiento de la población y el desarrollo económico. La misma, se basa en una serie de supuestos e hipótesis simplistas que no tienen un fundamento científico y objetivo. De ahí que pudiera criticarse en dos aspectos fundamentales.
En primer lugar, el modelo de Malthus considera irrelevante o no tiene en cuenta, el gran impacto del progreso tecnológico. Este impacto tiende a contrarrestar los efectos del incremento rápido de la población que inhibe el crecimiento. La historia del crecimiento económico está ligada muy estrechamente a un rápido progreso tecnológico que se manifiesta en una serie de invenciones e innovaciones científicas, tecnológicas y sociales. La brecha del ingreso promedio de los 20 países más ricos y el promedio de los 20 países más pobres ha aumentado en los últimos 40 años a más de 30 veces. Esto ha llevado a un deterioro de la calidad de vida de las personas. Hoy en día, por causa de la pobreza, 150 millones de niños en los países subdesarrollados tienen bajo peso, un factor que aumenta el riesgo de muerte e inhibe el desarrollo mental y físico. Además, mientras que en los países ricos, menos del 5 % de todos los niños menores de cinco años sufre de malnutrición, en las naciones pobres la proporción es de hasta el 50 %. Según la propia FAO, un niño de un país industrializado va a consumir en toda su vida lo que consumen 50 niños de un país subdesarrollado.
“En 1975, la FAO declaraba que 500 millones de personas pasaban hambre. En la actualidad la cifra ha aumentado, según la propia organización, que calcula que unos 840 millones de habitantes padecen de hambre o están expuestos a los efectos de la inseguridad alimentaria, de ellos 777 millones viven en los países subdesarrollados. En Asia meridional y África subsahariana se encuentra el mayor número de personas que pasan hambre” 10.
Por cada país densamente poblado y con problemas de hambre como Bangladesh, encontramos países como Nigeria, Brasil o Bolivia, donde abundantes recursos alimentarios coexisten con el hambre.
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Por cada país densamente poblado y con problemas de hambre como Bangladesh, encontramos países como Nigeria, Brasil o Bolivia, donde abundantes recursos alimentarios coexisten con el hambre. Costa Rica, únicamente con la mitad de hectáreas de cultivo por persona de Honduras, tiene una expectativa de vida once años superior a la de Honduras y muy cerca de la de los países desarrollados. Para que avances como estos, se puedan disfrutar en otros países, tendremos que generalizar las exitosas pero aún insuficientes experiencias de los programas llevados a cabo para la eliminación del hambre y la pobreza en América Latina, tales como el “Programa Hambre Cero” de Brasil, “Oportunidades” de México y “Vida Nueva” de la propia Costa Rica. Además de socializar las acciones de desarrollo local, seguridad alimentaria y nutricional de Cuba así como implementar políticas alimentario-nutricionales como las que se han llevado a cabo en Brasil y el Programa Vida Mejor que desarrolla el Estado de Chiapas, en México, para el mejoramiento de la salud y la nutrición de madres y niños.
Tanto en Asia como en África más del 60 % de la población apenas alcanza el mínimo de las calorías que se requiere una salud adecuada. Se ha estimado que este déficit de calorías equivalió a menos del 2 % de la producción mundial, lo que contradice la creencia tan extendida que la malnutrición es el resultado inevitable del desequilibrio entre la población y los suministros mundiales de alimentos. La realidad de los últimos decenios, en los que se ha dado el mayor crecimiento demográfico de toda la historia humana, ha desmentido totalmente las previsiones de Malthus. La producción de alimentos está aumentando desde el año 1950, especialmente en los últimos 30 años, a un ritmo tan rápido que ha superado el crecimiento de la población, aunque al persistir todavía graves problemas de distribución de hecho sigue habiendo muchos millones de personas que pasan hambre o están mal nutridas. Más de 800 millones de personas del mundo en desarrollo sufren de desnutrición crónica. Entre ellos, la falta de energía y proteínas esenciales resta fuerzas al cuerpo y a la mente, y disminuye la esperanza de vida de unos 200 millones de niños. La explicación más verosímil está en el gran desequilibrio existente de la distribución de la renta mundial. La desnutrición y la mala salud, en países en vías de desarrollo, están más ligada quizás con la pobreza que con la producción de alimentos, aún cuando estos dos factores estén relacionados indirectamente. Por lo tanto sería válido afirmar que el verdadero problema está en distribución de la alimentación.
Desde mitad del siglo XIX ha sido considerado el derecho a emigrar como algo que deriva de la propia concepción del hombre como ser racional y libre. El tema de las migraciones y la urbanización es uno de los tantos males que actualmente está afrontando la sociedad. La diversidad de gentes y actividades fomentan la innovación y la creatividad, que a su vez crean oportunidades que atraen aún a más gente. Pero los problemas de hacinamiento, delincuencia, pobreza y contaminación pueden ser muy graves. Así, las ciudades han llegado a ser el reflejo de las esperanzas y los temores del mundo moderno. Este fenómeno se acompaña generalmente de una mutación profesional (el éxodo agrícola), pues las poblaciones no sólo abandonan el mundo rural, sino también los oficios ligados a la tierra que cultivaban. La modernización de la agricultura reduce efectivamente las necesidades de trabajo en el campo, en tanto que la industria y el sector terciario ofrecen empleos en la ciudad. Muchas regiones del mundo (por ejemplo África Subsahariana) y muchas regiones dentro de algunos países (por ejemplo el Nordeste y la Amazonia, en Brasil) están de hecho, pocos pobladas en relación con sus recursos potenciales. Otras tienen demasiada población concentrada en una zona demasiada pequeña (por ejemplo la parte de Java o la mayor parte de las concentraciones urbanas de los países subdesarrollados). Por todo ello, los gobiernos deben esforzarse, no por moderar la tasa de crecimiento demográfico, sino, más bien, por reducir la emigración del campo a la ciudad y por conseguir una distribución espacial de la población más natural, en términos de disponibilidad de tierra y otros recursos productivos.
El fenómeno del éxodo rural afecta principalmente a los países en vías de desarrollo. Estos flujos suponen cada año más de treinta millones de personas .
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En la actualidad, el fenómeno del éxodo rural afecta principalmente a los países en vías de desarrollo. Estos flujos suponen cada año más de treinta millones de personas. Tienen por consecuencia un desarrollo urbano sin precedentes. La vida rural provoca, por sus insuficiencias, un fenómeno de rechazo. Las actividades agrícolas son poco prometedoras y el tiempo libre relativamente reducido. Por el contrario, la ciudad, que parece brillar con numerosas ofertas de todo tipo, atrae a los jóvenes, en particular a los hombres. Pero como la atracción de la ciudad no responde a una necesidad de mano de obra en el sector industrial o en el terciario, deriva en un desempleo urbano creciente. Además, este flujo de población hacia las ciudades entraña numerosos problemas, entre los cuales destaca el de la infravivienda. La expansión de las metrópolis ha provocado, pues, la degradación de ciertos barrios y la proliferación del viviendas rústicas que, unidas a la ausencia de equipamientos colectivos, llevan a la marginación social de sus habitantes.
Además de las ya citadas, cabe destacar como causas que intervienen en los movimientos espaciales de población: la miseria en algunas zonas agrarias motivada por la desequilibrada distribución de la tierra, la destrucción del equilibrio económico anterior, motivado por la ruptura de un sistema económico artesano y rural antiguo, afectado por la revolución industrial y de los transportes; la prosperidad de algunas zonas, como factor de atracción de posibles migrantes; el descubrimiento de un nuevo recurso (oro, carbón, petróleo) capaz de provocar concentraciones humanas en nuevos asentamientos; etc.
El problema está dado: los agricultores representan un porcentaje cada vez menor de la población activa. De acuerdo con este supuesto, no es el número de personas, por si solo, el que causa los problemas de población sino su distribución en el espacio.
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A medida que aumenta la población urbana, las ciudades precisarán una planificación y una política cuidadosas, pero el desafío será desarrollar nuevos modelos urbanos que ayuden a las ciudades a adaptarse al futuro. Efectivamente el problema está dado: los agricultores representan un porcentaje cada vez menor de la población activa. De acuerdo con este supuesto, no es el número de personas, por si solo, el que causa los problemas de población sino su distribución en el espacio.
La característica determinante de la época moderna de crecimiento ha estado constituida, en mayor medida, por los rendimientos crecientes a escala que por los rendimientos decrecientes. Malthus acertó, en términos generales, al suponer que la oferta de tierra estaba limitada, pero no previó la forma en que el progreso tecnológico podría incrementar la tierra disponible mediante el aumento de su calidad (es decir, de la productividad), aún cuando su cantidad permaneciese inalterada.
Pese a que muchos de los métodos básicos de la agricultura continúan siendo los mismos—arar, plantar, cosechar, criar animales y comercializar la producción— las técnicas agrícolas han cambiado vertiginosamente en el transcurso de los años. La agricultura en los países desarrollados se está transformando en más productiva. En 1935 había 6,8 millones de granjas en los Estados Unidos y el agricultor medio producía suficiente cantidad de alimento para dar de comer a 20 personas. En 2002, se calculó que la cantidad de granjas era de 2,16 millones y que un agricultor promedio producía suficiente cantidad de productos para alimentar a más de 100 personas al año.
Además de los avances en las técnicas agrícolas, es necesario señalar que por miles de años, la agricultura utilizaba las semillas que proporcionaba la misma naturaleza, que no habían sido manipuladas por el hombre. Ya en la década del 50 del siglo XX, la ciencia agrícola había progresado tanto, que las variedades de semillas eran mejoradas sustancialmente para producir ciertas características especiales o para resistir ciertas condiciones climáticas. Tal es el caso que en la actualidad, los agricultores de los países desarrollados, plantan más de 200 variedades diferentes de trigo en un año cualquiera. Cada una de estas variedades ha sido desarrollada para crecer bajo condiciones específicas —clima, tierra y temperatura ambiente— y para cumplir con las exigencias de molienda y horneado que se quiere.
En segundo lugar, la teoría se centra en el supuesto de que la tasa de crecimiento de la población de un país está relacionada directamente con el nivel per-cápita. De acuerdo con este supuesto, a unos niveles relativamente bajos de renta per-cápita, las tasas de crecimientos de la población aumentarían simultáneamente con la renta per-cápita. Se sabe que, no parece haber ninguna correlación evidente entre las tasas de crecimiento de la población y los niveles de renta per-cápita en los países del Tercer Mundo. Si tenemos en cuenta la distribución de la población en el mundo, llegamos a la conclusión que: menos de la cuarta parte de la población del mundo —la que vive en las regiones desarrolladas— produce más del 78 % de la renta mundial. Por consiguiente, más de las tres cuartas partes de la población en el mundo producen solo el 22 % del producto mundial total. Más importante es, desde el punto de vista de los ingresos, que el Tercer Mundo, con casi el 76 % de la población mundial, subsiste con menos del 27 % de la renta mundial. La renta per-cápita conjunta de los países subdesarrollados es en predominio doce veces menor que la de los países ricos
Como resultado de la medicina moderna y de la sanidad pública, las tasas de mortalidad de la mayor parte de los países del Tercer Mundo han descendido rápidamente y se ha debilitado su dependencia de los niveles de renta per-cápita. Como es evidente, para un nivel dado de renta per-cápita, la incidencia de la pobreza será más importante cuanto más desigual sea su distribución. De todo lo antes expuesto se puede decir que lo que afecta al crecimiento demográfico no es tanto el nivel agregado de renta per-cápita como la distribución de esta renta.
Todos estos factores se combinan para dar lugar a una situación de “vulnerabilidad” de los países del Tercer Mundo de la cual ciertas fuerzas que no están bajo su control pueden tener una influencia importante y decisiva sobre su bienestar social.
La pobreza generalizada tiende a mantener unas tasas de natalidad elevadas por la sencilla razón de que las familias que viven sin la renta, empleo, salud, servicios sociales y educación adecuados no tienen apenas otra garantía para el futuro que depender de sus hijos. Están atrapados en una “trampa del subdesarrollo” con respecto al tamaño de su familia.
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A modo de tentativa podemos concluir que los países que se afanan en disminuir la desigualdad en su distribución de la renta, o intentan difundir los beneficios del crecimiento económico a unos segmentos más amplios de la población, pueden estar en mejor posición para comenzar a disminuir sus tasas de natalidad que los países en los cuales los beneficios del crecimiento están más desigualmente repartidos, aún cuando estos últimos pueden tener mayores niveles de renta per-cápita y unas tasas más elevadas de crecimiento de esta. Sin embargo, dada una política de desarrollo dirigida a lograr una distribución de la renta más equitativa, es probable que unas tasas más elevadas del crecimiento del PNB den lugar a reducciones todavía mayores de la fecundidad.
El motivo de que las medidas que actúan directamente para erradicar la pobreza y los bajos niveles de vida sean probablemente más efectivas para disminuir las tasas de natalidad que pueda serlo la simple maximización del crecimiento del PNB, estriba en que unos niveles de vidas altos proporcionan las motivaciones necesarias para que las familias elijan limitar su tamaño. La pobreza generalizada tiende a mantener unas tasas de natalidad elevadas por la sencilla razón de que las familias que viven sin la renta, empleo, salud, servicios sociales y educación adecuados no tienen apenas otra garantía para el futuro que depender de sus hijos. Están atrapados en una “trampa del subdesarrollo” con respecto al tamaño de su familia, no sólo porque sus niveles de vida sean bajos sino también porque su autoestima y dignidad puede verse cuestionada por ello, y porque su capacidad para elegir el número deseado de hijos está limitada por su pobreza y por la incertidumbre económica que caracteriza su vida.
Para que una estrategia de desarrollo económico y social pueda tener éxito, necesita no solo formular las políticas adecuadas dentro del Tercer Mundo, sino además, modificar el actual orden económico internacional para que responda mejor a las necesidades del desarrollo de los países pobres.
Notas
[10] Munster (2006: 177)
Bibliografía
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- TODARO, M. (1988): “Los países en vías de desarrollo: características comunes y estructuras diversas”, en El desarrollo económico del Tercer Mundo. Tomo I, pp. 51 – 91.
Por: Yaniel Salazar Pérez
Fuente: Revista Futuros
Enviado por: Alberto Vanus
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