Florece la Quila (y la historia no contada de los cisnes)
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- El 29 septiembre, 2009
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….,” Dicen que es mal augurio cuando florece la quila. Y en realidad: cuando observábamos, en 1939, este fenómeno la última vez, sucedieron cosas terribles. Chile fué sacudido por el terremoto de Chillán, y el mundo entero por la segunda guerra mundial. En nuestra región, y como consecuencia del florecimiento de la quila, había una enorme abundancia de semillas de esta planta, con el consiguiente aumento de lauchas y ratones, favorecidos en su ciclo de vida por una grande e inusitada abundancia de comida.
Mientras que se alimentaron y multiplicaron en la cordillera, lejos de tierras habitadas, esta circunstancia no afectaba al hombre. Pero una vez consumida la inmensa cantidad de semillas caidas en los bosques, los roedores se movilizaron en busca de nuevos alimentos y empezaros a invadir los campos cultivados, los jardines, galpones, despensas, casas. Primero eran unos pocos y se liquidaron con trampas y veneno. Después eran miles y miles, millones y milones. Sacaron de la tierra los granos recién sembrados. Subieron a los frutales a cortar los brotes de las flores y la corteza de ramas tiernas. En los pesebres, se acomodaron en el lomo de las ovejas, y empezaron a mordizquear la carne viva hasta dejar los animales desangrados. Los cerdos amanecían con manchas de sangre, pero se defendieron revolcándose en el barro. En las casas de madera no había rendija donde no se introdujeron, devorando todo comestible a su alcance. No sólo las provisiones -también guardamos aún una cantidad de libros con los lomos deshechos, por el atractivo gusto a engrudo que debe haber atraído a las lauchas.Al último empezaron a atacar, en la noche a los niños chicos, mordiéndoles los dedos de pies y manos. Ninguna familia pudo dormir sin dejar una persona vigilando a los niños. Cuando ya no había nada de comer, se formaron grandes núcleos de roedores, ya semiatontados por el hambre, se movían todos en una sola dirección y después se precipitaron al lago. Esto se refiere al Lago Todos Los Santos y alrededores, y en aquel año se observaban grandes islas flotantes de lauchas muertas en las aguas del lago. Uno se acordaba de la leyenda del “Flautista de Hamelin”, leyenda que seguramente tiene su origen en un acontecimiento similar en la Edad Media Europea.
Todo esto nos induce a publicar la observación hecha en la semana pasada, que un nuevo florecimiento de la quila amenaza la región.
En conversación con el Director del Instituto de Botánica de la Universidad Austral, nos explica el profesor Ramírez* que se trata de la variedad Chusquea uliginosa, o “Colihue de los Ñadis”, y agrega que, aunque la variedad se llama “de los ñadis”, también crece hasta ciertas alturas. Confirma nuestra observación que florece cada 18 a 20 años, y, curiosamente, todas las plantas al mismo tiempo en una región muy vasta. La planta se seca y muere después del florecimiento, y luego empieza el gran peligro de los incendios, pues la hojas y tallos secos del bambú arden como fósforos.
En los bosques a lo largo del río San Pedro y los que rodean el lago Riñihue (voz araucana que significa “Lugar del la Quila”) ya se notan grandes manchas de color ceniza donde hay quila en flor, y amarillas, ya secas, donde florecieron ocasionalmente el año pasado.
Nos hemos propuesto reunir más datos sobre el fenómeno natural, especialmente al sur de la región valdiviana e informar a los servicios correspondientes para aumentar y reforzar la vigilancia sobre incendios de los bosques en los próximos meses, y especialmente para el año venidero.
INGEBORG LINDBERG DE KLOHN (Miembro de la Academia Chilena de Ciencias Naturales)
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Este bellísimo texto fué publicado por “El Correo” de Valdivia, a fines de 1974. Gracias a mi costumbre estudiantil de guardar cuanto recorte o artículo que me gustara entre las páginas de mis libros, (donde quedaban olvidados por décadas), puedo rescatarlo ahora.
He conservado la redacción original, que me parece encantadora, en la que se adivina el talante germano (¨agringado¨) de la autora.
Esta Frau Ingeborg era la esposa de quien fuera mi profesor de Geología, un sabio alemán de quien guardo el más entrañable recuerdo. Formaban ellos una adorable pareja de ancianos científicos, muy queridos en la Universidad, que se hacían acompañar de un perrito ratonero, objeto de todos sus mimos y cuidados.
Fué el Doktor Klohn quien nos sacaba a reconocer las huellas de aquellos antiguos glaciares ya retirados que han dejado su marca en todo el territorio, y que en el sur han dado lugar a los hermosos lagos de hoy. A él le escuché expresar que “el clima de la Tierra se hace cada vez más benigno”, lo que sería natural, dado que vivimos una bonanza interglacial. Nada que ver con la histérica “crisis climática” de los AlGore-ros de hoy.
Sobre el profesor Ramírez(*) tambièn mencionado, recuerdo que en aquel entonces era un joven doctor recién llegado de Alemania, y ya considerado todo una eminencia en Botánica, su especialidad. Fué quizá de la primera generación de científicos autóctonos (y en el más exacto sentido de la palabra, en su caso) que produjo la Universidad Austral y que sacaron sus doctorados en Alemania. Tuve el privilegio de ser su alumno en Sistemática.
Hace algún tiempo, cuando ocurrió la mortandad de los cisnes de cuello negro, tuvo la “osadía” de opinar que quizás no fuera la planta de celuosa la causante del desastre, ya que no había pruebas científicas concluyentes que la inculparan, aventurando otras posibles causas, como tal vez un exceso de radiación ultravioleta que pudo destruir gran parte del luchecillo, planta acuática carente de epidermis que constituye la base de la dieta de los cisnes.
Casi lo lapidaron. Nada importó la enorme autoridad científica de Carlos Ramírez, ni el peso de 35 años de docencia e investigación en una Institución de excelencia como la Universidad Austral. Su opinión fué políticamente incorrecta, y recibió variadas descalificaciones de mequetrefes que difícilmente cuenten con una centésima parte de sus conocimientos.
Volviendo al tema del artículo de frau Klohn, ella está narrando, de un modo lozano y colorista, una situación de desequilibrio ecológico ocurrido en 1939. Causas y efectos naturales en un paisaje que siempre está sometido a las más diversas presiones, donde “equilibrio” No es sinónimo de estática, sino lo contrario, de dinámica. El “Equilibrio Ecológico” es un equilibrio dinámico, donde las poblaciones están permanentemente luchando por expandirse, con lo que hay años de gran crecimiento y años de contracción, dependiendo de la disponibilidad alimentaria.
No cuesta mucho hacer un paralelismo entre lo acontecido con los roedores, que tienen una verdadera “explosión demográfica” a causa de que la semillación de la quila les provee de una extraordinaria disponibilidad de alimentos, seguida de una dramática mortalidad al año siguiente, cuando esta ventaja desaparece, y la situación similar vivida por los cisnes de cuello negro, y otros ánades. En su caso fué la proliferación del luchecillo, una planta sub-acuática que coloniza aguas poco profundas y que da lugar a una sucesión ecológica que a mediano plazo transforma el agua en pantano, y el pantano en pradera, lo que termina con su propio hábitat. Ahora bien, resultó que el luchecillo, provee un excelente medio para el desarrollo y alimentación de los ánades, que de este modo tuvieron su propia “explosión demográfica”, en los rios de los alrededores de Valdivia, durante los últimos 30 años, lo que dió lugar a que se fundara el “Santuario Natural Carlos Andwanter”, para aves acuáticas.
Lo notable en esta historia, es que el “Santuario Natural”, no es ni tan natural, sino una combinación de un desastre, (el terremoto de 1960 que produjo el hundimiento de vastas extensiones de terrenos antes de cultivo o praderas, que por este motivo se convirtieron en aguas poco profundas), y la invasión de una plaga, el luchecillo, planta que llegó a esas aguas por descuido y desidia humanas, ya que fué introducida; Elodea canadiensis se llama, o también Elodea densa.
En mis tiempos de estudiante (en el ramo de botánica), se usaba para el estudio de la histología vegetal en el laboratorio, como preparación para microscopio, y luego se desechaba simplemente en los lavabos, con lo que los fragmentos iban directamente al rio. Luego, en el ramo de ecología estudiábamos la proliferación de esta especie no natural que con características de plaga estaba alterando tan dramáticamente el ecosistema de ribera, enturbiando las aguas al punto de hacer desaparecer a ciertos peces (los llamados “pulles”, y los llamados “cauques”) que habían sido abundantes y característicos. En aquel tiempo no había cisnes de cuello negro en el rio, o eran muy pocos, y la especie estaba en peligro de extinción.
Pues sucedió que tanto cisnes como otras aves se adaptaron y empezaron a alimentarse tanto de la planta como de las inmundicias que se le adherían, encontrándose así con una situación ideal para su desarrollo. Así nació el “Santuario Natural”, que tuvo como consecuencia que la especie dejara de estar en peligro de extinción, ya que se le ha visto proliferar en muchos otros humedales del país, en la misma medida en que la plaga de Elodea se sigue expandiendo. Pero, como ya dije antes, Elodea es sólo la primera fase de una sucesión ecológica que termina formando un suelo sobre sus sumergidas praderas, y a la postre su biomasa se reduce, con lo que también los cisnes deben emigrar o mueren y su población quizá no podrá seguir creciendo e incluso podría disminuir.
La Naturaleza No siempre es tan “ecológica” en el sentido político que hoy se le da al término.
Volviendo a Frau Ingeborg: si sucediera hoy lo que ella describe en su artículo (en 1939), se desataría una histeria mediática en toda la prensa: ¡…Cambio Climático!, ¡…Cambio Climático!, ¡…Cambio Climático! ….. y la verdad, es que… la quila floreció aquí (en el Maule) el año pasado.
Fuente: macanna.blogspot.com
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