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Manejo integrado para enfrentar la crisis

No hace falta explicar que los sistemas naturales y humanos están sometidos a tensiones crecientes de origen humano, con efectos conducentes a un cambio ambiental global, tendencia que se ha exacerbado en las últimas décadas. Así lo muestran algunos cambios críticos, como sucede con el adelgazamiento de la capa de ozono estratosférico y el calentamiento terrestre,
definitivamente causados por las actividades humanas.

Los graves efectos de estos cambios se han hecho evidentes en todo el mundo por la violencia de las tormentas tropicales y la severidad de sus efectos. Las variables climáticas, particularmente la precipitación y la temperatura, definen las condiciones de balance hidrológico. Uno de los impactos más serios del realce del efecto invernadero natural de la atmósfera terrestre resulta del impacto del cambio climático en el aumento de la temperatura media sobre la superficie terrestre (continentes y océanos) y en las características de las precipitaciones (intensidad, frecuencia y persistencia).

Efectos del cambio climático

No sólo las causas naturales generan los desastres, sino también el desconocimiento del entorno ambiental y sus características geológicas y morfológicas. Esta aseveración vale tanto cuando se permite el establecimiento de asentamientos humanos en vaguadas de inundación como cuando no se desautoriza la deforestación a ultranza, sabiendo que sus implicaciones incluirán daños a la salud, aumento de la morbilidad y la mortalidad y graves pérdidas económicas.

Las inundaciones y sequías que afectaron y afectan a diversas regiones del mundo, incluidas ciudades y áreas rurales de Argentina, son una prueba concluyente del uso irracional de los recursos.

Las conclusiones del Tercer Informe del IPCC (ver recuadro) hacen evidente que los niveles de decisión, privados y oficiales, deberán definir las medidas necesarias para reducir los posibles efectos de la crisis global del agua. El desarrollo de procedimientos de manejo integrado del recurso hídrico (en los cuales los efectos del cambio climático sean tomados en cuenta debidamente) y la adopción de estrategias de adaptación son las primeras acciones que deberán tomarse, particularmente en los países en desarrollo. La operación efectiva de un sistema de vigilancia hidrometeorológica es un requisito ineludible ante las condiciones actuales del sistema climático, en Argentina.

Los progresos científicos y tecnológicos y los desarrollos técnicos derivados, permitirán otras soluciones, pero en el interín el desarrollo sustentable de los recursos hídricos podría permitir lograr los resultados que pretenden alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Situación nacional

Enfocando nuestra atención en los problemas que enfrentan ya varias regiones de Argentina (inundaciones; sequías; enfermedades endémicas y pérdidas de vidas humanas; pérdidas de cultivos y ganado, etc), y sus efectos sociales y económicos, cuya gravedad aumentará a medida que la tendencia observada en el cambio climático global nos conduzca a un nuevo sistema climático terrestre, resulta por demás evidente que esta crisis mundial del agua, en un país cuyo territorio incluye más del 50 % de desiertos y tierras áridas, obliga a los tomadores de decisión a adoptar medidas inmediatas.

Ya la Primera Comunicación Nacional a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) demostró que las proyecciones climáticas reducirían los rendimientos de la producción agrícola en la Pampa y la región de Cuyo debido al aumento de las temperaturas y/o la carencia de agua.

Paradójicamente, a pesar de la falacia “Argentina granero del mundo”, el conocimiento del clima del territorio nacional y su importancia en el ordenamiento territorial es escaso. Esta situación es grave y lo será mucho más por los cambios climáticos, en las escalas global, regional y nacional, que deriven del calentamiento terrestre.

Algunos cambios observados en las condiciones medias del clima y en la intensificación y la frecuencia de los eventos extremos, los cambios en las circulaciones atmosférica y oceánica de nuestra región del Hemisferio Sur, las sequías y las inundaciones, han sido analizados por especialistas nacionales y de nuestro hemisferio. Sin embargo, así como desconocemos todavía como tratar eficientemente las situaciones de inundación en la Pampa Húmeda, carecemos de los estudios del clima regional y de climas de escala menor y topoclimas, indudablemente importantes en la producción agrícola, que es el motor indiscutido de la economía nacional.

Los cambios no-climáticos pueden tener un impacto mucho
mayor sobre los recursos hídricos que los originados por el
cambio climático.

Un simple análisis de las redes de observación meteorológica muestra falencias inconcebibles y nos dice que la situación ha venido empeorando desde hace décadas, a pesar de los esfuerzos de las autoridades responsables. Mucho queda todavía por hacer en este campo.

Esta situación y la todavía inexistente planificación del uso del territorio nacional, cuyos responsables han omitido, al menos hasta hoy, la consideración de los efectos de los cambios ambientales, permite afirmar que seguimos utilizando la metodología de la prueba y el error, con los efectos nefastos de instalar hace más de 30 años las metodologías de cultivo europeas, en la llanura más chata y extensa del planeta.1 Sólo la fertilidad de los suelos pampeanos y el uso de agroquímicos han mantenido los rendimientos de los cultivos y han logrado ampliarlos. Pero, ¿cual será la situación futura, a 30 o 50 años vista, cuando el clima sea diferente y los balances hídricos resulten deficitarios?

1 Tricart JK.L.F, Geomorfología de la Pampa Deprimida, INTA, Colección Científica, 1973.

EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN EL AGUA

Según las evaluaciones del IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático):

  • El efecto del cambio climático sobre los caudales de los ríos y la recarga del agua subterránea varía regionalmente, dependiendo de los cambios proyectados de la precipitación y de las trayectorias del desarrollo.
  • La calidad del agua se degradaría con temperaturas más altas. El efecto de la temperatura sobre la calidad del agua será una función de los cambios de volumen de los caudales, dependiendo de la dirección del cambio (caudales mayores disminuirán el efecto térmico).
  • La magnitud y frecuencia de los cambios de caudal tenderán a crecer en la mayoría de las regiones, y se registrarán caudales menores en muchas regiones.
  • El impacto del cambio climático sobre los recursos hídricos depende no solamente de los cambios de volumen, temporalidad y calidad del caudal de agua y de la recarga subterránea, sino también de las características del sistema hidrológico, los cambios de presión sobre el sistema y la manera en que evoluciona su manejo así como de la implementación de estrategias de adaptación al cambio climático. Los cambios no-climáticos pueden tener un impacto mucho mayor sobre los recursos hídricos que los originados por el cambio climático.
  • La capacidad adaptativa (específicamente la habilidad de implementar prácticas de manejo integrado del recurso) está distribuida de manera desigual a través del mundo.
  • La degradación de los suelos y los recursos hídricos constituyen los desafíos futuros mayores para la agricultura en el mundo.
  • Sin adaptación autónoma, los aumentos en los eventos extremos (inundaciones, sequías y temperaturas elevadas) aumentarían las pérdidas de ganado por las condiciones de “stress” que generan.
  • En áreas áridas y semiáridas (p.e. pastizales, bosques y montes secos), el cambio climático probablemente disminuirá la humedad del suelo, con una disminución en la productividad.
  • El agua será más escasa en regiones áridas y semiáridas, ya afectadas por deficiencias hídricas.

 

Por: Dr. Osvaldo F. Canziani
Co-presidente del Grupo de Trabajo II del IPCC
(Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas)

Fuente: Revista Hydria. Año 1 Nº4 Diciembre 2005

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