Gestión de residuos: una mirada sobre la provincia de Buenos Aires (Parte III de III)
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- El 13 diciembre, 2013
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El estudio llevado a cabo por el Consorcio de Vibo Valentia en algunos municipios de la provincia de Buenos Aires (PBA) ha puesto de manifiesto algunos aspectos que evidencian una situación aún no madura para una correcta y completa gestión del RSU.
Luego de analizar la legislación argentina, tanto a nivel nacional como provincial, se puede comprobar la ausencia de normas en el sector y las grandes diferencias en relación con la normativa europea e italiana. Nuestra legislación reconoce una serie de definiciones y especializaciones, mientras que la argentina se limita a sugerir intrincadas acciones estratégicas.
Luego de haber abordado algunos temas en la ley argentina, se puede apreciar la ausencia de un verdadero sistema integrado que dé lugar a una “acción de recuperación”. De hecho, no se encuentra un espíritu de creación de una organización que gestione todo el proceso (es decir, una gestión completa de los RSU) y que pueda garantizar un circuito para la recuperación, en grado de sostener el mercado productivo, determinando un ciclo de recuperación que vaya “de punta a punta”. La ausencia de un proyecto global para la gestión de los residuos ha propiciado una situación crítica en la organización del servicio realizado, generando acciones desorganizadas.
La falta de previsión es evidente ya desde la fase de recolección de los RSU, la más visible y cercana a la vida cotidiana del usuario y de cada ciudadano. La recolección domiciliaria aún no se da en todas las zonas del territorio, lo que es particularmente grave en aquellas periféricas donde se localizan las “villas miserias” (zonas totalmente degradadas y privadas
del servicio de recolección, en las que se practican descargas no controladas, en las inmediaciones de las viviendas, denominadas “basureros informales”).
La recolección, en cambio, acontece en áreas urbanizadas en los centros habitados y en las ciudades, aunque sólo en contenedores y transportes indiferenciados.
Todavía no existe la necesidad de implantar un sistema de recolección diferenciado, debido a la falta de información y de conciencia en relación con la reutilización de los materiales desechados.
Panorama crítico
De la presente realidad nacen distintas iniciativas, que -aun siendo válidas- no contemplan una visión global, y -por lo tanto- procuran resolver solo algunas cuestiones, como es el caso de la propuesta de ley (presentada por el diputado Reinaldo Jiménez) para que todos los organismos estatales reciclen el papel usado. La presentación de esta norma confirma, una vez más, la falta de un sistema que consienta y entienda el circuito de recuperación de manera orgánica.
Al tema de los residuos de papel debemos sumarle el método de selección y recolección espontánea (“re-colección informal”), una práctica mejor conocida con el nombre de “cartoneo”. Se trata de un método totalmente espontáneo en el que las personas (“cartoneros”) extraen papel y cartón de las acumulaciones de residuos que se crean en el espacio público y en proximidad de los contenedores urbanos.
El estado crítico también se manifiesta en la fase de tratamiento de los RSU, ya que la entrega del residuo indiferenciado se realiza en un único depósito de descarga. Solo desde hace un año la Autoridad de la Cuenca Matanza-Riachuelo (ACUMAR) procura instalar puntos para la selección y la transferencia, denominados “Eco-Puntos”, donde se realizará una primera separación mecánica-biológica de los residuos indiferenciados (luego destinados, de todas maneras, a la planta de la Coordinación Ecológica del Área Metropolitana Sociedad del Estado -CEAMSE-).
Incluso esta acción carece de una concepción global del ciclo de los RSU, puesto que fija la atención en un sólo objetivo, el de pre-filtrar la descarga, dejando de lado la valorización de los residuos recuperables, lo que a su vez ocurre porque no hay un mercado de residuos reciclables. Tampoco la fracción orgánica se valoriza: algunas indicaciones solo apuntan a producir compost, lo que representa un nuevo problema, debido a la falta de condiciones para la creación de un mercado estable y seguro del mismo.
Otro déficit estriba en la falta de consideración de los diferentes residuos producidos tanto en zonas urbanas como en áreas agro-industriales. De hecho, no han sido determinadas las alternativas para la recuperación, por ejemplo, de los residuos derivados de la construcción y la demolición, los neumáticos usados, las pilas y baterías, los aparatos eléctricos y electrónicos, los medicamentos vencidos, y las bombitas y tubos de luz. Todo ello genera una gran cantidad de material descartable sin ningún tipo de filtro en cuanto al tipo de residuo, algo que -sin lugar a dudas- es de gran importancia en términos de peso y porcentaje en la producción total de RSU.
Completan el panorama los residuos de proveniencia no urbana, totalmente olvidados, para los cuales no existen instalaciones o plantas de tratamiento.
Estándares europeos
Este crítico escenario se produce esencialmente por la ausencia de un sistema orgánico en la gestión de los RSU, sistema no contemplado ni siquiera en los niveles normativos ni en los operativos. Esto hace que las intervenciones en el sector sean accidentales y sin relación entre sí, perdiéndose en gran medida su específica relevancia.
El dato negativo más significativo es la ausencia de un mercado dedicado a los productos provenientes de las plantas de valorización y tratamiento, lo que torna imposible devolverle beneficios a la comunidad, tanto en términos operativos como económicos.
En efecto, sin la creación de un mercado para las denominadas materias primas de segunda (MPS) el ciclo no concluye sus fases y deja indefinida una multiplicidad de posibles acciones.
Durante la misión y también posteriormente a través de la coordinación creada, han sido propuestas una serie de intervenciones orientadas a encontrar las soluciones al actual estado estructural.
Adaptando estándares legislativos y normativos para la creación de un sistema integrado de gestión, y promoviendo un ciclo completo de recuperación, la legislación local debe establecer las bases para la organización de un sistema similar a los consorcios europeos que se encargue de regular las diferentes fases de valorización de los materiales, además de controlar no sólo los flujos que ingresan a las plantas, sino también los que egresan. Esto debería dar lugar a un sistema de separación en origen, directamente del productor de residuos, ya sean estos urbanos o industriales, abarcando el servicio de recolección a todas las áreas pobladas, teniendo en cuenta que la falta de una adecuada recolección provoca casi siempre la proliferación de descargas descontroladas e ilegales y la formación de lugares altamente contaminados.
Otra intervención propuesta fue la de pensar en un mercado de productos derivados de los residuos y la necesidad -en consecuencia- de adecuar las plantas de tratamiento y valorización a fin de que puedan tratar los desechos recuperables, produciendo materia prima de segunda para su efectiva reutilización por parte de las empresas en sus ciclos productivos.
También se aconsejó la creación de centros especializados integrados; es decir, lugares donde se realice la valorización de las diferentes fracciones de residuos, incluyendo aquellos que no se encuentran actualmente sujetos a la recolección. Así puede determinarse una red completa y funcional a la fase de recolección.
Como complemento para la valorización de la fracción orgánica, se propuso la producción de energía eléctrica y térmica (calor y frío) en lugar de compost, que no es muy demandado en la zona, ya que la Argentina dispone de tierras altamente fértiles.
En cambio, sí existe una creciente demanda energética para el desarrollo industrial.
La idea es, por lo tanto, establecer un sistema integrado de gestión que sea capaz de unificar la necesidad de reducir los residuos indiferenciados; recuperar los desechos; ofrecer a las empresas no sólo materiales vírgenes y de alto costo, sino también materias primas de segunda provenientes del circuito de la recolección diferenciada (lógicamente a un costo menor), y disminuir los gastos realizados por parte de las administraciones publicas. Y este sistema de gestión debería dar lugar a la creación de una organización estructurada similar a nuestro modelo de consorcios específicos, la cual garantice la circulación de productos que se transforman en residuos y que finalmente vuelven a ser considerados productos.
Gestión de residuos: una mirada sobre la provincia de Buenos Aires (Parte I de III)
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