Guía sobre salinización del agua subterránea en el Este Mendocino. Parte 1
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- El 18 mayo, 2015
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1. Introducción
La presente Guía sobre salinización del agua subterránea en el este mendocino trata de incorporar de manera sencilla y accesible en un solo volumen todo lo que se conoce acerca de este problema. Está particularmente dirigido a quienes están involucrados directa o indirectamente en el manejo del agua subterránea en los departamentos de San Martín, Rivadavia, Junín, Santa Rosa y La Paz, ya que ante el actual proceso de descentralización impulsado por el Departamento General de Irrigación las Inspecciones de Cauce deben asumir la doble tarea de manejar el crítico problema de salinización de acuíferos y lograr un manejo integral de los recursos hídricos. Esta guía describe:
- El sistema hídrico en la cuenca e incursiona en el ciclo de sales.
- Los procesos por los que se saliniza el agua subterránea y los suelos, usando el ejemplo sencillo de la finca de don Pedro.
- Si el efecto de la salinidad del agua en la productividad de los cultivos.
- La manera en que afecta el resultado económico de la empresa agrícola.
- Un modelo muy sencillo para ayudar en la toma de decisiones.
- Las medidas que deberían tomarse para controlar este fenómeno.
El material que aquí se presenta es el utilizado por los autores de esta Guía en los encuentros man-tenidos con agricultores y funcionarios de Inspecciones de Cauce del río Tunuyán Inferior en el año 2001.
2. Evolución del uso del agua subterránea
El agua subterránea comienza a utilizarse en Mendoza de manera relevante a partir de la década de los ‘50. Allí comienza un paulatino aumento en el número de bombas de agua subterránea hasta el período 1967-72, en el cual se estableció casi el 50% de los 19.000 pozos hoy existentes en la provin-cia. Esto se debió a la conjunción de tres factores: altos precios e ingresos en el sector agrícola, fuer-tes degravaciones impositivas y el ciclo hidrológico seco más severo del siglo. A partir de esta históri-ca escalada, el crecimiento de pozos continuó más moderadamente, ya afectado por las sucesivas crisis vitivinícolas que comenzaron a manifestarse a principios de los ´70. Durante la segunda mitad de la última década se observó un proceso de intensificación del uso del agua subterránea debido a que las nuevas inversiones hacen un uso intensivo de este recurso.
Hasta principio de los ’90 y a pesar de ser un bien público, al agua subterránea se la trató como si fuese un bien privado. Esto es, cualquier individuo podía realizar perforaciones donde le resultara conveniente con solo solicitar un permiso y posterior concesión al Departamento General de Irriga-ción (DGI). En la práctica no existieron limitaciones al otorgamiento de las mismas, a pesar que la Ley de Aguas Subterráneas Nº 4035 de 1974 le asigna al DGI el poder de policía total sobre el agua sub-terránea. Esta situación hizo que importantes áreas sin derechos de agua superficial se regaran masi-vamente solo con agua subterránea. Esta situación es particularmente importante en el este mendo-cino, particularmente en San Martín, donde se desencadenó un proceso de salinización del agua sub-terránea por sobreexplotación. Solo a principios de los ’90 se comenzó a aplicar restricciones al desa-rrollo de nuevas perforaciones en esta área. Esto no ha sido suficiente para controlar el proceso de salinización, por lo que hay que hacer mucho más para dominarlo y asegurar la sustentabilidad de la región.
3. Descripción del sistema hídrico de la cuenca norte
La Figura 1 presenta un esquema del sistema hídrico de la cuenca norte de Mendoza donde se mues-tra una parte del relieve de la cuenca con un corte en profundidad. En la superficie puede observarse al oeste la presencia de montañas donde se acumulan las nieves que nutren los ríos Mendoza y Tu-nuyán. En el corte se ha representado la estructura del sistema subterráneo que va desde la superfi-cie del suelo en la parte superior hasta el basamento cristalino impermeable formado por material del período terciario. Se supone que por debajo de este nivel no existen otras fuentes de agua sub-terránea.
Al iniciarse el período cuaternario, la superficie del suelo de la cuenca –constituida por material del terciario en ese momento– formaba una especie de gran cubeta. Conforme se formaron los plega-mientos montañosos, los procesos de erosión fueron produciendo material de distinta textura, arrastrándolo río abajo y depositándolo al reducirse la pendiente. Es así como esta gran cubeta for-mada en el Terciario se ha ido rellenando con el material de arrastre y sedimentos. El material más grueso se depositó en las zonas de mayor pendiente hacia la desembocadura del río al pie de la mon-taña y los sedimentos de menor textura hacia la llanura.
a) Estructura de un Sistema Completo
En la Figura 1 se intenta representar la estructu-ra de un sistema completo con sus distintos componentes. En la parte superior de este es-quema, con la forma de un gran paraguas que intenta cubrir todo el ámbito administrado, se encuentra la Constitución Nacional (o provin-cial, o la que corresponda al sistema seleccio-nado). Por debajo de este amplio paraguas, se encuentran los distintos estratos que represen-ta la estructura de una comunidad organizada en función de los tres poderes tradicionales del Estado, lo que determina el funcionamiento del sistema socioeconómico, sustentado por el sub-sistema físico químico y ecológico. Por debajo de la Constitución, en primer lugar se encuentra un estrato conformado por el sis-tema legal, que son básicamente los tratados y las leyes. En este estrato, las lenticelas que aparecen distribuidas de manera aleatoria y con eventuales superposiciones, representan distintos cuerpos legales o tratados con injerencia en la gestión del ambiente y los recursos hídricos. En realidad, estas lenticelas no son independientes una da la otra, sino que están interconectadas a manera de una red. Obsérvese que algunas leyes pueden estar fuera del paraguas, lo que indica su inconstituciona-lidad. En el próximo estrato aparece la estructura del poder judicial, donde cada elipse representa distin-tos juzgados relacionados directa o indirectamente con aspectos relativos a la resolución de pro-blemas de asignación de recursos, degradación de los mismos, etc., que corresponden a cuencas o a sistemas hídricos. El siguiente estrato representa los organismos del poder ejecutivo, ámbito del sector público que, estando bajo el andamiaje legal y normativo de los estratos superiores, son los encargados de ejecu-tar las distintas acciones en los distintos componentes de una cuenca o sistema. Finalmente, el cuarto estrato muestra todos aquellos organismos, entes o personas jurídicas de na-turaleza privada que actúan en la cuenca o ámbito bajo análisis, que son los operadores del sistema económico social. Se encuentran acá incluidas todas las organizaciones civiles de distinta naturaleza (ONG´s ambientalistas, asociaciones de usuarios, etc.) Las Inspecciones de Cauce son, como afirmaba el Dr. Guillermo Cano, entes de naturaleza semipública, por lo que corresponde colocarlas en una interfase entra estos dos últimos estratos.
En todos los estratos pueden verse algunas elipses que escapan al área comprendida bajo el gran paraguas superior, lo que indican que existen en todos los estratos acciones o actividades que esca-pan a la constitucionalidad, no obstante debe reconocerse su existencia para incorporarlas dentro del ámbito administrado. Por último, reconocemos en la parte inferior el clásico diseño de una cuenca hídrica, en la que tiene presencia el ciclo hidrológico, el sistema de agua superficial y subterráneo, y donde tienen lugar los distintos usos del agua, donde el hombre desarrolla sus acciones mediante obras de infraestructura, normas de comportamiento, etc. Aquí el agua se asigna a distintos fines, ocurre todo tipo de inter-acciones, se producen externalidades, conflictos, etc. El agua genera bienestar y riqueza por un la-do, pero también está sujeta a producir situaciones de inequidad social y de falta de sustentabilidad según se administre. En el heterogéneo sistema graficado en la Figura 1, resulta claro que lo que sucede en el ámbito hidro-socio- ambiental está determinado por las acciones determinadas por la comunidad en los estratos sociales. Los procesos de salinización que se tratan en este trabajo, son precisamente con-secuencia de una inadecuada gestión. Como puede apreciarse, este sistema se caracteriza por su alta complejidad, el que prima la integra-lidad que comprende todas las disciplinas, los distintos sectores, las múltiples instituciones, etc.
Las Figuras 2 y 3 muestran la evolución de la cuenca durante el proceso de ocupación del espacio y el desarrollo económico. En la Figura 2 se presenta la cuenca norte en su estado natural donde el río escurre libre-mente y el ciclo hidrológico funciona en condiciones de equilibrio estable. La Figura 3 muestra la cuenca con un avanzado esta-do de intervención. Si no se hacen bien las cosas (normas no apropiadas o no aplicadas correctamente) y se deja que el hombre, persiguiendo sus genuinos intereses, haga un uso inadecuado del agua, las condiciones del sistema hídrico no serán sustentables. Esto puede llegar a retrotraer el desarrollo económico, deteriorando la productividad del sistema y la calidad de vida.
La estructura en el corte de las Figuras 1 a 3, muestra que en su primera porción el acuí-fero es libre y está constituido por material muy grueso y poroso, tal como cantos roda-dos y arenas gruesas. Se denomina acuífero libre porque todo su perfil está conformado por material grueso y en él el agua puede acumularse hasta llegar a la superficie del suelo sin límite o confín alguno. Al despla-zarnos hacia el este, donde se han deposita-do materiales más finos, se pueden ver estra-tos o capas de distinta textura. Esta segunda porción del sistema se llama acuífero confinado, forma-do en realidad por tres estratos de textura gruesa. Cada estrato conforma un nivel acuífero que se conoce, de arriba hacia abajo, con el nombre de freático, segundo nivel y tercer nivel de explotación. El freático es libre y los otros dos son confinados. Están separados o confinados por capas de mate-rial fino -arcillas y limos- que son poco permeables. Por ello se los llama semiconfinamientos, o tam-bién acuitardos, ya que el agua que por ellos pasa tarda en hacerlo por su baja permeabilidad. Esto quiere decir que si son distintas las presiones entre los distintos niveles, el agua puede lentamente desplazarse del acuífero de mayor presión al de menor presión a través del semiconfinamiento.
La Figura 2 muestra en la superficie una cuenca muy poco intervenida que desde el punto de vista hidrogeológico, representa lo que ocurría a principios del siglo pasado. La Figura 3 muestra los avan-ces que se han producido con la intervención del hombre en la cuenca. Se destacan en esta figura los problemas de intervención humana y ocupación del espacio, que producen distintos tipos de conta-minación, explotación de agua subterránea hacia el tercer nivel y la complejización general del siste-ma.
El ciclo hidrológico en las Figuras 1 a 3 es el mismo. Las precipitaciones níveas se acumulan en la montaña y el derretimiento de nieve aumenta los caudales que se desplazan superficialmente hacia la zona de llanura. Cabe destacar que en el área del acuífero libre se produce la recarga del sistema, que el movimiento del agua en la zona de confinamiento es esencialmente horizontal y que el nivel freático se salinizó debido a que el exceso de riego produce la lixiviación de las sales hacia el cuerpo de agua freática. El agua para los distintos usos se distribuye por la vía superficial y cuando no alcan-za se extrae agua subterránea del segundo y tercer nivel. La reciente salinización del segundo nivel en el este mendocino ha determinado la incursión en el tercer nivel, el que ya está dando síntomas de haber iniciado un proceso de salinización. En este sistema todas las aguas excedentes tienen dos destinos posibles: o vuelven al río, que actúa como desagüe natural llevándolas hacia las lagunas de Huanacache o al río Desaguadero, o bien se acumulan en el nivel freático. De hecho, el río Mendoza actúa como drenaje de aguas freáticas en prácticamente toda su extensión.
4. Características del agua subterránea de la cuenca norte
El sistema hídrico de la cuenca norte está formado por los ríos Mendoza y Tunuyán Inferior y por el agua subterránea que abarca toda su extensión, integrando una única cuenca hidrogeológica. Una rápida semblanza de esta cuenca, muestra que:
- De sus aproximadamente 160.000 ha bajo riego, el 42% tiene uso conjunto (esto es, usuarios que tienen derecho de agua superficial y lo complementan con agua subterránea), un 28% tie-ne agua subterránea como fuente exclusiva, y el 30% restante se riega con agua superficial ex-clusivamente. Esto es, el 70% del área cultivada depende o está complementada con agua sub-terránea.
- De alrededor de 19.000 pozos registrados en la provincia, 11.000 actualmente en uso, el 75% se encuentra en esta cuenca.
- El 27% del agua potable en esta cuenca es de origen subterráneo.
- El agua subterránea es la única fuente de agua potable al este del río Mendoza.
- El agua subterránea es la principal fuente de agua para uso industrial.
Desde el punto de vista hidrogeológico, corresponde mencionar lo siguiente:
- Se estima que el volumen total de agua alma-cenada en la cuenca norte del río Mendoza su-pera los 600.000 hm3, de los cuales unos 22.000 hm3 resultan económicamente explota-bles. La capacidad de embalse de la provincia (Carrizal, Nihuil, Valle Grande, Agua del Toro y los Reyunos) suma 1.380 hm3 y si le agregamos el Dique Potrerillos, este guarismo asciende a 1.830 hm3.
- La extensión de la cuenca subterránea es de 22.000 km2. En la Figura 4 se presenta una ima-gen satelital reciente de la cuenca norte. Es im-portante observar la estructura de la cuenca, la margen derecha del río Mendoza y todo el abanico aluvial irrigado por los ríos Mendoza y Tunuyán Inferior. Toda esta área está ocupada por agua subterránea. Es interesante también
destacar la zona de surgencia, ubicada donde el acuífero pasa de libre a confinado: en la Figura 4 aparece como un arco de color verde más intenso que se extiende desde el punto en que el río Mendoza cambia su dirección hacia el norte y noreste. Hacia el oeste de este arco se extiende el acuífero libre, en el cual toda el agua infiltrada tarde o temprano alcanza al acuífero.
Hacia el este se sabe que los sedimentos van disminuyendo su tamaño, por lo que la transmisividad y rendimiento del acuífero disminuye paulatinamente. - Realizando un balance del recurso hídrico, puede decirse que los ríos Mendoza y Tunuyán aportan en promedio 2.860 hm3. De estos, 686 hm3 componen la recarga del acuífero (24%). La mayor infiltración ocurre en el lecho del río Mendoza, entre la salida del cañón de Cacheuta hasta El Paraíso en el Departamento de Maipú, donde se infiltran unos 300 hm3. De estos, unos 210 hm3 se infiltran aguas arriba del Dique Cipolletti. La principal recarga del río Tunuyán ocurre en el tramo que va desde el embalse Carrizal hasta el dique derivador Phillips, donde en promedio se recargan un 50 hm3 anuales. El resto de la recarga proviene de pérdidas en canales e infiltración en áreas cultivadas sobre el acuífero libre.
- Los espesores del relleno aluvial, esto es, la profundidad de material desde la superficie del suelo hasta el Terciario, oscila entre unos 150 y 900 m. Esto se muestra en la Figura 5, donde están demarcadas las líneas que unen puntos con igual espesor de relleno aluvial denominadas líneas isopáquicas.
En la medida que la superficie del suelo de la cuenca sigue una forma de suave cono de pendientes decrecientes hacia el este y norte, estas líneas isopáquicas dan una muy buena idea acerca de la forma del basamento cristalino de la cuenca.
Es así como puede observarse una línea divisoria de aguas en la zona de recarga del río Men-doza que es muy importante para determinar cuánto del agua subterránea se desplaza hacia la margen derecha y hacia el resto de la cuenca. Puede también observarse grandes espesores hacia el norte de la cuenca, lo que determina una gran facilidad de flujo en ese sentido. Asi-mismo, las profundidades son relativamente grandes siguiendo la dirección del río Tunuyán In-ferior. Por el contrario, en la zona crítica de San Martín, al este del río Mendoza, se observan importantes elevaciones de la base cristalina, lo que está asociado menores caudales en des-plazamiento horizontal del agua subterránea hacia estos puntos. Para tener una visión gráfica de cómo se desplaza el agua subterránea en el acuífero y los niveles de profundidad que pre-senta el nivel piezométrico, la Figura 6 muestra la superficie piezométrica y el sentido del mo-vimiento del agua subterránea en la cuenca. Esta menor afluencia horizontal colabora en el proceso de intrusión salina que ocurre con la sobreexplotación de los niveles medio e inferior.
- La profundidad del nivel piezométrico es muy importante. Indica la altura a la que debe elevar-se el agua para ponerla en superficie a lo que hay que agregar la depresión que se produce al alcanzar el nivel dinámico. Esta altura total es la determinante del costo de bombeo. Cerca de la zona de recarga del río Mendoza la superficie piezométrica se encuentra a unos 180 m de profundidad. Hacia áreas distales de la cuenca –alejadas de la desembocadura del río en la lla-nura- los valores se aproximan a los 5 m de profundidad, lo que involucra importantes zonas de Rivadavia, Junín y San Martín.
- Es importante destacar que en la zona de transición entre el acuífero libre y el confinado se da una importante área de surgencia y semisurgencia. Es interesante comparar la Figura 6 con la Figura 7, que muestra en perspectiva la superficie topográfica del terreno en la cuenca norte de Mendoza. La diferencia entre ambas superficies indica la profundidad a la que se encuentra el nivel piezométrico.
Los principales problemas relacionados con el agua subterránea y que afectan a esta cuenca son los siguientes:
- Salinización del nivel medio e incipiente salinización del tercer y último nivel en el este mendoci-no, fenómeno que afecta en ma-yor o menor medida a los depar-tamentos de San Martín, Rivada-via, Junín, Santa Rosa y La Paz.
- Revenimiento generalizado en las zonas bajas de la cuenca del río Mendoza y Tunuyán Inferior.
- Sobreexplotación de la subcuenca hidrogeológica de la margen de-recha del río Mendoza, también denominada cuenca del Arroyo Carrizal.
- Contaminación petrolera.
5. Ciclo de sales en la cuenca
Hasta el momento hemos presentado las características generales del sistema hídrico de la cuenca norte de Mendoza, pero hemos prestado poca atención al problema de la calidad del agua. Así como puede seguirse el sentido del agua en la Figura 1, las sales se mueven de la misma manera, ya que es el agua el que las traslada.
a) Salinidad del agua que ingresa en la cuenca
En realidad, el río Mendoza tiene un tenor salino natural que proviene de los distintos materiales con que posee su cuenca imbrífera. Se sabe que el agua del río Mendoza trae unos ¾ de mg/litro de sales y varía según el caudal. El Centro Regional de Aguas Subterráneas (CRAS) ha medido variacio-nes que van desde 588 a 1.130 μmhos/cm lo que muestra que existe una asociación negativa entre el caudal del río y su salinidad. Esto es, a mayor caudal, menor salinidad.
También el caudal afecta la salinidad del agua a lo largo del río: mediciones del CRAS indican que cuando el caudal es del orden de los 25 m3/s en el Dique Cipolletti, la salinidad aumenta desde 924 μmhos/cm en este punto hasta 1.210 μmhos/cm1 en el Dique Gustavo André. Cuando en Cipolletti se observa un caudal de 170 m3, valor que excede la capacidad de todos los canales, la salinidad en igual tramo aumenta de 593 a 733 μmhos/cm solamente. Finalmente, si se deriva toda el agua por los canales y nada por el lecho del río en Cipolletti, el río continúa actuando como un receptor de aguas freáticas observándose un interesante caudal en el Dique Gustavo André. La conductividad en este último punto oscila entre 2.000 y 2.600 μmhos/cm. Es importante destacar que el aumento im-portante en la salinidad para el último caso mencionado ocurre fundamentalmente entre el Dique Cipolletti y el puente de Palmira, permaneciendo desde allí hasta el Dique Gustavo André práctica-mente invariante.
Afortunadamente, el agua se recarga en el acuífero entre Cacheuta y El Paraíso (Departamento de Maipú), que es donde presenta los mínimos niveles de salinidad.
Por su parte el agua del río Tunuyán también tiene su salinidad. Para la cuenca norte resulta relevan-te la salinidad del agua que acumula el Dique Carrizal. Observaciones del CRAS entre 1968 y 1983 indican que la salinidad del agua que ingresa al mismo varió entre 889 y 1.530 μmhos/cm.
b) Salinidad del agua subterránea
El agua subterránea se ha acumulado en el tiempo a través de la continua recarga sobre el acuífero libre que ha producido en el lecho de los ríos, en los canales y en las áreas de riego. En consecuencia, es dable esperar que su salinidad sea un promedio de la salinidad de estas fuentes. Esto se verifica en las zonas de recarga. Pero a medida que nos desplazamos hacia el este, aparecen distintos procesos de salinización de los acuíferos. Estos se pueden identificar claramente en la Figura 8, desarrollada por el CRAS, donde se presentan los tres niveles del sistema subterráneo en distintos planos separa-dos en el espacio. Los niveles de salinidad se representan a través de líneas de isosalinidad. Una línea de isosalinidad se define como aquella que une todos los puntos del acuífero con el mismo nivel de salinidad. Entonces, cuando uno se mueve a lo largo de una curva de isosalinidad, quiere decir que no hay variaciones en la calidad del agua subterránea. Por el contrario, cuando uno salta de una cur-va de isosalinidad a la vecina se produce un cambio en la salinidad del agua.
En la Figura 8 puede observarse que ya ha ocurrido una saliniza-ción generalizada en el nivel freá-tico en casi toda la extensión del acuífero confinado. Esta fuente no puede utilizarse ni como agua potable ni como agua para riego. No obstante debe recordarse que en la primera mitad del siglo pa-sado estas aguas eran aptas para todo uso.
Otro aspecto relevante que se destaca en la Figura 8 es que a partir de la década de los ’70 se comienza a notar un aumento en la salinidad del nivel medio en la zona este, que se encuentra entre los 80 y 150 m de profundidad. Llamamos áreas críticas a aquellas donde el problema de la saliniza-ción es más intenso.
En la Figura 9 puede observarse el aumento de salinidad del agua en el segundo nivel, que se dio a lo largo de la década 1981 – 1991. Cabe destacar que la última ob-servación que allí figura corres-ponde a lo que ocurrió hace 10 años. En este momento el Centro Regional Andino (CRA)2 se encuentra midiendo los niveles actuales de salinidad para actualizar estas curvas. De acuerdo con el testimonio de los censistas, la situación se ha agravado en relación con 1991.
Es importante destacar que la principal zona crítica del segundo nivel, en la que predominan las ex-plotaciones que hacen uso exclusivo del agua subterránea, coincide con el área que muestra las líne-as de mayor nivel de salinidad, coincide en cierta medida con el estrechamiento del espesor del ma-terial cuaternario que conforma el acuífero y que se presenta en la Figura 5. Esto indica que al haber mayor extracción de agua menores y flujos de agua provenientes de la zona de recarga hacia estas zonas no se produce la “purga” natural de sales que debe ocurrir hacia el este y norte, ya que este estos flujos están ampliamente superados por el proceso de intrusión desde el nivel freático.
c) Como se acumulan las sales en el nivel freático
Una vez regado un suelo en un área cultivada, comienza a producir la concentración de sales por el proceso natural de evaporación desde el suelo y la transpiración de las plantas (esto se llama evapo-transpiración). Las plantan utilizan agua pura y absorben solamente aquellos elementos (sales) que va a utilizar en su metabolismo, por lo que el resto de las sales permanece en el suelo y se va concen-trando. En el próximo riego estas sales acumuladas son arrastradas por drenaje profundo (lixiviación) e ingresan al perfil saturado del nivel freático.
Además del proceso descripto en el área regada, en la salinización del nivel freático también influyen todas las plantas xerófilas de la zona árida que, con su sistema radicular profundo, extraen el agua colaborando en la concentración de las sales.
Siguiendo el flujo del agua en el esquema de la Figura 1, es el nivel freático el que va recibiendo los residuos de todas las sales del sistema, provengan éstas del agua superficial o del agua subterránea. Cuando el nivel freático se eleva, produce problemas de revenimiento y salinización de suelos.
En las Figuras 1 a 3 también puede observarse el nivel piezométrico del agua subterránea. En el acuí-fero libre, este nivel indica la altura del agua en el acuífero. Desde este nivel hacia abajo se denomina perfil saturado y hacia arriba perfil insaturado. Toda el agua que drena en profundidad, tarde o tem-prano, se incorpora al perfil saturado.
En el área del acuífero confinado, el primer nivel o nivel freático es un acuífero libre, por lo que el nivel de agua del freático es su nivel piezométrico. En el caso de los acuíferos propiamente confina-dos, el nivel piezométrico es el punto hasta donde asciende el agua libremente a través de la tubería de un pozo y no es necesariamente igual al nivel freático. Por ejemplo, en la zona de surgencia la presión (nivel piezométrico) de los acuíferos confinados es mayor que el nivel freático. Por el contra-rio, en el este, particularmente en el área crítica de salinización, el nivel piezométrico del segundo (y tercer) nivel es inferior al nivel freático, lo que causa el problema de la intrusión salina a los mantos acuíferos confinados.
d) Cómo se salinizan los acuíferos confinados
Desde hace bastante tiempo se sabe que el agua subterránea en el este mendocino se encuentra bajo un proceso de degradación por salinización. Específicamente, los datos de calidad del agua ge-nerados por el CRAS para el nivel medio indican que desde fines de la década de los ’70 hasta princi-pios de los ’90, la conductividad eléctrica del agua subterránea en una extensa área crítica del este ha aumentado en el orden de los 1500 μmhos por cm. La información más reciente, todavía no proce-sada, evidencia que el problema se ha seguido agravando en el tiempo. Se sabe que muchos usuarios que bombeaban agua subterránea del segundo nivel, al encontrarse con niveles crecientes de salini-dad, profundizaron sus pozos o establecieron nuevas perforaciones para obtener agua de mejor cali-dad del tercer nivel. No obstante, existe evidencia de que el proceso de salinización del nivel medio se está extendiendo y ha comenzado a afectar al tercer nivel debido a la intensificación de su explo-tación.
La intrusión salina desde el nivel freático ocurre particularmente cuando se bombean grandes cauda-les de los niveles confinados con fines de riego, particularmente en primavera y verano. Esta situa-ción tiene dos efectos: por un lado, reduce la presión en los acuíferos confinados, y por el otro, al regar intensivamente y con altas pérdidas por la baja eficiencia, los excedentes percolados se incorporan al nivel freático, aumentando su nivel y su presión. En síntesis, la presión de los niveles infe-riores disminuye y aumenta la del freático. Esta diferencia de presión produce la intrusión salina des-de el freático hacia el nivel medio y, eventualmente, hacia el tercer nivel.
La intrusión salina desde el freático hacia los niveles inferiores ocurre por dos vías: por pasaje del agua salina a través del semiconfinamiento o a través de pozos rotos o mal cementados. Hasta hace relativamente poco tiempo se sospechaba que el principal causante de la salinización de los niveles inferiores era la existencia de pozos rotos o mal cementados. El CRAS estima que más del 30% de los pozos se encuentran en malas condiciones. Actualmente se sabe que el principal responsable de la salinización es la intrusión salina que ocurre a través de los semiconfinamientos, lo que está inducido por las diferencias de presión mencionadas en el párrafo anterior. Esto equivale a decir que el cegado de los pozos e
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