Huella de la desinformación
- Creado por admin
- El 10 diciembre, 2007
- 0
“Para capturar la imaginación del público tenemos que ofrecer hipótesis aterradoras, y hacer declaraciones dramáticas y simples, sin dar lugar a dudas. Cada cual elige entre ser eficaz y ser honrado”.
Esta declaración es del Dr. Stephen Schneider (1989), uno de los científicos más deshonestos del último siglo, quien publicó un libro sensacionalista en la década de los 70 donde anunciaba el fin del mundo por congelamiento (‘COLD’) , que vendió millones de copias y lo hizo rico. Pocos años después, descubrió otra mina de oro: aterrar al mundo con un supuesto “calentamiento global”, oficio que ejerce hasta hoy, con igualmente pingües ganancias para sus bolsillos. Asesor científico del igualmente deshonesto Al Gore, político “ecologista”, que aspira al trono del imperio, y que fué entusiasta promotor de iniciativas genocidas para países pobres, junto con su entonces jefe Bill Clinton, en la conferencia de El Cairo de 1994.
Este es el mundo de la DESINFORMACION:
La Fundación mundial para la conservación de la vida silvestre (WWF), hoy es una transnacional con sede en Suiza, con más 5 millones de miembros, presentes en más de 100 paises, y un presupuesto SIDERAL.
Organización declarada “sin fines de lucro”, se dedica a la sensibilización de los temas ambientales, promover la conservación, la creación de áreas protegidas, e iniciativas de educación ambiental e investigación.
La WWF se financia con las donaciones de sus millones de adherentes, gobiernos, Naciones Unidas y otras ONG, y su prestigio y respetabilidad provienen de los fines altruistas de su origen y de las egregias personalidades que la han presidido, como ser:
(S.A.R.) Dn. Bernardo, Príncipe Consorte del Reino de Holanda;
(S.A.R.) Dn. Felipe, Duque de Edimburgo, Príncipe Consorte del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda;
(S.E.) Chief Emeka Anyakou (past S.G. de la Commonwealth), Jefe emérito de los Ibos y ex embajador y ministro de R.R.E.E. de Nigeria, etc,etc,etc,
entre otros ínclitos caballeros.
(todos provenientes de la cultura anglosajona europea, nótese el detalle)
No obstante, y esto hay que decirlo, la WWF no es una organización con fines científicos, sino políticos. Aún cuando su halo aristocrático la distingue de Green Peace, al igual que aquella ha caido en la fatal confusión entre fines y medios, a consecuencia de lo cual en la actualidad su acción está dirigida tanto a la desinformación a escala planetaria, (lo que le permite la recaudación de los fondos que la sustentan) como a su fin declarado.
Sus indicadores de “sustentabilidad” y sus “informes”, son documentos políticos, y como tales deben leerse. La pretensión de inducir un modelo de desarrollo basado en tales “indicadores” es sin lugar a dudas un objetivo político (aunque pocos o nadie los tomen en serio en la realidad).
Sabemos que en política la propaganda puede importar más que la verdad.
La WWF cuenta con una red mundial de propagandistas entusiastas que se han formado de la difusión, las becas e iniciativas de capacitación que la ONG impulsa y financia en todo el mundo. Estos suelen ser profesionales de disciplinas no científicas, como periodistas, abogados, o políticos, algunos proclives a difundir toda clase de disparates conservacionistas.
Todo con tal de captar la atención (como dice Schneider).
El “Indice Planeta Vivo”, que supuestamente estaría indicando una extinción masiva de especies a escala planetaria, es un dato arbitrario y carente de consistencia, no porque sea falso en origen, sino porque se utiliza la información científica de manera tendenciosa.
A saber: La forma de calcular el índice ha sido monitoreando unas 3.600 poblaciones de 1.313 especies de vertebrados en distintos lugares del mundo. Esta es una cantidad respetable de información científica, pero la misma WWF advierte en su informe que no se han considerado ni los invertebrados ni las plantas y que los vertebrados representan solamente una fracción de las especies conocidas (fracción que lamentablemente no llega al 10%, ni en biomasa ni en diversidad de especies).
A renglón seguido se dice: “se supone que las tendencias detectadas en estas poblaciones son típicas de la biodiversidad en general” (cita textual), lo que es lisa y llanamente una falasia.
Luego, en el mismo informe se explica que el origen de la información ha sido ?de artículos de revistas científicas, de publicaciones de ONGs, y otras disponibles en Internet?. De tal manera que esta es información no sistemática donde una muy mayoritaria parte proviene de regiones templadas del mundo, es decir Europa y USA, (donde realmente el índice muestra una leve pero saludable tendencia alcista) y una fracción pequeña es de las regiones tropicales.
Mediante un voluntarioso manejo de los datos se logra que la fragmentaria información proveniente de zonas tropicales tenga mucho más peso estadístico que la proveniente de los sectores templados, con lo que se hace descender el índice.
Este manejo de los números es artificioso, más aún cuando se entiende que los monitoreos de las poblaciones se hacen justamente sobre aquellas especies de las que se sabe o se sospecha que estén en peligro de extinción, porque justamente por eso es que están siendo estudiadas, y por eso hay presupuestos y organizaciones trabajando en ello.
Decir que el promedio de una muestra de poblaciones (de especies en peligro de extinción) ha bajado en 30% no pasa entonces de ser una entelequia; pero decir, a partir de aquello, que toda la biósfera ha descendido en 30% es una falsedad acientífica.
La prensa publica entonces que: “las poblaciones de especies animales, desde peces a mamíferos, han descendido un tercio entre 1970 y 2003”, lo que no tiene asidero en los datos provistos, por lo que no es científicamente honesto hacer tal generalización.
También está el problema de las metodologías, que no son ni pueden ser estandarizadas, sino más bien deben idearse especialmente para cada caso; de esta manera las poblaciones pequeñas, bien localizadas o conspicuas, pueden entregar datos consistentes, pero las que no cumplen esas condiciones suelen entregar datos erráticos, y en este caso están todas aquellas poblaciones de gran movilidad, como las oceánicas, que se deben “medir” por medios indirectos, altamente aleatorios (y caros), como los “avistamientos” de ballenas.
La misma WWF dio por extinta a la ballena azul en la década de 1980, lo que afortunadamente era un error.
En el caso de las pesquerías los datos de las poblaciones se suelen obtener de las estadísticas de captura, y en este caso un descenso que puede ser catastrófico en términos de pesca no implica necesariamente la extinción de una especie, ya que dada la dinámica reproductiva de los peces, de un pequeño núcleo se puede repoblar un océano en un plazo relativamente breve, y eso es lo que ha ocurrido cuando por causa del colapso de alguna pesquería las empresas quiebran y se inmovilizan las flotas por algún tiempo, con lo que se alivia la presión de captura.
Con todo, el mismo informe de la WWF advierte sobre la debilidad de sus datos, como lo expresa la siguiente cita textual:
“Tendencias de las poblaciones de algunas especies terrestres seleccionadas. Estas no necesariamente indican las tendencias generales de las especies en cada región, pero ilustran el tipo de datos utilizados en el índice terrestre”.
A continuación de este encabezado se entregan los datos (en forma de gráficos) de 19 poblaciones terrestres de todo el mundo, de las cuales 7 se presentan en franco incremento, tres aparecen recuperándose después de una baja, y una presenta una grafica tan errática que no denota tendencia. Las 8 restantes se presentan en retroceso.
Entre las poblaciones oceánicas hay 7 que incrementan (de 20); y de las de agua dulce incrementan 10 (de 20).
Es de notarse que entre las poblaciones que más incrementan en el período, se cuentan los gorilas de montaña (los mismos de la película) en Kongo, Ruanda y Uganda, el rinoceronte de Java, y el lobo gris de Grecia. Estas son buenas noticias, que validan los esfuerzos hechos por la consevación de estas especies, pero no son resaltadas ni por la ONG ni por sus difusores, ni por el video de la BBC.
En el capítulo dedicado al recurso “Agua Dulce”, del que se dice que sólo estaría disponible la de la escorrentía superficial global, después de que las plantas toman lo suyo, es decir unos 40.000 km cúbicos anuales (calculados con algún ignoto método no especificado en el informe), se consigna que las extracciones mundiales de agua de toda la humanidad han llegado a ¡4.000 km cúbicos/año!, vale decir un 10% de lo disponible, lo que está muy, pero muy lejos de las prédicas catastrofistas, que hablan del “agotamiento” de las aguas. Esta monserga la repiten profusamente Meadows y los suyos, pero cuando el informe de la WWF parece poner las cosas en su lugar, nadie lo comenta (nadie).
Otros datos de importancia igualmente silenciados son por ejemplo que el agua dulce considerada como “disponible” (los 40 mil Km cúbicos), es menos del ¡1%! del total mundial; que el 70% está en forma de hielos y el 30% está en napas subterráneas; y que en Chile estamos utilizando ¡ni el 1%! de nuestra propia disponibilidad. ¿Esta es entonces la “crisis” del agua?.
Al otro indicador lo han llamado “huella ecológica”, algo como un contraste entre la tasa de requerimiento de las poblaciones, (humanas), y la capacidad de carga de sus ecosistemas. Este indicador que es igualmente arbitrario que el índice “planeta vivo”, es definido como la demanda de la humanidad sobre la biosfera en términos del área de tierra y mar requerida para proporcionar los recursos que utilizamos y absorber los desechos. En 2003 la Huella ecológica global fué de 14.100 millones de hectáreas globales, o 2,2 hg por persona (una hectárea global es una hectárea con la capacidad mundial promedio de producir recursos y absorber desechos). Se expresa que la oferta total de area productiva de aquèl año habría sido de 11.200 millones de hg, o 1,8 hg por persona; es decir, ya estamos al debe en 0,4 hg cada uno, y nos seguimos hipotecando.
Esta visión es catastrofista y engañosa y cae en la simpleza de suponer que el ser humano carece de capacidad de incrementar la productividad de sus ecosistemas, error que se ha estado cultivando desde Thomas Malthus hasta la fecha con desprecio total de los hechos que lo desmienten reiterada y porfiadamente.
Los ecosistemas manejados profesionalmente pueden aumentar mucho su productividad, como cualquiera lo puede ver:
las estancias ganaderas son más productivas en términos de carne/hectárea-año, que los cotos de caza de los pieles rojas, y no se habla de aumentos moderados de productividad, se trata de diferencias abismantes de productividad; del mismo modo que los bosques comerciales pueden cuadruplicar la productividad de los bosques naturales; o como las pisciculturas que en superficies mínimas producen lo mismo que pesquerías naturales en inmensos espacios de mar, y a una fracción del costo.
Aún sin querer especular sobre el aumento en la bioproductividad que se producirá naturalmente por el incremento de la proporción de CO2 en la atmósfera, y que será pareja para todos los ecosistemas de la Tierra;
Y sin considerar siquiera la posibilidad de que el espantajo del ?Calentamiento Global? de Gore y Cía. realmente resultare cierto; porque un clima globalmente más cálido hace más productiva a toda la biósfera; Imaginemos inmensas superficies incultas, como el frigorífico siberiano, que podrían ser convertidas en campos de cultivo; en fin, si el video de la BBC advierte de que como vamos para el 2040 necesitaríamos dos veces lo que produce el planeta hoy (esa es la lectura correcta), entonces le faltó la segunda línea, la que dice que los seres humanos siempre hemos sido capaces de duplicar o triplicar o quintuplicar lo que obtenemos de nuestro limitado Edén. Sólo necesitamos la necesidad de conseguir algo y la libertad para inventar la solución.
La desinformación científica con pretextos conservacionistas es tan inmoral como cualquier otro engaño; el fin nunca justificará los medios, más aún cuando se observa que por esta práctica se generan distorsiones valóricas tremendas y peligrosas.
Afirmar que sea ?cada vez más preocupante el crecimiento y desarrollo que exhiben países como China o la India, con casi un cuarto de la población mundial?, es de un fundamentalismo delirante, una idea que seguramente el periodista no sopesó con serenidad antes de escribirla. Equivale a decir que si más de mil millones de personas están pasando de una existencia paupérrima a una vida mejor, eso tendría que ser motivo de alarma, cuando lo sensato sería alegrarse, y nó solo por motivos humanitarios, sino también por las inmensas posibilidades comerciales que ofrece esa multitud que empieza a tener un poder adquisitivo que nunca tuvo antes.
Afirmar que el problema más grave de la humanidad es el exceso de seres humanos en el mundo (elegantemente dicho ?sobrepoblación?), es el primer paso para aceptar el genocidio como algo ?necesario?, por ejemplo induciendo al aborto masivo en paises pobres (La doctrina Clinton-Gore, de El Cairo en 1994). Ahí parte el camino a Auschwitz.
Aceptar y propalar, sin más, que la industrialización de China y la India vaya a ser cusa de la pobreza de Africa, es de una simpleza asombrosa, algo que sólo se les puede ?perdonar? a los poetas; Saramago, Galeano, García Márquez, tienen fuero para decir idioteces, pero a ellos se les quiere por sus fantasías, no por sus teorías ?económicas?.
Y por último, si la WWF llega a proclamar que Cuba es el ?único país con desarrollo sostenible en todo el mundo….? ¿Habrá algo más que comentar?
Por: José Manuel Henriquez
San Javier, Maule, Chile
Fuente: http://macanna.blogspot.com/
0 comentarios on Huella de la desinformación