Herramientas para la gestión medioambiental – 2º Parte
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- El 1 enero, 2000
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Definición y evolución en la utilización
El comienzo de la preocupación por las repercusiones de los productos de las empresas sobre el medio ambiente trajo en un primer momento un «boom» del reciclaje de ciertos materiales. En ocasiones, el tema llegó a situaciones de colapso en el mercado de los productos reciclados e, incluso, a una «autocomplacencia que limpiaba la conciencia pero que no atacaba las causas del problema» (Biddle, 1993; Vining, Linn y Burdge, 1992). La progresiva constatación de que todas las actividades desarrolladas en el seno de la empresa (conectadas de un modo u otro con los productos o servicios de esa organización) producen impactos en el medio ambiente, lleva a muchas empresas a considerar la necesidad de analizar con más detalle todas sus actuaciones. Así, algunas de ellas comienzan a asumir la obligación de reducir el impacto de sus productos, no sólo en su producción o en su eliminación, sino en todas y cada una de las fases por las que el producto pasa.
Se llega entonces a la conclusión de que, la realización de comprobaciones del comportamiento global de los productos y el análisis de sus alternativas es un paso fundamental en la reducción de la contaminación provocada por los mismos. Así, en los últimos años de la década de los ochenta, el concepto de la «administración del ciclo de vida» llegó a convertirse en un tema estrella, plasmando la preocupación ya demostrada desde la década de los sesenta.
Era preciso obtener una herramienta fiable, con capacidad para evitar problemas derivados de percepciones subjetivas (como ejemplo podría estudiarse el análisis y crítica realizado por Kleiner, 1993, 8-9, sobre el polémico cambio de estireno a papel en los envases de McDonalds) y que permitiera integrar las distintas áreas funcionales de la organización. Surge así el «análisis o evaluación del ciclo de vida» (ACV), que en general podemos definir como «una aproximación por parte de la administración de la empresa para reducir el impacto de un producto, paquete o actividad sobre la salud humana y el medio ambiente, mediante el examen de cada fase de la vida de los productos manufacturados, desde la extracción de las materias primas y a través de la producción o construcción, distribución, uso, mantenimiento y basura o reciclado» (Henn y Fava, 1994, 542).
Objetivos y metas del análisis del ciclo de vida (ACV)
La filosofía del ACV no tardó en resumirse en la consideración de que se trataba de un análisis de productos «de la cuna a la tumba». Sin embargo, en los últimos trabajos realizados sobre el tema se prefiere la expresión «de la cuna a la cuna» o incluso «de la cuna a la resurrección», terminología que refleja el énfasis en el aprovechamiento de los residuos, dando lugar a una gestión cíclica de los materiales (Sadgrove, 1993).
Después del análisis, la empresa no sólo debe conocer el impacto medioambiental de los procesos que desarrolla en el ciclo de vida de sus productos, sino que también conocerá los cambios posibles para mejorar medioambientalmente el producto
El informe realizado tras un ACV debe identificar algunas posibles mejoras o alternativas a los procesos existentes. Por tanto, después del análisis, la empresa no sólo debe conocer el impacto medioambiental de los procesos que desarrolla en el ciclo de vida de sus productos, sino que también conocerá los cambios posibles para mejorar medioambientalmente el producto, tales como: eliminar o reducir los componentes nocivos, emplear como sustitutos materiales o procesos compatibles con el medio ambiente, reducir el peso o volumen, generar un producto concentrado, combinar las funciones de más de un producto, producir menos modelos o estilos, rediseñar para un uso más eficaz, aumentar el ciclo de vida útil del producto, reducir envases inútiles, mejorar la capacidad de reparar productos, diseñar productos de uso reiterado o, incluso, eliminar o reemplazar aquellos productos que siendo altamente perjudiciales para el medio ambiente no cuenten con alternativas factibles para su mejora.
Para finalizar este apartado debemos resaltar que la principal utilidad de estudiar el ciclo de vida de un producto debe consistir en poder propiciar un correcto diseño, a priori, del mismo. En cualquier caso, teniendo en cuenta esta premisa, podemos señalar que las propuestas para convertir un producto en más respetuoso con el medio ambiente pueden afectar a su elaboración, uso y/o eliminación (Sadgrove, 1993, 208). Desde otro punto de vista, los cambios se pueden realizar en cualquiera de las áreas funcionales de la organización, tales como I+D, producción, marketing, etc. (Coddington, 1993, 161). El cuadro 2 presenta algunas recomendaciones sobre las actuaciones desarrollables a lo largo del ciclo de vida de una empresa en cuatro de sus áreas funcionales (I+D, producción, marketing y finanzas).
Cuadro 2
Aspectos medioambientales en algunas áreas funcionales relacionadas con el desarrollo de los productos
Areas: Desarrollo ciclo de vida: |
I+D |
FABRICACION / PRODUCCIÓN |
FINANZAS |
MARKETING |
Oportunidad de los desarrollos medioam-bientales: |
Evaluar el atractivo de investigar el desarrollo de alternativas y aplicaciones. |
Evaluar interés de posibles cambios tangibles para generar alternativas de métodos, materiales y fuentes de energía. |
Analizar el interés de sustituir los costes de una gestión conformista contra los de una gestión para garantizar. |
Investigaciones sobre medio ambiente en consumidores y clientes. |
Factibilidad: |
Evaluar la posibilidad de ir generando diferentes alternativas que minimicen el impacto. |
Evaluar posibilidades reales de sustituir los sistemas existentes de transporte, fabricación y eliminación de basuras. |
Estudiar coste financiero de los desarrollos y comparar con el impacto en salud humana y medioambiental. |
Evaluar la disponibilidad de mercado para aceptar los nuevos desarrollos generados. |
Diseño: |
Diseño para: menos impacto, larga vida, otros usos, reciclaje, mantenimiento y eliminación. |
Diseño para prevenir contaminación y cero basuras. |
Instituir la planificación financieras para el desarrollo sostenible. |
Propiciar la satisfacción de necesidades básicas y medioambientales de clientes. |
Pruebas: |
Comparar las pruebas con animales frente a otras pruebas. |
Propiciar que todas las pruebas sean seguras y cumplan con la regulación legal. |
Tratar de lograr subvenciones e incentivos para ahorro de energía y conservación de recursos |
Buscar el apoyo de proveedores verdes, distribuidores y clientes innovadores y ambientalistas. |
Producción: |
Desarrollar infraestructuras que propicien la mejora continua. |
Practicar la gestión medioambiental de calidad (TQEM). |
Analizar medios para lograr la financiación del sistema (considerar asociaciones y joint-ventures). |
Atención a las relaciones con la comunidad y al derecho a saber de la misma. |
Ventas y distribución: |
Desarrollar infraestructura para localizar oportunidades. |
Auditorías medioambientales de empaquetado, vehículos y almacenes. |
Presión para un mercado medioambiental libre. |
Impulsar ventas ligadas a la educación medioambiental y la colaboración con la sociedad. |
Educación y regulación: |
Establecer alianzas con grupos de presión y apoyo de terceras partes. |
Establecer alianzas con grupos de presión y apoyo de terceras partes. |
Establecer alianzas con grupos de presión y apoyo de terceras partes. |
Promover la educación medioambiental del cliente y consumidor. |
Promoción: |
Difundir el esfuerzo investigador de la empresa y algunos de sus logros. |
Certificar los sistemas de gestión medioambiental de la empresa. |
Generar una información creíble sobre las inversiones y resultados medioambientales de la empresa. |
Cumplir con regulaciones para ecoetiquetado y usar campañas con argumentos medioambientales. |
Fuente: Elaboración propia (basado en el esquema de Coddington, 1993).
Procedimiento para la elaboración de un análisis de ciclo de vida (ACV)
En general, la operatoria del ACV puede dividirse en tres grandes pasos:
1.º Inventario del ciclo de vida: cuantificación de los requerimientos de energía y materias primas, emisiones de gases, vertidos de agua, generación de basura sólida y otros vertidos, ocurridos a través de todo el ciclo de vida de un producto, proceso o actividad.
2.º Análisis y evaluación del impacto del ciclo de vida: caracterización y evaluación de los efectos de las cargas medioambientales identificadas en la fase anterior (considerando sus efectos sobre salud, hábitat, ruidos, etc.).
3.º Análisis de la mejora del ciclo de vida: evaluación sistemática de las necesidades y oportunidades para reducir la carga medioambiental analizada.
La norma internacional ISO 14040 es la única referencia homologada a nivel internacional sobre evaluación del ciclo de vida. El método propuesto por esta normativa también considera tres etapas, muy relacionadas con las que acabamos de describir. Estas etapas son:
1.ª Definición y alcance de los objetivos: delimitación de los objetivos globales del estudio, el producto, actividad o servicio a estudiar, la audiencia del estudio, los aspectos a considerar, el alcance del análisis y los datos necesarios.
2.ª Análisis del inventario del ciclo de vida: comprende un listado de los procesos y sistemas relacionados con el producto o servicio analizado, haciendo referencia a sus limitaciones y a su impacto potencial. Para facilitar el proceso, resulta útil considerar los distintos «inputs» y «outputs» generados por los procesos considerados.
3.ª Evaluación del impacto: clasificación, cuantificación y valoración acerca de los impactos medioambientales contemplados en el listado de la fase anterior.
La norma internacional ISO 14040 es la única referencia homologada a nivel internacional sobre evaluación del ciclo de vida
El lograr que el estudio sea lo más global posible es uno de los objetivos a conseguir. Así, el cuadro 3 presenta algunas recomendaciones operativas para conseguirlo. En este sentido, el cuadro presenta las recomendaciones de Henn y Fava (1994, 549-550), quienes frente al análisis de ciclo de vida (conjunto de análisis funcionales independientes que contemplan un listado de los impactos de productos, empaquetados o procesos), prefieren lo que denominan «análisis sistémico de ciclo de vida» (integra en un mismo estudio todos los análisis requeridos para tomar una decisión sobre un producto o servicio, conllevando la elaboración de un informe que considere globalmente los distintos factores que afectan al producto en todas las distintas áreas de la empresa, incluyendo planificación, diseño, administración, etc.).
Cuadro 3
Algunas recomendaciones operativas para la puesta en marcha del Análisis del Ciclo de Vida
TAREA: |
EJEMPLOS: |
|
1 |
Organizar equipo multidisciplinar de expertos con diferentes habilidades y perspectivas. |
Personas de producción, planificación, diseño, marketing, contables, etc. |
2 |
Establecer y evaluar claramente problema(s), objetivo(s) y alcance. Distinguir entre problemas particulares y sistemáticos. Establecer hipótesis. |
¿Cuál es mi papel: productor, consumidor, legislador, etc.? ¿Cuál es mi producto: bienes de consumo perecederos, equipo técnico, etc.? Sirviéndonos de un ejemplo, no se trata de ¿qué coche necesito?, sino ¿necesito coche? |
3 |
Establecer horizontes temporales de tiempo. Evaluar cómo afecta el tiempo a los aspectos claves del problema y al análisis por sí mismo. |
¿De cuántos años es el ciclo de vida y de qué depende? ¿En qué momentos temporales se esperan mayores niveles de contaminación? ¿Cuándo tendremos la información necesaria para conocer lo anterior? |
4 |
Identificar y definir alternativas, factibilidad, restricciones, riesgos y grado de incertidumbre. |
¿Cuál será la reacción de competidores y clientes ante nuestras medidas? ¿Qué perjuicios y ventajas tendrán para el medio ambiente? |
5 |
Seleccionar las alternativas más flexibles de cara a una evaluación más detallada. |
Las alternativas prometedoras pero con gran incertidumbre deberían ser evaluadas en profundidad para no excluirlas por error. |
6 |
Establecer calidad e importancia de información requerida. Especificar datos no conocidos y factores no cuantitativos. Evaluar costes, beneficios y tiempo necesitado para obtener datos. Pensar estudios alternativos para aspectos no considerados. |
Evaluar como costes medioambientales no sólo los operativos, normalmente los valores relativos y la comparación de costes entre medidas es más importante que los valores absolutos. |
7 |
Comparar alternativas más factibles: comparación de costes y beneficios, eficacia e influencia en cada objetivo establecidos según los datos. Disminuir en lo posible, riesgos, incertidumbres, juicios de valor, etc. |
Uso de modelos, simulaciones, escenarios y juegos (diferentes modelos para preguntas diferentes). Eliminación variables sin interés. Para un desempeño determinado, ¿cuál es el mínimo coste?, o para un coste determinado ¿cuál es máximo desempeño? Mezclar mejores alternativas si es posible. |
8 |
Seleccionar la opción de producto más respetuosa con el medio ambiente. |
Fuente: Henn y Fava (1994, 596-597).
4. Valoración del funcionamiento del análisis del ciclo de vida (ACV)
A diferencia de lo que ocurre con la auditoría medioambiental y la evaluación de impacto, por ahora no existe ninguna regulación legal que contemple las condiciones de utilización de esta herramienta. Ante la inexistencia de modelos homologados por la ley, algunas empresas usuarias del ACV vienen realizando adaptaciones libres del mismo, específicas a sus particularidades y preferencias. No obstante, han comenzado a surgir algunas propuestas sectoriales y, además, la norma ISO 14040 supone una orientación muy interesante (aunque su uso no está aún muy extendido).
De cualquier modo, las empresas que usan esta herramienta suelen limitarse al desarrollo de la fase de inventario, analizando exclusivamente la cuantificación de los requerimientos de energía y materias primas, emisiones de gases, vertidos de agua, generación de basura sólida y otros vertidos, ocurridos a través de todo el ciclo de vida de un producto, proceso o actividad. Cuando se analizan aquéllas que llegan a la fase de la evaluación del impacto del ciclo de vida, encontramos diferencias muy importantes en los métodos utilizados (puede verse Heijungs, 1994, para una revisión de algunos de esos métodos).
En cualquier caso, uno de los modelos de evaluación sobre los que existe mayor cantidad de literatura es el del Coste de Ciclo de Vida. En pocas palabras, este modelo consiste en asignar una cifra monetaria a cada efecto de un producto (costes de vertido, degradación de la calidad del aire, etc.), mientras que los costes futuros probables se descuentan de un modo muy parecido a como se hace en el análisis del «cash-flow», comparándose finalmente entre alternativas. El problema de este modelo radica en la dificultad de cuantificar los costes monetarios provocados, si bien es más definitivo que los modelos cuantitativos en términos de unidades físicas. De cualquier modo, otra propuesta intermedia podría ser la de usar un modelo cualitativo en virtud de intervalos de preferencia y fronteras máximas de impacto establecidas para cada una de las fases por el equipo analista de la empresa.
Aunque el desarrollo del ACV no ha sido muy amplio todavía, el interés de la información que genera puede convertirlo en una herramienta de gran potencial
En junio de 1994, el Comité de Políticas Medioambientales de la Comisión Económica para Europa, al hilo de la introducción del concepto de «ciclo de productos sostenibles», propuso la puesta en marcha del «Sistema de Perfiles Medioambientales de los Productos». Este sistema consistiría en que cada fabricante proporcione el perfil medioambiental del producto en el eslabón de la cadena que le corresponda y recoja los perfiles de los eslabones anteriores. El «Perfil Medioambiental» incluiría información descriptiva detallada del producto y su envase, datos medioambientales del fabricante, información sobre tecnologías de producción y consejos para un uso adecuado de los mismos. Hasta el momento en que se escriben estas líneas, la propuesta todavía no ha sido desarrollada por las instituciones comunitarias.
Señalar finalmente que donde sí ha sido recogida la necesidad de «promover el diseño, la producción, la comercialización y la utilización de productos que tengan repercusiones reducidas en el medio ambiente durante todo su ciclo de vida» es en el Reglamento del Sistema Comunitario de Etiqueta Ecológica (UE, 1992, art.1). Si bien los criterios aprobados para la concesión de la etiqueta ecológica comunitaria no han contemplado expresamente el funcionamiento del ACV, sí se han impuesto condiciones para las distintas fases de la vida de las categorías de productos hasta ahora reguladas, lo cual hace aconsejable su uso. En cualquier caso, aunque el desarrollo del ACV no ha sido muy amplio todavía, el interés de la información que genera puede convertirlo en una herramienta de gran potencial y muy útil como apoyo a la implantación de sistemas de gestión medioambiental, para solicitar la etiqueta medioambiental para un producto o, simplemente, como certificado documentado de la preocupación de la empresa por el impacto medioambiental de sus productos.
Bibliografía
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Aragón Correa, J. A. (1998): Empresa y medio ambiente. Gestión estratégica de las oportunidades medioambientales, Comares, Granada.
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Biddle, D. (1993): «Recycling for profit: The new green business frontier», Harvard Business Review, noviembre-diciembre, págs. 145-165.
-
Coddington, W. (1993): Environmental marketing: Positive strategies for reaching the green consumer, McGraw Hill, New York y otros.
-
Heijungs, R. (1994): «A generic method for the identification of options for cleaner products», Ecological Economics, vol. 10, págs. 69-81.
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Henn, C. L. y Fava, J. A. (1994): «Life cycle analysis and resource management», en Kolluru, R. V., ed. (1994): Environmental Strategies Handbook. A guide to effective policies & practices, McGraw Hill, New York y otros, págs. 541-642.
-
Hopfenbeck, W. (1993): Dirección y marketing ecológicos: Conceptos, instrumentos y ejemplos prácticos, Ediciones Deusto, Bilbao (traducción del original Umweltorientiertes, Management und Marketing: Konzepte, Instrumente, Praxibeispiele, Verlag Moderne Industrie AG&Co).
-
Kleiner, A. (1993): «¿Qué significa ser verde?», Harvard Deusto Business Review, págs. 4-20 (previamente publicado como: «What does it mean to be green?», Harvard Business Review, vol. 69, núm. 4, págs. 38-47).
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Kolluru, R. V. (1994): «Risk assessment and management», en Kolluru, R., ed. (1994): Environmental Strategies Handbook: A guide to effective policies & practices, McGraw Hill, New York, págs. 327-432.
-
Sadgrove, K. (1993): The green manager’s handbook, Gower, Aldershot.
-
UE, 1992 (art. 1). Si bien los criterios aprobados para la concesión de la etiqueta ecológica comunitaria
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Vining, Linn y Burdge, R. J. (1992): «Why recycle ? A comparison of recycling motivations in four comunities», Environmental management, vol. 16, núm. 6, págs. 785-797.
Ecoiuris
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