Año 2012 – Fundación Ambiente y Recursos Naturales. Parte 3
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- El 14 marzo, 2014
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La huella de carbono y el comercio internacional
Desafíos para América Latina
Resumen ejecutivo
La creciente utilización de mecanismos de medición de huella de carbono, tanto por esquemas voluntarios como potencialmente obligatorios, presenta para América Latina una serie de desafíos. Por un lado se deben lograr datos sólidos que representen las reales emisiones de un producto, y una presentación coherente que permita una elección fundada por parte del consumidor. Asimismo, los mecanismos de medición de huella de carbono presentan la oportunidad de generar información al interior de las empresas que les permite optimizar del uso de recursos ymejorar los procesos de producción, lo cual en muchos casos justifica en términos de costos, el esfuerzo realizado.
Nuestra región plantea además un problema de justicia distributiva, ya que las emisiones preponderantes en América Latina provienen de la deforestación, no de la industria. Por tanto, los mecanismos de medición de huella de carbono en producto estarían imponiendo el peso de mitigar el cambio climático a exportadores de los países en desarrollo en sectores que no generan emisiones relevantes, cuando los mayores emisores, responsables de causar el problema del cambio climático, aún no han acordado un camino claro a futuro para enfrentarlo.
Por ello es necesario incrementar el conocimiento en nuestra región de las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que permiten prevenir un uso de etiquetado de huella de carbono arbitrario o discriminatorio hacia productos provenientes de países en desarrollo. En tal sentido, es clave, por ejemplo, participar y promover la adopción de una norma única a nivel global para la medición de huella de carbono en producto dentro de la Organización Internacional para la Estandarización (ISO) y generar los datos necesarios sobre los patrones de producción locales.
Si bien la información al consumidor sobre el impacto ambiental de productos es una iniciativa sin dudas positiva para fomentar pautas de consumo sostenibles, la justificación en el ámbito de la OMC requiere que las medidas restrictivas al comercio internacional sean necesarias para la protección del ambiente y lo menos restrictivas del comercio posibles para el logro del objetivo de la norma. Por tanto, los exportadores de América Latina deben ser proactivos en asegurar que las normas de países importadores que requieran la medición o etiquetado obligatorio sobre huella de carbono tengan la solidez científica necesaria, en términos de consideración completa del ciclo de vida y vínculos con políticas más amplias de “decarbonización” de la economía, como para poder constituirse en herramientas efectivas para el logro de una reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero.
La utilización de la huella de carbono como mecanismo de información al consumidor a través de etiquetado voluntario y su potencial uso como herramienta de carácter obligatorio, generan un interés por parte de los sectores exportadores en América Latina, los cuales temen que el concepto de huella de carbono pudiera convertirse en un nuevo tipo de barrera para-arancelaria, tanto en su variable obligatoria, como por la utilización del etiquetado voluntario a nivel masivo, por ejemplo en supermercados.
La medición de huella de carbono en producto es un mecanismo para estimar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) generadas durante el proceso de producción de un bien de consumo o servicio, cuyo resultado estima la cantidad proporcional de GEI atribuible a cada bien o servicio individual. La huella de carbono de una botella de bebida, por ejemplo, nos dirá cuantas emisiones de gases de efecto invernadero, expresadas en toneladas de dióxido de carbono equivalente (CO 2e),1 corresponden a esa botella.
El concepto de huella de carbono se deriva del concepto de huella ecológica (Rees, 1992), concebido como un mecanismo para contrastar la demanda de recursos naturales por parte de una población, con la capacidad del ambiente para proveer tales recursos de manera sostenida (biocapacidad). El informe de la huella ecológica global2, por ejemplo, concluye que al año 2007 la huella ecológica de la humanidad era equivalente a 1,5 planetas, o dicho de otro modo, al planeta Tierra le lleva 1,5 años regenerar los recursos naturales y absorber las emisiones y desechos consumidos por la humanidad cada año. El déficit de regeneración, lejos de ser abstracto, se manifiesta en el actual colapso de pesquerías, el calentamiento global, la pérdida de masa forestal, tierras cultivables y desertificación, así como en la contaminación de los ríos y acuíferos (WWF, 2010). La huella de carbono deriva del concepto de huella ecológica, pero mide solamente un aspecto del impacto ambiental de un producto, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), y además, tiende a presentarse con un enfoque sobre productos o cadenas productivas.
El que inicialmente fuera un ejercicio académico o científico está en la actualidad creciendo con fuerza en algunos mercados, notablemente los europeos, como parte de una tendencia hacia el consumo de productos “amigables con el ambiente”, y en particular como resultado de la necesidad de tomar medidas mucho más ambiciosas que las actualmente existentes a nivel global, para hacer frente al cambio climático. Es así que varios gobiernos han comenzado a promover la medición de la huella de carbono como parte de grandes iniciativas tendientes a enfrentar el cambio climático. Por ejemplo, el Reino Unido ha desarrollado la norma PAS 2050, Alemania el Product Carbon Footprint y Francia el Bilan Carbone.
Salvo el caso de Francia, que ha aprobado una norma para incorporar información ambiental sobre los productos de consumo (proceso conocido como Grenelle 2), en el resto del mundo la medición de huella de carbono se utiliza como mecanismo voluntario para el posicionamiento de productos o cadenas, o para proyectar una imagen corporativa amigable al ambiente3.
No obstante su aplicación mayormente voluntaria, en la mayoría de los países de América Latina se percibe a la huella de carbono como un mecanismo que puede resultar potencialmente discriminatorio en el comercio internacional4. Nuestra región plantea además, un problema de justicia distributiva ya que las emisiones preponderantes en América Latina provienen de la deforestación, no de la industria. Por tanto, los mecanismos de medición de huella de carbono en producto estarían imponiendo el peso de mitigar el cambio climático a exportadores de los países en desarrollo en sectores que no generan emisiones relevantes, cuando los mayores emisores, responsables de causar el problema del cambio climático, aún no han acordado un camino claro a futuro para enfrentarlo.
La creciente utilización de mecanismos de medición de huella de carbono, tanto por esquemas voluntarios como potencialmente obligatorios, presenta, pues, una serie de desafíos:
Desafíos Ambientales
- Lograr datos sólidos científicamente que representen las reales emisiones de un producto, y una presentación coherente que permita una elección fundada por parte del consumidor
- Lograr cambios efectivos en patrones de producción hacia una producción más limpia.
- Utilizar la herramienta de medición de huella de carbono para optimizar del uso de recursos y mejorar los procesos de producción que justifiquen en términos de costos, el esfuerzo realizado.
Desafíos Comerciales
- Utilizar esta herramienta de modo que no se generen barreras para-arancelarias o se discrimine hacia productos provenientes de países en desarrollo.
- Aprobar una norma única a nivel global para la medición de huella de carbono en producto dentro de la organización internacional para la estandarización (ISO).
- Generar los datos necesarios sobre los patrones de producción locales y participar en las definiciones de categoría de productos en los diferentes sectores.
Desafíos de Política Ambiental
- Utilizar la huella de carbono como instrumento de política solamente en los sectores relevantes desde el punto de vista de los esfuerzos necesarios de mitigación y cuando existieran productos alternativos más limpios.
- Utilizar la huella de carbono como instrumento de política solamente cuando los costos de oportunidad, comparados con otras herramientas disponibles lo hagan aconsejable.
- Establecer objetivos claros de política ambiental y elegir las medidas que sean lo menos restrictivas posibles del comercio, adecuadas para el logro de tales objetivos.
I. La Huella de Carbono y la Calidad y Coherencia de la Información
Cuando hablamos de medir la huella de carbono en producto, estimamos que el resultado presentará una idea de la totalidad de gases de efecto invernadero (los seis gases controlados por el Protocolo de Kyoto5) emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, organización, evento o producto6. En la práctica, sin embargo, las metodologías utilizadas para la medición de huella de carbono generalmente no toman en cuenta el ciclo de vida completo de los productos. Por tanto conllevan el riesgo de proyectar una imagen distorsionada de las reales emisiones de un producto, ya que para dar una imagen certera que permita elegir entre productos similares provenientes de diversos países, sería necesario utilizar solamente metodologías que midan la totalidad del ciclo de vida de un producto. Un estudio completo de las emisiones de GEI a lo largo del ciclo de vida de un producto debiera incluir todas las emisiones significativas, desde las emisiones de las materias primas utilizadas en la elaboración de un producto, pasando por las generadas en su etapa industrial, las correspondientes a su transporte y distribución, hasta las emisiones producidas por su uso o consumo y disposición final.
Los esquemas existentes a la actualidad muestran diferencias amplias en la escala y cobertura de productos; el tipo de especificación, y certificación ofrecida; los métodos de evaluación de GEI; los enfoques de comunicación (pueden presentarse los resultados como emisiones por producto, establecer y realizar el seguimiento a metas de reducción de emisiones, o presentarse como carbono ‘neutrales’ comprando offsets en los mercados de carbono); y sus respectivos niveles de verificación y transparencia7.
Presentar una medición de huella de carbono válida desde el punto de vista ambiental, pero adecuada para fines comerciales, es una tarea compleja. En algunos casos, tiene sentido situar el foco sobre determinados aspectos de la cadena productiva, por ejemplo, cuando en base a un estudio preliminar sobre el ciclo de vida completo se determinan las etapas de la cadena con emisiones significativas a fin de optimizar los recursos destinados a la medición. En otros casos, sin embargo, la elección de las etapas del ciclo de vida a medir es caprichosa, por ejemplo, aquellas metodologías que sólo miden el transporte internacional, y presentan una imagen distorsionada de las reales emisiones de un producto con respecto a otros similares.8
La claves está en que cada sector debiera realizar un estudio sobre la cadena productiva para determinar los puntos donde hay emisiones significativas y determinar la extensión de cobertura del ciclo de producción y consumo del bien o servicio a medir, luego elegir una metodología determinada (aún no existen estándares internacionalmente aceptados) y finalmente, asegurar la disponibilidad de datos para todas las etapas del “ciclo de vida” analizadas9. En otras palabras, para un determinado bien, por ejemplo los vinos, será necesario analizar el sistema productivo general para determinar aquellos puntos del ciclo de vida con mayores emisiones. En este caso las emisiones y ahorros de emisiones relevantes se darán principalmente en las etapas agrícolas (donde puede haber absorciones de carbono por parte de las plantaciones de vid), de producción y de transporte. El consumo y la disposición final, probablemente no sean significativas y por tanto pueden dejarse fuera de la medición.
No es el mismo caso el de los automóviles, donde las emisiones del consumo son significativas, y una metodología que no las contemple presentaría una imagen distorsionada de la realidad.
En términos de elección de metodologías, las dos más utilizadas para mediciones de huella de carbono a nivel mundial son la PAS 2050 del Carbon Trust, y el GHG Protocol desarrollado por el World Resources Institute (WRI) y el World Business Council for Sustainable Development (WBSCD). Ambas tienen en común el reporte obligatorio de algunas instancias del proceso productivo, y un reporte voluntario en otras. Por ejemplo, en términos de alcances de la medición, requieren un reporte obligatorio sobre las emisiones directas que ocurran físicamente dentro del perímetro de la planta o actividades bajo el control de la empresa analizada (por ejemplo, el consumo interno de combustibles y las emisiones de la producción misma, y también sobre las emisiones indirectas vinculadas con el consumo de energía de la red).
Las demás emisiones indirectas son de reporte voluntario, e incluyen desde las emisiones del transporte y consumo, hasta las materias primas y viajes de negocios, y pueden afectar la comparabilidad entre diferentes empresas o productos.
Las metodologías más comunes no toman en cuenta las absorciones de carbono que pudieran resultar de la etapa agrícola. Por tanto, para ser eficaces desde el punto de vista ambiental y fomentar el cambio de patrones de consumo, es clave lograr acuerdos a nivel nacional o sectorial que unifiquen criterios y permitan la comparación entre productos.
1. Coherencia de la información a Nivel País: El caso brasileño
Las actuales iniciativas de medición de huella de carbono en Argentina carecen un patrón común y por tanto no permiten una comparación de resultados. Por ejemplo, desde el sector agrícola, CREA está desarrollando calculadores de carbono con una metodología propia, y la Provincia de Buenos Aires estudia la huella de carbono de los productos agroexportables con una metodología también propia basada en la metodología del IPCC. El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Mendoza, por otra parte, utiliza una versión del GHG Protocol adaptada al sector vitivinícola10 y la empresa Alto Paraná, filial de la chilena Arauco, adaptó también de esta metodología para agregar las absorciones de emisión por parte de los bosques propiedad de la empresa en el cálculo de huella de carbono. Por otra parte la Bodega Salentein está trabajando en la certificación de huella de carbono con la norma PAS 2050. Finalmente en el sector de biocombustibles, se replicó el criterio de cálculo utilizado en una norma europea para determinar el porcentaje de ahorro de emisiones por parte del biodiesel de soja (realizaron estudios Patagonia Bioenergía, Carbio e INTA)11.
El caso de Brasil, por el contrario, muestra un buen ejemplo de armonización de criterios a nivel de país, donde un consorcio público-privado ha fomentado la medición uniforme de huella de carbono por parte de un número importante de grandes empresas brasileñas, utilizando una metodología común, haciendo públicos los resultados de los inventarios de cada empresa, y finalmente generando un índice de sustentabilidad en la bolsa brasileña.
El Programa Brasileño de GHG Protocol, es un consorcio entre el Ministerio de Ambiente Brasileño, el Consejo Empresario Brasileño para el Desarrollo Sustentable, la Fundación Getulio Vargas, el World Business Council on Sustainable Development (WBCSD), y el World Resources Institute (WRI).12 Cuenta además con la participación de 60 grandes empresas, las cuales han utilizado la metodología del GHG Protocol para medir sus emisiones, y hacerlas públicas. El programa publicó ya 58 inventarios de emisiones de GEI de diferentes sectores calculados con la misma metodología, desde bancos a operadoras de telefonía, compañías aéreas, generadoras y distribuidoras de energía, mineras e industrias del cemento, cosméticos, alimentos, petroquímicas y otras.
En 2010 el Programa Brasileño GHG Protocol lanzó el primer registro público de inventarios corporativos de emisiones de GEI, el cual, gracias a la utilización de una metodología uniforme a nivel nacional, permite medir tendencias y realizar comparaciones. Asimismo, la Bolsa Brasileña (BM / FBOVESPA) junto con el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) crearon un índice carbono eficiente (ICO 2) para estimular a las empresas que cotizan en bolsa a realizar inventarios de GEI y difundirlos, así como para generar oportunidades de inversiones “limpias” de capital, en el mercado brasileño13.
El proceso del GHG Protocol Brasileño obedece a una estrategia del país de mitigar el cambio climático, la cual incluye metas específicas de mitigación sectorial que requieren trabajar sobre sectores específicos para cuantificar y reducir emisiones, promoviéndose dentro de ese marco los inventarios de emisiones por parte de grandes empresas a lo largo de todo el espectro de la economía.
II. La Huella de Carbono y la Productividad: eficiencia energética e innovación
Otro desafío que plantea la medición de huella de carbono para el sector privado, es cómo utilizar esta herramienta para optimizar el uso de recursos naturales a lo largo de la cadena productiva, por ejemplo para ahorrar o hacer más eficiente el uso de la energía, así como para generar datos que permitan crear productos innovadores. Es así que la mayoría de las empresas que realizan mediciones de huella de carbono consideran viable recuperar los gastos incurridos con ganancias en eficiencia energética o en la creación de nuevos productos.14
La información que genera una medición de huella de carbono siempre tiene un valor para las empresas, ya que genera información que permite el uso de combustibles fósiles y energía, los cuales representan costos de producción generalmente significativos. Es así que encontramos que las mediciones de huella de carbono realizadas en Argentina hasta hoy, en general no se publican y se utilizan esencialmente para consumo interno de las empresas, a fin de optimizar sus procesos productivos y prepararse para eventuales requerimientos externos15. Ello es coherente con la tendencia que hasta la actualidad se mantiene de liderazgo del sector privado como motor de las mediciones de huella de carbono voluntarias, con el fin de ofrecer productos diferenciados a los consumidores, al contrario de la temida imposición de requisitos gubernamentales obligatorios16.
III. La huella de carbono y las barreras al comercio
El mayor temor de los productores de América Latina radica en los riesgos que conlleva la utilización de metodologías que otorgue un peso excesivo al transporte internacional por no medir el ciclo de vida completo de los productos, y puedan terminar discriminando contra productos más limpios provenientes de puertos distantes y afectando la competitividad y el comercio17. En este sentido, ya son muchos los estudios que demuestran que productores lejanos pueden ser más eficientes en materia de emisiones de gases de efecto invernadero que productores locales, por contar con procesos de producción menos intensivos en el uso de energía18. Aún en materia de transporte existen modalidades más eficientes que otras; por ejemplo, el transporte de brócoli de Ecuador a Suecia por barco, emite un 60% menos que el transporte de brócoli por tierra desde España al resto de Europa19.
Las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) establecen mecanismos para que los requisitos de etiquetado e información al consumidor, tanto en su faz obligatoria (llamados reglamentos técnicos) como en la voluntaria (estándares), no resulten en barreras encubiertas al comercio internacional. Es así que el Acuerdo sobre Obstáculos Técnicos al Comercio de la OMC (OTC ) incluye pasos concretos para que la adopción e implementación de requisitos de etiquetado no sea discriminatoria contra productos de terceros países o se convierta en una barrera encubierta al comercio internacional.
La multiplicación de estándares de medición de huella de carbono, y los potenciales requerimientos en frontera sobre esta temática tienen sin duda un potencial significativo para convertirse en barreras para-arancelarias si no se toman los recaudos para asegurar la compatibilidad con las reglas de la OMC. Por tanto, las fases de determinación de la metodología aplicable, su aplicación a productos importados, y también la comunicación a los consumidores de los resultados de los cálculos de huella de carbono, deben ser cuidadosamente definidos para mantener la compatibilidad con la OMC y evitar la creación de barreras al comercio.
Uno de los requisitos básicos que la OMC establece al imponer reglamentos técnicos es que éstos no sean más distorsivos del comercio de lo necesario para lograr el fin de política buscado. Por tanto, cualquier regulación obligatoria de medición de huella de carbono deberá, en primer lugar, justificar el fin ambiental de la política a ser implementada y la manera en que tales ejercicios de etiquetado o información al consumidor lograrán el resultado buscado.
Asimismo, el OTC establece que los reglamentos técnicos, estándares y evaluaciones de conformidad aplicados a productos importados de otros miembros de la OMC deben ser aplicados de forma ‘no menos favorable’ que a aquellos productos nacionales o de otros miembros de la OMC, respetando así el “Principio de Nación Más Favorecida”, que requiere igual tratamiento para productos similares, y el principio de “Trato Nacional”, que prohíbe dar un tratamiento más favorable a productos nacionales que a los importados (arts. 2, 4 y 5 OTC ).
Si bien los países tienen el derecho a tomar medidas regulatorias para el logro de objetivos legítimos de protección de la vida o salud humana, animal y vegetal, debe existir una correlación entre las restricciones comerciales impuestas, y el objetivo o fin ambiental. En otras palabras, la restricción al comercio que se imponga debe ser necesaria para lograr que se cumplan los fines ambientales. La prueba de la necesidad, generalmente se construye evaluando si la medida es más restrictiva del comercio de lo necesario, y si así lo fuere, entonces se considera ésta como una barrera encubierta al comercio.
Es importante mencionar que los criterios descriptos no sólo se aplican a la implementación de normas de etiquetado, sino también a la preparación y adopción de las mismas, asegurando que no sean diseñadas con la intención de crear un obstáculo innecesario al comercio. Ello constituye un punto clave, por ejemplo, al momento de confrontar aquellas metodologías de medición de huella de carbono que otorguen un peso excesivo al transporte internacional, las cuales podrán ser confrontadas en el mecanismo de solución de controversias de la OMC.
Este mecanismo presenta, en dicho ámbito, un foro adecuado para asegurar la razonabilidad y legalidad de los requisitos comerciales que se impongan, y así evitar el riesgo de discriminación. Por otra parte, la adopción de criterios unificados para la medición constituye un paso necesario para evitar la arbitrariedad y fomentar la transparencia.
1. Adoptar una Norma ISO sobre medición de huella de carbono en producto
La viabilidad de ejercicios de medición de huella de carbono que tuvieran impactos sobre el comercio internacional, dependerá en gran medida de la utilización de una metodología aceptada internacionalmente. Es así que cobra importancia la negociación actual en el seno de la Organización Internacional para la Estandarización (ISO) de la norma ISO 14067 sobre el cálculo de la huella de carbono en producto, y su comunicación, incluyendo el etiquetado.
Participan en estas discusiones un gran número de institutos de normalización latinoamericanos, entre ellos, el IRAM (Argentina), el ABNT (Brasil), el INN (Chile), la DGN (México), el ICO NTEC (Colombia) y el INTECO (Costa Rica). La adopción de estas normas por parte de ISO será clave para evitar que la proliferación de normas voluntarias, y oportunamente obligatorias sobre etiquetado de huella de carbono, perjudique a los productos provenientes de países en desarrollo.20 La norma bajo desarrollo tiene dos partes sobre las cuales están trabajando grupos técnicos: la parte 1 (cuantificación) y la parte 2 (comunicación), esperándose completar el proceso de aprobación en 2012. La norma ISO toma como base la metodología de ciclo de vida ya contenida en normas ISO 14040 y 14044, agregando criterios y requisitos específicos para los estudios de huella de carbono (ISO, 2011). En la parte de cuantificación, los estudios de ciclo de vida sobre huella de carbono deberán:
- Definir el objetivo y alcance de la medición,
- Realizar un inventario de emisiones de diferentes gases de efecto invernadero mediante la recolección y validación de datos,
- Evaluar el impacto de las mismas de acuerdo a la metodología descripta en la norma convirtiendo las emisiones a CO 2e,
- Y estimar la huella de carbono de un producto individual dividiendo la sumatoria de impactos de una cadena productiva por la cantidad de productos21.
La segunda parte de la norma trata sobre la comunicación al público de los resultados de estudios sobre huella de carbono, los cuales, a su vez, deberán cumplir los requisitos, principios y guías para la comunicación de la ISO que determinan cómo interpretar la medición de huella de carbono en producto. Por ejemplo, la norma plantea que si los resultados del estudio de huella de carbono en producto serán comunicados a los consumidores, el informe de impacto debe ser verificado por una tercera parte independiente. Asimismo, la competencia del verificador (tercera parte) debe ser determinada de acuerdo con ISO 14025, ISO 14044, ISO 1406622.
El objetivo de esta segunda norma es lograr que las declaraciones públicas sobre HCP sean precisas, verificables, relevantes y no engañosas, proveyendo una estructura robusta para proveer información sobre HCP a las partes interesadas (Radunsky, European Sustainability Working Group). La norma sin embargo, no va a definir las categorías de productos –o valores por defecto para cada sector– lo cual requerirá también una participación activa en los organismos sectoriales relevantes a nivel internacional –en particular el proceso Calculation Rules for Product Category (PCR) de la ISO–, para constatar la validez de los mismos en relación a los modos de producción propios de nuestra región.
2. Participar en definición de categorías de producto
Una vez establecida la norma básica para medir la huella de carbono en producto, se abren un sinnúmero de opciones que pueden ser aplicables a cada sector productivo y ejercicio de medición particular. En consonancia con las normas del GHG Protocol y PAS 2050, la norma ISO no determinará taxativamente el alcance del ciclo de vida de un producto para medir sus emisiones, sino que establecerá criterios para la decisión sobre esta materia, como por ejemplo, etapas o espectros de reporte obligatorio y etapas de reporte voluntario, o umbrales de emisión de minimis para definir etapas sobre las cuales no es necesario reportar.
Ninguna de las metodologías existentes sobre huella de carbono contiene una visión estricta sobre el largo del “ciclo de vida” para un sector determinado. Las definiciones sobre esta materia para un grupo de productos, se denominan “categorías de producto”. Una decisión sobre categoría de producto determinará una especificación común para la evaluación y metodología de medición de huella de carbono en un sector en particular. Por ejemplo, un sector puede acordar que los cálculos contabilicen o no las emisiones de la etapa agrícola de sus materias primas, y decidir si finalizar en el puerto de destino, o incluir las emisiones derivadas del transporte para la distribución de los productos, llegar hasta la góndola del supermercado, y hasta incluir las emisiones generadas tanto durante el consumo o uso del bien, como las correspondientes a su disposición final.
Por tanto, más allá de la participación en la definición de una norma ISO, también es clave a nivel de sectores industriales, participar en aquellos grupos internacionales que deciden cuáles serán los estándares de medición para cada industria en particular. Asimismo, es clave poder generar datos sólidos y comparables a nivel local para completar las mediciones de huella de carbono con datos que reflejen la realidad de los métodos de producción locales. Para ello será necesario, por un lado, trabajar con las cadenas de valor, o apoyarlas, para establecer los puntos críticos dentro de la cadena productiva en los cuales las emisiones o ahorros de emisiones puedan ser significativos, y por otro apoyar la generación y publicación de datos sólidos y comparables que puedan ser utilizados para medir las emisiones de tales productos.
3. Definición de emisiones a nivel de cadena productiva: el biodiesel de soja argentino
El caso del biodiesel argentino es el único en el ámbito nacional en que se consensuó un enfoque sectorial, para hacer frente a una norma europea23 que otorgará mayores beneficios a los biocombustibles que ahorren emisiones sobre sus alternativas fósiles. A tal fin, fueron realizados varios ejercicios de medición de huella de carbono del biodiesel para poder negociar el cambio de categoría del biodiesel de soja a fin de acceder a los beneficios que la norma europea asignará a los biocombustibles que entren en la categoría de ‘renovables’.
Los biocombustibles catalogados como renovables son aquellos que:
- Reduzcan las emisiones de GEI derivada del uso de los b
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