El Binomio: La Educación Ambiental – Valores Ambientales en el Bachillerato Universitario en la Globalización
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- El 14 octubre, 2010
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1.- Introducción
Como cualquier otra especie, el hombre tiene un derecho inalienable de luchar por su supervivencia, de utilizar los recursos naturales en su propio provecho. Las metas primordiales son: la mejora del nivel de vida y la búsqueda del bienestar. La ineficiencia con la que hemos manejado e intervenido con los procesos transformadores de la materia y la energía amenaza la estabilidad de la vida en el planeta Tierra, lo que limita una calidad de vida sustentable para las presentes y futuras generaciones. Sin embargo, los problemas del medio ambiente no han sido inventados para atemorizar a la gente. Es aquí, donde la globalización ha convertido en su materia prima y utiliza los recursos naturales como reserva de los países en desarrollo, en donde la riqueza y los beneficios que se obtienen de ellos, es decir, la riqueza de los países “pobres” se la “reparten” unas cuantas familias dueñas de las compañías transnacionales en el orbe. Hoy por hoy, millones de personas estamos usando, o abusando de alguna manera, de los recursos naturales de la Tierra, en cada rincón del mundo se está destruyendo un hábitat natural. Los estudiantes y profesores del bachillerato de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), no son ajenos a esta problemática, sino que forman parte de la misma, ya que los problemas ambientales hacen referencia a ámbitos muy diversos de la actividad humana (salud, consumo, ambiente, desigualdades sociales), por lo que requieren un planteamiento curricular que los considere como ejes organizadores del currículo. Lo que implica conectar a los maestros y los alumnos del bachillerato, para que movilicen los contenidos valorales y culturales respecto al dañado medio ambiente.
Son significativas las interrogantes; ¿cómo se obtienen los conocimientos ambientales en el bachillerato universitario?, ¿cómo se promueven estos conocimientos?, ¿qué compromiso tienen los alumnos y profesores del bachillerato de la UAS con el medio ambiente?, ¿qué actitud están tomando los alumnos y profesores de frente a los conflictos ambientales?, ¿qué ha hecho la escuela para promover los valores ambientales y la cultura ambiental?, ¿hasta dónde se considera la dimensión ambiental en los programas de estudio en la escuela?, ¿de qué manera se aborda la educación ambiental en el bachillerato universitario?, ¿qué mundo pretendemos formar para las futuras generaciones? El sentido catastrofista de los elevados índices de degradación de la naturaleza están poniendo en peligro la vida humana del planeta y el impacto ambiental ha ocasionado la crisis ecológica que está padeciendo. Enrique Leff, (1986:85), le llama crisis de civilización.
2.- El medio ambiente: la “reserva” de la globalización
El hombre tiene la capacidad de transformar cuanto le rodea, en la supuesta idea de llevar a la población los beneficios del desarrollo y ofrecerles la oportunidad de ennoblecer su existencia. Sin embargo, los daños incalculables al medio ambiente cada día con día se multiplican en muchas regiones del planeta, aumentando el impacto negativo de la contaminación, los trastornos del desequilibrio ecológico de la biósfera. Así pues, no podemos negar que la globalización es una realidad que ha provocado en la mayoría de la población mundial actitudes xenófobas. Además, la globalización se consolida por el poder de las familias dueñas de las empresas transnacionales y de las transacciones de capitales y la tecnología que permiten al sector privado escapar a las jurisdicciones nacionales y acogerse a sociedades menos exigentes que admiten el libre juego de sus intereses. La reconfiguración geografía, política y económica mundial en el nuevo milenio está representada por el “fantasma” de la globalización. En los años subsecuentes seremos testigos de nuevas formas de organización mundial, pues emergerán nuevas regiones políticas y económicas que determinarán los destinos de cada una de las naciones que la integran.
La globalización expresa según Caride y Meira (2001), la mundialización del mercado, por ejemplo, los países ricos se enriquecen con la explotación de los recursos naturales de los países en vías de desarrollo y que ante la opinión pública, esto no está en la agenda del día, ya que forma parte de sus intereses. Consideran que pueden hacer y disponer de los recursos de otros países. Y, según ellos, pueden llevar la “batuta” de la economía y la política mundiales. El efecto de la globalización como un símbolo elocuente de los límites de la racionalidad económica, producido por los desequilibrios ecológicos sobre la cual se ha construido la civilización. La carrera desenfrenada del crecimiento económico ha hecho de la naturaleza su forma de producción, sometiendo las identidades culturales, socavando las bases ecológicas del planeta, aumentando las desigualdades sociales, produciendo la crisis ambiental que estamos padeciendo como sociedad. Pudiéramos decir que la única salida que nos queda es globalizarnos.
Entonces, sólo se convierte en una utopía, sustentado en los discursos críticos sobre la globalización económica, los cuales cuestionan la bondad de un mundo que se encuentra articulado por el mercado como principal y el casi único elemento de cohesión. La globalización económica y la inoperancia de los gobiernos ante los problemas ambientales escapan del ámbito de su soberanía generando espacios propicios para la violación impune de los derechos individuales y la explotación abusiva e indiscriminada de los recursos naturales principalmente de los países en desarrollo.
El crecimiento económico a ultranza que lo caracteriza no considera los costos de tipo social, cultural o ambiental que tiende en su proceso a marginar más a la población ya de por sí marginada. Esto significa pues, que los países ricos y los ricos en esos países, son cada vez más ricos y proporcionalmente cada vez menos. Lo contrario sucede con los pobres, son cada vez más los pobres y cada vez más pobres los pobres. Ello trae consigo las grandes migraciones propiciadas por la atracción del desarrollo económico de otros países debido a la dificultad de contar con una mejor calidad de vida de la población, en los países y regiones de origen. De esta forma las migraciones se multiplican y muchas veces de forma conflictiva y conducen a la estigmatización y a la discriminación de quienes migran.
3.- Los valores ambientales: elementos de la educación
El desarrollo de valores es primordialmente un proceso de sociabilización, a lo largo de la vida los seres humanos acumulamos conocimientos respecto al ambiente desde diferentes fuentes: de las escuelas, de lecturas personales, de amigos y familiares, de experiencias personales y por supuesto de los medios masivos de comunicación. Desafortunadamente, una gran parte de estos conocimientos son adquiridos a través de los medios masivos y la mayoría de las veces son elementales, diversos e inconexos. Esto ha traído como resultado creencias y concepciones erróneas, así como actitudes y conductas ambientales poco favorables. Por lo tanto, estos comportamientos crean y exacerban los problemas ambientales que amenazan el bienestar no solamente de la humanidad, sino el de todas las especies en el planeta. Es necesario, entonces, discutir ¿cómo son practicados los valores ambientales en el bachillerato de la UAS?, ¿de qué manera están involucrados los docentes y alumnos con los valores ambientales?
La ausencia de la dimensión axiológica tanto en la educación como en la vida cotidiana en las instituciones, en la sociedad en general. Tiene consecuencias mayores como, la injusticia, la violencia, el terrorismo, las guerras, la corrupción, la impunidad y el ingente deterioro ambiental, por citar algunos. Son rasgos de esta crisis que se acentúan progresivamente y la hacen cada vez más evidente.
4.- La educación ambiental responsabilidad del bachillerato universitario
La educación ambiental es un proceso integral, sistemático y permanente de información, formación y capacitación formal e informal, basado en el respeto a todas las formas de vida, por el que las personas, individual y colectivamente, toman conciencia y se responsabilizan del ambiente y sus recursos naturales. Con la adquisición de conocimientos, aptitudes, actitudes, valores y motivaciones que facilitan comprender las complejas interrelaciones de los aspectos ecológicos, económicos, sociales, políticos, culturales éticos y estéticos que intervienen en el medio ambiente.
Precisamente esto constituye, para el docente del bachillerato una parte difícil, como bien lo indica Daniel Fonseca (2001:46), que: la educación ambiental posibilitará la reducción de la frontera entre las disciplinas y permitirá una visión del mundo, a partir de la cual los hechos están conectados en la diversas aéreas curriculares. Significa que la educación ambiental tiene una relación intrínsecamente con las distintas áreas del currículo escolar a diferentes niveles, fundamentalmente las ciencias naturales, ciencias sociales y la educación tecnológica. En tanto, el tipo de educación del ambiente se constituye en un contenido curricular, encaminado al conocimiento del medio ambiente y al cambio de actitudes, pero que no los prepara adecuadamente para la gestión, mejora y conservación del medio ambiente. Para ello, es importante rescatar lo que se dijo en la Conferencia Tbilisi: “prestar la debida atención a los valores ambientales a la hora de desarrollar programas de educación ambiental y que la educación ambiental fomente la conciencia y los valores necesarios para mejorar la calidad de vida”. La educación ambiental, los individuos tienen la posibilidad de potenciar los nuevos valores, de imaginar escenarios alternativos, de educar ambientalmente, es una oportunidad para contribuir a la emergencia del nuevo paradigma. De esta manera es como la educación ambiental nació y creció proponiendo más allá del desarrollo sustentable, es decir, en una dimensión educativa profunda, enfocada al cambio, y abriendo un espacio que de acuerdo con Suavé (1993), es para producir un nuevo saber, conjuntamente y a través un enfoque crítico. En el contexto del primer mundo y en el resto de las regiones la diferencia de enfoque y actuación de las educadoras y educadores, no llegan a comprometerse con un modelo que le apueste al cambio global.
El estado es de emergencia planetaria, con serios conflictos ambientales, y para ello es preciso, que los alumnos y profesores en las escuelas asuman el compromiso que les corresponde con el medio ambiente, y en nuestro caso los del nivel medio superior presten la atención a la situación que actualmente tiene el planeta, en la idea de contar con una percepción más correcta para lograr el anhelado desarrollo sustentable.
5.- En los profesores y en los alumnos
Las propuestas políticas parecen estar comprometidas con criterios y ofertas coyunturales de corto plazo a grupos minoritarios que ejercen el poder político y económico, que les permite de acuerdo con Foucault (1978), el acceso al poder y al saber académico implica una conformidad política. Se trata de conocer en su amplitud y complejidad lo que nos revela el medio ambiente, que no es sólo un tema cualquiera, sino una realidad cotidiana y vital en la educación fundamental, para ello, Sauvé y Orellana (2002), señalan que la educación ambiental, se sitúa en el centro de un proyecto de desarrollo humano e implica una educación ecológica que consiste en definir y colmar de manera adecuada el nicho ecológico humano en el ecosistema global. El reto de la sociedad se convierte en el reto de los profesores y de los alumnos del bachillerato de la UAS. Para ello es importante incorporar las formas de educar respetuosa y responsablemente. Es entender que la educación ambiental desde la perspectiva de Novo (1996:89), enfatiza esta idea de interdependencia como elemento clave para la comprensión de la dinámica de la biosfera, que nos conduce al compromiso de actuar consecuentemente, sabiendo que “todo lo que arrojamos en el planeta va a parar a alguna parte de ese mismo planeta”.
6.- Resultados
El salvajismo que ocasionamos a los recursos naturales, la despiadada destrucción de hábitats por las diversas empresas, ya sean locales, estatales, nacionales e internacionales al equilibrio ecológico en la naturaleza y la deficiente o nula política educativa en el renglón ambiental, la falta de una legislación contundente sin demagogia y sin corrupción, la incipiente práctica de la cultura ambiental y de los valores ambientales, nos obliga a darle a la población lo mejor, a la toma de conciencia ambiental y establecer el compromiso que deberíamos tener con la naturaleza. Nuestra universidad, tiene que convertirse en la iniciadora de una trasformación académica que proponga las estrategias, para que de alguna manera le podamos restaurar a la naturaleza lo que le hemos quitado, y lo que está dañado no se dañe más. Se ha estado advirtiendo constantemente el costo que ha generado la indiferencia y el desinterés sobre este tema, y cómo esto, ha causado daños irreparables al mundo en el que vivimos. En la coyuntura actual, lo ambiental ha vuelto a ser postergado dentro del marco del mercado neoliberal globalizante. De hecho están surgiendo propuestas en el diseño de planes de estudios de educación ambiental que pueden ofrecer mejores posibilidades para solucionar la crisis ambiental. Pero, sólo han sido eso: posibilidades.
Pudiéramos decir que todo está mal y que todo está perdido. Pero no tiene que suceder así, aunque haya estudiantes e incluso profesores en el bachillerato universitario que expresen o sientan que todo está perdido. Sin embargo, hay alumnos y profesores que tienen cosas valiosas rescatables para trabajar para el presente y el futuro, por ejemplo, su lado humano, como lo mencionó uno de los profesores.
En cuanto a la educación ambiental en el bachillerato de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), ha tenido, y tiene, un tratamiento mínimo, que linda en el reduccionismo académico y administrativo, una educación ambiental que en su mapa curricular se encuentra desarticulada de los valores ambientales, de la cultura ambiental y con un imperceptible compromiso con la naturaleza. Debido al desconocimiento de bases éticas, conceptuales y metodológicas de la educación ambiental, se observa una educación ambiental separada de los quehaceres del docente, del administrativo y por supuesto de los estudiantes, es decir, una educación ambiental que no es participe de los ejes transversales de plan de estudios.
Además, se desconoce que la educación ambiental nace en el contexto histórico, económico, político y cultural de la globalización económica mundial, como expresión del deterioro de la naturaleza y de la calidad de vida. Y, que va más allá, abarca el conocimiento físico y orgánico, de la naturaleza, incluido el hombre. Es aquí donde el bachillerato de la UAS, ha puesto barreras y limitantes para que esta sea instrumentada, impidiendo el impulso de una educación holística e interdisciplinar en el mapa curricular,
En Tbilisi, se enfatizó en la incorporación de la educación ambiental a los programas de estudios de las escuelas. Porque la educación ambiental se constituiría necesariamente en la disputa por el poder simbólico de nombrar, interpretar y atribuir sentido a las relaciones deseables entre sociedad y medio ambiente. En nuestro caso, el bachillerato de la UAS, los alumnos y en especial el docente desconocen de los principios básicos de la educación holista y del constructivismo. Porque no cuentan con los elementos necesarios para lograr la formación integral del estudiante, que les permita brindarles la atención requerida desde el aspecto afectivo-motivacional y cognitivo.
Por lo tanto, el bachillerato de la UAS, la educación ambiental es incipiente, sin proyección, sin proyecto, con perspectivas académicas e institucionales disminuidas, o si le queremos ver de esta manera, con perspectivas poco alentadoras. Una educación ambiental con poca vinculación teórica práctica, es decir, con una disminuida relación de la temática en el salón de clases con los problemas del medio ambiente. A pesar de la paradoja, se pregona la calidad en la educación y las competencias. Se cuenta pues, con una educación ambiental carente de estrategias que impulse la conciencia ambiental en los estudiantes y en los profesores. En el plan de estudios del bachillerato universitario la educación ambiental, se caracteriza por su reduccionismo, con un currículo que no integra, que no aglutina la dimensión ambiental, y que en los contenidos temáticos los valores ambientales, el desarrollo sustentable y la cultura ambiental no están considerados como tales.
De esta forma los contendidos temáticos del plan de estudios del bachillerato son minimizados por el alumnado, el profesorado y por los directivos de la universidad. No se han puesto a pensar y valorar de manera critica que la educación ambiental es una de las vías más eficaces para alcanzarlos. Pero en el bachillerato universitario no sucede así, puesto que los estudiantes y los maestros no han sabido cómo desarrollarlos y de cómo llevar a la práctica los valores ambientales, ni cómo hacerse de una cultura ambiental que les permita tener armonía con la naturaleza y comprender la importancia de la educación ambiental. Los estudiantes, los profesores y los directivos del bachillerato universitario no han tenido la capacidad de desentrañar lo que es bueno o lo que es malo para la comunidad preparatoriana en relación con la problemática ambiental.
En el bachillerato no se han percatado que la educación ambiental busque la construcción del conocimiento y las actitudes que definan las acciones de los individuos frente a los problemas del medio ambiente. Pero en el bachillerato, en especial el de la UAS, la construcción del conocimiento medioambiental, se ha convertido en el desafío de los profesores, de alumnos y de los directivos. Pero no han querido enfrentarlo. Sólo se observan evasivas y supuestas justificaciones para no encararlos con responsabilidad y compromiso. En cambio, lo único que se está mostrado es la realidad que vivimos, que es la incapacidad de atender los problemas del medio ambiente.
Con los disminuidos conocimientos medioambientales con los que se cuentan en el bachillerato de la UAS, encontramos por un lado, un número importante de profesores del bachillerato han provocado el error de subestimar y menospreciar a los estudiantes como entes pensantes. Por ejemplo, el compromiso con el medio ambiente tiene dos formas, lograr una sociedad comprometida y responsable con el medio ambiente, o nos arriesgamos a la destrucción de la humanidad. Y, el conocimiento medioambiental ayuda en mucho.
Por el otro lado, en los estudiantes se observan actitudes de preocupación. Pero a pesar de ello, no se ha insistido por parte de los profesores o por los directivos de las escuelas preparatorias, la idea de cómo conservarlo y preservar el medio ambiente, de qué forma puedan adquirir una conciencia ambiental que les ayude de manera importante a ser más responsables y respetuosos con el entorno. De hecho resolver o inclinarse por una de ellas, es una encrucijada en la escuela, porque el compromiso por el medio ambiente de los alumnos y los maestros es imperceptible, hasta el grado de no querer saber nada, de no comprometerse con su medio ambiente. Mientras que las políticas educativas en la universidad estén trabajando aisladas, desarticuladas de la realidad ambiental, seguiremos entonces, sujetos a los patrones neoliberales, y por tanto el compromiso con el medio ambiente será cada vez más lejano.
En esta faceta el bachillerato de la UAS, no ha mostrado tener la calidad y capacidad de proponer, o sugerir las formas o estrategias para trabajar en conformidad con el entorno. Al final, los estudiantes y profesores en el bachillerato de la UAS, no entienden del todo la importancia y la finalidad de la educación ambiental. En la actualidad no hay una respuesta significativa. Como lo señalaron Suavé y Orellana, que el objeto de la educación ambiental no es el medio ambiente como tal, sino nuestra propia relación con él. En esta perspectiva de esperanza, las escuelas preparatorias de la UAS no inician la educación ambiental, sino son los medios de comunicación, es decir, la educación informal. La falta de pertenencia de alumnos y profesores viene a trastocar esta situación, quizá porque en el bachillerato universitario hace falta que los directivos se conviertan en los líderes, en los iniciadores de la educación ambiental.
Desde la antropología, el bachillerato universitario no ha definido su cultura, es decir, una cultura sustentada en los valores, prácticas, normas, para lograr la plena identidad de su comunidad con el entorno. Significa pues, conocer en su amplitud y complejidad lo que nos revela el medio ambiente. De seguir con estas tendencias, el futuro continuará siendo incierto. La crisis del medio ambiente radica en que la mayoría de nosotros y en específicamente en las instituciones educativas como el bachillerato de la UAS, continúa con los conceptos y valores de una visión del mundo ya caduca, una visión que es inadecuada para afrontar los problemas medioambientales y los desequilibrios ecológicos. En tanto, la situación de emergencia ambiental que estamos viviendo compromete a los alumnos y profesores del bachillerato a trabajar en las actitudes frente a la existente problemática ambiental, ya que parece que se están olvidando de llevar a la práctica los rasgos culturales y valorales.
En cambio vemos programas de estudios con contenidos temáticos saturados de conceptos, disminuidos en los procedimientos y actitudinales. En tanto, las propuestas para el desarrollo de cada asignatura no trascienden los esquemas tradicionales, se sigue ponderando el aprendizaje y acumulación de información por encima del fomento de habilidades, valores y actitudes. Dentro del bachillerato universitario la realidad es que, definitivamente no se actúa, ni se lleva a cabo la cultura por el medio ambiente, ni por los profesores, los directivos, ni los mismos estudiantes. Si se presenta algún aspecto en relación a promover la cultura ambiental, pues, realmente es esporádico, y de cierta manera ocasional, lo cual se minimiza con los quehaceres cotidianos tanto académicos como administrativos. El problema es de todos.
Pero dentro del contexto cultural que nos tocó vivir, refiriéndome al bachillerato universitario como espacio de cruce de culturas las evidencias del desarrollo de la cultura ambiental son insignificantes. Pero lo más delicado es que cada día que pasa, el medio ambiente está más contaminado, más dañado por el hombre y estamos tomando una actitud como “si nada hubiera pasado, como que, “nada pasa”, y mientras los estudiantes alumnos, profesores y directivos, siguen sin hacer algo para prevenir o proponer soluciones a los ataques inminentes y atroces que se le están haciendo a la naturaleza.
La situación que guarda actualmente el bachillerato de la UAS, en cuanto a su infraestructura humana se ha hecho difícil encontrar la fórmula que le permita llegar a trabajar en los valores ambientales y en la cultura ambiental. Porque deplorablemente el valor que se le ha dado al medio ambiente es subestimado y menospreciado, afectando las actitudes y conducta de los actores en el bachillerato, lo que ha perjudicado en forma importante las posibilidades de encontrar la fórmula para encarar la problemática del medio ambiente. El desinterés por el medio ambiente, la falta de cultura ambiental y la práctica de valores ambientales, con una educación ambiental reducida, está al orden del día. Lo delicado está en que los actores del bachillerato de la UAS, no han comprendido que la educación ambiental informa, sensibiliza, divulga, comunica, forma, capacita, educa, participa, investiga, evalúa, enseña, desarrolla, toda relación del hombre con el medio ambiente. Como bien lo afirmó Sauvé, la educación ambiental no debe ser politizada.
7.- Conclusiones
En el trajinar de la presente investigación puede darme cuenta de tres puntos significativos que finalmente en mi perspectiva son relevantes en cualquier nivel educativo. Pero de manera especial en el nivel medio superior de la UAS. El bachillerato universitario, no cuenta con una educación que abarque el uso correcto de la naturaleza, de modo que los alumnos y los profesores aprendan a ver los problemas del medio ambiente con una visión que les permita saberse a sí mismos como elementos que interaccionan con otros. Además, no cuenta con una educación que invite a superar el deterioro del medio ambiente en un escenario de crisis económica y política, de pocos valores ambientales y de una cultura ambiental pobre e insignificante en un mundo sustentado por el mercado y los procesos de globalización.
Por lo tanto, las autoridades universitarias, los directivos, los profesores y los estudiantes debería pensar seriamente que la educación ambiental es holista interdisciplinar aglutina e integra al currículo de forma transversal. Es precisamente, donde el bachillerato está fallando y cómo está pasando el tiempo, este desafío es incrementado cada vez más. La universidad debería de buscar el diálogo con las personas, debería establecer relaciones con otras instituciones y comparar las formas de cómo se está trabajado en otras universidades, no sólo de México, sino de otros países. Esto sucede debido al trabajo incipiente en las preparatorias de la UAS. Ya que se carece una educación ambiental que contribuya de forma importante y urgente en actitudes que enriquezcan los conocimientos medioambientales y las aptitudes para proteger y mejorar el medio ambiente, y por ende, la del ser humano. Esto de hecho es el reto al que se tiene que enfrentar el bachillerato universitario.
Para ello, estoy invitando a que otros académicos realicen sus investigaciones y que profundicen más en esta temática, que hasta el momento en el bachillerato universitario tiene poco tratamiento y ha sido poco atendido, debido a que la mayoría de las investigaciones referentes a la dimensión ambiental, se realizan en las escuelas profesionales y en posgrados. Dejando al bachillerato universitario en un segundo nivel, o bien queda para el último, si es que tiene un turno. Es significativo pues, que en otras investigaciones profundice hasta lograr un acercamiento y un darle seguimiento a los alumnos, los profesores, a los trabajadores administrativos, intendentes, a los veladores, porque son parte de la comunidad preparatoriana. Con la certeza de que se podría ampliar y profundizar en la conducta y en las actitudes de los actores en las escuelas universitarias. La falta de correlación entre las actitudes y las conductas ambientales es una de las evidencias empíricas más consistentes en el estudio de la responsabilidad ecológica. Las actitudes son, sin duda, una de las variables antecedentes de las conductas ambientales. En esto el plan de estudios del bachillerato tiene esta debilidad.
Finalmente, dejo este dejo en la reflexión el presente artículo para ser leído y revisado que apoye con soluciones a la práctica de valores ambientales y al desarrollo de la cultura ambiental para enfrentar los graves problemas del medio ambiente y los retos del nuevo milenio.
Referencias
- Caride José Antonio y Pablo Ángel Meira (2001) Educación Ambiental y desarrollo humano, Editorial Ariel, P. 40-45. Primera edición.
- Fonseca de Andrade Daniel (2001), Instrumentación de la Educación Ambiental en las escuelas: Un análisis bibliográfico de algunos problemas y posibilidades, Tópicos en Educación Ambiental, No. 3 Vol. 8, P. 44-54.
- Foucault, Michel (1978), Microfísica del Poder, La piqueta, Madrid..
- Leff, Enrique (1986), Ecología y Capital, Racionalidad Ambiental, Democracia Participativa y Desarrollo Sustentable, Editorial Siglo Veintiuno Editores, séptima edición, 2007, P. 85.
- Novo, María (1996), La Educación Ambiental Formal y no Formal: dos sistemas complementarios, Revista Iberoamericana de Educación, No 11, P. 75-102.
- Sauvé Lucie y Orillana, Isabel (2002), La Formación Continua de Profesores en Educación Ambiental: la propuesta de EDAMAZ, Tópicos en Educación Ambiental No. 4. Vol. 10, P, 50-62.
- Sauvé, Lucie (1993), Education relative aI’environnement: representations et modes d’intervention, in Environnement et Société. L ‘educationrelative a l’environnement: pour un debatinstitutionel et méthodologique, No. 11, P. 5-10.
- Sauvé, Lucie (2006), Educación Ambiental y la Globalización: desafíos curriculares y pedagógicos, Revista Iberoamericana de Educación No. 41.
Por: Manuel Arturo Mitre García
Facultad de Ciencias de la Educación (FACE)
Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS)
Culiacán Sinaloa México
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