Una injusticia que honra
Estaba revisando el Blog de   Antón, cuando …. me encuentro con la reseña de una interesante tesis de   Doctorado, de una niña brasileña, que   se puede ver aquí, etc.
           
           No hablo portugués, pero como se sabe, para   los castellanohablantes esa lengua nos resulta fácil de interpretar, así que me   pongo a leer la interesantisima y amenísima tesis (que es políticamente   incorrectísima,…), y con lo primero que me encuentro es con lo que sigue: (no   es traducción, es una interpretación personal del mismo tema).
           
           Si hay   algún término inadecuado es totalmente intencional y de mi propia y única   responsabilidad
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Un día 12 de Mayo de 2008 falleció Irena Sendler (Sendlerowa).
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¿Y quién era esta Irena Sendler?…. seguramente muy pocas personas, fuera de   algunas comunidades judías de Polonia podrán hoy recordar su nombre. Y con   seguridad en unos pocos años habrá pasado al olvido completo. Irena Sendler fué   una enfermera polaca que en su juventud trabajó en el Departamento de Bienestar   Social de Varsovia. En ese contexto estuvo comisionada en acciones de control de   enfermedades infecciosas en el ghetto instalado en la ciudad por los nazis, (el   tristemente célebre Ghetto de Varsovia). Durante su trabajo en el Ghetto, Irena   consiguió sacar del ahí, (a encargo de los padres) a más de 2500 niños,   salvándolos así de ser deportados a los campos de exterminio. Los sacaba ocultos   en la ambulancia, usando canastos de basura, cajones, sacos de papas, y muchos   otros ardides. Por supuesto que no podía desconocer que estaba arriesgando su   propia vida a fin de darles una chance mínima de sobrevivencia a esos niños,   huérfanos inocentes. Sus actividades ilegales fueron descubiertas en octubre de   1942, y fué apresada por la Gestapo. Fué brutalmente torturada, pero jamás   reveló el paradero de los niños ni los nombres de las familias que los habían   adoptado. Sentenciada a muerte, sólo consiguió sobrevivir por la ayuda de un   soldado nazi compasivo que le ayudó a escapar, y simuló haberla   ejecutado.
           
           Terminada la guerra, Irena poco a poco se fué reencontrando con   los niños por ella salvados, y se la fué reconociendo con diversos   homenajes.
           
           Hasta que en 2007 fué nominada, por fin, y con 60 años de   retraso, candidata al Premio Nobel de la Paz.
           
Desgraciadamente en esa oportunidad el Comité Nobel tenía una prioridad insoslayable, y ya se sabe el desenlace:
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El par de tortolitos de la foto, a los que me abstengo de nombrar por razones de   higiene mental (y textual), debían recibir el galardón ese año.
           
           Uno, el   Malthusiano furioso que trató de imponer el aborto a los paises pobres en la   «Cumbre» de «El Cairo», merecía un desagravio por la elección que le robaron; el   otro, el imbécil que quiere prohibirnos comer carne (entre otras muchísimas   cosas más que quiere prohibirnos), encabeza un engendro de la O.N.U. llamado   I.P.C.C., un hatajo de burócratas inútiles que ocupan su improductivo tiempo en   elucubraciones sobre cómo será el clima de los próximos cien años y las   «medidas» para modificarlo.
           
           Ni caso tiene decir que ambos son millonarios,   aunque el de corbata celeste lo es mucho más, ya que sus ideales socialistas no   alcanzan a contaminar sus manejos comerciales.
           
           En fin, Irena Sendler,   falleció al año siguiente, y ya no hay forma de reparar la injusticia   (suponiendo que sea una injusticia; de un tiempo a esta parte pareciera a veces   que no hay mayor homenaje que ser ignorado por el comité Nobel). 
           
         
Por: José Manuel Henriquez Parada


