Extinción ambientalmente sustentable
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- El 21 mayo, 2007
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Durante las Operaciones de Lucha Contra Incendios todos los esfuerzos de los bomberos suelen estar encaminados a la supresión del fuego, cuando en realidad hay prioridades mucho más importantes, algunas obvias y otras no tanto: la protección de las personas y la preservación de las propiedades, sin olvidar el cuidado del medio ambiente.
Un error común, pero grave, es el de suponer que en un incendio “todo vale con tal de apagar el fuego” o “todos los daños son culpa del incendio” Todas las pérdidas, tanto humanas como materiales y el impacto al medio ambiente, que se pudieran haber evitado serán indicadores de una mala planificación de las operaciones de extinción. Por el contrario, si se cuidan los recursos hídricos, se minimiza el impacto al medio ambiente y se contienen los efluentes producidos por las tareas de extinción, se habrá logrado una extinción ambientalmente sustentable.
Cuidado del recurso hídrico
Los Cuerpos de Bomberos Oficiales, como integrantes de la comunidad responsables, deben ser parte activa en la conservación del recurso hídrico; las Brigadas de Fábrica deben estar plenamente comprometida con la política ambiental de su empresa y contemplarla en sus Planes de Contingencia y Evacuación.
Antes de comenzar las tareas de extinción, el Encargado de la Dotación que arriba al incendio o el Jefe de la Brigada, debe tener en mente una relación de costo/beneficio para balancear la cantidad de agua, la presión y los medios a utilizar con la “cantidad” ubicación ytipo de fuego. En este sentido puede decirse que: quien comande las operaciones de extinción debe haber rescatado a las victimas y apagado el incendio, en su mente, antes de empezar a tirar agua.
En la mayoría de los casos se utilizará para la extinción agua apta para consumo humano, potabilizada a un alto costo y que constituye un recurso natural no renovable ya que el agua con esta cualidad, es cada vez más escasa a nivel mundial. En algunas ciudades la red de hidrantes para bomberos es independiente y utiliza no potable. Además, en la práctica, tanto para los bomberos oficiales como para los brigadistas de fábrica, el agua nunca será un recurso infinito: por grandes que sean las reservas eventualmente se terminarán y los operadores se quedarán sin su principal arma contra el fuego.
Es un error común utilizar toda la presión y caudal disponibles, sin tomar en cuenta que así se aumentarán proporcionalmente las características destructivas del chorro y el consumo de agua. Las presiones altas, de más de 10 kg. son recomendables solo cuando se necesita que el agua tenga gran alcance: cuando el calor o algún peligro, no permite a los operadores acercarse. O cuando es necesaria la fuerza de impacto: como es el caso de los fuegos sobre combustibles a granel, como los cereales o el aserrín. En otros casos las presiones altas pueden no ser necesarias y hasta contraproducentes, ya que para enfriar una superficie con lluvia o humectar un material pueden utilizarse presiones y caudales menores con lo que, además de agua, se ahorrará combustible de la autobomba y se alargará la vida útil de la bomba.
La lanza es el implemento que se coloca en la punta de la manga y que permite dar forma y dirección al agua, así como cortar su paso y regular el caudal. La tecnología de la lanza también contribuye a la economía del agente extintor, ya que las más modernas necesitan menor presión para producir la misma forma y dispersión del chorro de agua y permiten un mayor control de su uso al pitonero.
Se conoce como “patrón” a la forma en la que el chorro de agua abandona la lanza, se denomina “chorro pleno” cuando el agua es proyectada en forma casi cilíndrica y “lluvia” o “cono de poder”, cuando el agua sale dividida en gotas, en un ángulo de aproximadamente 30º. En general es preferible la lluvia al chorro pleno, por ser esta menos destructiva y aumentar la superficie de contacto con el combustible, logrando una extinción más rápida y eficiente. De esto se puede inferir que las viejas lanzas troncocónicas de bronce, de chorro pleno fijo o sin corte de agua, son del todo inadecuadas y deberían ser sacadas de servicio. La inversión que se haga en una lanza con posibilidad de controlar el paso de agua, la forma del chorro y el caudal, se verá compensada por el aumento en la eficacia de la extinción y los daños evitados en caso de un incendio.
Los diámetros de las líneas también influirán en el consumo del agua, si se pretende utilizar como procedimiento estándar grandes diámetros de manga, como el 63,5mm (2”1/2) se producirá un gasto considerablemente mayor de agua debido a los mayores caudales necesarios para abastecerla; además de los daños innecesarios, no solo por la mayor cantidad de agua arrojada sino por los mismos efectos físicos de los movimientos de la manga. Sobre todo en oficinas, laboratorios, salas de tableros o viviendas, pueden ser muy destructivos los efectos de maniobrar con una línea que pesa, cargada, alrededor de 100 Kg. cada 25 metros. Si las características del incendio permiten a los operadores ingresar sin peligro al interior del edificio, como regla general, es conveniente utilizara mangueras de diámetros menores como 38,1mm (1”1/2) o 25,4mm (1”) que además son mucho más practicas y manejables, sobre todo en el caso de las brigadas de fabrica, reservando las medidas grandes para incendios de grandes proporciones o abastecimiento.
Otra forma de aplicar el agua es la utilización de niebla que, en muchos casos, permite los mismos resultados con menor cantidad de agua ya que la niebla tiene mucha más superficie de absorción de calor y mayor poder de humectación, aunque su alcance y poder de penetración son casi nulos. Por sus características la niebla puede usarse como un agente sofocante; incluso permitirá, en algunos casos, la extinción de hidrocarburos, en reemplazo de las espumas. Las palabras lluvia y niebla suelen utilizarse como sinónimos, pero esto es un error, ya que la niebla está formada por gotas casi microscópicas y sus propiedades extintoras son completamente distintas. Como contrapartida, para generar niebla se necesitará una lanza especial y mayores presiones.
La correcta selección y capacitación del pitonero (el operador que maneja la lanza) es un factor decisivo en la utilización eficaz del agua, ya que será él quien decida la forma más productiva de su aplicación y dosificación.
El uso eficiente del agua no solo redundará en una extinción más efectiva, menores pérdidas económicas y la conservación del recurso sino también en una menor generación de efluentes líquidos, producto del incendio.
Contención de los efluentes líquidos de la extinción
La mayor parte del agua utilizada en las tareas de extinción, seguirá el camino que le dicte la gravedad, arrastrando consigo todas las sustancias solubles que encuentre a su paso: sales, alcoholes, acetonas así como los hidrocarburos emulsionables y los hidrocarburos livianos que puedan flotar en su superficie. También serán arrastrados algunos tóxicos presentes en el humo. Concordando con los postulados de la Ley de Murphy estos efluentes se dirigirán donde más daño produzcan, un desagüe pluvial, una reserva de agua o un rió que abastezca una población.
Una ves que el agua/agente extintor es aplicado sobre el combustible pasa a ser, ni más ni menos, un efluente y la responsabilidad de su tratamiento podría recaer en el responsable de la propiedad afectada, entendiendo que: si bien el incendio no es una situación provocada ni deseable, si es una contingencia esperable, dentro de lo razonable y deberían haberse tomado medidas para su prevención y la de sus consecuencias.
Por todo esto, antes de empezar a tirar agua, una de las múltiples preocupaciones del Jefe de la Emergencia o el Encargado de la Dotación, responsable de la extinción debe ser ¿Dónde irá el agua? Todos los tanques y los depósitos de sustancias químicas, deberían tener muros de contención y cisternas destinados a contener derrames y el agua necesaria para su extinción. La realidad es que, en la mayoría de los casos, los operadores deberán ingeniárselas con materiales de fortuna para contener los líquidos o aunque sea desviarlos hacia el lugar donde menos daño causen. En el caso de grandes incendios de hidrocarburos o que involucren sustancias químicas peligrosas debe tenerse en cuenta la necesidad de colocar taludes o utilizar absorbentes para capturar los efluentes líquidos y permitir un tratamiento posterior de los mismos. Esta es otra razón más para limitar el uso de agua y por ende, el volumen de los efluentes a tratar y el costo de su tratamiento.
Otra característica del agua que debe tomarse en cuenta, aunque no esté directamente relacionada a la protección ambiental, es su peso: si se acumula sobre una loza o un entretecho es muy probable que la estructura no esté preparada para resistir ese aumento de la carga y colapse. La solución más sencilla parece ser entonces, practicar orificios en el piso en el lugar donde se acumula el líquido. Esta solución solo debe tomarse en cuenta en casos en que el agua no pueda causar más destrucción en los pisos inferiores o en situaciones de extrema necesidad. La solución más viable es utilizar bombas de desagote para succionar el agua remanente. Si el agua no se ha contaminado con combustibles o materiales peligrosos podría ser filtrada y reutilizada para la extinción.
Efluentes gaseosos
La generación de efluentes gaseosos está ligada al incendio por la misma naturaleza del proceso combustivo. Generalmente, las posibilidades de los bomberos de mitigar la contaminación del aire, estarán limitadas a la aplicación de niebla, destinada a abatir los humos que contienen los productos generados por los procesos de destilación pirolítica, como ser: dioxinas, nitrosaminas, cianoderivados, e hidrocarburos livianos, por nombrar solo algunos, que podrían afectar a la población circundante.
También se debe evitar por todos los medios, mojar materiales que puedan reaccionar en contacto con el agua ya que su reacción puede hacerlos generar gases, volverlos más tóxicos corrosivos o de alguna manera más indeseables que el producto original afectado por el fuego. Como ejemplo se pueden citar: cianuro de potasio, carburo cálcico, acido cloro-sulfónico. Además el agua que se introduzca dentro de los contenedores, por una ruptura o fuga, puede causar una explosión. A veces el agua solo es efectiva si se dispone de la cantidad suficiente para una inundación, sumergiendo el producto en su totalidad. En estos casos, muchas veces es preferible dejar arder el producto y limitarse a controlar que el incendio no se propague. Los Planes de Contingencias y Planes de Evacuación deberían contener un listado de productos peligrosos y productos que puedan reaccionar con el agua en existencia, así como designar un responsable de entregar este listado a los bomberos.
Disposición de los efluentes sólidos
Una ves que se declare extinguido el incendio se procederá a la remoción de escombros. Desde el primer momento debe evitarse mezclar los escombros comunes con los productos químicos, en caso de haberlos y a estos productos entre si. De más está decir que los restos de un incendio, que involucro sustancias químicas, no pueden ser dispuestos como si se tratara de un residuo común. Separar desde un principio los restos que pueden ser arrojados al vertedero municipal, de los que deben recibir un tratamiento especial, ahorrará trabajo y evitará contaminar los materiales comunes y que deban ser tratados como peligrosos.
En resumen, una extinción eficiente, será aquella que apague el fuego utilizando la menor cantidad de recursos y en el menor tiempo posible. Pero la mejor Operación de Lucha Contra Incendios será aquella en la se rescate a las víctimas, se minimicen los impactos ambientales del incendio, se evite el daño a las propiedades y además se realice una extinción eficiente; en ese orden de prioridades.
Por: Sergio A. Rusquellas
Ingeniero en Seguridad Ambiental
Oficial Auxiliar (FA) Bomberos de Sierra de los Padres
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