El Ambientalismo como un nuevo paradigma
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- El 29 junio, 2006
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A partir de mediados de la década de los 60 y en las décadas posteriores se fueron desarrollando un amplio y confuso conjunto de ideas alrededor del tema del ambiente y de su relación con las actividades y actitudes de la sociedad. Estas ideas se corporizaron en un no menos confuso movimiento social y político que fue creciendo y expandiéndose tanto en ideas como lugares. Empezó con ciertas características en los países anglosajones, se extendió después en el resto de los países desarrollados y se volcó finalmente, siempre en transformación, a los países subdesarrollados. Durante este proceso se vio enriquecido con nuevas ideas y conceptos, pero también se fragmentó en diferentes corrientes, dando como resultado final una gran cantidad de movimientos que lo único que tienen en común es su preocupación por su objetivo final: las relaciones socioambientales.
Hoy, la ecología, el ambientalismo y los problemas ecológicos son términos intercambiables cuya disciplina y objeto de estudio se mezclan en el lenguaje cotidiano. Una de las características más particulares del ambientalismo es que ha pasado a ocupar un lugar en el sentido común de la gente, es parte de lo cotidiano, infaltable en las proclamas políticas y referencia obligada en el discurso público de los empresarios.
¿Qué particularidades históricas y que contexto social dieron lugar a que 300.000 personas participaran en Norteamérica en el primer “Día de la Tierra”?
Los países desarrollados veían crecer a su población empujada por el famoso baby boom de la posguerra y los países subdesarrollados adquirían velocidades de crecimiento inusitadas a partir de la aplicación de unas pocas medidas sanitarias básicas, tal como la eliminación de las enfermedades endémicas (malaria, viruela, tuberculosis) por la aplicación masiva de los nuevos remedios y los nuevos pesticidas.
Desde la aparición en la Tierra del Homo Sapiens, tomó 4 millones de años para que la población humana llegara a 1.000 millones. Por largo tiempo, el número de los humanos creció lentamente. Se cree que cuando nació Cristo la población mundial era de alrededor de 300 millones. Desde entonces hasta mediados del siglo XVIII llegó a 800 millones. La población humana se duplicaba aproximadamente cada 1.500 años. Si nos hubiésemos mantenido en esa tasa de crecimiento, no habría sido hasta el cuarto milenio, hacia el año 3250, que la población alcanzará los 1.600 millones. Pero para el 1800 la tasa de incremento había comenzado a acelerarse y en 1900 la población del mundo llegó a 1.700 millones. Duplicarse sólo le había tomado150, no 1.500 años.
Ese fue el período más vigoroso de la revolución industrial. También fue una época en que la ciencia médica hizo grandes contribuciones a la calidad, y particularmente a la extensión, de la vida humana. Las tasas de mortalidad estaban cayendo y la gente vivía más tiempo, con más niños que sobrevivían los primeros años de vida. El resto del mundo se beneficiaría por último en medida variada por esos avances, y para 1950 la población mundial alcanzó los 2.500 millones. Esa vez se había duplicado en menos de cien años. Llevados por una oleada en la población Occidental que se industrializaba, los números estaban creciendo exponencialmente. Se estaba echando bases para incrementos masivos en la población que dominarían el paisaje de la Tierra en nuestra época y más allá. La interpretación catastrofista parecía plausible y digna de ser apoyada.
Desde el punto social, es en ese momento cuando comienzan a crecer los problemas urbanos, relacionados con la gran migración del campo a la ciudad y con la expansión acelerada de las grandes ciudades. Aparecen los problemas de hacinamiento, transporte, fragmentación social y territorial, inseguridad y también de contaminación. La metáfora urbana no es la alegría de Paris, sino las sórdidas calles de Nueva York o la atmósfera contaminada de Los Angeles. En contra de todo esto el ambientalismo ofrece la vuelta a una naturaleza limpia, segura y sabia. No parece tener importancia si esta vuelta es factible o no, lo que importa es tener una nueva ilusión.
Las primeras ciudades aparecieron muy temprano en la historia, en la Antigüedad. Pero fue principalmente el desarrollo de la industria, durante los siglos XIX y XX, lo que desencadenó el crecimiento explosivo de las ciudades en Europa y América. Estas se convirtieron en los principales centros de actividad económica y atrajeron una población cada vez más numerosa, extendiéndose desmesuradamente. Durante mucho tiempo, más del 90% de la población mundial vivió en el campo. En la actualidad, a pesar de que en muchos países muy poblados gran parte de la población es todavía campesina, el 50% de la población mundial vive en ciudades. La urbanización, es decir, la concentración de población en las ciudades, pareciera no tener límites.
El exceso de construcciones modifica el suelo y puede originar catástrofes. Así, durante lluvias torrenciales, los suelos recubiertos de asfalto no logran retener las aguas, que corren violentamente, y pueden inundar la ciudad en pocas horas.
Dentro de las ciudades, se plantean otros problemas, relativos especialmente a la contaminación. En los países subdesarrollados, los sistemas de alcantarillado urbano no están adaptados al creciente número de habitantes, y las napas de agua potable se contaminan paulatinamente, comprometiendo el suministro de agua a la población.
Los automóviles también generan complicaciones: los gases de escape forman una nube de contaminación tóxica, el smog. Ciudades como Londres, Los Angeles, Atenas o México están, periódicamente, asfixiadas.
Chicago, con su trazado ortogonal, sus calles rectilíneas, sus enormes rascacielos y sus juegos de luces en la noche, simboliza a la perfección el crecimiento desmedido de las ciudades modernas. La ciudad de Chicago se fundó a comienzos del siglo XIX en la ribera del lago Michigan y se desarrollo rápidamente. Esta ciudad que en 1833 tenía apenas 300 habitantes, alberga en la actualidad a más de 7,6 millones de personas.
En el contexto internacional, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Ambiente que se llevó a cabo en Estocolmo en 1972, fue una divisoria de aguas puso la cuestión de la ecología en la agenda global y abrió el debate acerca de sus parametros. Por primera vez, se reunieron las naciones para considerar el estado del planeta Tierra. Por primera vez integramos el escenario en la acción de la obra. Nada volvería a ser igual, porque después de Estocolmo nos vimos obligados a mirarnos a nosotros mismos de manera fundamentalmente diferente.
Estocolmo promulgó la Declaración Internacional sobre el Ambiente que fue en el comienzo una base sobre la cual levantar, si no un monumento sobre la supervivencia humana, al menos algunos pilotes esenciales para mantener la Tierra como lugar adecuado a la vida humana. Un logro fundamental de la conferencia de Estocolmo fue la agudización de la conciencia mundial de la polución.
La Declaración de Estocolmo desemboca veinte años más tarde en la Declaración de Rio o Eco 92 donde se definen los derechos y responsabilidades de las naciones en la búsqueda del progreso y del bienestar de la humanidad. Basándose en:
- Derecho de los Estados para aprovechar sus recursos propios y no causar daños al ambiente de otros países.
- El desarrollo debe ejercerse sobre una base sostenible.
- Responsabilidad de los países desarrollados en la búsqueda internacional del desarrollo sostenible.
- Función vital de los pueblos indígenas en el desarrollo sostenible debido a sus conocimientos y prácticas tradicionales.
En este contexto general, sombrío y desencantado, donde crece el ambientalismo, en sus diferentes concepciones. Vamos a encontrar movimientos ambientalistas que van desde los fuertemente antropocéntricos, basados en la superioridad natural del hombre con respecto a la naturaleza y su necesario destino de organizador y usuario de la misma, hasta los que buscan una posición ecocéntrica, negándole al hombre algún derecho sobre la naturaleza y poniéndolo al mismo nivel que otros seres vivos. Estas dos posiciones extremas dan como resultado el ambientalismo llamado “superficial”, preocupado por los temas ambientales pero adoptando una política de regulación del uso de los recursos y conservación de la naturaleza desde el punto de vista de su utilidad para el hombre. En el otro extremo, aparece el ambientalismo “profundo”, que utiliza la hipotesis de Gaia para proponer un hombre totalmente integrado a la naturaleza, alejado del uso de productos materiales innecesarios, viviendo en comunidades pequeñas, que no mata animales para comer y respeta a todos los integrantes del ecosistema. Entre la extrema practicidad y la extrema utopía se desarrolla toda una serie de movimientos que confía en mayor o menor medida en la sabiduría natural para solucionar la supervivencia humana o en la capacidad del hombre para desarrollar cada vez más sofisticadas tecnologías.
Ambientalismo, ONG´s y partidos verdes
Desde un principio estos movimientos fueron muy bien manejados, tanto en lo que hace pública como su capacidad para obtener financiamiento. Los ambientalistas comenzaron a actuar en tres tipos de organizaciones diferentes:
- I. Los que abogaban por un ecologismo “profundo” por lo general despreciaron toda forma organizativa institucional y prefirieron las pequeñas organizaciones locales, muchas veces formadas a partir de estudiantes universitarios. Estas organizaciones a veces optaban por retirarse a lugares aislados, donde intentaban reconstruir lo que para ellos era el modo de vida original del hombre (pequeños grupos aislados, autosostenidos). Transformándose en un movimiento redentor y mesiánico, casi fundamentalista, inflexible y poco apegado a recibir críticas, ni desde adentro ni desde afuera. Su discurso es generalmente utópico, sin plantear salidas concretas sino ideas generales para un mundo mejor, lo que lo aleja mucho de los sectores de la población cuyas necesidades son demasiado inmediatas para aceptar este tipo de movimientos. Plantea algunas soluciones como la vuelta a la naturaleza. Obviamente inviable, en un mundo donde el 50% de la población es urbana. Muchas veces el ambientalismo ha pecado de cierta ingenuidad que lo transforma usualmente en un movimiento retrógrado y elitista a negarse a analizar otros aspectos de los problemas ambientales que no sean los estrictamente naturales.
- II. Los otros grupos ambientalistas se institucionalizaron bajo lo que luego pasó a llamarse en todo el mundo “organizaciones no gubernamentales” (ONG´s). Algunos como grupos pequeños y medianos, muy focalizados en intereses locales y específicos, donde se han hecho un importante lugar en la opinión publica, adonde aparecen como la voz popular que representa los intereses del hombre común. Si bien en su mayoría han sido grupo de personas pertenecientes a la clase media, en los últimos años ha crecido el número de organizaciones ubicadas en áreas de menores ingresos, sobre todo en los barrios urbanos más pobres, con intereses que están casi siempre ligados a las condiciones ambientales urbanas.
Algunos grupos ambientalistas, por diferentes circunstancias, comenzaron a crecer y tomaron una dimensión primero nacional y luego internacional. Entre estos grupos podemos nombrar a Greenpeace, Earth First, Amigos de la Tierra o Conservation Internacional. Tal vez la historia de Greenpeace es un buen ejemplo:
Un viejo barco atunero con doce idealistas a bordo, que avanza por las aguas de la costa oeste de Alaska hacia el archipiélago de las Aleutianas. Una misión desmesurada: frenar los ensayos atómicos de los Estados Unidos en la isla de Amchitka, un paraíso de nutrias de mar y aves rapaces. Emilio Salgari, Herman Melville y Jack London parecen haber inspirado esta historia romántica. Pero fue tan real, que marcó el nacimiento del movimiento ecologista y pacifista más extendido y eficaz del mundo.
Los tripulantes eran activistas antinucleares canadienses, cuáqueros y objetores de conciencia estadounidenses, refugiados en Canadá para no participar en la guerra de Vietnam. Se autodenominaban Comité No Hagan Olas, en alusión al maremoto que podría desencadenar una explosión atómica en una zona de gran actividad sísmica. “Queremos paz, y queremos que sea verde”, afirmaba a la prensa uno de los militantes, poco antes de zarpar desde Vancouver (Canadá). Por eso rebautizaron al barco con el nombre de “Greenpeace”.
El viaje fue un fracaso. Lo pasaron mareados y peleándose por asuntos menores. Y como no atendieron a ciertos requisitos burocráticos, dieron pie a que los guardacostas estadounidenses los frenaran cuando estaban por llegar a Amchitka. La prueba nuclear se hizo igual.
Pero a bordo iban dos periodistas, que transmitían por radio a sus redacciones todos los pormenores de la travesía. Las noticias frescas alimentaron aún más el enojo de los canadienses contra sus vecinos, y decenas de miles de manifestantes bloquearon durante varios días las fronteras. El gobierno estadounidense se vio obligado a anunciar que ése sería el último ensayo atómico. Desde entonces, la isla de Amchitka es una reserva ornitológica.
La lección positiva del viaje se convirtió en una de las marcas de fábrica de la organización: la mediatización del reclamo y de la protesta. El desafío de la cascarita de nuez frente a los marines tuvo tal impacto, que grupos de Nueva Zelanda, Australia y Estados Unidos, sin contacto entre sí, tomaron el nombre de Greenpeace.
La segunda movilización tuvo el mismo sello quijotesco. Fue cuando David Mctaggart, un ex hombre de negocios canadiense, ofreció a los activistas neocelandeses su velero para llegar hasta el atolón de Mururoa, en el Pacífico, donde Francia había ampliado la zona marina de exclusión con miras a sus ensayos atómicos.
La desconexión y la mala relación entre los grupos se agravó a partir de 1974, cuando un sector de Greenpeace en América del Norte decidió apuntar contra la caza comercial de ballenas y la matanza de crías de focas en Terranova, Canadá. Para los antinucleares, era un tema suave. Entretanto, Mctaggart fundó la organización en países europeos, lo que permitió en 1978 juntar a todos los grupos y crear Greenpeace Internacional.
Con la unificación también se hicieron comunes las estructuras, las investigaciones científicas y las estrategias, que no han variado mayormente desde entonces. El glosario de Greenpeace incluye términos como campaña, para designar el objetivo a lograr, y acciones directas para llamar la atención sobre un problema, en las que intervienen miembros bien entrenados y, cuando no hay riesgo físico, también voluntarios.
“Es una especie de élite, pero en la que cualquiera puede participar. No hay ningún superhombre”, asegura el entrerriano Milko Schvartzman, quien defendió a las ballenas a bordo del “Rainbow Warrior” (Guerrero del Arcoiris), el buque insignia de la “flota verde”. Jóvenes, creativos, audaces, entusiastas, abiertos a todas las razas y nacionalidades, resistentes e insistentes: ése es el perfil de los militantes en todo el mundo, mujeres incluidas.
“A igualdad de condiciones se busca promover la presencia femenina –cuenta Verónica Odriozola, ligada a Greenpeace desde 1987, coordinadora de la campaña de tóxicos-. Hay mujeres tripulantes en cargos de oficial, y hasta capitanas; varias de ellas son argentinas, que se formaron en las distintas visitas de los barcos”.
Los guerreros del arcoiris se enorgullecen de haber tenido parte en muchos logros: la moratoria en la casa comercial de ballenas y en la explotación minera en la Antártica; la paralización de las pruebas nucleares; el cese del vertido de residuos radioactivos al mar; la interdicción de fabricar y comerciar minas antipersonales. La lista es mucho más extensa, e incluye tanto la instauración de tecnologías limpias y explotaciones sustentables, como la presencia de Greenpeace en calidad de observador en numerosos foros internacionales.
Las tareas pendientes no son menos abrumadoras, a las puertas de un mañana apocalíptica que incluye arsenales nucleares, deforestación, contaminación de todo tipo, adelgazamiento de la capa de ozono y cambio climático. Le hacen frente un millar de personas que trabajan en forma profesional en 31 países y 14 centros de campaña, decenas de miles de voluntarios y 3,5 millones de socios, gracias a cuyos aportes la entidad jamás recibe dinero de gobiernos, empresas ni partidos políticos.
La mística de Greenpeace alentó, contagió y enhebró a infinidad de organizaciones no gubernamentales en todo el mundo. No sólo pacifistas y ambientalistas: activistas de los derechos humanos, defensores de los derechos civiles, militantes por la igualdad social, y la inmensa mayoría de quienes luchan por mejorar la vida en el planeta, han aprendido de su ejemplo que, a la larga, la mejor barrera contra la destrucción se levanta con información y participación colectiva, y sin necesidad de resignar la alegría y las ilusiones.
- III. En paralelo a este tipo de grupos se desarrolló otro. Este era conservacionista con fines utilitarios y abogaba por la definición de reservas faunísticas. Este responde a un proceso que comenzó en el siglo pasado en Europa y en los Estados Unidos, ligados a las ideas del romanticismo, la visión estética de la naturaleza y el encandilamiento por lo salvaje. Este proceso tendía a la preservación de lo natural con fines estéticos y didácticos y buscaba proteger las llamadas “bellezas naturales” y dio como resultado la creación de los primeros parques nacionales, hacia la década de 1880.
En paralelo comenzó a construirse toda una institucionalidad alrededor del tema de la preservación, primero con la aparición de las sociedades protectoras de animales en Europa y Estados Unidos, y más tarde con la fundación de las primeras instituciones ambientalistas no gubernamentales, tales como el Sierra Club de California, llamado a tener gran importancia en el movimiento ambientalista.
Por otro lado se desarrollo un movimiento convergente, el llamado “conservacionismo utilitario” que surgía tanto de los primeros pasos de la ciencia forestal, que tenía como objetivo la posibilidad de una explotación sostenible de los bosques naturales, como de las preocupaciones de los cazadores por la disminución de las especies.
Conservacionismo y proteccionismo convergieron para apoyar la formación de la figura del parque nacional, que fue cambiando con el tiempo. Sus orígenes son fuertemente etnocéntricos y racistas en el caso africano y exclusivistas en el caso norteamericano, refiriéndolos a las necesidades de las clases sociales más altas y algunos “iluminados”. La función principal era la de preservar las llamadas bellezas naturales y la naturaleza prístina. También deberían cumplir una función didáctica, mostrando la sabiduría de la naturaleza cuando no era contaminada por el hombre. Este concepto excluyente y elitista de la función de los parques nacionales fue cambiando con el tiempo, ante la acción combinada de la presión demográfica y social y la aparición de un interés científico y económico por estas reservas. Va creciendo un turismo asociado a la contemplación de las bellezas naturales y esos recursos paisajísticos pasan a transformarse en una mercancía: millones de personas llegan todos los años a los parques nacionales dispuestos a “disfrutar de la naturaleza” pero también a consumir y gastar dinero. Con el tiempo, la noción de reserva dejó de limitarse a la de parques nacionales y aparecieron otros conceptos más amplios, como los de reserva estricta, monumento natural y área protegida, y el número de estos fragmentos territoriales protegidos aumentó considerablemente.
El objetivo específico de estas instituciones primero se concentraban en tipos de acciones muy específicas, pero luego su interés se fue ampliando al uso de los recursos naturales.
El Ambientalismo en la Argentina:
En la Argentina, teniendo en cuenta el tamaño del país y la variedad de problemas de conservación existentes, es improbable que una sola ONG pueda tener éxito operando en forma aislada. Las dificultades asociadas con la coordinación de esfuerzos conjuntos y los diferentes criterios con que se encaran los problemas de conservación, constituyen obstaculos que muy seguido requieren ser superados a través de emprendimientos conjuntos. Pero no solo las pequeñas ONG´s ambientalistas tienen problemas. Entre las principales dificultades que se afrontan, se encuentra la falta de continuidad de los programas, la tendencia a permanecer en un plano más declamativo que práctico, la falta de coordinación y de una adecuada red de información entre las distintas fundaciones, el desconocimiento por parte de muchas ONG´s de sus limitaciones, lo cual genera desconfianza en muchas instituciones académicas dedicadas a temas ambientales, la escasa representatividad en número de miembros, la dificultad para obtener fondos, la falta de madurez gubernamental para aceptar la relación compleja que, clásicamente, se estructura con las ONG´s, en las que suelen darse críticas y trabajos en conjunto a la par, y la representación de posiciones extremas por parte de las ONG´s, siempre presionadas para denunciar y generalmente poco valoradas e incluso sospechadas cuando no lo hacen. Este último punto es difícil de afrontar y plantea un divorcio entre lo que la gran parte de la sociedad desea escuchar de una ONG´s y lo que las ONG siente que debe decir, en función de su misión y su visión.
Pese a todas estas barreras, tanto las interacciones entre las ONG´s como la segmentación de sus públicos está llevando a una diversificación de nichos que permiten actividades complementarias. Esta complementaridad no suele ser planificada y puede incluso ser involuntaria, pero funciona. La profesionalización es creciente y con ella, la obtención de logros concretos se facilita. Las ONG´s siguen evolucionando, y en la Argentina surgen como una de las herramientas para lograr cambios en nuestra realidad ambiental. El Estado nacional y varios provinciales, de hecho, tienden a descargar a veces más responsabilidades sobre las ONG´s ambientalistas de lo que quizás deberían. Esto es especialmente cierto si se tiene en cuenta, al mismo tiempo, las escasas facilidades de tipo económico que se les brinda, a diferencia de lo que ocurre en otros países o, incluso en nuestro país, en otros rubros de actividad, como es el caso de la promoción del arte. Tanto Greenpeace como la Fundación Vida Silvestre Argentina, usualmente percibidas como las ONG´s ambientalistas más poderosas del país, tienen presupuestos menores a los de muchas Pymes y recursos humanos muy escasos. En general, las autoridades aún desconfían de las ONG´s. Las ven como un indiscreto testigo de sus acciones de gobierno. Pero una ONG responsable nunca esconde sus intereses y, si sabe comunicarlos con transparencia, la relación entre gobierno y ONG´s puede ser madura y a la vez, independiente. Este tipo de relación es la que permite inyectar nuevas ideas en las oficinas de gobierno y lograr resultados concretos en más de una ocasión.
En la Argentina existen 1200 organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, 800 de ellas están formadas por un reducido número de personas. De las 200 restantes, solo unas 50 trabajan siguiendo los lineamientos de la Estrategia Mundial para la Conservación de la Naturaleza y sus Recursos. Muy pocas cuentan con el respaldo de una importante masa societaria.
El primer grupo conservacionista que surgió en el país fue la Asociación Ornitológica del Plata, en 1916. Hoy se llama Aves Argentinas. A partir de 1940 se crearon varias entidades ambientalistas como: Asociación Natura, Asociación Amigos de los Parques Nacionales, Asociación Argentina contra la Contaminación del Aire, pero el movimiento conservasionista recién cobro importancia en la década del 70. La mayoría de las ONG´s tiene su sede en las grandes ciudades. Pero son cada vez más las ONG´s del interior. Este dato se presenta como una oportunidad de interacción con sectores representativos de la sociedad civil más cerca del ámbito donde se encuentran los ambientes naturales. Sin embargo, frecuentemente, por falta de recursos y otros factores, su capacidad es muy limitada, así como su grado de profesionalismo.
Balance del ambientalismo
A casi 30 años de sus primeros pasos, es posible ahora hacer un balance del movimiento social que generó la relación sociedad/ambiente, lo que en término generales hemos llamado el ambientalismo. Este ha tenido un papel importante en la sociedad como guardián y controlador del manejo del ambiente. El ambientalismo es lo que podríamos llamar “la voz de la Tierra”. Desde ese punto de vista ha tenido un papel importantísimo en la desaceleración del crecimiento nuclear (sobre todo en el caso de las usinas nucleares), en el crecimiento aún pequeño de las energías no convencionales (eólica, biogás y solar), en el consumo de productos llamados “orgánicos” (así se llama a aquellos en cuyo proceso de producción no intervienen agroquímicos), en las medicinas no ortodoxas (homeopatía, acupuntura), en el reciclaje de los residuos familiares y en lo que podríamos llamar la educación ambiental.
Tal vez uno de los problemas básicos de este amplio movimiento es que muchas veces ha pretendido erigirse en una nueva ideología o en un nuevo paradigma. Es difícil pensar que sea ni una cosa ni la otra: carece de la necesaria amplitud como para ser una ideología, en pocas palabras, una forma de mirar globalmente el futuro del mundo porque deja de lado a buena parte de los sectores que hacen al desarrollo social y económico y sólo se concentra en uno: el ambiente. Por otra parte, tampoco es un nuevo paradigma, si es que los paradigmas –el cúmulo de teorías, métodos y visiones que determinan ciertas formas de proceder- se pueden construir voluntariamente, dado que, otra vez, no involucra todos los aspectos del saber, sino sólo aquéllos relacionados con la sociedad y el ambiente.
Las ideas del ambientalismo son tal vez el embrión de una nueva forma de ver las cosas, que requiere todavía mucha elaboración, discución y acuerdos para constituirse en un saber estructurado.
Es posible que los problemas que sufre el ambientalismo se vayan amalgamando con otros movimientos sociales que le den una visión más amplia y socialmente progresista. Es verdad que existen problemas ambientales globales, pero no parecen ser los más urgentes ni los más fáciles de resolver. El agujero de ozono puede esperar si tenemos primero que solucionar temas como el de millones de personas viviendo en la miseria, poblaciones enteras sin agua ni cloacas, ríos contaminados, industrias contaminantes y ciudades envenenadas por los motores de combustión. Y ese es uno de los papeles importantes del ambientalismo: jerarquizar los problemas concretos y ayudar a dar soluciones viables para todos.
Por: Cristian Frers
Técnico Superior en Gestión Ambiental y
Técnico Superior en Comunicación Social
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