Compost y Vermicompost
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- El 1 enero, 2000
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Sobre la Necesidad de Regular su Producción y Calidad
En el marco de políticas de reducción de los volúmenes de residuos así como de aprovechamiento de los residuos reutilizables, se han emprendido en nuestro país diversos proyectos relacionados con la elaboración de fertilizantes y enmiendas orgánicas a partir de residuos biodegradables. Los mismos son encarados tanto por municipios como por organizaciones de la comunidad, empresas privadas o sujetos particulares.
Estos productos resultantes de la descomposición de los residuos orgánicos consisten en el compost y el vermicompost o humus de lombriz, los cuales sirven para mejorar la estructura y calidad de los suelos y para aportar a los vegetales sustancias requeridas para su nutrición y crecimiento.
Tales tratamientos biológicos de los residuos son una adaptación que hace el hombre de procesos naturales tan viejos como la vida sobre la Tierra. La cuestión es que hoy nos encontramos con la dificultad de que los residuos se van incrementando y los sitios para disponerlos van disminuyendo, teniendo que realizar mejor y más rápido los procesos que la naturaleza se toma su tiempo en ejecutar.
Asimismo, a esto debe sumarse la explotación que se hace de los suelos, en la mayoría de los casos no sustentable, que provoca que los mismos se degraden y requieran cada vez más insumos para su explotación. En este sentido, los abonos orgánicos se presentan como una opción frente a los originados a partir de síntesis química que pueden generar procesos de contaminación.
Además la elaboración de estos productos se presenta como una opción alternativa a la quema, principalmente de residuos agrícolas y forestales, y por consiguiente a la emisión de contaminantes atmosféricos y a la pérdida de materia orgánica para los suelos. A su vez, estas opciones implican una disminución drástica de la cantidad de materia orgánica en los rellenos sanitarios, fuente de generación de olores, atracción de vectores y producción de gases. Como consecuencia, podría verse facilitada la localización de estos sitios de disposición final así como también aumentar significativamente la vida útil de los mismos.
Si bien en virtud de la Ley 20.466 de fertilizantes y abonos y su decreto reglamentario 4.830/73 se establece que deben ser registrados y previamente autorizados todos los fertilizantes y enmiendas que se destinen a la venta, así como por resolución 310/94 de la SAGyP se establecen algunas características que deben reunir los fertilizantes biológicos para su comercialización, no existen en la actualidad normas de orden técnico respecto a la elaboración de fertilizantes y enmiendas orgánicas que salvaguarde los intereses de los consumidores e impida una competencia desleal entre los productores.
Por otra parte, el establecimiento de las normas técnicas que regulen las prácticas y procedimientos para la elaboración de estos productos permitirán homologarlos, lo que a su vez facilitará su inclusión en los listados de insumos permitidos por la legislación que regula la producción ecológica, biológica u orgánica (Ley 25.127 y decretos reglamentarios 97/01 y 206/01). Debemos tener en cuenta que la producción orgánica en nuestro país se expande de la mano de una demanda global que va en aumento. Además, Argentina está habilitada para exportar productos orgánicos certificados de origen vegetal y animal a la Unión Europea y a otros mercados, escenario que constituye un espacio de posibilidades para los productores nacionales.
Se entiende por compostaje a la descomposición de un residuo biodegradable en condiciones controladas y su reconstitución por la acción de microorganismos de forma que la materia orgánica del producto final sea fácilmente disponible por los vegetales.
En cuanto a los procesos de elaboración de compost los mismos son variados, pudiéndose llevar a cabo tanto en forma estática como dinámica, así como en pilas, contenedores, túneles, cilindros, torres, etc. Teniendo en cuenta como se realiza el proceso en relación con el ambiente, éstos pueden clasificarse en abiertos o cerrados. Los abiertos se realizan al aire libre y los cerrados dentro de edificios.
Entre los aspectos ambientales de importancia a tener en cuenta en los procesos de compostaje, sobre los cuales se debe ejercer el debido control, están los metales pesados, los olores, los agentes patógenos y los contaminantes inertes.
La presencia de metales pesados en el compost debe estar limitada, pues son un problema y causan el rechazo del producto final. Entre los más problemáticos encontramos mercurio, cadmio, níquel y plomo. Estos metales pueden encontrarse en los residuos sólidos municipales debido a pilas, pinturas, plásticos, cuero, papeles, etc. De tal manera, los mismos podrían ingresar en la cadena alimenticia a través de plantas que los tomen de los suelos enmendados con compost elaborados a partir de residuos que los contengan.
Otra cuestión a tener en cuenta es la relativa a la eliminación de microorganismos patógenos que debe lograrse en la fase termofílica del compostaje, tiempo en que se trabaja a mayor temperatura.
Como se ve, la selección de los residuos biodegradables a tratar es un aspecto fundamental a tener en cuenta para la obtención del producto final.
Respecto al vermicompost o humus de lombriz, éste constituye la materia orgánica degradada a su último estado de descomposición, la cual se encuentra químicamente estabilizada y permite regular la dinámica de la nutrición en el suelo. El humus de lombriz se obtiene a través de un proceso en que la lombriz come y defeca materia orgánica reciclándola a través de su tracto intestinal. (La Lombriz empleada es la “Roja Californiana” o Eisenia foetida).
Este humus es muy eficaz, pues contiene una flora bacteriana riquísima que permite la recuperación de sustancias nutritivas retenidas en el terreno y la eliminación de muchos contaminantes. Actualmente se lo considera el material fertilizante orgánico por excelencia, ya que también puede almacenarse por mucho tiempo siempre y cuando se le mantenga un nivel de humedad apropiado.
Entre otras de sus características cabe destacar que no se fermenta ni se pudre gracias a su gran bioestabilidad, pues contiene una elevada carga enzimática y bacteriana. Este producto correctamente aplicado influye directamente sobre la germinación y desarrollo de plantas aumentando la resistencia a plagas e impidiendo el desarrollo de hongos indeseables y económicamente perjudiciales. A su vez, se ha calculado que el humus de lombriz rinde cinco a seis veces más que el estiércol común y su utilización rebaja hasta un 40% los costos de fertilización.
Tanto los EE.UU., por intermedio de la EPA (Agencia de Protección Ambiental), como la Unión Europea han dictado normas al respecto que establecen limitaciones de metales pesados, patógenos y atracción de vectores, las cuales son utilizadas como referencia por algunos productores en nuestro país. Sin embargo, además de estos aspectos mencionados existen otros muy importantes a tener en cuenta sobre la calidad de los productos finales, como ser la madurez, el contenido de materia orgánica, nutrientes, pH, humedad y conductividad eléctrica.
Al estar la calidad de estos productos afectada por los materiales originales utilizados y por los procesos empleados, resulta conveniente y necesario que su producción esté regulada de forma precisa. Las razones están basadas principalmente en motivos de seguridad de las operaciones y de los productos. En tal sentido, las normas deberían regular la calidad de las enmiendas y fertilizantes finales, la dosificación de los mismos en función de los cultivos, los residuos biodegradables que pueden ser tratados y los análisis que para control del proceso deben realizarse.
Por otra parte, la regulación con su consecuente derivación en una uniformidad de los productos seguramente facilitará una mayor aceptación de los mismos a la vez que estimulará el reciclaje de residuos orgánicos.
Por Lic. Guillermo F. Urribarri
Miembro del Consejo Asesor del MAE
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