Los problemas de la agricultura en la desertización
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- El 1 enero, 2000
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Uno de los problemas ambientales más extendidos relacionados con los seres humanos es la de-gradación ecológica de la superficie continental de la tierra a través de un proceso denominado desertización. Esta es causada por el aniquilamiento de la vegetación, por la tala y quema de ár-boles, el pastoreo excesivo, la erosión a causa del agua y del viento resultado de una mala políti-ca agraria, la salinización y encharcamiento de los campos de regadío y la compactación del sue-lo debido al ganado, a los tractores, a la desecación y al impacto de las gotas de lluvia sobre la superficies desnudas de la tierra. Su estadio terminal se reconoce fácilmente: Se trata de un eco-sistema funcional que ha sido degradado hasta el punto que apenas puede proporcionar servicio alguno al hombre.
Claro que entre un ecosistema saludable y su estado final de degradación existe todo un proceso paulatino de deterioro que es más fácil de remediar en sus inicios que cuando alcanza un grado extremo. El problema es que en sus primeras etapas, la desertización puede pasar inadvertida pa-ra la inmensa mayoría de las personas El cultivo y el pastoreo excesivo, el corte excesivo de leña, el desmonte y el mal uso de la tierra nos da la idea que estamos perdiendo la batalla contra este flagelo.
Para alimentar a una población cada vez más numerosa, ha sido necesario extender constante-mente las zonas de cultivo y ganadería. A lo largo de los siglos, a medida que las sociedades agrícolas iban creciendo, la destrucción del ambiente empezó a generalizarse y el excesivo pasto-reo provoco daños en los suelos. El abuso en los cultivos y la erosión de la tierra condujo a la des-trucción de tierras fértiles.
La actividad agrícola es, básicamente, el reemplazo de un ecosistema natural por otro manejado por el hombre, conocido vulgarmente como agrosistema, y dirigido a obtener una producción es-pecífica. Para lograr eso, el hombre debe forzar los elementos naturales para evitar lo que no ne-cesita y potenciar los que sí necesita. En este proceso va generando una serie de efectos sobre el ambiente, algunos cíclicos, de corto plazo y repetidos como la remosión de suelos relacionada con el cultivo de especies anuales, otro de mediano plazo y acumulativos como el uso repetido de agroquímicos y finalmente otros de largo plazo y gran escala como las quemas relacionadas a la deforestación.
Al modificar los ecosistemas para nuestro uso, lo simplificamos. Por ejemplo, las praderas se aran y los bosques se talan. Luego se reemplazan las miles de especies de animales y plantas interre-lacionadas de esos ecosistemas, con ecosistemas de un solo cultivo o monocultivo, o bien con es-tructuras como edificios, carreteras y estacionamiento. Un monocultivo de plantas es un sistema inestable y vulnerable que carece de la moderación y balances de un ecosistema natural. Por de-finición, un monocultivo es: Cultivo intensivo de una sola especie (de plantas o animales) en un te-rritorio. Los monocultivos se han extendido en virtud de sus rendimientos económicos y de la faci-lidad para ejecutar las cosechas agrícolas o forestales.
La agricultura moderna se basa en la práctica de mantener deliberadamente los ecosistemas en las primeras etapas de la sucesión en la que es alta la productividad biomásica de una o algunas especies vegetales como el maíz o el trigo. Dichos ecosistemas simplificados son altamente vul-nerables.
Un problema grave es la invasión continua de los campos de cultivo por especies pioneras no de-seadas, es decir el enmalezamiento. En una pradera, los pastos compiten eficazmente con las malezas, crecen con rapidez, aprovechan bien la luz solar y los nutrientes del suelo, pero el so-brepastoreo provoca un desequilibrio en relación con el ambiente. Los animales seleccionan las plantas que comen, el ganado siempre las mismas, la de las pradera implantadas. Así al comerse los animales todo el pasto que asoma apenas unos centímetros del suelo, queda mucho sol libre para el que lo quiera aprovechar. Las malezas hacen precisamente eso, ahora que el pasto no les da sombra. Como para el ganadero, maleza es precisamente aquella planta que el ganado no come, está claro que esto lleva a que los campos queden más y más cubiertos por plantas inútiles y a menudo difíciles de erradicar.
Cuando esto ocurre, es fácil ponerse nervioso y contaminar suelos y aguas con herbicidas, en vez de preguntarse sobre las causas del enmalezamiento.
La utilización de los herbicidas implica por los menos dos problemas ambientales. Por lo general atacan a una amplia cantidad de especies, sean o no los que compiten con el cultivo y además, una vez que han actuado, se mantiene en el ambiente y tardan mucho en desaparecer. Así se in-tegran a las cadenas tróficas y tienen efectos desastrosos en especies muy alejadas del lugar donde se aplicaron o totalmente inofensivas para los cultivos porque se encontraron con que una cosa era lo que sucedía en el laboratorio y otra muy distinta lo que pasaba en el campo. En el la-boratorio uno puede medir y pesar todo lo que está ocurriendo y evitar que intervengan elementos distintos de los previstos. En la naturaleza juegan tantos factores que se suelen cruzar unos con otros y al final el resultado puede ser el que no se deseaba.
La degradación de la tierra o terreno es diferente conceptualmente a la degradación del suelo, ya que en la primera no sólo se contempla la degradación del suelo sino que cualquier otro de los elementos biológicos y físicos del terreno, como son la cubierta vegetal, la biota animal, los recur-sos hídricos y otros. Esta es la base conceptual que determina que el problema de la desertiza-ción sea integral y comprenda los diversos componentes físicos, químicos y biológicos, interac-tuando con las variables sociales y económicas de un área o región específica.
Cristian Frers.
Tte. Gral. Juan D. Peron 2049 7mo. “55”.
(1040) Ciudad Autonoma de Buenos Aires.
República Argentina.
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