Los 10 mitos Argentinos acerca de la industria de pulpas
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- El 23 agosto, 2007
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La Investigadora del CONICET describe mitos varios del imaginario popular: desde la idea que asegura que “las plantaciones forestales son la principal causa de la desaparición de los bosques naturales” a suponer que “podremos vivir sin consumir papel” o sospechar que “los países más desarrollados quieren contaminar a los menos desarrollados”, todos los mitos.
1º MITO: Las fábricas de pulpa celulósica no son un buen negocio
2º MITO: Las plantaciones forestales son la principal causa de la desaparición de los bosques naturales
3º MITO: Podremos vivir sin consumir papel
4º MITO: Las fábricas de producción de pulpas kraft producen una gran contaminación
5º MITO: El blanqueo con dióxido de cloro produce una peligrosa contaminación
6º MITO: Cualquier país puede contaminar libremente
7º MITO: Los países más desarrollados quieren contaminar a los menos desarrollados
8º MITO: Como las fábricas antiguas contaminan, las nuevas también contaminarán
9º MITO: La industria de pulpa y papel no puede ser una tecnología limpia
10º MITO: La única solución del conflicto con Uruguay es que las fábricas no se instalen
1º MITO: Las fábricas de pulpa celulósica no son un buen negocio
Argentina tuvo como política de Estado promocionar la actividad forestal otorgando subsidios desde 1948 a través de diferentes mecanismos, por entender que se trataba de una actividad económica, social y ambiental importante. Desde el año 1999 con la Ley Nacional 25.080 se promueve la actividad foresto-industrial. La vigencia de la ley es de diez años y la meta durante ese periodo es la plantación de 2 millones de hectáreas (ley aprobada por unanimidad).
Según documentación de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos, los datos de 1998 indicaban que el PBI del sector foresto-industrial en Argentina alcanzó US$ 4,5 mil millones, representando alrededor de un 1,6% del PBI total argentino en este mismo año. El principal segmento generador del PBI sectorial es la industria de productos de madera sólida con un 65%. El restante 35% está relacionado a la industria de celulosa y papel (28%) y la silvicultura (7%).
El mismo documento destaca que antes de la reciente crisis política y económica experimentada, la previsión de inversiones en el sector foresto-industrial para el período 2001-2007 era de, al menos, US$ 3.800 millones, siendo casi 70% orientado al segmento de celulosa y papel. La misma Secretaría apunta que, probablemente, tales previsiones difícilmente se concretarán, dada la incertidumbre en cuanto a la situación política y económica del país.
En el 2000, el papel y la celulosa fueron los principales productos forestales exportados por Argentina. Juntos, representaron un 58% del monto total de las exportaciones de productos forestales en el mismo año.
En la Mesopotamia Argentina se concentra el 70% de la superficie forestada del País, alrededor de 1.150.000 has, a su vez en la Región Misiones y NE de Corrientes se concentra el 48%, correspondiéndole a Misiones el 32%. El sector foresto-industrial de Misiones, con 318.000 hectáreas forestadas, con 640 aserraderos, 3 plantas de pulpas celulósicas, 1 fábrica de MDF, más de 1000 carpinterías y 7 fabricas laminadoras y de maderas contraenchapadas, genera 37.000 puestos de trabajo en forma directa y 100.000 más en forma indirecta. El Sector foresto-industrial representa el 54% del PGB (producto bruto geográfico), siendo esta actividad económica la que menos superficie abarca. En Corrientes, el Censo foresto-industrial de octubre de 2005 dio como resultado la existencia de 243 Aserraderos y 313 carpinterías.
La actividad forestal se convierte en ambiental y económicamente sostenible a partir de lo que se denomina el “uso integral de la madera”. Los rollizos de tamaño importante son orientados a los aserraderos, mientras que los raleos (árboles de corta edad y pequeño diámetro que deben cortarse para que los otros crezcan), se dirigen a la producción de pulpa celulósica, tableros, bioenergía, etc.
Los residuos de buena calidad producidos por los aserraderos (costaneros) se astillan y se envían también a pulpado. Con la madera y los residuos de calidad inferior se producen tableros reconstituidos (MDF, aglomerado, etc.).
El concepto de industria integrada más reciente se ha dado en llamar “La biorefinería forestal”. Al respecto, en Estados Unidos ha iniciado un programa de investigación intensivo (que finalizará en 2020) sobre ocho puntos principales, que involucran la capacitación avanzada de mano de obra, un funcionamiento ambiental superior, la productividad sostenible del bosque, la recuperación y utilización de fibra, nuevas materias primas, nuevas tecnologías de productos compuestos (tipo fibras de madera-plástico, biodegradables), mejoras en el uso de energía y el desarrollo de tecnologías de vanguardia. Entre los aspectos resaltantes se encuentra lograr una producción forestal sustentable, aprovechando la totalidad del árbol y de los residuos, para generar, además de la pulpa celulósica, una gama de productos químicos de alto valor agregado a partir de estos recursos renovables.
2º MITO: Las plantaciones forestales son la principal causa de la desaparición de los bosques naturales
Los bosques nativos protegen la biodiversidad, proporcionan madera, leña y otros productos forestales, evitan la erosión, regulan el ciclo hidrológico, retienen el carbono y frenan el cambio climático.
Uno de los tipos de impacto ambiental asociado a la industria de pulpa y papel es el de producir agotamiento de los recursos naturales. Puede tratarse de la explotación de los bosques naturales, o bien, la eliminación de áreas de bosque nativo para extender plantaciones de pino y eucalipto. Sin embargo, la industria de las pulpas celulósicas no es la principal causante del deterioro de los bosques.
En algunas partes del mundo, todavía se queman bosques para establecer grandes plantaciones y pasturas para la agricultura y la ganadería extensiva. El consumo de leña también ejerce una presión importante. El 55% de la madera que se extrae anualmente se usa como combustible, ya sea como leña o para producir carbón vegetal.
La industria maderera se ha identificado como la gran amenaza de la mayoría de estos bosques. Se considera que la extracción depredadora de madera es una de las mayores amenazas, que afecta a más del 70 por ciento de los bosques primarios del planeta. El comercio de madera es sin duda la causa principal de la pérdida de bosques, no sólo en los trópicos, sino también en los países templados y boreales que todavía tienen importantes bosques autóctonos.
Las plantaciones en tierras degradadas por el uso agrícola o la deforestación, proporcionan servicios como control de la erosión o absorción de dióxido de carbono, además de suministrar una fuente de productos forestales y fibras.
Las plantaciones administradas y utilizadas según principios ambientalmente sostenibles no chocan con consideraciones ecológicas, sino que aseguran su productividad constante y su conservación.
Esto significa una explotación sostenible, pero también, un uso equilibrado del ecosistema forestal sin producir daños a la productividad del suelo ni a la biodiversidad.
Lo importante es lograr el equilibrio entre los bosques naturales e implantados. En Misiones, por ejemplo existen unas 500.000 ha de bosques naturales protegidos, y algo de 300.000 ha de plantaciones.
3º MITO: Podremos vivir sin consumir papel
El papel se fabrica a partir de recursos renovables. Es un producto natural, biodegradable y reciclable.
Es un material cotidiano para cientos de millones de personas y es un medio fundamental para los negocios y la administración.
El consumo promedio per capita de papel varía en el mundo, de más de 300 kg/persona en Estados Unidos, a más de 150 kg/persona en Europa Occidental y poco más de 10 kg/persona en los países en vías de desarrollo. Según datos de AFCP, el consumo nacional aparente de todo tipo de papel en el año 2004 fue de 2.036.828 toneladas. Considerando 39 millones de habitantes, el consumo per capita sería de 52,2 kg/año/hab, el más alto consumo histórico de latinoamérica.
En los últimos años, debido a los grandes cambios tecnológicos y la revolución de la información, el consumo de papel continúa aumentando. Globalmente, las fuerzas impulsoras de este incremento son los niveles económicos y de instrucción, el uso cultural del papel, las publicidades y los envases de alimentos.
Sin embargo, esto no explica las grandes diferencias de consumo entre Estados Unidos y los países europeos, de equivalente nivel cultural. Estudios recientes europeos han hecho hincapié en el consumo sustentable de papel. Este concepto es multi-dimensional y complejo, ya que combina factores sociales, culturales, económicos, ambientales y tecnológicos. Entre sus recomendaciones figuran, el desarrollo de la conciencia social acerca del uso racional del papel, así como su deposición, para colaborar con la reciclabilidad del residuo. También, incentivar el uso de las marcas de papel con sellos ecológicos, que identifican a los productos elaborados de forma sostenible.
Asimismo, realizar campañas informativas acerca del costo ambiental de los papeles de excesiva blancura.
4º MITO: Las fábricas de producción de pulpas kraft producen una gran contaminación
La contaminación ambiental es la incorporación a los recursos naturales (aire, agua y suelo), de sustancias nocivas y molestas, en calidad y cantidad que puedan provocar un daño sanitario, económico, ecológico, social o estético. Esta contaminación no es exclusiva de la acción del hombre, si bien es una de sus principales causas. Toda acción del hombre, hasta su propia existencia, genera contaminación. Es así que los efluentes urbanos suelen ser la principal causa de contaminación de algunos ríos.
Todos las procesos de producción de pulpas celulósicas presentan algún grado de contaminación, pero actualmente algunos procesos han avanzado tanto en las medidas de mitigación (eliminación) que sus emisiones son mínimas. El grado de contaminación que presentan hoy las fábricas de pulpa celulósica modernas, es comparable a la de cualquier otra industria.
La principal materia prima para fabricar pulpa celulósica es la madera, la cual está formada por fibras de celulosa unidas mediante una substancia denominada lignina. También contiene otras substancias denominadas hemicelulosas y extractivos.
En el pulpado químico, las astillas de madera se cuecen con productos químicos adecuados en solución acuosa a temperaturas y presiones elevadas. Estos métodos eliminan la mayor parte de la lignina, pero también degradan una cierta cantidad de celulosa y hemicelulosas, por lo que el rendimiento en pulpa es cercano al 50% (por cada tonelada de madera se obtiene media tonelada de pulpa).
El proceso de pulpado kraft es dominante en el mundo (80% de la producción mundial). Esto se debe a la calidad superior de sus pulpas (poseen elevadas resistencias y se aplican a cualquier materia prima) y a que cuenta con un sistema de recuperación de reactivos químicos, que además de minimizar su descarga al efluente, genera la energía que necesita la fábrica para funcionar.
La pulpa cruda (sin blanquear) se caracteriza por un color marrón oscuro, y se utilizan en papeles bolseros (de azúcar, cemento, etc.) y cartones para embalajes.
El proceso kraft consiste en dos ciclos fundamentales: el proceso de pulpado (producción de pulpa marrón) y el proceso de recuperación de reactivos químicos.
Al finalizar el pulpado, se separa la pulpa del líquido, denominado licor negro. Este contiene los reactivos químicos inorgánicos residuales y los materiales disueltos de la madera. El proceso de recuperación consiste en una serie de etapas, que comienzan con el quemado del licor negro en una caldera donde se genera energía (a partir de la materia orgánica que contienen), y se recuperan los químicos originales para ser recirculados a la etapa de cocción.
Debido a este eficiente sistema de recuperación, la producción de pulpas kraft marrón (no blanqueada) presenta un efluente líquido fácilmente tratable con un tratamiento primario y secundario de efluentes.
Una de las principales críticas que se le hace a este proceso es el olor desagradable que desprenden. Esto se debe a compuestos azufrados denominados mercaptanos, que se producen, sobre todo, en los digestores (donde se trata químicamente la madera) y en la caldera de recuperación (donde se quema la materia orgánica).
Estos compuestos no se consideran tóxicos, aunque algunos estudios relacionan el olor con problemas respiratorios.
La emisión de estos compuestos se reduce a valores imperceptibles instalando calderas de bajo olor y sistemas que capturan e incineran estos gases. Los gases se canalizan a hornos especiales, y en algunos casos se instalan hornos de emergencia. El control periódico de los niveles de olor se realiza con equipos especiales (cromatógrafos gaseosos móviles).
5º MITO: El blanqueo con dióxido de cloro produce una peligrosa contaminación
El mayor cuestionamiento que reciben las fábricas de pulpa kraft es el blanqueo. Para obtener pulpas blancas, la lignina debe ser totalmente eliminada. Esto se realiza en varias etapas, tanto por razones técnicas como económicas.
La planta de blanqueo es la principal fuente de contaminantes de las fábricas de pulpa y papel kraft (50-75% del efluente total). La cantidad y naturaleza de los contaminantes varía según la secuencia utilizada, especie de madera y proceso de pulpado. Los reactivos de blanqueo en general no se recuperan, y son descargados luego del tratamiento de efluentes. Por esto, la industria se orienta actualmente al cierre casi total de circuitos de agua de la fábrica, incluyendo a la planta de blanqueo.
El blanqueo de pulpas químicas ha utilizado históricamente cloro o hipoclorito de sodio (lavandina).
Sin embargo, debido al descubrimiento de que estos sistemas generaban compuestos orgánicos policlorados (dioxinas y furanos) producidos por la combinación del cloro con la lignina, los sistemas de blanqueo han sido modificados substancialmente en los últimos 20 años. Dado que estos compuestos son bioacumulables y pueden ser tóxicos, genotóxicos y mutagénicos, se realizó una fuerte inversión en investigación y desarrollo para lograr procesos que no los produzcan.
La eliminación del cloro elemental se llevó a cabo sustituyéndolo por otros reactivos, tales como el dióxido de cloro, el peróxido de hidrógeno y el ozono, generando nuevas secuencias de blanqueo.
Estas secuencias se denominan ECF (blanqueo libre de cloro elemental), que emplea dióxido de cloro en lugar de cloro elemental, y TCF (blanqueo totalmente libre de cloro), que incluye el uso de reactivos químicos basados en oxígeno (ozono y peróxido de hidrógeno).
A nivel mundial, las pulpas ECF dominan el mercado. Esto se debe a que se logran mayores blancuras, menor reversión (no se amarillean) y menor deterioro de la resistencia de la pulpa.
En la década de 1990, los países escandinavos y Alemania prefirieron el proceso TCF, por creerlo más amigable con el medio ambiente. Sin embargo, actualmente también se están volcando hacia el proceso ECF. Sin embargo, según los resultados de las investigaciones de la última década, no existen diferencias mensurables en los ambientes acuáticos con vertidos de fábricas ECF o TCF tratados con un tratamiento secundario biológico adecuado. Ni las tecnologías ECF ni las TCF formaron niveles mensurables de dioxinas en sus procedimientos de blanqueo respectivos.
Un claro ejemplo es la nueva fábrica Stendal en Alemania, uno de los países con legislación medioambiental más exigente en el mundo. Se inauguró en agosto de 2005, fabricando mayoritariamente pulpa kraft ECF, pero tiene la capacidad de fabricar TCF de acuerdo con las demandas del mercado.
Una pauta importante que evidencia el cambio en la contaminación al pasar del blanqueo con cloro al ECF es la recuperación sostenible de ecosistemas acuáticos afectados a través del mundo, que fue posible por la casi completa eliminación de dioxinas.
Las alertas de consumo de pescados, río abajo de las fábricas de pulpa y papel están desapareciendo rápidamente en el mundo. Desde 1990, las autoridades de diferentes estados en USA han emitido alertas de dioxinas en 25 ecosistemas río abajo de las fábricas de pulpa y papel, representando el 83% de estos ecosistemas. En el informe de 1996, había alertas en 18 cuerpos de agua. En 2004, solamente 8 ecosistemas tenían alarma de dioxinas, comprendiendo el 0,2% de los cuerpos de agua con alertas (el resto corresponde a otro tipo de industrias, no papeleras).
La EPA (Agencia de Protección Ambiental de estados Unidos) predice que todas las alarmas en cursos de agua relacionado con la industria papelera se levantarán cuando la totalidad de los sistemas de blanqueo se conviertan a ECF (o sea que en USA también quedan algunas fábricas que blanquean con cloro).
Las investigaciones y desarrollos tecnológicos hacen que los procesos vayan evolucionando día a día. Existen evidencias científicas, apoyadas en experiencias realizadas a nivel laboratorio e industrial, que indican fuertemente que la tecnología ECF es más ambientalmente y económicamente compatible que la tecnología TCF.
6º MITO: Cualquier país puede contaminar libremente
A partir de los años 90, en la mayoría de los países desarrollados se iniciaron fuertes presiones sociales y gubernamentales para disminuir la contaminación producida por las fábricas kraft. Las propuestas actuales para transformar al proceso kraft en una tecnología más limpia, se han tratado en Comités Internacionales, que definieron acciones para limitar las emisiones y descargas.
En diciembre del año 2001, una Comisión Europea (Integrated Pollution Prevention and Control, IPPC) emitió un documento de referencia donde se establecen las Mejores Técnicas Disponibles para la Industria de Pulpa y Papel (Best Available Techniques in the Pulp and Paper Industry, BAT). En este documento, de 509 páginas, se cubren los aspectos ambientales más relevantes de la fabricación de pulpa y papel a partir de distintos recursos fibrosos en diferentes tipos de fábricas.
Las BAT identifican a la última etapa de desarrollo disponible (_estado del arte_) de las instalaciones, procesos, o métodos de operación, que indican la adecuación práctica de un proceso u operación particular, para limitar las descargas. Consideran también: la viabilidad económica del control de la contaminación, los tiempos límites de aplicación y la naturaleza y volúmenes de las descargas.
Además de lo anterior, este documento establece los niveles permisibles de los diferentes compuestos que estas fábricas pueden emitir al agua (efluentes líquidos), al aire (efluentes gaseosos) y a la tierra (residuos sólidos). Estos niveles garantizan la sostenibilidad de los recursos. Es así que desde el año 2001, la industria de pulpa y papel europea se maneja con el compromiso internacional de cumplir dichas pautas, y limitar sus emisiones a los niveles permitidos.
El Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (Persistent Organic Pollutants, POPS) en sus Partes II y III, (Categorías de fuentes), establece que las dioxinas y furanos se forman y se liberan de forma no intencionada a partir de procesos térmicos, que comprenden materia orgánica y cloro, como resultado de una combustión incompleta o de reacciones químicas.
Las Partes firmantes (Argentina y Uruguay suscribieron en 2001 y reconfirmaron en enero de 2005) se comprometen a adoptar medidas para reducir las liberaciones totales derivadas de fuentes antropógenas de cada uno de los productos químicos incluidos, con la meta de seguir reduciéndolas al mínimo y, en los casos en que sea viable, eliminarlas definitivamente.
El acuerdo implica la exigencia de utilización de materiales, productos y procesos sustitutivos o modificados para evitar la formación y liberación de los productos químicos mencionados. Requiere, asimismo, el empleo de las mejores técnicas disponibles y de las mejores prácticas ambientales (combinación más adecuada de medidas y estrategias de control ambiental).
En el Convenio de Estocolmo se definen las formas más adecuadas de fabricación de pulpas celulósicas y papel, abarcando desde la recepción de la madera en la fábrica, hasta el secado de la pulpa final. Incluyen también la generación y manipulación de productos químicos, el sistema de recuperación y el blanqueo.
7º MITO: Los países más desarrollados quieren contaminar a los menos desarrollados
Según datos actuales de la FAO, Estados Unidos es el principal productor de pulpa química del mundo, con 29.015.000 toneladas por año, seguido por Canadá (12.576.000 t/a), Japón (8.949.000 t/a), Finlandia (7.440.000 t/a) y Brasil (7.317.000 t/a). Como puede observarse, estamos hablando de cuatro países altamente desarrollados, y uno que se encuentra en vías de serlo.
Finlandia, pese a su importante producción de pulpa química, ocupa el primer puesto en el Índice de Sustentabilidad Ambiental del 2005 (ESI por sus siglas en inglés) que incluye 146 países.
Además de lo anterior, Finlandia es el país más transparente del mundo, según el último informe de Transparencia Internacional (TI). Es una de las naciones donde mejor se vive y donde la ausencia de corrupción es casi absoluta. Todos cumplen las reglas, desde los ciudadanos hasta los funcionarios.
La pregunta es entonces, ¿porque vienen empresarios de este país a instalar una fábrica de pulpa celulósica en América del Sur?
En principio, estamos hablando de un país pequeño, de aproximadamente 338.000km2, que posee 19 fábricas de pulpa (Argentina tiene 3.761.274 km2 y 9 fábricas de pulpa). Es lógico entonces que busquen otro lugar donde instalar más fábricas de pulpa, dado que los productos forestales son básicos en su economía.
Sumado a lo anterior, quien conoce el tema forestal, y ha estado en algún país de esas latitudes, reconoce fácilmente la ventaja competitiva que poseen nuestros países en cuanto al crecimiento de las plantaciones. Sobre todo por cuestiones climáticas, la velocidad de crecimiento de nuestros árboles, en volumen de madera, es cerca de cuatro veces mayor que en los países nórdicos.
La elección de nuestros países para la instalación de estas fábricas pasa a ser lógica. Ahora bien, ¿es perjudicial? Cualquier país de la Unión Europea tiene el compromiso de cumplir con la legislación de la UE en cualquier país en que instale sus fábricas. Además, tanto Argentina como Uruguay han suscripto el Convenio de Estocolmo con las obligaciones que eso conlleva. Es decir que, en teoría, ninguna fábrica que se instale actualmente debiera tener la capacidad de contaminar más allá de lo que la legislación internacional lo permite, y esta legislación es sumamente restrictiva.
Depende de la habilidad política de nuestra clase dirigente el convertir estas inversiones en una ventaja económica y ambientalmente sostenible.
8º MITO: Como las fábricas antiguas contaminan, las nuevas también contaminarán
Como puede verse en lo explicado anteriormente, los desarrollos y la definición de las Mejores Tecnologías Disponibles tienen menos de una década E los últimos 5 años, se realizaron importantes avances en el diseño de ingeniería de los procesos deproducción y de mitigación. Los cambios se centraron en la disminución de la generación de emisiones y residuos en general, y perniciosos en particular, la recirculación del agua utilizada y el tratamiento de los efluentes.
Es así que las fábricas más antiguas, obviamente no cuentan con todos los elementos de mitigación y tratamiento de efluentes que son exigibles actualmente. Cuando alguien dice “hace 40 años que venimos soportando el olor”, es absolutamente cierto. Las tecnologías de mitigación de olor son nuevas y debieran estar instalándose ahora.
Algunas fábricas han ido modernizando sus procesos de blanqueo, sobre todo aquellas con mayores conflictos por problemas de contaminación. La tan citada fábrica de Pontevedra en España, por ejemplo, cambió totalmente su sistema de blanqueo en 1994, pasando a un sistema totalmente libre de cloro. Otras han pasado del blanqueo con cloro al dióxido de cloro, y otras han incorporado etapas de deslignificación con oxígeno.
Aunque parezca inconcebible, algunas fábricas no cuentan con tratamiento secundario de efluentes, imprescindible para degradar las substancias orgánicas disueltas en el mismo.
De todas maneras, es más sencillo instalar una fábrica moderna, dotada de toda la tecnología “anticontaminación” que adaptar a las fábricas antiguas. Cuando se habla de instalar una fábrica nueva (lo que se llama “greenfield”), habría que seguir 3 pasos básicos para asegurar que será una fábrica “limpia”.
- En principio, hay que exigir que cuente con todos los avances tecnológicos que harán de ella una fábrica de baja contaminación. Los organismos estatales competentes deber realizar la Evaluación del Impacto Ambiental de la industria propuesta, basado en el Estudio de Impacto Ambiental presentado. Asimismo, es imprescindible verificar que la fábrica cuente con todos los elementos de mitigación y tratamiento de efluentes establecidos como Mejores Tecnologías Disponibles (BATs) por los organismos internacionales.
- Como segunda medida, y para asegurar lo anterior, debe realizarse una rigurosa inspección de las instalaciones previa al otorgamiento de la Habilitación Industrial.
- Finalmente, y para asegurar el buen funcionamiento de la fábrica desde el punto de vista ambiental, deberán realizarse estrictas inspecciones y controles periódicos de los efluentes, tanto cuando la fábrica se encuentra en períodos de régimen normal, como durante los períodos de puesta en marcha.
9º MITO: La industria de pulpa y papel no puede ser una tecnología limpia
La aplicación de las mejoras recomendadas para transformar a todas las fábricas existentes en ábricas más limpias es más difícil que en las nuevas por instalar, pero puede realizarse.
En general, en los países más avanzados en legislación ambiental, poseen leyes específicas para la idustria de pulpa y papel, donde se establecen parámetros adecuados a las emisiones de estas fábricas. Este es el caso, por ejemplo, de Canadá. Como los controles son muy estrictos, las multas son muy fuertes cuando las fábricas se exceden en los valores aceptados para esos parámetros en los vertidos. También se realiza el monitoreo continuo (cada 3 meses) de la calidad de los ríos (fisicoquímica y biológica), aguas arriba y aguas abajo de la fábrica, para verificar eventuales alteraciones.
Como primera aproximación a un correcto cuidado ambiental en nuestros países, además de revisar la adecuación de la legislación existente, es imprescindible que se destinen los recursos económicos necesarios para el correcto funcionamiento de los organismos encargados de asegurar su cumplimiento.
Es imprescindible trabajar sobre dos medidas legislativas.
- En principio, elaborar una ley que promueva el uso de las Mejores Tecnologías Disponibles (BATs) en las fábricas existentes de pulpa y papel del país. Ésta debería tomar como modelo a la Directiva 96/61 de la Comunidad Europea del 24 de septiembre de 1996 relativa a la prevención y al control integrado de la contaminación. En ella se establecen medidas para evitar o, cuando ello no sea posible, reducir las emisiones a la atmósfera, al agua y al suelo, incluidas las medidas relativas a los residuos, con el fin de alcanzar un nivel elevado de protección del medio ambiente considerado en su conjunto. En el caso de la industria de pulpa y papel se basa en las definiciones de las BATs. La ley propuesta se enmarcaría en la “Política Nacional de Producción Limpia”, elaborada por el Programa Nacional de Promoción de la Producción y Consumo Sustentable (PNPPyCS).
La ley debería incluir la realización de estudios de línea de base (estado actual de la situación del río, aguas arriba y abajo) de todos los ríos sobre los que se vierten efluentes industriales. Además, la realización de un relevamiento de la situación tecnológica de las fábricas existentes, y de sus vertidos. Adicionalmente, debiera exigir un plan de actualización tecnológica basado en las BATs, y prever un plan de otorgamiento de tiempos razonables y líneas de créditos blandos a las empresas para cumplir con esa exigencia. Para esto último, podría buscarse financiamiento de organismos internacionales Debería convocarse a la Asociación de Fabricantes de Celulosa y Papel (AFCP) para suscribir un acuerdo sectorial que permita avanzar en el sentido propuesto. Por último, debiera formarse una Comisión de Seguimiento.
- La segunda medida consiste en la adecuación de la legislación actual, adecuando los parámetros exigidos a los requeridos para la industria papelera (DBO, DQO, AOX, toxicidad, etc.) y los niveles exigidos a esos parámetros de acuerdo con lo que se estime conveniente para mantener el estado de los recursos. La legislación deberá revisarse y actualizarse periódicamente, de acuerdo con las mejoras tecnológicas que permitan disminuir los niveles establecidos.
Para que todo este proceso sea exitoso, es imprescindible la definición del organismo de control, y sobre todo, establecer claramente cual será el presupuesto que se otorgue al mismo para cumplir con su tarea, el cual deberá ser suficiente para ello.
Esta modificatoria (o anexo), deberá incluir la realización el monitoreo continuo de los ríos (cada 3 o 6 meses), para verificar que no se altere su calidad fisicoquímica y biológica.
10º MITO: La única solución del conflicto con Uruguay es que las fábricas no se instalen
Si quedó en claro lo anterior, podemos coincidir en que hoy en día existen las tecnologías para reducir al mínimo la contaminación producida por la industria de pulpa y papel. En fábricas nuevas, solo basta con ajustar la legislación, exigir el cumplimiento de las BATs, y verificar el cumplimiento de los valores permitidos durante su funcionamiento.
El conflicto con Uruguay no es insalvable, si se cuenta con la buena voluntad de todas las partes involucradas. Según mi criterio, muy técnico, personal y alejado de la política, por cierto, debiera conformarse una Comisión Binacional de Expertos, con participación de profesionales de las fábricas involucradas. Esto significa, reunir a los máximos investigadores científicos (no funcionarios) de ambos países, en el área ambiental y celulósico-papelera. La presencia de los técnicos de las fábricas (ingenieros a cargo) garantizaría la comunicación e información.
Esta comisión debiera rever los proyectos y verificar la presencia de todos los elementos de proceso, mitigación y tratamiento de efluentes, establecidas como Mejores Tecnologías Disponibles en los tratados internacionales y el Convenio de Estocolmo. Si faltara algún elemento, las Empresas debieran asumir el compromiso de incorporarlo.
Una vez asegurada la limpieza tecnológica de las fábricas, debiera entrar en plena vigencia el Estatuto del Río Uruguay, que establece el régimen jurídico sobre el mismo, cuya reglamentación se denomina Digesto sobre el uso y aprovechamiento del río Uruguay, y fue firmado por ambos gobiernos el 26/02/1975. Este establece la existencia de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), encargada, entre otras cosas, de controlar la contaminación del río.
Específicamente, el Capítulo XIII en su artículo 56, expresa que La Comisión desempeñará las funciones de dictar las normas reglamentarias sobre conservación y preservación de los recursos vivos y prevención de la contaminación; además de coordinar entre las autoridades competentes de las Partes la acción en materia de prevención y represión de ilícitos.
Esto significa que esta comisión binacional tiene el poder de establecer los parámetros y niveles de descargas al aire, agua y suelo que ambos países estimen convenientes (los cuales pueden ser tan restrictivos como se quiera) y además, es la encargada de controlar que eso se cumpla.
Esto garantiza una total participación de nuestro país en el control de la contaminación de las fábricas que se instalen sobre el río. Finalmente, todo se reduce a la calidad personal, los conocimientos y la integridad de los miembros de esa comisión para que sea un organismo confiable y eficiente.
Por: Dra. Maria Cristina Area
Directora Programa de Investigación de Celulosa y Papel (FCEQYN)
Maestrías en Madera, Celulosa y Papel (FCEQYN – FCF)
Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales
Universidad Nacional de Misiones
Fuente: www.ambienteydesarrollo.com.ar
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