La inquietante duda de los Transgenicos
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- El 1 enero, 2000
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El miedo sobre los organismos genéticamente modificados (OGM) radica en la incertidumbre por la reacción que pueda tener un determinado ser vivo cuando se introduce en él algo que no pertenece a su cadena genética. Por primera vez en 1993, Argentina liberó al mercado un alimento transgenico: un tomate caracterizado por una maduración más prolongada, mejor sabor y mayor permanencia. Luego sobrevinieron la soja, algodón, papa y girasol. Pero fue en 1996 que la multinacional Monsanto, logro que el gobierno argentino aprobara la comercialización masiva de la soja y, a partir de ahí, su cultivo creció. Según Greenpeace, la gran promesa de los vegetales modificados era que iban a permitir reducir la utilización de agroquímicos y de costos; aumentar la productividad de la tierra; resistir a condiciones ambientales agresivas (heladas, sequías) y suelos salinos, herbicidas, plagas de insectos o enfermedades y brindar mayor cualidad nutritiva. Hoy, se calcula que hay más de trescientos alimentos en las últimas fases de experimentación o las primeras de comercialización. Nuestro país es uno de los escenarios protagonistas entre países que desarrollan, promueven y comercializan, durante la ultima década estos productos y, encabeza la siembra de soja transgenica junto a Canadá y EE.UU., promotores de gran porcentaje del circulante en todo el mundo.
Existe un proceso de regulación de estos alimentos, que comienza con la Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria, que evalúa el impacto ambiental; luego, SENASA analiza la inocuidad alimentaria y por ultimo, la Dirección Nacional de Mercados Agroalimentarios evalúa el potencial impacto sobre los mercados de exportación. En Argentina, del 99% de la soja que se produce, se exporta una mitad aproximadamente a mercados de consumo humano proveniente del este y sudeste asiático, y la otra mitad se destina primordialmente como aceite y harina forrajera para el ganado europeo. Buenos Aires, Córdoba y Santa fe han sido de las provincias más exportadoras del mencionado cultivo.
El punto es que, se está cambiando la estructura agrícola del país por un sistema monoproductivo que ha monopolizado el mercado de cultivos en detrimento de las tierras y otros alimentos. Como la siembra de soja permite un fácil manejo a un bajo costo, este modelo se sostiene en una producción eextractiva a gran escala que va saturando el suelo y provocando su empobrecimiento. Lo que implica la expansión de la frontera agropecuaria para seguir cultivando. A diferencia de la agricultura orgánica), el monocultivo agota el suelo, perdiendo así, su fertilidad natural y es ahí donde entra en juego el fertilizante sintético. La soja es modificada para hacerla resistente al herbicida Roundup (glifosato), usado para destruir malezas no deseadas, vale decir que puede ser fumigada varias veces sin que se muera, y es por eso que se la conoce como Soja RR (Roundup Ready).
Descubrimientos científicos han demostrado que los genes son dinámicos y, pueden recombinarse, por eso los organismos transgénicos son impredecibles y pueden mutar. El principio precautorio es aplicable en situaciones como esta, en que al avance de la ciencia, supera la ecuación causa-efecto. Nace entonces, la polémica sobre la imprudencia de sembrar cultivos de esta “naturaleza”. Es que una vez liberados al ambiente, resulta complicado controlarlos, pues subyacen variables que aun no se conocen. y por ende, si las advertencias de contaminación genética son ciertas, se podrían originar mutaciones con posibles efectos no deseados. Según el panorama que delinean muchos especialistas y Organismos no gubernamentales, existe todo un trasfondo social: según la fuente entrevistada, Daniela Montalto de Greenpeace Argentina, como resultado de la conversión agrícola a campos monoproductivos de soja, se ha producido un éxodo rural muy marcado debido a que se expulsa mano de obra y se necesita cada vez más campo. Por eso los pequeños y medianos productores terminan con grandes niveles de endeudamiento y no pueden sostenerse, perdiendo así sus campos que pasan a manos de los grandes establecimientos.
La Sociedad Británica de médicos alerto sobre la resistencia de los OGM a algunos antibióticos. Un riesgo concreto ocurrió con una soja a la que se introdujo un gen de la nuez de Brasil, por lo que se la retiró del mercado luego de producir efectos adversos en un importante número de personas.
Hay todo un proceso de bioseguridad nacional, para autorizar y poner en marcha el mercado de vegetales y animales manipulados genéticamente. El proceso de regulación se da en tres etapas: evaluación del impacto sobre el ambiente (CoNaBiA), evaluación de inocuidad alimentaria para consumo humano y animal, (SENASA) y termina con evaluación del potencial impacto sobre los mercados de exportación, en especial debido al marcado perfil agroexportador que tiene el país (organismo asesor de la Secretaria de Agricultura).
Lo que se reclama es la identificación en el mercado a través del etiquetado de estos alimentos en cualquiera de sus manifestaciones.
Tropezones ilegales
Por citar dos ejemplos, el primer transgenico ilegal descubierto fue el tabaco, en Catamarca y Tucumán. En Marzo del 2002, Greenpeace detecto una variedad de maíz RR GA 21 (Monsanto), de origen argentino (prohibido para consumo humano en Argentina y UE) en harina y sémolas de maíz, comercializadas en un supermercado de Suiza.
Sesenta países han firmado el Protocolo de Bioseguridad, que obliga a colocar etiquetas especiales a los alimentos biotecnológicos.
Soja solidaria
Basada en la gran disponibilidad de soja y la facilidad económica que posibilita la donación de porotos de soja, según el presidente de la Asociación de productores de Siembra Directa (AAPRESID) Víctor Trucco, sólo se pensó en ayudar a personas que no tienen nada que comer. En ese sentido valen destacar las Conclusiones del Foro para un Plan Nacional de Alimentación y Nutrición, organizado por el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales y auspiciado por UNICEF en Agosto del 2002, donde se advierte sobre la soja por su alto contenido en fitatos que interfiere en la absorción de hierro y zinc. Tampoco es una buena fuente de calcio y recomiendan no denominar al jugo extraído de la misma como leche, pues no la sustituye de ninguna manera; y se desaconseja su consumo en niños menores de cinco años y especialmente en menores de dos. Ahora bien, si en un encuentro donde se juntaron profesionales reconocidos en nutrición lo dicen, restará entonces asumir un compromiso ético y responsable y buscar alternativas. Por otro lado, claro, se reconoce a esta leguminosa como una alta fuente de proteínas y valor energético pero, complementándola con una dieta diversificada.
Como alternativa se propone que en vez de donar porotos de soja a través del asistencialismo, se busque la forma de entregar franjas de tierra y semillas varias, para que la gente recupere dignamente el acceso a los alimentos y sea independiente, mediante el trabajo; por lo pronto la donación de alimentos variados respondería también a una buena opción.
Por Carolina Salem Bersais
Analista Ecológica
Postgrado Solidario
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