El turismo camino a la sustentabilidad
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- El 17 agosto, 2004
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La creación de áreas turísticas, junto al desarrollo urbano y al crecimiento de la población del lugar donde se establecen, provocan un fuerte impacto en el ambiente. Para que estas áreas funcionen, es necesario un mantenimiento constante e intenso que permitan conservar los atractivos naturales en el mejor estado posible para los visitantes.
Los desarrollos turísticos no deben tomar en cuenta solamente los intereses económicos, sino también el buen funcionamiento del ecosistema en el que se encuentran, puesto que, en última instancia, de este último depende su éxito en el corto y en el largo plazo.
Salta a la vista que la ecología y la gestión ambiental pueden aportar muchos conocimientos al turismo para permitir el desarrollo permanente de las actividades de este sector, conservando en primera instancia los recursos naturales y culturales del lugar en cuestión.
Los principios fundamentales del desarrollo sustentable, los cuales deben considerarse como una guía de estrategia, actitudes y hasta practicas personales, se basan en:
-Respetar y cuidar la comunidad de seres vivos.
-Mejorar la calidad de vida humana.
-Conservar la vitalidad y diversidad de la Tierra.
-Modificar las actitudes y practicas personales.
-Facultar a las comunidades para que conserven su propio ambiente.
-Proporcionar un marco nacional para la integración del desarrollo y de la conservación.
-Forjar una alianza mundial en pro de la recuperación y conservación del ambiente.
Podemos tomar como ejemplo uno de estos principios: Conservar la vitalidad y diversidad de la Tierra:
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Todos sabemos que la evolución constante y creciente del hombre ha sido posible gracias a la utilización que él mismo ha hecho de los recursos que la naturaleza nos brinda. Sin embargo, en las últimas generaciones, el consumo, la utilización de dichos recursos y la forma en que los seres humanos realizan actividades, han comenzado a sobrepasar los límites de soporte del planeta.
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Para controlar este problema y evitar que el deterioro continúe sin pausa. Se debe tomar una actitud que permita conservar los sistemas sustentadores de vida que provee la naturaleza: en otras palabras, se debe manejar de otra manera los sistemas que mantienen el planeta apto para la vida, como el aire, el agua, el suelo, el clima y la biodiversidad.
A ningún argentino le pasa inadvertido el auge que está experimentando el turismo en el país. Probablemente, sea una de las actividades que más oportunidades brinda para el desarrollo económico y social a nivel nacional. Sin embargo, desde la ecología surgen inquietudes acerca de la sustentabilidad, porque aunque se conocen las bondades del turismo, todo indica que al momento de distribuir los beneficios, se olvida de reinvertir en los sitios naturales o culturales que lo sostienen. Hasta ahora, casi nada es lo que vuelve a ser invertido para cuidar las áreas naturales, monumentos históricos, jardines botánicos, ruinas, ríos, lagos, lagunas, playas, sierras o montañas. Tal vez, donde mayor daño se produce es en los sitios administrados por el Estado, donde no falta quién cree que estos sitios se cuidan solos. Cuando se visitan sitios como una reserva, un parque temático o un museo privado, el tratamiento que se les da, parece ser otro.
Pero, cuidado: el desafío no consiste en privatizar todo, sino en profesionalizar el desempeño del Estado. Porque en muchos sitios turísticos claves priman políticas de descuido, donde los bienes, simplemente, duran o resisten, sin ningún tipo de manejo ni de conservación. Y, aunque no son pocos los defectos que presentan los casos bajo el dominio empresarial, replica un principio ganadero: cuidar la vaca que se ordeña, porque saben que, sin vaca, no hay leche…
Lo cierto es que sin importar quién lo administra, al recorrer los escenarios naturales o culturales donde arriba el turismo, no es difícil advertir los diversos impactos, derivados de una falta de medidas, de planificación, de manejo, de control y de programas de conservación.
El mayor déficit, se puede observar en la falta de planificación de:
-Incendios.
-Residuos.
-Grafitis.
-Infraestructura de alto impacto visual.
-Caza y pesca ilegal.
-Alteración de la conducta de animales silvestres en áreas protegidas.
-Erosión de senderos naturales o salas de museos.
-Ruidos.
-Sustracción o compra-venta ilegal.
-Control delegado a los propios operadores.
-Contaminación cultural.
Podemos tomar como ejemplo: La caza y pesca ilegal:
Ya que se encuentra sin control o es desmedida, como la practicada con patos en el Litoral, palomas en el centro del país o avutardas en la Patagonia, y con la asistencia de operadores y guías locales.
En gran medida, estos problemas son consecuencias de que los estudios de factibilidad se limitan únicamente a los ingresos financieros, omitiendo las evaluaciones de impacto ambiental para medir el éxito de un modo integro. Tal vez, es hora que estas evaluaciones sean llevadas a cabo por profesionales como Técnicos en Ecología y Técnicos en Gestión Ambiental, con el apoyo del Estado para dejar de despilfarrar nuestros recursos.
Se aproximan días en que las empresas deberán calificar con certificados de calidad ambiental para posicionarse en el mercado. Y, aunque el camino es largo, es necesario iniciarlo con un primer paso. Es hora de darlo si se quiere aprovechar una de las más extraordinarias oportunidades que ofrece la naturaleza.
Cristian Frers.
Técnico Superior en Gestión Ambiental.
Técnico Superior en Comunicación Social.
Tte. Gral. Juan D. Perón 2049 7mo. “55”.
(C1040AAE) Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
República Argentina.
E-mail: [email protected]
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