Las herramientas como “objetos vivos”
- Creado por admin
- El 1 enero, 2000
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Patrick Jordan, en Designing pleasurable products (Taylor & Francis; 2000), sostiene que las corrientes más tradicionales de la ergonomía tienden a considerar los productos (los objetos manufacturados) como simples herramientas, y las personas como meros componentes cognitivos y físicos dentro de un sistema persona-producto. El objetivo de estas corrientes es lograr que las exigencias cognitivas y físicas que los productos plantean a los usuarios no sobrepasen sus capacidades globales de procesamiento.
Jordan argumenta que este enfoque, si bien es indispensable, resulta limitado para lograr una óptima interacción persona-producto. Las cosas con las que interactuamos son más que herramientas: son “objetos vivos” con los que tenemos una verdadera relación: una relación que nos puede alegrar o enfadar, hacernos sentir bien con nosotros mismos o avergonzarnos, proporcionar seguridad o provocar ansiedad. Jordan propone que se analice nuestra relación con los objetos de manera más holística para poder diseñar productos que no sólo respeten nuestras capacidades básicas de manipulación de cargas y de tratamiento de informaciones, sino que también satisfagan nuestras necesidades psicológicas más profundas.
Patrick Jordan realiza estas reflexiones en el ámbito de los productos de consumo. Sin embargo, resultaría interesante trasladarlas al ámbito laboral. Muchas profesiones se sustentan en una relación privilegiada con productos específicos: la cabina de pilotaje, el camión de bomberos, los instrumentos de cirujía… ¿Cómo la arquitectura física y funcional de estos objetos incide en las vivencias de sus operadores? ¿Cómo reenvían, durante el uso cotidiano, la imagen que los trabajadores desean y necesitan tener de sí mismos? ¿Cómo inciden en la motivación, y qué sucede en caso de cambio tecnológico?
Explorar estos ámbitos implica, en cierto sentido, analizar cómo los denominados ‘factores psicosociales’ actúan en la interacción persona-máquina, y exige una colaboración más estrecha entre psicosociólogos, ingenieros, diseñadores industriales y ergónomos para poder diseñar, en un futuro, sistemas de trabajo que no sólo no dañen sino que proporcionen profundos niveles de satisfacción.
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