Gestión de la Higiene Industrial
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- El 26 julio, 2013
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Antecedentes.
Según la American Industrial Hygienist Assocciation (A.I.H.A.), la Higiene Industrial es la “Ciencia y arte dedicados al reconocimiento, evaluación y control de aquellos factores ambientales o tensiones emanados o provocados por el lugar de trabajo y que pueden ocasionar enfermedades, destruir la salud y el bienestar o crear algún malestar significativo entre los trabajadores o los ciudadanos de una comunidad”.
La Higiene Industrial también podría definirse como la disciplina dentro del marco de la prevención de riesgos laborales que se encarga del conjunto de procedimientos destinado a controlar los factores ambientales que pueden afectar a la salud de los trabajadores en el ámbito laboral. Así, la higiene industrial debe ser capaz de identificar, evaluar y eliminar los agentes que pueden causar efectos negativos sobre los trabajadores, ya sean estos agentes físicos, químicos o biológicos.
Especialmente importante resulta esta disciplina en los sectores de actividad en los que, por la naturaleza de sus procesos productivos y los medios materiales implicados en ellos, se tiene constancia de la existencia de estos agentes perjudiciales, o también llamados agentes contaminantes, presentes en el medio o una alta probabilidad de que los pueda haber.
Con estos contaminantes podemos referirnos a contaminación acústica, radiaciones, vibraciones, etc., pero sobre todo hemos de considerar los contaminantes químicos. En primer lugar porque suelen estar más difundidos en muchos tipos de centros y puestos de trabajo y su presencia o bien pasa desapercibida o bien el riesgo que conlleva dicha presencia no es debidamente valorado. En segundo lugar porque los contaminantes químicos son más difíciles de evaluar dada la complejidad de las técnicas que se requiere emplear (muestreos específicos y posterior análisis en laboratorio) para tener finalmente la información que se precisa acerca de la naturaleza y alcance de la exposición de los trabajadores a estos contaminantes químicos.
Por otro lado, no podemos olvidar aquellas empresas en las que normalmente no se encontraban inicialmente contaminantes tan dañinos, pero que posteriormente y debido a los avances en los procesos y cambios de materias primas, herramientas o nueva maquinaria se han introducido nuevos riesgos. Hecho que nos destaca que no todos los avances van de la mano de la búsqueda de la seguridad e inocuidad de los mismos. Un claro ejemplo lo tenemos en las empresas que trabajan la piedra natural, donde la introducción de nuevos materiales, como los compactos de cuarzo, en ocasiones ha dejado a los trabajadores que los manipulan y transforman expuestos a unos niveles de Sílice que superan los límites recomendados.
Gestión preventiva en la empresa. Evaluación de riesgos e implantación de un programa de higiene industrial.
Los empresarios y trabajadores con alguna función preventiva, a día de hoy, ya están familiarizados con las obligaciones generales y responsabilidades que contraen en materia de protección de los trabajadores. En general, la mayoría de las empresas ya han adoptado alguno de los modelos de organización preventiva e incluso ya tienen un camino recorrido en materia de PRL, hay cierta conciencia preventiva, se han evaluado los riesgos más evidentes y se han propuesto medidas correctoras para controlar los que pudieran ocasionar mayores daños en caso de materializarse un accidente.
El proceso de Evaluación de Riesgos y sus correspondientes revisiones y actualizaciones queda clamorosamente incompleto si no integra en el mismo un programa de higiene industrial, basado en una propuesta acotada de mediciones de contaminantes presentes en el centro o lugar de trabajo, y que estará definido por el personal del Servicio de Prevención de la empresa.
Sin embargo, por lo general, en el proceso de Evaluación de Riesgos sólo las grandes empresas tienen implantado dicho programa de higiene industrial, con un impacto directo en la planificación de la actividad preventiva, y cuyo objeto es, simplificando el proceso, conocer la naturaleza y niveles o concentraciones existentes de agentes contaminantes susceptibles de ocasionar daños para la salud de los trabajadores y controlar a su vez la eficacia de las medidas preventivas implantadas para prevenir o reducir dichos niveles de exposición.
Por tanto, no se trata tan sólo de que exista la posibilidad de una exposición aguda de forma accidental que pueda provocar daños inmediatos al trabajador, sino que también hay que ser conscientes de que las consecuencias de una exposición prolongada en el tiempo, precisamente esa que pasa inadvertida, incluso a concentraciones muy bajas de determinados contaminantes, ocasiona a largo plazo un deterioro de la salud en ocasiones irreversible o incluso fatal.
El mayor problema al que nos enfrentamos en la higiene industrial, es que los contaminantes no son visibles a simple vista, el riesgo no es palpable al tacto y no siempre es detectable por el olfato, con lo que se hace necesario recurrir a otros sentidos, no tan comunes como es la intuición. Aunque ésta deba estar basada en unos conocimientos previos. De ahí surge la necesidad de que el empresario se apoye en la figura Técnico de Prevención, como persona que le asesora en materia de Prevención de Riesgos Laborales. En este punto, también es destacable la necesidad de que el técnico reciba la máxima información posible acerca de los puestos o áreas a evaluar, ya que la experiencia ha demostrado que tras esos pequeños detalles, es donde se esconden los mayores riesgos.
Aplicación práctica de la Higiene Industrial
Si podemos asumir estas premisas iniciales entonces podríamos afirmar a continuación que en un entorno laboral y ante un posible riesgo de exposición a agentes contaminantes, cuando así lo establezca el profesional competente o Técnico de Prevención de Riesgos Laborales, lo primero que debe realizarse es una identificación de materias primas y subproductos de procesos. A continuación seguirá una valoración primaria de los posibles contaminantes que concurren o puedan formarse en el medio de trabajo en función de la información disponible, fichas de datos de seguridad, materias primas, etc., o bien mediante muestreos cualitativos que nos indique la existencia o no de un contaminante aunque, dependiendo del método empleado, no necesariamente su concentración exacta. El paso siguiente sería definir la estrategia de muestreo y la determinación analítica de las concentraciones reales de contaminantes en laboratorio.
Para poder cumplir con el objetivo de la higiene, además del reconocimiento de los factores ambientales que puedan influir sobre el estado de salud de los trabajadores se hace a su vez necesario:
- Una evaluación tanto a corto como a largo plazo del grado de exposición alcanzado por el uso de ciertos productos – contaminantes – , métodos de trabajo empleados así como la propagación de los mismos por las instalaciones.
- Control de la situación detectada mediante el uso de medidas preventivas que nos permitan eliminar el riesgo en el origen (caso ideal que se da en muy raras ocasiones) o como ocurre de manera general, reducir la concentración o intensidad de los contaminantes según sea su naturaleza.
En cuanto a lo referente a dichos agentes perjudiciales que afectan al estado de salud de los trabajadores, cabe destacar que la peligrosidad va a venir marcada por:
- La concentración/ intensidad del agente contaminante en el ambiente de trabajo.
- El tiempo de exposición al que se encuentre sometido a dicho agente nocivo.
- Al efecto sinérgico que produce la exposición a dos o más de estos agentes, que no corresponde necesariamente con “la suma” de los mismos de manera individualizada.
- A la vía de entrada de dicho contaminante, así como a su forma de presentación en el ambiente.
- Al estado de salud y las características propias del individuo, ya que un mismo agente en las mismas dosis puede producir efectos en muy diferentes escalas al personal expuesto.
- Y por último, a la peligrosidad intrínseca del contaminante, ya que no se puede comparar una exposición a nivel lumínico excesivo, con una exposición por pequeña que esta sea a un componente cancerígeno o teratógeno.
Es por ello de suma importancia el control de estos contaminantes en su origen, tras lo que se intentarían controlar en el medio de propagación, ante la imposibilidad de hacerlo en e origen, para dejar siempre, como última opción aplicable, siempre después de haber agotado las demás existente la protección directa del trabajador.
De forma esquemática, y a modo de resumen, concluimos que tras estudiar la procedencia del contaminante, su peligrosidad, la forma en que puede afectar al trabajador, así como la concentración en la que se manifiesta, toda vez que el riesgo no pueda ser completamente eliminado, se debe limitar la exposición del trabajador a través de la implantación de medidas preventivas concretas y eficaces.
a) Las medidas más habituales comprenden desde medidas en el origen:
- Eliminar la peligrosidad del agente (por sustitución por otro inocuo o menos peligroso).
- Disminuir la exposición del trabajador o bien la duración de uso del contaminante.
- Controlar la dispersión del mismo.
- Por último, aminorar o limitar las cantidades a utilizar en el proceso.
b) Medidas interpuestas en el medio para evitar que se propaguen por el centro de trabajo:
- Apantallamiento.
- Usos de campanas extractoras, o extracción localizada.
- Aumento de la ventilación, forzada o no.
c) Hasta las medidas destinadas a la protección del trabajador, las cuales deben ser utilizadas en último recurso, cuando todas las anteriores han sido insuficientes.
- Cambio de la ubicación del trabajador de manera que quede alejado de las fuentes de contaminantes.
- Uso de equipos de protección, que eviten las consecuencias de dichos contaminantes en el estado de salud de los trabajadores.
- Realización de un adecuado control de la salud de los trabajadores mediante reconocimientos médicos específicos.
- Programa de información y formación específico sobre higiene industrial.
Si al llegar a este punto se advierte que el riesgo de exposición sigue presente, o bien se quiere comprobar la eficacia de las medidas implantadas en la empresa es hora de realizar mediciones adicionales, pero ¿Son éstas siempre necesarias?
En ocasiones previo a la realización de mediciones cuantitativas de estos contaminantes puede acudir a las metodologías simplificadas, que pueden ahorrar tiempo y coste.
Como por ejemplo, el método de COSHH Essentials, potente herramienta para determinar la mejor medida de control apropiada a la tarea a valorar, aunque no aplica específicamente para medir el nivel de riesgo existente. Este método está basado en el peligro intrínseco de las sustancias, su potencial exposición ambiental y la cantidad de sustancia a utilizar. De gran aplicación para casos sencillos y para evaluar medidas preventivas aplicadas de manera individualizada, aunque no para comparaciones complejas.
Antecedentes.
Según la American Industrial Hygienist Assocciation (A.I.H.A.), la Higiene Industrial es la “Ciencia y arte dedicados al reconocimiento, evaluación y control de aquellos factores ambientales o tensiones emanados o provocados por el lugar de trabajo y que pueden ocasionar enfermedades, destruir la salud y el bienestar o crear algún malestar significativo entre los trabajadores o los ciudadanos de una comunidad”.
La Higiene Industrial también podría definirse como la disciplina dentro del marco de la prevención de riesgos laborales que se encarga del conjunto de procedimientos destinado a controlar los factores ambientales que pueden afectar a la salud de los trabajadores en el ámbito laboral. Así, la higiene industrial debe ser capaz de identificar, evaluar y eliminar los agentes que pueden causar efectos negativos sobre los trabajadores, ya sean estos agentes físicos, químicos o biológicos.
Especialmente importante resulta esta disciplina en los sectores de actividad en los que, por la naturaleza de sus procesos productivos y los medios materiales implicados en ellos, se tiene constancia de la existencia de estos agentes perjudiciales, o también llamados agentes contaminantes, presentes en el medio o una alta probabilidad de que los pueda haber.
Con estos contaminantes podemos referirnos a contaminación acústica, radiaciones, vibraciones, etc., pero sobre todo hemos de considerar los contaminantes químicos. En primer lugar porque suelen estar más difundidos en muchos tipos de centros y puestos de trabajo y su presencia o bien pasa desapercibida o bien el riesgo que conlleva dicha presencia no es debidamente valorado. En segundo lugar porque los contaminantes químicos son más difíciles de evaluar dada la complejidad de las técnicas que se requiere emplear (muestreos específicos y posterior análisis en laboratorio) para tener finalmente la información que se precisa acerca de la naturaleza y alcance de la exposición de los trabajadores a estos contaminantes químicos.
Por otro lado, no podemos olvidar aquellas empresas en las que normalmente no se encontraban inicialmente contaminantes tan dañinos, pero que posteriormente y debido a los avances en los procesos y cambios de materias primas, herramientas o nueva maquinaria se han introducido nuevos riesgos. Hecho que nos destaca que no todos los avances van de la mano de la búsqueda de la seguridad e inocuidad de los mismos. Un claro ejemplo lo tenemos en las empresas que trabajan la piedra natural, donde la introducción de nuevos materiales, como los compactos de cuarzo, en ocasiones ha dejado a los trabajadores que los manipulan y transforman expuestos a unos niveles de Sílice que superan los límites recomendados.
Gestión preventiva en la empresa. Evaluación de riesgos e implantación de un programa de higiene industrial.
Los empresarios y trabajadores con alguna función preventiva, a día de hoy, ya están familiarizados con las obligaciones generales y responsabilidades que contraen en materia de protección de los trabajadores. En general, la mayoría de las empresas ya han adoptado alguno de los modelos de organización preventiva e incluso ya tienen un camino recorrido en materia de PRL, hay cierta conciencia preventiva, se han evaluado los riesgos más evidentes y se han propuesto medidas correctoras para controlar los que pudieran ocasionar mayores daños en caso de materializarse un accidente.
El proceso de Evaluación de Riesgos y sus correspondientes revisiones y actualizaciones queda clamorosamente incompleto si no integra en el mismo un programa de higiene industrial, basado en una propuesta acotada de mediciones de contaminantes presentes en el centro o lugar de trabajo, y que estará definido por el personal del Servicio de Prevención de la empresa.
Sin embargo, por lo general, en el proceso de Evaluación de Riesgos sólo las grandes empresas tienen implantado dicho programa de higiene industrial, con un impacto directo en la planificación de la actividad preventiva, y cuyo objeto es, simplificando el proceso, conocer la naturaleza y niveles o concentraciones existentes de agentes contaminantes susceptibles de ocasionar daños para la salud de los trabajadores y controlar a su vez la eficacia de las medidas preventivas implantadas para prevenir o reducir dichos niveles de exposición.
Por tanto, no se trata tan sólo de que exista la posibilidad de una exposición aguda de forma accidental que pueda provocar daños inmediatos al trabajador, sino que también hay que ser conscientes de que las consecuencias de una exposición prolongada en el tiempo, precisamente esa que pasa inadvertida, incluso a concentraciones muy bajas de determinados contaminantes, ocasiona a largo plazo un deterioro de la salud en ocasiones irreversible o incluso fatal.
El mayor problema al que nos enfrentamos en la higiene industrial, es que los contaminantes no son visibles a simple vista, el riesgo no es palpable al tacto y no siempre es detectable por el olfato, con lo que se hace necesario recurrir a otros sentidos, no tan comunes como es la intuición. Aunque ésta deba estar basada en unos conocimientos previos. De ahí surge la necesidad de que el empresario se apoye en la figura Técnico de Prevención, como persona que le asesora en materia de Prevención de Riesgos Laborales. En este punto, también es destacable la necesidad de que el técnico reciba la máxima información posible acerca de los puestos o áreas a evaluar, ya que la experiencia ha demostrado que tras esos pequeños detalles, es donde se esconden los mayores riesgos.
Aplicación práctica de la Higiene Industrial
Si podemos asumir estas premisas iniciales entonces podríamos afirmar a continuación que en un entorno laboral y ante un posible riesgo de exposición a agentes contaminantes, cuando así lo establezca el profesional competente o Técnico de Prevención de Riesgos Laborales, lo primero que debe realizarse es una identificación de materias primas y subproductos de procesos. A continuación seguirá una valoración primaria de los posibles contaminantes que concurren o puedan formarse en el medio de trabajo en función de la información disponible, fichas de datos de seguridad, materias primas, etc., o bien mediante muestreos cualitativos que nos indique la existencia o no de un contaminante aunque, dependiendo del método empleado, no necesariamente su concentración exacta. El paso siguiente sería definir la estrategia de muestreo y la determinación analítica de las concentraciones reales de contaminantes en laboratorio.
Para poder cumplir con el objetivo de la higiene, además del reconocimiento de los factores ambientales que puedan influir sobre el estado de salud de los trabajadores se hace a su vez necesario:
- Una evaluación tanto a corto como a largo plazo del grado de exposición alcanzado por el uso de ciertos productos – contaminantes – , métodos de trabajo empleados así como la propagación de los mismos por las instalaciones.
- Control de la situación detectada mediante el uso de medidas preventivas que nos permitan eliminar el riesgo en el origen (caso ideal que se da en muy raras ocasiones) o como ocurre de manera general, reducir la concentración o intensidad de los contaminantes según sea su naturaleza.
En cuanto a lo referente a dichos agentes perjudiciales que afectan al estado de salud de los trabajadores, cabe destacar que la peligrosidad va a venir marcada por:
- La concentración/ intensidad del agente contaminante en el ambiente de trabajo.
- El tiempo de exposición al que se encuentre sometido a dicho agente nocivo.
- Al efecto sinérgico que produce la exposición a dos o más de estos agentes, que no corresponde necesariamente con “la suma” de los mismos de manera individualizada.
- A la vía de entrada de dicho contaminante, así como a su forma de presentación en el ambiente.
- Al estado de salud y las características propias del individuo, ya que un mismo agente en las mismas dosis puede producir efectos en muy diferentes escalas al personal expuesto.
- Y por último, a la peligrosidad intrínseca del contaminante, ya que no se puede comparar una exposición a nivel lumínico excesivo, con una exposición por pequeña que esta sea a un componente cancerígeno o teratógeno.
Es por ello de suma importancia el control de estos contaminantes en su origen, tras lo que se intentarían controlar en el medio de propagación, ante la imposibilidad de hacerlo en e origen, para dejar siempre, como última opción aplicable, siempre después de haber agotado las demás existente la protección directa del trabajador.
De forma esquemática, y a modo de resumen, concluimos que tras estudiar la procedencia del contaminante, su peligrosidad, la forma en que puede afectar al trabajador, así como la concentración en la que se manifiesta, toda vez que el riesgo no pueda ser completamente eliminado, se debe limitar la exposición del trabajador a través de la implantación de medidas preventivas concretas y eficaces.
a) Las medidas más habituales comprenden desde medidas en el origen:
- Eliminar la peligrosidad del agente (por sustitución por otro inocuo o menos peligroso).
- Disminuir la exposición del trabajador o bien la duración de uso del contaminante.
- Controlar la dispersión del mismo.
- Por último, aminorar o limitar las cantidades a utilizar en el proceso.
b) Medidas interpuestas en el medio para evitar que se propaguen por el centro de trabajo:
- Apantallamiento.
- Usos de campanas extractoras, o extracción localizada.
- Aumento de la ventilación, forzada o no.
c) Hasta las medidas destinadas a la protección del trabajador, las cuales deben ser utilizadas en último recurso, cuando todas las anteriores han sido insuficientes.
- Cambio de la ubicación del trabajador de manera que quede alejado de las fuentes de contaminantes.
- Uso de equipos de protección, que eviten las consecuencias de dichos contaminantes en el estado de salud de los trabajadores.
- Realización de un adecuado control de la salud de los trabajadores mediante reconocimientos médicos específicos.
- Programa de información y formación específico sobre higiene industrial.
Si al llegar a este punto se advierte que el riesgo de exposición sigue presente, o bien se quiere comprobar la eficacia de las medidas implantadas en la empresa es hora de realizar mediciones adicionales, pero ¿Son éstas siempre necesarias?
En ocasiones previo a la realización de mediciones cuantitativas de estos contaminantes puede acudir a las metodologías simplificadas, que pueden ahorrar tiempo y coste.
Como por ejemplo, el método de COSHH Essentials, potente herramienta para determinar la mejor medida de control apropiada a la tarea a valorar, aunque no aplica específicamente para medir el nivel de riesgo existente. Este método está basado en el peligro intrínseco de las sustancias, su potencial exposición ambiental y la cantidad de sustancia a utilizar. De gran aplicación para casos sencillos y para evaluar medidas preventivas aplicadas de manera individualizada, aunque no para comparaciones complejas.
Por: Patricia Frades, Rodrigo Godoy
Fuente: Prevencionar
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