Los Residuos Electrónicos: Un desafío para la Sociedad del Conocimiento en América Latina y el Caribe. Parte 7
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- El 28 febrero, 2014
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Gustavo Fernández Protomastro |
El futuro de la industria del reciclado electrónico en la Argentina
Introducción
A pesar de lo mucho que se ha avanzado en Argentina en cuanto al desarrollo de una conciencia ecológica, cuando queremos verificar cómo esa cosmovisión ambiental se lleva a la práctica, nos topamos con nuestro subdesarrollo no-sustentable.
En los hechos, la mayor parte de los 40 millones de argentinos ponemos en práctica muy pocas rutinas o acciones en favor del consumo sustentable, el manejo de la ‘huella del carbono o del agua’, la responsabilidad social corporativa, la preservación del ambiente y el manejo de los desechos del consumo.
Si bien el país ha experimentado una fuerte recuperación económica durante la última década, aún estamos poniendo los cimientos del desarrollo sustentable, entendido como una práctica de comportamiento cívico, como una política de Estado o como responsabilidad social corporativa. Ello se debe a que el desarrollo sustentable:
a. no forma parte prioritaria de la agenda política,
b. no implica un compromiso cotidiano de consumo ni post-consumo sustentable,
c. ni forma parte de los escenarios de las decisiones corporativas. Ante la comunidad internacional, los argentinos nos declaramos ‘ecológicos, verdes, desarrollistas sustentables, conservacionistas, eco-emprendedores’, etc. Pero en el día a día, la evaluación del modo de consumo o de los impactos ambientales que generan nuestra sociedad y economía, nos indica que aún resta un gran camino por recorrer. ‘La verdad, que es la única realidad’, nos refleja un país rico en recursos naturales y potenciales, pero también áreas metropolitanas con su ambiente degradado por basurales, ríos intoxicados, edificios enfermos, ambientes laborales irrespirables, unos malos aires viciados y ‘un subdesarrollo no-sustentable’.
En este escenario social y político, en el que nos asumimos como ecológicos y progresistas en un 80% de la sociedad, pero en el que al mirar en detalle, vemos una sociedad que derrocha sin hacerse cargo de sus impactos ambientales, su consumismo insensato y su toxicidad, la gestión de los Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE), que en la Argentina ronda los 2,5kg habitante/año (100.000 toneladas/ año), parece un imposible.
El futuro llegó, hace rato, y los argentinos tenemos más del 50% de nuestros RAEE acopiados en nuestras oficinas, hogares, entes públicos o depósitos industrias; en tanto, otro 40% se entierra en vertederos más o menos diseñados para captar la contaminación de los residuos electrónicos y sólo un 10% ingresa en esquemas formales o informales de gestión de residuos.
Considerando lo anterior, una solución de esta problemática tendría que basarse en los siguientes tres pilares:
- Políticas públicas que den un marco legal e incentivos de desarrollo de las industrias de la logística reversa, de la remanufactura, del reciclado y de la disposición final de los RAEE;
- Compromiso ciudadano para participar en la segregación así como el reuso y/o reciclado de los RAEE;
- Responsabilidad Extendida de los Productores (REP) de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (AEE), pero también
de todas las empresas que importan, distribuyen, comercializan, consumen y/o reparan dichos equipos.
Sin un marco jurídico y transparente para accionar y modernizar la industria de los residuos y chatarras, sin una sociedad involucrada en la gestión post-consumo en forma de reciclado o valorización de sus desechos y sin empresas involucradas en minimizar los impactos ambientales a lo largo del ciclo de vida de los productos que consumimos, la industria de RAEE no avanzará. Seguirá siendo una actividad de cartoneros y chatarreros y una fuente de piezas para mercados ilegales o exportaciones indebida.
Políticas Públicas
Desde el Estado, se deberán impulsar políticas y marcos jurídicos con el objeto de:
- Disminuir sustancias peligrosas en la etapa de diseño y fabricación;
- Fomentar la reutilización, valorización y reciclado de RAEE durante su vida útil y durante su etapa de descarte.
Tal política pretende diferir y disminuir la eliminación y disposición final de estos residuos.
Actualmente, ni la legislación argentina, ni la de gran parte de Latinoamérica cuenta con regulaciones respecto a restricciones en la composición de los AEE salvo para las pilas.
Iniciativas nacionales en cuanto a la gestión de los RAEE fracasaron, y actualmente sólo se aplican en algunos municipios proyectos voluntarios de recolección de residuos electrónicos (RE). La Directiva WEEE/RAEE de la Unión Europea podría servir de orientación para crear una norma que regule la actividad e involucre a las industrias, recicladores y el público en objetivos factibles sobre la gestión de los RAEE con altas posibilidades de éxito.
Al igual que los marcos de gestión de otros tipos de residuos, como los residuos industriales peligrosos, los patogénicos o los sólidos urbanos, las normativas RAEE deben facilitar el desarrollo de un conjunto de soluciones, sean encaradas por inversores privados, sectores públicos o cooperativas. Sin un marco que permita desarrollar una industria con capacidad logística, técnica y respetuosa de las normas ambientales, el sector no podrá desarrollarse ni sostenerse en el tiempo.
Las políticas públicas nacionales y federales deben configurar un marco de reglas, requerimientos, estándares e incentivos/ multas tanto para la gestión de RAEE, como para la restricción de ciertas sustancias peligrosas en aparatos eléctricos y electrónicos (RoHS). La implantación de estos marcos jurídicos leyes, ordenanzas, resoluciones, etc., debe conducir a la reducción del riesgo para la salud de las personas y el medio ambiente a través de la gestión adecuada del residuo y la reducción de las sustancias tóxicas. También se esperan beneficios por la mejor conservación de materias primas y recursos energéticos.
Dentro de la Argentina, al igual que en el resto de Latinoamérica, las leyes RAEE y RoHS deben tener un marco de presupuestos ambientales mínimos para evitar que los RAEE sean gestionados o dispuestos en los municipios o regiones más pobres y legalmente menos fortalecidas. Un elemento fundamental de estas leyes tendría que ser el principio de Responsabilidad Extendida del Productor (REP), según el cual los fabricantes e importadores de AEE carguen con los costes de logística reversa, tratamiento y recuperación de los RAEE. Actualmente, dos leyes, una de residuos peligrosos y otra de residuos industriales y comerciales, obligan a las empresas o grandes generadores de desechos a hacerse cargo de los residuos de sus actividades. En tanto, los ciudadanos pagan por la gestión de residuos a través de impuestos municipales que incluyen la gestión y disposición final de los residuos sólidos urbanos.
Si los productos se diseñan teniendo esto en cuenta, hay una oportunidad de reducir esos costes. En tanto, las leyes referidas a la RoHS tienen que tener como objetivo la reducción de sustancias contaminantes utilizadas en los productos, sean de fabricación nacional o importada. Esto disminuye los riesgos del personal dedicado al reciclaje y requiere menos manipulado especial, lo cual también reduce los costes de reciclaje. En la Argentina ya rige este concepto para las pilas y baterías, según el cual se ha restringido el uso de cadmio, mercurio y plomo, por encima de ciertos estándares básicos, para facilitar su disposición final y evitar la competencia desleal de marcas que no pueden certificar estar por debajo de esos estándares.
Los proyectos de ley RAEE podrán buscar la prohibición, total o parcial, del ingreso de los RE en los rellenos sanitarios, en cuanto exista una industria de reciclado acorde con los volúmenes generados. Considerando la capacidad instalada de operadores de RAEE, se pueden fijar pautas graduales de gestión y reciclado de las toneladas de AEE comercializados anualmente, por ejemplo, 20% a 5 años y 50% a 10 años. Las normas deberán evaluar qué hacer con el pasivo de RAEE y con todos aquellos aparatos producidos por empresas sin referencia.
Definiciones que debe contener un marco jurídico
Se recomienda que dentro de los objetivos de las normativas para el manejo de RAEE se incluyan, entre otros, los siguientes objetivos:
- Proteger el ambiente y preservarlo de la contaminación generada por los RAEE;
- Promover su reutilización, reciclado y otras formas de valorización;
- Reducir su disposición final;
Promover la reducción de la peligrosidad de componentes de los AEE y sus residuos; - Incorporar el análisis del ciclo de vida en los procesos de diseño y producción de AEE;
- Mejorar el comportamiento ambiental de todos aquellos que intervienen en el ciclo de vida de los AEE y sus residuos.
En la normativa RAEE se pueden incluir las siguientes definiciones, tomadas de la Directiva Europea y proyectos de ley de la Argentina:
AEE: aparatos que necesitan para funcionar corriente eléctrica o campos electromagnéticos, destinados a ser utilizados
con una tensión nominal no superior a 1.000 V en corriente alterna y 1.500 V en corriente continua, y los aparatos necesarios para generar, transmitir y medir tales corrientes y campos.
RAEE: aparatos eléctricos y electrónicos, sus materiales, componentes, consumibles y subconjuntos que forman parte de los mismos, que su poseedor deseche o tenga la obligación legal de hacerlo.
Prevención: toda medida destinada a reducir la cantidad y nocividad para el ambiente de los RAEE, sus materiales y sustancias.
Recuperación: toda actividad vinculada al rescate de los RAEE desechados por los generadores a efectos de su valorización.
Valorización: toda acción o proceso que permita el aprovechamiento de los RAEE, así como de los materiales que los conforman, teniendo en cuenta condiciones de protección del ambiente y la salud. Se encuentran comprendidos en la valorización los procesos de reutilización y reciclaje.
Reutilización: toda operación que permita prolongar la vida útil y uso de los RAEE o algunos de sus componentes.
Reciclaje: todo proceso de extracción y transformación de los materiales y/o componentes de los RAEE para su aplicación como insumos productivos.
Tratamiento: toda actividad de descontaminación, desmontaje, desarmado, desensamblado, trituración, valorización o preparación para su disposición final y cualquier otra operación que se realice con tales fines.
Disposición final: destino último – ambientalmente seguro – de los elementos residuales que surjan como remanente del tratamiento de los RAEE.
Productor de AEE: toda persona física o jurídica que fabrique y venda AEE con marcas propias, coloque en el mercado con marcas propias aparatos fabricados por terceros, y/o importe AEE a la Argentina.
Distribuidor de AEE: toda persona física o jurídica que suministre AEE en condiciones comerciales a otra persona o entidad, con independencia de la técnica de venta utilizada.
Gestión de RAEE: conjunto de actividades destinadas a recolectar, transportar, dar tratamiento y disponer los RAEE,
teniendo en cuenta condiciones de protección del ambiente y la salud humana.
Gestor de RAEE: toda persona física o jurídica que, en el marco de esta ley, realice actividades de recolección, transporte, almacenamiento, valorización, tratamiento y/o disposición final de RAEE.
Generador de RAEE: toda persona física o jurídica, pública o privada, que deseche RAEE. En función de la cantidad de RAEE desechados, los generadores se clasifican en: pequeños generadores o grandes generadores. La cantidad a partir de la cual los generadores de RAEE se clasificarán como grandes generadores, será determinada por la autoridad de aplicación de cada jurisdicción.
Sistema Nacional de Gestión de RAEE: conjunto de instituciones, actores, actividades, acciones y tareas interrelacionados que conforman e integran las distintas etapas de la gestión ambientalmente sustentable de los RAEE, que podrán conformar subsistemas en función del ámbito geográfico, categorías y tipos de AEE y/u otras especificidades.
Sitios de recepción: aquellos lugares establecidos por los sujetos obligados y las autoridades de aplicación para la recepción y el almacenamiento temporario de los RAEE.
Reutilizador social: toda persona física o jurídica que recupera materiales, componentes o aparatos con el objeto de reutilizarlos como materias primas o productos, desde una perspectiva de economía de subsistencia y de inclusión social.
El marco jurídico debe ser justo y determinar la toma de decisiones y el comportamiento de cada uno de los actores involucrados a lo largo del ciclo de vida de los RAEE, sin involucrar costos económicamente y ecológicamente insustentables.
Por ello es mejor fijar en unos pocos artículos los objetivos de la ley RAEE, los sujetos obligados, la autoridad de aplicación, los procedimientos o tecnologías de gestión, la fiscalización y control y las sanciones y multas.
Responsabilidad ciudadana
Los ciudadanos, sean consumidores particulares de AEE, institucionales o corporativos, serán los protagonistas fundamentales del proceso de logística reversa post-consumo. Aquí es donde se juega el destino ambiental de cada nación, más cuando se acostumbra al corto plazo y vivir el presente. Desarrollar una conciencia para el desarrollo sustentable requiere de mucho tiempo, recursos y mucha educación cívica, partiendo de los currículos de la educación básica, secundaria y universitaria, al respeto normativo.
En gran parte de América Latina falta una concienciación de la población sobre la responsabilidad de cada uno por los desechos generados por el consumo de bienes. Enseñar tanto un consumo responsable – incluso la selección de aquellos productos o servicios que generen el mínimo impacto ambiental -, como la responsabilidad post-consumo, gestionando los desechos que generan nuestras actividades, es uno de los grandes desafíos hacia un desarrollo sustentable regional.
Nuestras decisiones y acciones dejan su huella en el ambiente.
El desarrollo de la Argentina tiene un importante sustento en el consumo interno y en las exportaciones. Todo crecimiento medido ya sea por el PBI o el consumo, impacta en el medio ambiente tanto físico-ecológico, como socio-económico. La pobreza y la falta de recursos crecen a una velocidad alarmante y la disparidad entre el ingreso y el consumo es una situación presente en todo el país. Por consiguiente, nuestros patrones de consumo tienen que ser más equitativos y sustentables, tanto en el aspecto social como en el ambiental.
Estos retos del consumo sustentable se alcanzarán solamente, si el sector privado, los gobiernos y la sociedad civil trabajan estrechamente con un objetivo común. Durante los últimos 25 años ha existido un cambio gradual promovido por preocupaciones ambientalistas: a partir de las quejas reactivas de la década de los años 70, pasando por una labor más de relaciones públicas durante los años 80, el sector privado se ha orientado más a la labor ecológica, prevención y producción más limpia durante la década de los años 90.
Se han adoptado ya un gran número de medidas regulatorias y voluntarias para promover este cambio hacia una economía del ciclo de vida. Se han adoptado también instrumentos económicos adicionales y enfoques institucionales para re-orientar a la industria hacia un desarrollo sustentable. Pero todas estas actividades siguen siendo insuficientes y limitadas si se toma en cuenta todas las industrias que siguen basando sus ingresos principales en sectores de alto impacto ambiental y uso de energías no renovables como la minería, la petroquímica y la producción agro-alimentaria intensiva.
Otra dificultad importante hacia un consumo sustentable consiste en la economía de mercado que selecciona los productos y los procesos no en base a criterios ambientales o sociales, sino con miras a las meras ganancias económicas.
En este contexto se propone un seguimiento del desarrollo del término ‘consumo sustentable’, así como medidas hacia una mayor equidad no solamente inter- e intrageneracional, sino también entre todas las comunidades y estratos sociales de la Argentina. La definición más completa de consumo sustentable es la propuesta en el Simposio de Oslo en 1994 y adoptada por la tercera sesión de la Comisión para el Desarrollo Sustentable (CSD III) en 1995: “El uso de bienes y servicios que responden a necesidades básicas y proporcionan una mejor calidad de vida, al mismo tiempo minimizan el uso de recursos naturales, materiales tóxicos y emisiones de desperdicios y contaminantes durante todo el ciclo de vida, de tal manera que no se ponen en riesgo las necesidades de futuras generaciones”.
Según Madera (2002), “más allá de la responsabilidad del consumo consciente, los consumidores y las organizaciones de consumidores deben insistir en una distribución justa de los costos que inevitablemente deben ocurrir en una sociedad sustentable. No es necesario que el consumidor pague por todos los costos. Es necesario encontrar un equilibrio entre la necesidad de cambiar el comportamiento de los consumidores con ayudas en precios y el principio de que ‘el que contamina paga’, lo cual fomentará la innovación y la eficiencia en la búsqueda de tecnologías limpias”. En la opinión de Madera (2002) los consumidores, por su comportamiento de compra, deben insistir en un Desarrollo Sustentable de Productos (DSP).
Reciclado y reacondicionamiento en la Argentina
De la misma manera que la generación de residuos en Argentina ha aumentado durante las últimas décadas, las cantidades de desechos electrónicos están creciendo rápidamente.
Sin embargo, los equipos electrónicos no son usados y desechados como en los países más consumistas y desarrollados.
Un ejemplo concreto de esto seria un PC ‘viejo o lento’. Esto puede ser percibida como un residuo por una persona con un poder adquisitivo alto, pero sigue teniendo un gran valor y siendo de mucha utilidad para alguien o alguna institución con ciertas limitantes tanto sociales como económicas.
Es importante recalcar esto, dado que es un factor determinante en la consolidación del concepto de reutilización y reciclado (donación – reacondicionamiento – venta/donación, con el objeto de reducir la brecha digital, valorizando equipos usados que no han perdido funcionalidad) en nuestra sociedad, lo que genera un mercado tanto formal como informal en franco crecimiento de equipos y materiales obsoletos. Las políticas ambientales cumplen un papel preponderante en la tarea de formalizar el mercado informal altamente complejo.
El Estado tiene que crear medidas que fomenten la valorización local y que incentiven la creación de nuevas empresas
que realicen este tipo de actividades.
Gestión de los RAEE
La pregunta: ¿qué hacer con los residuos que se generan?, debería responderse con “todos los residuos tienen un valor
económico o pueden ser reutilizados”. Según datos y estudios tanto internacionales como nacionales1, se estima que un PC de uso corriente posee un 25% de componentes recuperables (microprocesador o memoria, que se vuelve a usar), un 72% de materiales reciclables (recuperación de metales como el cobre, estaño u oro) y sólo un 3% de residuos contaminantes (metales pesados y eco-tóxicos como el mercurio, plomo o cadmio).
Los desechos recuperables generados en el desmontaje y reacondicionamiento de las computadoras representan una fracción sustancial de los aparatos electrónicos que se reciben en concepto de donación para su posterior reutilización o recuperación. Se estima que con el tiempo esta contribución vaya aumentando rápidamente, como consecuencia del crecimiento sostenido de este tipo de bienes y la velocidad de recambio tecnológico. Por esta razón y considerando su peso y composición diferente, se tomará como modelo para el análisis de flujo los materiales de las siguientes corrientes: computadoras de escritorio, computadoras portátiles, monitores de tubo de rayos catódicos (TRC) y pantallas de cristal líquido (LCD) o plana.
A partir de este análisis se puede determinar las cantidades presentes y futuras aproximadas de residuos para su posterior remanufactura. En una segunda etapa se analizarán los equipos adicionales como por ejemplo teclados y ratones.
Residuos generados en el procesamiento de PC en Centros de Reacondicionamiento de Computadoras (CRC)
Entendemos que previo al proceso de desmontaje de PC y portátiles, y también a partir de estos, se generan distintas corrientes de desechos que por sus características pueden ser reutilizados, tanto en la remanufactura y construcción de nuevos PC como en distintos procesos productivos, mediante la venta como scrap. Los CRC generan importantes beneficios para la sociedad y la inclusión digital, pero muchas veces, por falta de gestión y disposición final de los residuos generados, pueden constituirse en un riesgo ambiental. Los aparatos usados que ingresan, generan un descarte que puede variar en función del trabajo previo de selección, dado que pueden estar dañados, inutilizados u obsoletos para los estándares de reacondicionamiento, y por ende, sus partes o el conjunto serán desechados.
Por consiguiente, una política de gestión de los RAEE, adaptada al contexto social, tecnológico y económico, resultará indispensable. Los CRC deberán cumplir con el conjunto de normativas y permisos ambientales, de higiene y seguridad laboral, así como las habilitaciones municipales pertinentes a cualquier establecimiento de estas características. Muchas empresas o gobiernos buscan una trazabilidad o seguridad respecto a la correcta gestión ambiental de los desechos en CRC, incluso la garantía de disposición final segura de todos los desechos generados.
Para el procesamiento de PC en CRC es importante identificar y separar estos materiales ‘conflictivos’ al momento de la recepción. Estos pueden ser: servers, UPS, pilas, baterías, tóners y otros. Estos desechos no deben recibirse, porque requieren tratamientos especiales por operadores habilitados, con el fin de tratarlos y brindarles una disposición final adecuada.
Los componentes altamente peligrosos de los AEE, entre los cuales los metales pesados como cadmio, plomo y níquel, además de mercurio y plásticos bromados, son inofensivos mientras están en funcionamiento, ya que están contenidos en placas o en circuitos. Pero una vez desechados pueden reaccionar contaminando y generando un peligro a quien los manipula sin conocimientos. Desechados de manera inadecuada se transforman en ‘residuos peligrosos’2.
A continuación se detalla un flujograma de los procesos y responsabilidades de CRC:
Logística reversa y acopio
Todo el reacondicionamiento de aparatos electrónicos requiere un proceso de logística inversa que parta de una evaluación certera y exhaustiva previa de los materiales a desechar. El acopio de todos los materiales desechados, sea chatarra o residuos especiales generados en los distintos procesos, debe ser en bolsones o cajas donde deberá mantenerse en palletes y en forma segura, para evitar incendios o emisión de sustancias contaminantes. En función del volumen acopiado, se determinará la necesidad de un recinto de contención y/o el revestimiento con una membrana plástica para incrementar la situación de limpieza.
Disposición final de los residuos peligrosos
Los recicladores informales, a través del ‘reciclaje casero’3, solo buscan metales preciosos como el oro, la plata y el cobre presentes en los RAEE (Lindhqvist, Manomaivibool 2008: p. 16). No solo por la precariedad del sistema que emplean y la ineficiencia que presentan al intentar recuperar los metales con valor, sino también por aquellos residuos que quedan a la deriva sin tratamiento alguno directamente desechados en su gran mayoría en los suelos y cursos de agua cercanos, es imprescindible trabajar y contratar los servicios de empresas habilitadas para tratar este tipo de residuos especiales/peligrosos.
Es importante favorecer la transparencia del manejo de los RAEE, utilizando empresas certificadas por las distintas autoridades gubernamentales para realizar este tipo de actividades.
La necesidad básica de las plantas de reacondicionamiento al corto plazo es deshacerse en forma confiable de los residuos especiales/peligrosos generados en el seno de sus procesos.
A largo plazo tienen que reducir la cantidad generada de residuos sin disminuir la capacidad productiva, siguiendo la tendencia mundial de optimizar los procesos productivos.
Los operadores de residuos especiales/peligrosos tratan los materiales recibidos utilizando distintas tecnologías como incineración, tratamientos físico-químicos, estabilización, landfarming y disposición final en rellenos de seguridad (landfill).
Con el fin de minimizar los desechos generados en los CRC, consideramos que la propuesta debería aplicar la premisa de
las 3Rs: reducción, reutilización y reciclado de los productos, alargando así su vida útil4. A su vez, el aprovechamiento local e internacional de los componentes será fundamental para disminuir los residuos generados en los CRC.
Argentina ofrece un mercado de ‘productos-residuos’ reutilizables en crecimiento. La reparación, el reacondicionamiento
y la reutilización generan oportunidades, tanto ambientales como sociales y económicas. Mediante dichas prácticas que deberán convertirse en habituales en un futuro mediato en la región, se puede absorber y aprovechar esta nueva fuente de recursos. Existen distintos tipos de mercados de materiales reutilizables. La reutilización de materiales suele ser muy superior al reciclaje en términos ambientales, ya que en este proceso los componentes no se pierden. La mayor parte de los RAEE recolectados se destinan directamente a la valorización de materiales, que está un escalón más abajo en la escala de la gestión de residuos.
La investigación sobre el circuito que realizan los RAEE desde la salida de los distintos CRC del país, todavía se encuentra en una etapa de recopilación de datos. Por este motivo hemos realizado un cuestionario destinado a los empleados de los CRC. Este proceso implica el control desde la logística, pasando por la selección, la reutilización, entre otras actividades.
De esta manera se puede determinar la relación entre la cantidad de equipos recibidos y la que realmente se reutiliza y recupera, obteniendo la tasa de retorno y la efectividad del proceso.
Planteamiento de soluciones para la disposición final de los RAEE
Los materiales que por sus características no son reciclables ni reutilizables, tienen que enviarse a empresas habilitadas que traten y eliminen estas sustancias peligrosas. Es importante trabajar con empresas autorizadas que cumplen con las normativas, ya que manipulan residuos especiales/peligrosos.
No en todas las regiones donde se encuentran los CRC, existe este tipo de empresas. Se complica la logística, no solo por la distancia que separa los diferentes tipos de plantas, sino también por los volúmenes que se pueden llegar a generar.
Se está analizando este tema para poder dar una mejor solución a la problemática.
Supervisión de los procesos de disposición final de los desechos electrónicos generados en CRC
Puesto que los RAEE se consideran desechos peligrosos en cuanto ya no puedan reciclarse, los componentes contaminantes deben enviarse a empresas para disponerlos en incineradores o rellenos sanitarios especiales. Los rezagos provenientes del descarte de AEE, al final de su ciclo de vida útil, fueron incluidos en la ley nº 24.051 y su decreto reglamentario 831/93 como un residuo peligroso por el contenido de las siguientes corrientes de desecho, enumeradas en la Convención de Basilea:
- Y20 Berilio, compuesto de Berilio;
- Y21 Compuestos de Cromo Hexavalente;
- Y22 Cobre, compuestos de Cobre;
- Y24 Arsénico, compuestos de Arsénico,
- Y25 Selenio, compuesto de Selenio;
- Y27 Antimonio, compuestos de Antimonio;
- Y29 Mercurio, compuestos de Mercurio;
- Y31 Plomo, compuestos de Plomo.
Además, la Convención de Basilea, en sus Anexos VIII y IX; hace mención explícita de los RAEE como “residuos de ensamblajes eléctricos y electrónicos… contaminados con otras corrientes, y considerado peligrosos” (entrada A1180) y “ensamblados eléctricos o electrónicos no contaminados,
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