Limitaciones, falsedades y distorsiones de las energías renovables
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- El 8 febrero, 2011
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En principio, todo aporte de KWh (de energía eléctrica) es bienvenido.
Pero el caso a plantearse –que suele ser prolijamente omitido por los poderosos intereses creados que pretender instalar “al como sea” las mal llamadas “nuevas fuentes de energía” o también erróneamente calificadas como “energías limpias o renovables”-, no es solo sumar KWh, sino evaluar lo elemental:
a) a que costo,
b) en que condiciones técnicas,
c) con que costos ambientales ocultos.
Las llamadas “nuevas fuentes de energía” (eólica, solar, geotérmica, hidrógeno, etc.), solo pueden “entrar en el mercado” en base a muy fuertes subsidios, pues sus costos por KWh son por regla general muy altos, en algunos casos desmesuradamente caros, si se considera su integración a un mercado interconectado. Esto referido a sistemas interconectados, pero para consumos aislados, sin duda pueden ser soluciones adecuadas.
Una excepción seria la biomasa. Los biocombustibles, en un contexto de petróleo y gas más caros que en la actualidad, serán competitivos. Otros casos de biomasa llegan a ser competitivos, pero por lo general en bajos volúmenes de producción, por ejemplo aserraderos e incluso plantas celulósicas que utilicen los residuos maderables para producir energía eléctrica con la cual autoabastecerse y en algunos casos vender en pequeñas escalas a la red.
Pero para sistemas interconectados, las “nuevas fuentes de energía”, solo pueden funcionar en base a muy fuertes y por ende costosos subsidios.
Los números difundidos respecto a las condiciones contractuales que posibilitan importantes inversiones en energía eólica en Argentina, demuestran que el precio de compra acordado es 433,33 % más caro que el precio medio vigente hoy en Argentina, y con el agravante que el precio eólico acordado está dolarizado. Eso significa que ante toda previsible devaluación de nuestra moneda, el precio de KWh eólico será aún más desproporcionado, medido en pesos.
Debe decirse que el precio medio vigente hoy en Argentina está influido por los subsidios cruzados que existen, sin los cuales los precios al consumidor se hubiesen disparado, afectando los índices de precios; y sus costos en varios componentes están pesificados, lo cual marca una importante diferencia respecto a las tarifas eólicas. Y es muy claro que la “competitividad a ultranza” de la eólica que alegan algunos sectores ultra ambientalistas es más que discutible.
La eólica tiene su nicho y puede ser un complemento interesante, pero no sirve como energía de base, ni es la gran panacea.
Cabe aclarar que tan importantes subsidios a la energía eólica también existen en todos los países en los que se estimularon los masivos parques eólicos, y prácticamente en todos ellos están recortando subsidios, acorde a la gran crisis económica.
Respecto a la energía solar fotovoltaica (obtenida con paneles) es al menos 500 % más cara que la energía eléctrica de red, y sus rendimientos son pobres.
El hidrógeno es otro caso similar de muy altos costos. Producir una unidad energética de hidrógeno demanda entre 4 a 5 unidades de energía, ¡una ecuación ruinosa!
La geotermia es otro caso de características similares, en lo que hace al alto costo por KWh. Dependiendo de las condiciones geológicas, la inversión para disponer del vapor de agua puede ser muy importante, y la vida útil muy acotada, dado que usualmente ese tipo de agua contiene sarros, que terminan obstruyendo las cañerías y las turbinas. En Argentina la única planta que existió, en Caviahue, Neuquén, fue abandonada a los pocos años. Se estaría por volver a instalar otra usina geotérmica en la misma localidad.
Las limitaciones técnicas de todas estas fuentes de energía son considerables. Ninguna puede abastecer porcentajes significativos de la demanda interconectada.
La eólica necesita una central convencional funcionando en paralelo, o una robusta red de interconexión tipo mallado denso, para anular las constantes fluctuaciones en la tensión, el voltaje y otros problemas técnicos asociados; todo ello provocado por las variaciones en las intensidades de los vientos, los cuales lógicamente no son controlables. Se estima que técnicamente en un sistema de interconexión lineal y disperso como el argentino, la eólica –con la tecnología actual- no podrá superar el 20 % de la matriz eléctrica nacional. O sea de cada 100 KWh producidos, solo 20 eventualmente podrán ser eólicos.
La solar tiene rendimientos diferentes según las horas del día, según la latitud en que estén ubicados los paneles, y lógicamente no funcionan de noche ni en días sin sol. Almacenar electricidad mediante acumuladores es muy caro, y ambientalmente ruinoso (las baterías funcionan con ácidos altamente tóxicos).
El hidrógeno está aún en su faz experimental, tiene problemas de logística para toda la cadena de producción – traslado – almacenamiento – consumo. Es muy inflamable, y la “producción” (separación de otros componentes) es muy costosa.
La geotermia solo es viable en los pocos lugares del mundo en los que el magma se encuentra cerca del exterior de la corteza terrestre. Y aún en esos sitios técnicamente tiene serias limitaciones.
Los costos ambientales suelen disimularse o estar ocultos, presentándose una falsa imagen de “energías limpias”, con las que se las “vende” a la opinión pública.
Las eólicas y solares tienen componentes de costosa producción, y en varios casos fuertemente contaminantes al degradarse. Los procesos de producción, instalación, reparaciones, y desmontaje final, insumen mucha energía y cuidados, todo lo cual se traduce en gastos de energía y consecuentes costos ambientales. Existen otros costos ambientales, algunos derivados de los bajos rendimientos, como los paneles, cuya energía producida en toda su vida útil puede ser similar o menor que la energía necesaria para fabricarlos, instalarlos, mantenerlos y desmontarlos.
Las palas de las eólicas pueden sufrir acelerados desgastes, muchas veces con vidas útiles exiguas, que no llegan a una década en casos acentuados. Todo ello implica gastos económicos, indisponibilidades técnicas, y mayores costos ambientales indirectos (producir y reemplazar las palas consume energía, lo cual es un costo ambiental).
Las reparaciones de los generadores eólicos, ubicados a grandes alturas y muy dispersos geográficamente, implican graves riesgos para el personal, dificultades para almacenar cuidadosamente los lubricantes, grasas y repuestos usados (y contaminados), además de los costos ambientales de los traslados del personal de mantenimiento.
En el caso de los paneles solares, las tareas de limpieza, por sí solas son engorrosas, costosas y complejas en lo logístico; todo lo cual significa costos ambientales. Queda en claro que si los lugares óptimos para instalar paneles solares son los desiertos o zonas de muy baja pluviosidad, la supuesta “autolimpieza” de los paneles es inviable, por ausencia de lluvias y exceso de polvo en suspensión en el aire.
Del hidrógeno se explicó el bajísimo rendimiento, en función de la energía utilizada para separarlo de otros componentes con los que se encuentra unido naturalmente. Más todos los irresueltos problemas de logística, pues es un vector energético complejo y peligroso.
La energía geotérmica requiere ingentes gastos en componentes y construcción –traducidos en gastos energéticos-, los cuales terminan siendo costos ambientales.
Todos estos factores no son desconocidos para cualquier experto energético, y no deberían serlo para los supuestamente “entendidos” militantes del ultraecologismo. ¿Por qué entonces son sistemáticamente ocultados o tergiversados por las transnacionales del ecologismo fundamentalista? ¿Por qué Greenpeace promociona tan activa y tergiversadamente a la generación eólica…? Por otra parte, conociéndose las limitaciones de estas falsas “grandes soluciones energéticas”, es lógico constatar que se termina recurriendo a alguna de las tres tecnologías probadas y confiables para generar electricidad en gran escala, que son la hidroelectricidad, la nuclear y la termoelectricidad.
¡Pero Greenpeace, WWF – Vida Silvestre y otras similares, al atacar sistemáticamente a las hidro y las nucleares…terminan siendo muy funcionales a los intereses de la termogeneración, que quema petróleo, gas o carbón…que son las alternativas más contaminantes de esas tres tecnologías!
O sea, el ultra ecologismo es aliado y funcional a los intereses de las megas petroleras, en especial las anglosajonas, tal como los hechos lo demuestran sobradamente.
Por: C.P.N. Carlos Andrés Ortiz
Investigador de temas económicos y geopolíticos
Ex Investigador y Docente = Facultad de Ciencias Económicas = UNaM
Especialista en Gestión de la Producción y Ambiente – Fac. de Ing. = UNaM
Tesista de la Maestría en Gestión de la Energía = UNLa – CNEA
Docente de Economía – Esc. Normal 10 – Nivel Terciario
Docente de la Diplomatura en Geopolítica – Inst. Combate de Mbororé
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