El cambio climático: características y mecanismos (Tercera Parte)
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- El 1 enero, 2000
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Paleoclimas, climas históricos y previsiones para el futuro
La complejidad de los procesos que tienen lugar en el sistema climático, debido a los mecanismos de retroalimentación positivos o negativos, y la misma variabilidad natural del clima introducen un elevado grado de incertidumbre en los estudios sobre el cambio climático. No obstante, las investigaciones actuales parten de la hipótesis, generalmente asumida, de que el clima de la Tierra ha cambiado en el pasado en todas las escalas temporales por lo que es razonable asumir que seguirá cambiando en el futuro. Por ello, como señala Wigley y col. (1992), la continua medición de los elementos del clima y la comparación con los datos del pasado es el único camino para determinar de forma objetiva si la tendencia observada es significativa o indicio racional de cambios climáticos futuros.
Tres son las líneas de investigación que sobre los climas pasados se desarrollan en la actualidad:
1.ª las que analizan los cambios y tendencias a largo plazo;
2.ª las que tratan de las tendencias a un plazo más corto, a partir de las fuentes escritas y testimonios de diversa índole, que permitan reconstruir las condiciones climáticas en épocas históricas, y
3.ª las que tratan de analizar las variaciones más recientes del clima, a partir de las series medidas con instrumentos modernos.
1. Paleoclimas y climas históricos (Gráfico 3)
Las grandes glaciaciones del cuaternario constituyen el ejemplo más importante de los cambios a que está sometido el clima. Este varía de forma natural en escalas de tiempo que van desde cientos de millones de años a unos años.
A. Durante los ciclos glaciales e interglaciales, con una duración de unos 100.000 años, las temperaturas globales de la superficie variaron del orden de 5 ° C a 7 ° C, y en algunas regiones de las latitudes altas y medias del hemisferio norte las oscilaciones alcanzaron los 10-15 ° C.
B. Desde el final de la última edad glacial, hace aproximadamente 15.000 o 20.000 años, las oscilaciones térmicas se han mantenido en un intervalo bastante más reducido, inferiores a 2 ° C, aunque el rasgo más significativo ha sido la existencia de fluctuaciones periódicas, algunas de ellas, como la pequeña edad glacial, con una duración de varios siglos. El ritmo térmico se ha caracterizado por:
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Aumento térmico continuado hasta 12.000-11.000 BP da paso a un período de temperaturas suaves, sólo inferiores en 2 ° C a las actuales, conocida como la oscilación de Alleröd.
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Descenso brusco, posterior, denominado el nuevo Dryas.
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y ascenso continuado hasta el denominado óptimo postglacial, localizado en el Holoceno medio, con temperaturas superiores en 2 ° C a las actuales, que alcanza su culminación entre el 5000 y 6000 BP.
La Península ibérica estaba sometida durante todo el año a la acción de las borrascas atlánticas, por lo que el clima de esa época sería similar al que actualmente prevalece en la Europa septentrional. Según Font (1984) el clima peninsular se caracterizaba por la existencia de cuatro grandes regiones climáticas, cuya extensión y características eran las siguientes: región de clima de tundra, que ocuparía el norte y noroeste peninsular y las tierras altas del interior; región de clima subártico, similar al de las actuales regiones continentales europeas, que comprendería las dos Mesetas y la depresión del Ebro; región de clima templado atlántico, que se extendería por las tierras bajas de las vertientes atlánticas, al sur del paralelo 41º, con abundantes bosques de hoja caduca, y regiones de clima templado mediterráneo, que comprendería todo el litoral, desde el estrecho hasta paralelo 41º, incluyendo Baleares. El máximo pluviométrico sería estival.
C. En torno al 6500 a.C. se observa un cambio significativo que se manifiesta en una dulcificación de las temperaturas en Groenlandia e Islandia y un ascenso latitudinal de las actuales regiones climáticas, con un rápido deshielo en estas zonas. De hecho, en el Sahara se desarrollaron culturas dedicadas a la caza, la pesca y la agricultura. Y parece probado que el lago Chad ocupaba una extensión similar a la del mar Caspio en la actualidad. Esta situación dominó entre el 5000 y 3000 a.C. y posteriormente comenzaron a imponerse en esta parte de Africa las condiciones de sequedad, similares a las actuales.
D. En el último milenio las oscilaciones son menores: las temperaturas se mantienen ligeramente inferiores a las actuales, aunque se observan oscilaciones significativas. Las más destacadas, por su duración fueron:
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Un período excepcionalmente cálido, denominado óptimo climático medieval, localizado entre 950 y 1250 BP, que afectó especialmente a Europa occidental, Islandia y Groenlandia.
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A mediados del siglo XVI se produce un enfriamiento global, conocido como la pequeña edad del hielo, que no finalizó hasta el siglo XIX. En Europa Central las temperaturas registradas en el último tercio del XVI fueron entre 1 y 3 grados inferiores a las actuales y en las regiones alpinas los avances glaciares fueron muy importantes.
Gráfico 3. Evolución de las temperaturas en tres escalas de tiempo: a) en el último millón de años con los períodos glaciares e interglaciares; b) en los últimos 15.000 años, y c) en los últimos 1.000 años. Línea a trazos, temperatura actual.
Las causas de tales cambios son muy variadas, aunque todas ellas relacionadas con cambios externos al sistema climático, desde el aumento de la actividad volcánica hasta la reducción de la actividad solar. La alternancia glacial-interglacial parece guardar relación con los ciclos orbitales, definidos por Milankovitch en 1930.
Algunos autores como Budyko e Izrael (1987) plantean que el clima esperado para comienzos del siglo XXI tendrá bastantes analogías con el máximo del Holoceno, con fuertes aumentos térmicos, especialmente en la Europa centro-occidental. De confirmarse esta hipótesis, el calentamiento observado a partir de 1850 podría responder a una recuperación de los acontecimientos anteriores más que a un efecto de la actividad antrópica, en clara contradicción con las hipótesis del IPCC.
2. Evolución de las temperaturas durante el presente siglo y previsiones futuras
De los resultados obtenidos por el Grupo de Expertos sobre Cambios Climáticos y, en concreto, de los deducidos del apartado referido a los datos obtenidos por registro instrumental (Folland y col. 1992), destacamos como más importante las siguientes conclusiones:
1.ª Evolución de las temperaturas. Se ha observado un incremento térmico desde finales del siglo XIX hasta la década de los años ochenta, que en el HN presenta varias fases: un calentamiento brusco de aproximadamente 0,3 ° C a comienzos de la década de los años veinte; desde finales de los años treinta hasta finales de los sesenta se produce una disminución muy homogénea en todo el hemisferio del orden de 0,2 ° C y de nuevo un repentino calentamiento de 0,3 ° C en un período de menos de diez años en la década de los ochenta (Gráfico 4).
Gráfico 4. Evolución de las temperaturas en el hemisferio norte (a) y en el hemisferio sur (b). En barras aparecen las diferencias respecto a la media del período 1951-1980. En líneas valores suavizados utilizando medias móviles de 21 años.
2.ª Problemas de interpretación. La interpretación de estos resultados choca con problemas que pueden haber afectado al registro de los datos. Como ejemplo señala que las temperaturas tropicales anteriores a 1920 parecen haber sido muy altas como consecuencia de la colocación de los termómetros en cobertizos abiertos. En las latitudes medias, las temperaturas de los veranos anteriores a 1880 eran demasiado elevadas y lo contrario ocurría en los inviernos como consecuencia de una deficiente colocación de los termómetros.
Así mismo, las modificaciones en el entorno próximo a los observatorios parece ser una de las causas de distorsiones y errores sistemáticos en los registros. Interesa, sin embargo, señalar que al eliminar la totalidad de las estaciones situadas en ciudades de más de 100.000 habitantes el descenso en la tendencia fue de apenas 0,1 grados. Los diversos autores mantienen que la influencia de la urbanización oscila entre los 0,1 ° C/100 años, cifra obtenida por los investigadores americanos, y los menos de 0,05 ° C en la antigua Unión Soviética.
3.ª Previsiones e incertidumbres. Las causas de tales modificaciones parecen centrarse en el reforzamiento del efecto de invernadero natural como consecuencia de las emisiones a la atmósfera de diversos contaminantes, especialmente el dióxido de carbono. Las previsiones se formulan considerando la evolución de tales emisiones de acuerdo con las hipótesis A, B, C y D, enunciadas anteriormente. Así, en el informe del IPC de 1990 y en la hipótesis A o situación habitual en la que se supone que las emisiones se mantienen en los niveles actuales, se estimaba que el ritmo medio de aumento de las temperaturas para el conjunto de la Tierra sería de 0,3 ºC por década; lo que produciría un aumento de la temperatura media mundial de 2 ºC por encima de las actuales en el año 2030 y de 3 ºC antes de finales del próximo siglo. Tales cifras corresponden a lo que se conoce como mejor estimación, por lo que debe reducirse en un 30% en el caso de la estimación mínima o aumentarse en un 50% en el de la estimación máxima.
En el informe de 1995 las previsiones indican un ligero descenso en el aumento térmico, aunque se mantiene la tendencia al calentamiento global, estimándose en 2 ºC el aumento de las temperaturas para el año 2100, con una oscilación que va desde 1 ºC en la estimación mínima a 3,5 ºC en la máxima.
Por otro lado, el calentamiento global medio no será igual en todas las regiones del planeta: las estimaciones predicen un calentamiento superior a la media entre un 50% y un 100% en las latitudes septentrionales durante el invierno y bastante más bajo a la media mundial en las zonas cubiertas por hielos marinos durante el verano. A escala regional la incertidumbre es bastante mayor que a escala global, aunque las previsiones para cinco regiones seleccionadas por el IPC como escenarios significativos son:
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Región 1 (35° -50° N, 85° -105° W): aumento térmico entre 2 y 4 grados en invierno y entre 2 o 3 en verano;
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Región 2 (5° -30° N, 70° -105° E): aumento de la temperatura durante todo el año en torno a 1-2 grados.
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Región 3 (10° -20° N, 20° W-40° E): aumento térmico entre 1 y 3 grados, aunque con variaciones locales.
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Región 4 (35° -50° N, 10° W-45° E): aumento térmico en invierno de 2 grados y entre 2 y 3 grados en verano.
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Región 5 (12° -45° S, 110° -155° E): entre 1 y 2 grados de aumento en verano y 2 grados en invierno.
Hemos de señalar, por último, que el aumento de las temperaturas tiene implicaciones sobre las demás variables climáticas, por lo que el calentamiento previsto daría lugar a cambios en la precipitación por un aumento considerable de la evaporación, modificaciones en la circulación general atmosférica y en los climas regionales. La variabilidad natural de variables como las precipitaciones hace que las previsiones en este campo presenten aún incertidumbres muy elevadas, aunque el desarrollo y perfeccionamiento de los modelos de simulación utilizados para las previsiones futuras y el desarrollo de estudios climáticos regionales permitirán en horizontes temporales no muy lejanos una mayor precisión en las previsiones de cambio climático.
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