Construcción: Cada año hay más accidentes de trabajo
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- El 17 marzo, 2009
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Los accidentes de trabajo en la construcción continuaron en aumento en forma alarmante durante el período 2002-2006; es de esperar que en los años 2007 y 2008 esta tendencia se mantenga; pareciera que en el sector nadie se ha enterado de esta situación. Los empleadores le echan la culpa a otros, las ART´s parecieran que miran para otra parte limitándose solamente a aumentar las alícuotas, los trabajadores dicen: “yo no fui”, los responsables de higiene y seguridad señalan que a las empresas no les interesa este tema, las entidades representativas de empleadores y trabajadores sólo se sientan a conversar en las paritarias y se circunscriben exclusivamente al tema salario, las autoridades de aplicación no se saben que hacen. ¿Por qué ocurre todo esto?
Durante el año pasado hemos desarrollado un trabajo vinculado a la problemática de la normativa aplicable a la actividad de la construcción (ver www.sgesa.com). En el mismo, se intentaba explicar en detalle los alcances y contenidos de toda la legislación vigente para el sector.
No obstante tener adecuados instrumentos legales en materia de higiene y seguridad en el trabajo para la construcción, la realidad parece pasar por otro carril, dado si bien las normas existen los accidentes laborales crecen desproporcionadamente comparándolos con otras ramas de la actividad laboral.
A fin de ratificar estos conceptos analizaremos qué pasó con la siniestralidad de este sector en el período 2002-2006 (último año del cual se dispone de estadísticas oficiales publicadas por la por la Superintendencia de Riesgos del Trabajo – SRT – en su página web: www.srt.gov.ar al mes de marzo de 2009) a través de algunos indicadores representativos para la construcción.
Antes de comenzar el análisis debemos señalar que el mismo está relacionado exclusivamente con los trabajadores declarados (léase “en blanco”) no considerando, por lo tanto, el trabajo informal que en esta actividad suele observarse, con lo cual estos datos podrían ser mucho más desalentadores que lo que veremos a continuación.
SINIESTRALIDAD DEL SECTOR CONSTUCCIÓN – PERÍODO: 2002 – 2006
Uno de los correlatos que trajo aparejado el incremento que se produjo en la construcción, en el sentido de metros permisazos o bien construidos, fue el crecimiento del empleo el cual se tradujo en que el total de trabajadores ocupados pasó de 124.309 trabajadores en el año 2002 a 379.903 para el año 2006 es decir que se triplicó su valor; no obstante, si utilizamos también como comparación contra este aumento el total de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales en ese mismo período, se puede afirmar que estos prácticamente se quintuplicaron elevándose de 15.849 (año 2002) a 75.797 (año 2006).
Si se analiza la evolución del Índice de Incidencia del país (trabajadores accidentados con baja / total trabajadores cubiertos x 100) puede apreciarse que este indicador creció un 29% ya que para el año 2002 era de 6,24 en tanto que para el año 2006 fue de 8,07. Haciendo un paralelismo con el Índice de Incidencia de la Construcción puede constatarse que en el año 2002 éste ascendía a 11,93 mientras que en el año 2006 trepó a 19,32 (es decir que se incrementó casi el 61% frente al 29% de crecimiento del mismo parámetro a nivel nacional).
Veamos que ocurrió si analizamos las Jornadas perdidas. Con relación éstas puede verificarse que en el año 2002 las mismas ascendieron a un total de 317.413 en tanto que para el 2006 su número llegó a 1.751.026 o sea que fue un 551% más que en el 2002. Si se comparan estos dos (2) valores con los producidos en toda la actividad nacional se observa que, para el mismo lapso a nivel país, pasó de 6.381.975 jornadas perdidas a 14.764.151 o sea que creció un 231%. Nótese que el incremento del sector construcción es sensiblemente más elevado que para la totalidad de las actividades laborales (551% de crecimiento en construcción versus 231% a nivel nacional).
Otros indicadores que consideraremos son: los accidentes con o sin baja y el Índice de Duración Media o IDM (total de días de baja / total de accidentes). Con relación a los accidentes sin baja estos aumentaron un 337% (pasaron de 2820 a 9515) pero los accidentes con baja crecieron en un 495% (de 14.816 a 73.404). De la misma manera, el IDM pasó de 21,3 días por accidente a 23,9.
Todos estos datos permiten inferir que la siniestralidad laboral en la construcción ha crecido a valores mucho más elevados que los correspondientes a la siniestralidad a nivel del país o sea que su curva de crecimiento tiene una pendiente muchísimo más pronunciada respecto de la correspondiente al país.
De lo expuesto podría inferirse que no sólo los accidentes de trabajo en la construcción han tenido un incremento en su frecuencia sino que también han sido más graves.
LA REALIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN
Antes de comenzar a desarrollar este punto es conveniente dejar aclarado que los comentarios o contenidos que se efectúen a lo largo de este trabajo, estarán centrados principalmente en lo que se refiere a obras de propiedad horizontal o bien a refacciones domiciliarias no considerando grandes obras de infraestructura ni aquellas que superen los 3000 m2, ya que este tipo de construcción es efectuada, por lo general, por medio de grandes empresas, en tanto que las otras están circunscriptas a sector PYME de la actividad.
El objetivo que se persigue es tratar de visualizar qué es lo que está ocurriendo en este sector tan importante, el cual no sólo no ha logrado disminuir la siniestralidad laboral sino que por el contrario la ha aumentado drásticamente.
Como hemos mencionado precedentemente, un argumento frecuentemente escuchado es que tenemos mayor cantidad de accidentes de trabajo por que el sector creció de una manera muy fuerte en el período considerado, este crecimiento no sólo se vio traducido en los metros cuadrados construidos o bien permisazos (autorizados para construir) sino también en la cantidad de trabajadores que ocupa el sector.
Hemos señalado, también, con respecto a este argumento que si bien el crecimiento del número de trabajadores se triplicó, el aumento de los accidentes de trabajo se quintuplicó de manera que no es un acierto señalar utilizar este tipo de argumentos para justificar este aumento del número de accidentes de trabajo.
Efectuadas estas salvedades debemos centrarnos en describir cuál es la realidad que se observa desde fuera del sector, ya que el crecimiento que hemos mencionado ha desaparecido de la mano de la crisis económica mundial que se está sufriendo actualmente.
A fin de poder segmentar el análisis, nos parece oportuno hablar en forma individual de los actores sociales que conforman la actividad de la construcción: empleadores (comitentes, empresas constructoras, contratistas y subcontratistas); directores de obra, sobrestantes, capataces; responsables de servicios de higiene y seguridad; trabajadores; aseguradoras de riesgos del trabajo; entidades representativas de empleadores y trabajadores; autoridades de control.
LOS EMPLEADORES
Dentro de la categoría de empleadores encontramos dos tipos netamente diferenciados: los comitentes, propietarios o dueños de la obra y los contratistas sean estos la empresa constructora o cualquier otro tipo de subcontratista.
También debe mencionarse que no hay una sola manera de llevar adelante los proyectos de obra, sino que lo habitual es que se presenten distintas modalidades de ejecución de los mismos.
Una alternativa puede ser aquella en la cual el comitente no quiere saber nada del tema obra en cuyo caso se transforma más que en un comitente, en un inversor.
Otra modalidad, es aquella en la cual el comitente por si mismo asume la contratación de la constructora y de los diversos gremios (subcontratistas) los cuales no dependen de la constructora sino del comitente.
A partir de estos esquemas puede presentarse un abanico de posibilidades que no van a ser analizadas en este trabajo, pero que sí existen y son utilizadas en las obras de construcción.
También, aunque no con carácter de empleador, hace su aparición el Director de la Obra es decir aquel profesional que representa al comitente y que verifica que lo que establece la documentación de obra sea efectivamente lo que la constructora o los diversos contratistas o subcontratistas llevan a la práctica en la obra.
LOS COMITENTES
En lo que hace a la prevención de los riesgos o bien a la problemática de los accidentes de trabajo los comitentes tiene poca o nula información sobre lo que ocurre con esta problemática y menos aún, cuáles son sus responsabilidades frente a la ocurrencia de estos.
Para ellos la seguridad en el trabajo (desconocen el significado del término Higiene del Trabajo ya que lo asocian a limpieza o a baños y vestuarios) es un problema de la constructora o de los contratistas o de quién sea, pero no de ellos.
A este panorama se debe sumar, por un lado la informalidad del sector en donde es muy difícil encontrar vínculos formales o contractuales entre el comitente y la constructora o entre el comitente y los subcontratistas o entre el comitente y la dirección de obra o con el responsable de higiene y seguridad o entre la constructora y los contratistas y por otro el hecho que el costo de obra debe ser el menor posible de manera de maximizar la utilidad.
En resumen, la mayoría de los comitentes no tienen ni idea y tampoco les interesa el tema de los accidentes de trabajo en las obras, razón por la cual si se debe “gastar” algo que sea la menor suma posible. Éste, es en forma general, su pensamiento hasta que ocurre un accidente de trabajo grave en una obra y se llega a una demanda judicial, la cual finaliza con un fallo que les es adverso en casi la totalidad de las mismas.
También creen que para este tema está la ART (“para eso pago una”) y que es la aseguradora la que les va a resolver los problemas de los accidentes de trabajo.
LA DIRECCIÓN DE OBRA
Para los profesionales que asumen las tareas de Dirección de Obra los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales no son un tema de su competencia sino que para eso hay un ingeniero de seguridad que se ocupa de ello.
De este modo, cuando están o ingresan en la obra no sólo no utilizan los equipos y elementos de protección personal sino que tampoco corrigen o alertan al personal acerca de los temas de la seguridad, pues no los conocen. Para estos profesionales, si un andamio tiene una tabla esta bien que así sea o bien si el trabajador se para sobre un caballete para hacer un trabajo es un problema que no le atañe y que, tal vez, ni siquiera lo perciba pues es totalmente normal que esa o la otra tarea se haga de ese modo.
Su trabajo se circunscribe a la obra, a la finalización de la misma en tiempo y forma, a la aclaración de dudas sobre tal o cual plano o sobre los detalles, etc.
La situación se complica más cuando el director de obra, es a su vez la empresa constructora y, también, es el que hace el hormigón, la mampostería, etc. Imaginemos que si con lo ya descripto previamente la situación es bastante complicada y poco o nada ética ¿qué puede interesarle el tema de la prevención o la no ocurrencia de accidentes de trabajo?.
EL SOBRESTANTE DE OBRA
El Sobrestante es una persona vinculada a la Dirección de la Obra ya sea porque la asiste o bien por que reemplaza al Director de Obra cuando éste no se encuentra físicamente en ella; la palabra “sobrestante” proviene de “sobre estar” o sea “estar demás” o “estar además” en la obra ya que puede ocurrir y es esto lo que pasa en la práctica que el Director de Obra no esté presente a lo largo de todo el día en la obra y es el sobrestante quien lo reemplaza cuando éste se encuentra ausente. De la misma manera, hay lapsos en que ambos se encuentran en la obra; es en esa situación en la cual el sobrestante “esta además”.
Éste no es necesariamente un profesional universitario ya que puede ser una persona con título secundario (generalmente maestro mayor de obras) o un estudiante universitario avanzado (generalmente de las ramas de la arquitectura o bien de la ingeniería civil).
No hay un sobrestante en todas las obras sino que, por lo general, lo encontramos en obras de mediana a gran envergadura. Esta persona, suele utilizar ciertos elementos de seguridad tal el caso del casco y los zapatos de seguridad (estos últimos a veces). Al igual que el Director de Obra la seguridad y los accidentes son problema de otros.
En realidad si conoce algo del tema es por haberlo visto en obra o bien por algún comentario pero tiene en claro que la seguridad de los trabajadores no es su responsabilidad y no tiene por qué estar controlando nada que tenga que ver con este tema, salvo que hubiere una indicación en contrario.
LA EMPRESA CONSTRUCTORA
Las empresas constructoras, cuando se trata de empresas de envergadura, conocen bastante más que los comitentes todo lo inherente a la seguridad laboral y, justamente, es por esta razón y por el hecho que en sus obras estos conocimientos los aplican, que sus costos son mucho más elevados que los de las empresas más pequeñas y por lo general, no son contratadas por el tipo de comitente que desarrolla un emprendimiento de propiedad horizontal o una construcción estandar o bien una refacción de un edificio, etc.
Llegamos así a la constructora que más se observa en el país, aquella que hace habitualmente el hormigón o la mampostería o que subcontrata a todos los gremios. Salvo en esta última situación, se observa que posee el siguiente perfil: en general, gran parte de su personal proviene del interior del país o de otra provincia si es que la obra es en el interior o bien de algún país limítrofe o cercano a la Argentina. Si bien posee personal formalmente declarado, paga sus sueldos parte en blanco y parte en negro, a veces posee un capataz en la obra, la ropa de trabajo o bien los elementos de seguridad (EPP) que provee son los más económicos del mercado y estos EPP tienen que durar varias obras o años antes de ser repuestos.
Tal es así que es frecuente encontrar personal con calzado de seguridad totalmente roto, sin guantes, con cascos destruidos, herramientas en mal estado, tablero eléctricos poco seguros, etc.
Al tener al personal en blanco o declarado se ve obligado a cumplir con ciertas formalidades u obligaciones mínimas tal el caso de estar afiliado a una ART o bien de tener que comunicarle a ésta el aviso de obra, o de solicitarle el certificado de cobertura o de tener que elaborar un Programa de Seguridad para que sea aprobado por la ART; de este modo, no le queda otro remedio que contratar a un responsable de seguridad que cada tanto va a la obra (una vez por semana o cada quince días) y al cual intenta pagarle lo menos posible.
Este tipo de empleador suele controlar en forma personal la realización de los trabajos, suele concurrir con cierta frecuencia o bien diariamente a la obra y para diferenciarse del trabajador y preciarse de ser el “dueño” que por otra parte lo es, no utiliza ningún elemento de protección personal cuando se encuentra en la obra y jamás corrige alguna condición peligrosa. En este punto habría que preguntarse si tiene alguna idea del concepto “Condición peligrosa”.
Para este tipo de empleador la seguridad laboral pasa sólo por entregar los elementos de protección personal. El uso y el control de uso no es su tema y trata, como ya mencionamos, de comprar lo más barato del mercado en desmedro de la calidad o bien del cumplimiento de alguna norma que certifique la calidad de ese producto.
Estos conceptos relacionados con el uso de los EPP, no son sólo patrimonio de esta persona, sino que también le son aplicables a otras que se podrían denominar como los “no obreros” (el término “obrero” es casi siempre el utilizado en la construcción en lugar de la palabra “trabajador”; simula estar en una época previa a la revolución industrial) es decir a aquellas que tienen que ver con la obra y que utilizan a veces el casco, generalmente de color blanco, tal el caso de los Directores de Obra, sobrestantes, capataces (aunque estos últimos en menor medida), etc.
EL CAPATAZ
Pertenece, generalmente, a la empresa constructora; su rol principal es el control del personal (asistencia, retiros anticipados, etc.), el control de los materiales y del equipamiento de obra, su mantenimiento, la limpieza de obra, etc.
Es tal vez, la persona que más está vinculada en forma directa con la seguridad desde el punto de vista de la empresa (pasa la mayor parte del tiempo en la obra), ya que es aquel con el cual se produce un mayor trato tanto por parte de los trabajadores como así también por parte del ingeniero de seguridad que la empresa tiene contratado.
Los problemas que se presentan acá son variados; abarcan desde el trato cotidiano con los trabajadores y la confianza que se genera por esta cotidianeidad entre éste y el grupo, sin dejar que sea visto como “un representante de la patronal” hasta el momento en que tiene que ejercer su autoridad y ésta se ve debilitada por ese trato continuo.
Es frecuente escuchar delante del ingeniero de seguridad durante una recorrida de obra frases como: “no sé cuantas veces les dije que se pongan el cinturón pero no me hacen caso” o “ya le avisé al dueño y no me compra los zapatos para la gente” o “estoy cansado de decirles a todos que los andamios deben tener dos tablas”, etc.
A veces, este personaje, tampoco corrige las condiciones inseguras que le señala el ingeniero de seguridad o bien que él mismo ve durante sus horas de trabajo para “no incomodar a los muchachos” de manera que es frecuente encontrar: andamios inseguros, huecos sin proteger, barandas sin colocar, suciedad en obra, el no uso de EPP, etc.
Todo transcurre de este modo hasta que llega el ingeniero de seguridad; en este momento pueden verse caras de: “Ahí viene el plomo de seguridad, ponéte el casco” o “Muchachos, está subiendo el ingiero de seguridad, átense todos que no quiero tener problemas”, etc..
LOS CONTRATISTAS / SUBCONTRATISTAS
La obra como elemento dinámico que es varía día a día y al igual que ésta lo hacen los contratistas y subcontratistas. La gama de gremios es muy alta y compleja desde el punto de vista de la seguridad: no es lo mismo la probabilidad de accidentes que tiene el colocador de pisos que la del instalador del ascensor o bien la del sanitarista versus la empresa de hormigón.
De este modo, encontramos en la obra a una importante cantidad de personas en un determinado momento (aunque poca en número en relación con cada contratista) que hace que la seguridad se vea afectada de modo significativo. Se trata del pico de obra.
En términos generales, es difícil encontrar a un ingeniero de seguridad de estos contratistas apareciendo por la obra o bien por tratarse de pequeñas empresas o de contrataciones informales directamente estos no existen.
Es decir que la sumatoria de los contratistas como así también de aspectos que se vinculan a las condiciones de seguridad de la obra en un determinado momento, hacen que la no seguridad se vea potenciada y por ende la ocurrencia de accidentes sea más elevada. Todo este panorama se ve agravado por el hecho de no existir mecanismos de control por parte de ninguno de los actores ya mencionados.
LOS TRABAJADORES
Si todo lo comentado fuera al revés de lo señalado, el trabajador sería el primer beneficiado puesto que los accidentes de trabajo deberían disminuir o bien no ocurrir. Pero la realidad demuestra lo contrario y muchas veces el propio trabajador aporta también su granito de arena para ello.
Es frecuente observar andamios mal construidos, huecos sin proteger, tableros eléctricos precarios, máquinas sin protección, personas trabajando sobre latas de pintura, cajones utilizados como caballetes en los andamios, etc.; ahora bien ¿quién construye los andamios?, ¿quién utiliza las máquinas tales como sierras, amoladoras, etc.?, ¿Quién realiza los huecos y no los protege?; la respuesta a estas preguntas tiene un común denominador: el propio trabajador.
Para éste la seguridad pasa exclusivamente por la entrega de los EPP. Pero una cosa es que se lo entreguen y otra cosa es usarlos. El no uso de los EPP es también una constante del trabajo diario hasta que llega alguien (ingeniero de seguridad, dueño si es que conoce del tema, capataz si es que se le dio la obligación del control, etc.) y el trabajador se lo coloca o bien comienza a utilizarlo.
Entonces, ¿por qué no se controlan las condiciones inseguras? ¿por qué el trabajador no se usa los EPP?. En definitiva ¿Por qué ocurre todo esto?
Podemos señalar que existen varios factores que actúan conjuntamente o bien en forma individual o que interactúan entre sí.
En primer lugar encontramos que la construcción es una actividad con mucha carga de rudeza y que demanda mucho esfuerzo físico; el trabajador se ve sometido a todo tipo de problemas climáticos, trabaja a la intemperie razón por la cual está expuesto al frío, calor, luz solar, alta y baja humedad, temperaturas extremas, etc. de manera que no cualquier persona puede efectuar este tipo de trabajo.
Dada esta “rudeza” la cualificación del trabajador de la construcción no es un requisito básico para que una persona consiga trabajo en esta actividad. De hecho son cada vez más las actividades laborales que van expulsando gente respecto de su nivel educativo y son cada vez menos las que no exigen este pre-requisito para su incorporación es decir que el trabajador posea un nivel de cualificación determinado para ingresar a las mismas (primario, secundario, terciario, etc.).
Todo este colectivo de trabajadores que no puede ingresar a esas otras actividades debe arribar a otras que, por lo general, son las consideradas como duras tal el caso de parte del trabajo agrario, la minería, la construcción y otras.
Convengamos que para no ser víctima de un accidente de trabajo, no se necesita un título universitario ya que cualquier persona conoce que si cruza una avenida por la mitad de la acera y con el semáforo en verde es muy probable que pueda tener un accidente. Es decir que para entender la seguridad sólo se necesita el sentido común y alguien que la explique en forma sencilla y fácil.
Otro motivo está vinculado con un viejo principio denominado el “Principio Hedónico”. Éste señala que el hombre busca siempre trabajar con el menor esfuerzo. Nada ilógico por cierto. Es más fácil pintar una porción de pared sobre una lata de pintura que construir previamente un andamio para hacer el mismo trabajo, pues el primer supuesto requiere un esfuerzo menor y un ahorro de tiempo. Del mismo modo, colocar dos tablas sobre dos caballetes es más trabajoso que colocar sólo una de ellas.
De manera que, para que existan condiciones seguras de trabajo hay que controlar el estado de las mismas en forma permanente y enseñar la forma de trabajar correctamente.
Para evitar accidentes no sólo es necesario erradicar las condiciones peligrosas desde su inicio o mediante su detección y control sino que, también, es importante generar el hábito con respecto a la seguridad. Veamos qué queremos significar con este concepto tratando de dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Por qué algunos automovilistas usan el cinturón de seguridad y otros no?
Independientemente del grado de conciencia que se tenga acerca del riesgo, existen básicamente dos motivos: para los que no lo utilizan su no uso se debe a la no aplicación de una sanción ejemplificadora (no es el caso argentino precisamente). Para los que lo usan, esta utilización se fundamenta en el hecho de tener generado el hábito de uso y cuando no lo tienen colocado el cinturón de seguridad, sienten que les falta algo y por ende, se lo colocan. Con las condiciones peligrosas o inseguras sucede lo mismo.
Otras causas que se pueden señalar es el desconocimiento frente al riesgo o bien la falta de capacitación acerca del por qué es necesario que una tarea se la haga de determinado modo y no “como siempre se lo hizo en los últimos treinta (30) años sin que haya pasado nada”. Si no se le explica a la persona el por qué un andamio debe llevar dos tablas en lugar de una o bien el por qué del uso de los EPP, mal va a utilizarlos o nunca dejará de pintar una pared parado sobre una lata de pintura de 50 litros.
También las cosas están como están pues no existe el ejemplo desde arriba hacia abajo, cosa que en la construcción es muy difícil comenzando por los comitentes, directores de obra, sobrestantes, etc. que son los primeros que no cumplen con las normas de seguridad y tampoco con el uso de EPP.
Finalmente tenemos el aspecto socio-cultural: “es un trabajo de hombres”; “a mí nunca me va a pasar”; “siempre se hizo así y nunca pasó nada”; es tal vez, este aspecto uno de los más difíciles de revertir y como se trata de conductas, se necesita tiempo, constancia y perseverancia, factores estos que al haber tanta rotación de personal en la actividad son complicados de llevar a la práctica.
LAS ART´S
Las ART´s ejercen un poder de policía delegado surgido de la sanción y promulgación de la Ley sobre Riesgos del Trabajo, es decir controlan a las empresas y les recomiendan mejoras en casos de incumplimiento a la normativa legal, pero no las intiman como sí lo puede hacer la SRT o alguna autoridad provincial y mucho menos las sancionan. Lo que sí están obligadas a hacer es a denunciar los incumplimientos a la normativa vigente en materia de salud y seguridad en el trabajo, cosa que efectivamente hacen cuando constatan irregularidades.
Hecha esta aclaración y dado que hay normativas especiales para la actividad de la construcción, las ART´s también deben cumplir con las obligaciones que éstas les imponen ya que de no hacerlo son responsables solidariamente con el empleador por inacción u “omisión” en caso que ocurra un accidente de trabajo.
Entre sus obligaciones figuran las de aprobar o rechazar un Programa de Seguridad dentro de los cinco (5) días hábiles de presentado y establecer un cronograma de visita a la obra, debiendo dejar una constancia de ello cada vez que lo efectúan.
La realidad es que no cumplen en tiempo y forma con la aprobación o rechazo del Programa de Seguridad, pues para evitar este incumplimiento colocan un sello de recepción y la leyenda: “La recepción del Programa de Seguridad no implica aprobación del mismo” con lo cual en la obra se dispone de un programa de seguridad no aprobado. Conclusión: la obra comienza a trabajar esté o nó el programa aprobado.
Un factor a considerar es la calidad y contenido del programa que los empleadores presentan (nos ocuparemos de este tema más adelante) y su aprobación o rechazo por parte de la ART. En términos generales, los programas no son leídos y simplemente (a veces ni eso sucede) los controles se limitan exclusivamente a los aspectos formales: firmas, fecha de inicio de obra, ubicación, etc.
Una vez pasados estos ítems sin observaciones el Programa de Seguridad es aprobado por la ART.
Si la aprobación del Programa deja mucho que desear, peor es la realidad que se observa respecto del cumplimiento del Plan de Visitas. Recordemos que las ART´s están obligadas a elaborar este Plan para verificar el cumplimiento de los Programas de Seguridad por ellas aprobado.
La propia norma que regula el modo y las formas para la elaboración del Programa de Seguridad establece que este Plan de Visitas debe confeccionarse antes del inicio de obra y debe adjuntarse al Programa de Seguridad de la empresa.
No hay ART en el mercado que cumpla con esta obligación, de manera que el inspector de la ART cuando va a la obra controla las condiciones de seguridad de su empresa asegurada, pero no si ésta cumple con el Programa aprobado por su ART.
De hecho muchas veces es factible constatar que los contenidos de los Programas son sólo copias de la normativa legal o bien fotocopia de otros programas correspondientes a otras obras; sus contenidos no se corresponden con la realidad de la obra. A modo de ejemplo se coloca que los andamios serán tubulares y la obra dispone del 100% de andamios de madera y nunca el inspector de la ART controla este hecho. Los ingenieros en seguridad son muy reacios a aportar algún contenido propio ya sea que éste sea algo generado por él mismo o bien por indicación de la empresa.
Por otra parte, estos controles o visitas del son muy genéricos, limitándose habitualmente a situaciones menores, especialmente cuando estas visitas son efectuadas por terceros contratados por la ART sobre los cuales no existe un control de calidad acerca de la información que desarrolla.
LOS RESPONSABLES DE LOS SERVICIOS DE HIGIENE Y SEGURIDAD (SHyS) DE LA EMPRESA CONSTRUCTORA / CONTRATISTAS / SUBCONTRATISTAS
En términos generales, los responsables de higiene y seguridad de las empresas constructoras, contratistas y/o subcontratistas, con las salvedades que correspondan según sea el tamaño de empresa que se trate o bien con la seriedad que una empresa aborde la problemática de la prevención de los riesgos ocupacionales, no se encuentran al tanto de los riesgos civiles y penales a que se encuentran expuestos por el hecho de asumir estas prestaciones.
Digamos para empezar que, en la mayoría de los casos, están mal retribuidos pero en este aspecto como en otros, según veremos, la culpa no es del chancho sino de quien le da de comer. La respuesta que se encuentra frecuentemente en el mercado frente a esta mala retribución es “qué más quieren que haga por lo que me pagan”.
Es por ello, que evidentemente y a criterio de los responsables de HyS de estas empresas la retribución que perciben es suficiente como para asumir las responsabilidades civiles y penales que emanan de su trabajo. Si no fuera así ¿por qué la aceptan?; ¿no sería conveniente sentarse a pensar un poco más en esta relación retribución versus riesgo civil (netamente de tipo económico) y penal (pérdida de la libertad)?
Independientemente de este tema, se debe analizar la labor que estos profesionales desarrollan comenzando por sus aspectos formales para luego llegar a lo que sucede en el día a día.
Veamos que ocurre con los aspectos formales comenzando con la documentación que tienen que elaborar para sus clientes. En primer lugar encontraremos el famoso tema de los Programas de Seguridad sean éstos para un contratista normal (Res. SRT Nº 51/97) o bien para un comitente o un contratista principal (res. SRT Nº 35/98).
Tal como señalamos previamente la confección de los Programas de Seguridad (en sus dos variantes) dista mucho de ser la que corresponde a los riesgos de una obra de construcción o bien a los riesgos inherentes a la actividad de un contratista. Por lo general, estos programas son copia de normas legales vigentes o bien de otros programas generales realizados para otro contratista o para otra obra. Se ha dado el caso de Programas de Seguridad presentados con membretes de diferentes empresas para ser aprobados por una ART y lo que es pero aún, fue aprobado.
Nunca un responsable de HyS de un contratista le solicita al Comitente o al contratista principal que le haga entrega de una copia del Programa de Seguridad Único de la obra debidamente aprobado por su ART para poder elaborar el Programa de Seguridad de su cliente de manera que éste no se contraponga con el del Comitente o Contratista Principal.
En general en el tipo de obra que estamos analizando o sea una obra Standard, la realidad indica que este Programa de Seguridad Único nunca fue desarrollado por lo cual no existe, así de simple.
Los controles que estos profesionales hacen respecto de las condiciones de seguridad de la obra son sumamente breves, pareciendo que se visita la obra en lugar de controlar el cumplimiento del Programa de Seguridad que ellos mismos han desarrollado para su cliente.
En la práctica diaria no se elabora el Legajo Técnico exigido por la Res. SRT Nº 231/96 de manera que en la obra no existe la Memoria Descriptiva de la misma, ni el Programa de Prevención de accidentes y enfermedades profesionales de acuerdo a los riesgos previstos en cada etapa de obra (nótese que no se trata del Programa de Seguridad); tampoco se elabora el Programa de Capacitación, ni existe un Registro de Evaluaciones realizadas por el SHyS en donde se deben asentar las visitas y las mediciones de contaminantes (las cuales nunca se realizan).
Nótese que todas estas obligaciones incumplidas por la empresa contratista recaerán tarde o temprano (especialmente si ocurriere un accidente grave) sobre el responsable del SHyS, el cual carece de cualquier vínculo contractual que establezca las obligaciones de las parte. Mucho dependerá en el caso de un juicio por accidente de trabajo de los conocimientos y requerimientos que posea y que realice abogado de la víctima o accidentado.
También se observa que profesionales se limitan a asentar en un libro de actas el resultado de sus visitas como si este libro no se “pudiera perder” en caso de ser necesario, justificándose esta “pérdida” a través de una simple denuncia policial.
“Yo le digo al dueño y no hace nada”. Es frecuente escuchar esta y muchas otras excusas emanadas de los responsables de estas prestaciones y en la gran mayoría de los casos seguramente tendrán razón, pero frente a una demanda judicial las palabras se las lleva el viento con lo cual su responsabilidad sigue intacta. Ni siquiera disponen de una cobertura aseguradora por mala praxis, pues poco conocen acerca de los riesgos a los que están expuestos tal como ya fuera mencionado previamente.
Pareciera que en lugar de trabajar para reducir la siniestralidad lo hacen sólo para cumplir un requisito formal de las empresas que los contratan.
LAS ENTIDADES REPRESENTATIVAS DE EMPLEADORES Y TRABAJADORES
EMPLEADORES
Tal como hemos venido desarrollando a lo largo de este trabajo, la situación de los accidentes de trabajo y lo que ocurre en el mundo de la construcción dista mucho de ser adecuada sino por el contrario es altamente preocupante. Pero si esto es así y las empresas no disponen de recursos económicos para mejorar los problemas de los accidentes de trabajo ¿qué hacen las entidades empresariales que nuclean a las empresas de construcción?
Como ejemplo de lo consustanciado o de lo profundo que ha calado este tema en el sector empresarial de la construcción hemos consultado la página web de la Cámara Argentina de la Construcción (CAC). Ingresando a la misma – www.camarco.org.ar – en su parte pública o sea para no socios, no se encuentra contenido alguno que se vincule con la problemática de los riesgos laborales.
TRABAJADORES
Por el lado de los representantes de los trabajadores pareciera que las cosas son algo diferentes. La Unión Obreros de la Construcción de la república Argentina (UOCRA) fue una de los primeros gremios que llevaron al dominio público la problemática de los accidentes de trabajo que sufrían sus afiliados y en particular los casos mortales; esto se hizo a través de una campaña que se llevó a la práctica mediante las denominadas “Marchas por la vida”.
Se podrá estar de acuerdo o nó con la metodología o con alguno de sus fines ocultos, tristemente puestos de manifiesto posteriormente, por un Canal de aire a través de una investigación que este realizara, pero hay que aceptar que se había dado el puntapié inicial.
Ingresando a la página web de esta entidad sindical (www.uocra.org.ar) puede observarse la existencia de un link relacionado con la Protección y la Prevención de los Riesgos Laborales y en forma más específica todo lo inherente a la capacitación en prevención de riesgos laborales (estos temas son manejados a través de la Fundación UOCRA).
LAS AUTORIDADES DE CONTROL
Ya hemos señalado con anterioridad que el control es una de las herramientas fundamentales para reducir los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales. Este control está compartido por las ART´s y por la SRT junto con las Administraciones Provinciales de Trabajo y el Gobierno Autónomo de la Ciudad de Buenos Aires con las salvedades efectuadas sobre las acciones que llevan a cabo las ART´s a diferencia de la SRT o de las otras autoridades.
Las realidades y las desigualdades son muy amplias en la Argentina y esta materia en particular no escapa a dicha generalidad. No es lo mismo, realizar una obra de construcción en la Capital Federal con todo lo que ello implica en materia de exposición pública y con los recursos con que cuenta el Gobierno Autónomo de la Ciudad de Buenos Aires que hacer la misma obra en San Fernando del Valle de Catamarca o bien en la Provincia de Formosa.
La asignación de recursos en las diversas provincias para estas tareas deja mucho que desear; cuando se habla de recursos es necesario aclarar que nos estamos refiriendo a recursos humanos, técnicos y económicos. De esta manera al ser los controles ineficientes los accidentes de trabajo se disparan hacia arriba en forma vertiginosa tal como ha ocurrido en los años analizados al comienzo de este documento.
Si bien existe un Consejo Federal del Trabajo que agrupa a la totalidad de las jurisdicciones puede decirse sin temor a equivocaciones que a nivel del país nunca hemos establecido objetivos concretos, explícitos y cuantificables, como así tampoco se han desarrollado políticas que nos den el marco de referencia y menos aún estrategias para enfrentar la problemática de los accidentes de trabajo, no sólo los que corresponden a la actividad de la construcción sino a todos los accidentes de trabajo que ocurren a lo largo y a lo ancho del país.
Si no nos enteramos de la totalidad de los accidentes de trabajo que a diario ocurren en la Argentina es porque hay un 40% de trabajadores “en negro”, es porque existe un subregistro de los mismos, es porque los controles dejan mucho que desear y en algunas provincias directamente no existen y es porque nos falta profesionalidad e idoneidad elementos estos que se observan en muchos organismos de contralor.
Desde los inicios de la SRT nunca ha sido designado un responsable de la misma a través de un concurso público de antecedentes y oposición.
CONCLUSIONES
Pareciera que todo el sombrío panorama que se acaba de relatar es de tal magnitud que sería casi imposible de revertir. Sin embargo no es así, ya que para que ello suceda se requiere tomar decisiones políticas por un lado y económicas por el otro. Estas decisiones deben buscar que su aplicación sea de bajo costo y amplia cobertura y brinden soluciones que se puedan aplicar en todas las obras y que sean fáciles de cumplir.
Veamos algunas de las que se podrían poner en práctica en forma inmediata:
- Fijar al menos un (1) objetivo a nivel del país relacionado con la reducción de la siniestralidad por parte de la autoridad nacional, consensuado con los actores sociales, cuantificable y con plazo para su cumplimiento
- Definir rápidamente, por parte de la SRT, la o las políticas nacionales que den el marco de referencia para cumplir con ese objetivo
- Establecer las grandes estrategias, ya sea a nivel público como en la esfera privada, para cumplir con el objetivo establecido en el marco de la o de las políticas ya definidas.
- Poner al servicio de las empresas y de los trabajadores centros de asesoramientos en materia de salud y seguridad a través de sus entidades representativas
- Mejorar la calidad y la cantidad de los controles que desarrollan tanto las ART´s como las autoridades nacionales y provinciales (en este último caso asignarle los recursos económicos y técnicos para cumplir con este cometido)
- Cumplir con el Programa de Visitas por parte de las ART´s y adjuntar el mismo al Programa de Seguridad aprobado por ella
- Elaborar Programas de Seguridad que tengan por objetivos disminuir la siniestralidad y que estén acordes a los riesgos de la actividad que desarrollan las empresas, para que luego sean aprobados por las ART´s
Podríamos continuar esta enumeración pero lo importante en todo esto es quebrar la tendencia alcista de los accidentes de trabajo en el sector. La experiencia indica que a mayor cantidad de accidentes mayor cantidad de juicios laborales por estos motivos.
La reforma a la Ley sobre Riesgos del Trabajo hace más de cuatro (4) años que se viene prometiendo pero sigue en el freezer pese a la instrucción presidencial dada en el año 2008 al Ministro de Trabajo en el sentido de disponer de esta norma a la brevedad. Sobre esta reforma pareciera que lo que interesa solamente, al menos ello surge de lo que se publica, es el monto de las indemnizaciones y las alícuotas que en consecuencia deberán pagar las empresas.
Mientras ello ocurre el único medio que tiene el empleador para evitar una demanda es evitar el accidente de trabajo.
Por otra parte, y esperamos que no sea así, con tantos accidentes pareciera que el trabajador está conforme con cambiar su integridad física por dinero (léase indemnizaciones) ¿hasta cuándo podrá hacerlo?
Nos encontramos en ¿el principio del fin? o este es ¿el fin del principio?
Por: Ing. Alfredo López Cattáneo
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