Ensayos de toxicidad en agua con especies de microalgas nativas de Córdoba, Argentina.
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- El 1 enero, 2000
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Los aportes de materia orgánica por encima del nivel de carga tolerable para cada ambiente acuático modifican la composición físico-química natural del agua, lo que a su vez genera como consecuencia un incremento en la productividad primaria originada por las microalgas componentes del fitoplancton.
La liberación de sustancias tóxicas en los ecosistemas acuáticos produce una gran variedad de respuestas complejas en los organismos: adición, inhibición, bioacumulación y biomagnificación, afectando a las poblaciones o comunidades existentes.
Considerando que un curso de agua superficial recibe una gran diversidad de agentes químicos, es difícil determinar en esa mezcla, a través de los análisis físico-químicos tradicionales y rutinarios, las fracciones de esas sustancias que están disponibles para ejercer un efecto tóxico en el resto de los organismos. En la actualidad, se están utilizando los ensayos de toxicidad como métodos alternativos y complementarios para la caracterización de las aguas.
Los bioensayos se utilizan como herramienta técnica en el control y monitoreo de la contaminación ambiental, en programas de reducción de la toxicidad de efluentes industriales y evaluación de la toxicidad de productos puros, entre otros.
Estos ensayos de toxicidad tendrían que ser considerados indispensables en el control de la contaminación hídrica, ya que se fundamentan en la utilización de organismos vivos que son directamente afectados por los desequilibrios que eventualmente ocurren en los ecosistemas acuáticos donde viven. Los organismos son muy buenos para detectar condiciones ambientales complejas, considerándoselos como finos sensores de los cambios que operan en el medio. En el caso particular de las microalgas, el interés en obtener datos a partir de estos ensayos es que tales organismos integran un grupo de esencial importancia en los sistemas acuáticos, ya que constituyen la base de las redes tróficas como productores primarios. Por tal motivo, son un grupo clave desde el punto de vista funcional.
Una sustancia tóxica no necesita afectar directamente a los peces y otros animales acuáticos para impactar severamente sobre la salud de un sistema acuático, pero las algas son más sensibles que los invertebrados y peces a varios detergentes, efluentes textiles, tinturas, herbicidas y a una variedad de otros componentes.
En las últimas dos décadas se han desarrollado protocolos internacionales estandarizados que cubren las exigencias científicas y prácticas para realizar ensayos de ecotoxicidad con microalgas. Estos protocolos son recomendados por la Organización para la Cooperación Económica y Desarrollo (OECD, 1984), legalmente requeridos por la Comunidad Europea, y utilizados rutinariamente por agencias de protección ambiental en países como Estados Unidos, Canadá, Francia y Alemania .
Pero, debido a que las especies propuestas en los protocolos internacionales no son las mismas que encontramos en nuestros ecosistemas acuáticos, es muy importante evaluar el efecto de los contaminantes sobre algunas especies nativas. La misma Agencia de Estados Unidos sugiere que las especies autóctonas pueden ser tanto o más sensibles que las especies recomendadas en sus manuales.
En la Provincia de Córdoba no existen conocimientos acerca de la sensibilidad de especies nativas con relación a las utilizadas en los protocolos internacionales.
Por tal motivo, en el Laboratorio de Hidrobiología de la Universidad Nacional de Córdoba se llevaron a cabo diversos bioensayos de ecotoxicidad utilizando especies de microalgas aisladas de ambientes naturales de la Provincia y mantenidas en cultivo de laboratorio, a las que se les añadieron distintas dosis de dicromato de potasio, un tóxico de referencia utilizado rutinariamente. El dicromato de potasio es un compuesto de cromo hexavalente producido de manera secundaria en curtiembres, industrias metalúrgicas y de pinturas, entre otras.
Los datos obtenidos mostraron que tanto en los bioensayos agudos como en los crónicos, Chlorella vulgaris fue la única especie más sensible que Selenastrum capricornutum; (ambas algas verdes) mientras que las especies menos sensibles fueron Microcystis aeruginosa (un alga verde-azul) y Nitzschia sigmoidea. (una Diatomea) a las 48 y 96 horas respectivamente.
Los antecedentes bibliográficos sugieren que diversas especies del Género Chlorella no son tan sensibles como Selensatrum capricornutum, lo cual resulta ser contrario a lo manifestado por Chlorella. vulgaris en nuestros propios ensayos.
El comportamiento de Microcystis, en cambio, la segunda especie nativa más sensible, concuerda con datos que mencionan la conveniencia de adoptar algún alga verde-azul como especie de prueba debido a su sensibilidad mayor a la de otras algas para diversos agentes, mientras que Nitzschia resultó ser el organismo menos sensible al dicromato de potasio.
De estos resultados se desprende también la importancia del uso de bioensayos como metodología complementaria a los controles físico-químicos, y se pone de manifiesto que incluso algunos efluentes que son lanzados cumpliendo con las exigencias establecidas en la legislación vigente estarían afectando negativamente a la flora y fauna autóctonas de los cursos receptores. Esto reafirma lo dicho sobre la necesidad del uso de técnicas que puedan prever el impacto de agentes químicos sobre los organismos acuáticos. Para ello los ensayos de toxicidad con especies nativas, especialmente las microalgas, deberían ser considerados indispensables en el control, evaluación y monitoreo de la polución hídrica.
Andrea Zanuzzi, Marcelo Pierotto, Carlos Prosperi
Laboratorio de Hidrobiología – Fac. CEFyN – Universidad Nacional de Córdoba
Velez Sársfield 299 – (5000) Córdoba – e.mail: [email protected]
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