Una injusticia que honra
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- El 17 junio, 2011
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Estaba revisando el Blog de Antón, cuando …. me encuentro con la reseña de una interesante tesis de Doctorado, de una niña brasileña, que se puede ver aquí, etc.
No hablo portugués, pero como se sabe, para los castellanohablantes esa lengua nos resulta fácil de interpretar, así que me pongo a leer la interesantisima y amenísima tesis (que es políticamente incorrectísima,…), y con lo primero que me encuentro es con lo que sigue: (no es traducción, es una interpretación personal del mismo tema).
Si hay algún término inadecuado es totalmente intencional y de mi propia y única responsabilidad
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Un día 12 de Mayo de 2008 falleció Irena Sendler (Sendlerowa).
¿Y quién era esta Irena Sendler?…. seguramente muy pocas personas, fuera de algunas comunidades judías de Polonia podrán hoy recordar su nombre. Y con seguridad en unos pocos años habrá pasado al olvido completo. Irena Sendler fué una enfermera polaca que en su juventud trabajó en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia. En ese contexto estuvo comisionada en acciones de control de enfermedades infecciosas en el ghetto instalado en la ciudad por los nazis, (el tristemente célebre Ghetto de Varsovia). Durante su trabajo en el Ghetto, Irena consiguió sacar del ahí, (a encargo de los padres) a más de 2500 niños, salvándolos así de ser deportados a los campos de exterminio. Los sacaba ocultos en la ambulancia, usando canastos de basura, cajones, sacos de papas, y muchos otros ardides. Por supuesto que no podía desconocer que estaba arriesgando su propia vida a fin de darles una chance mínima de sobrevivencia a esos niños, huérfanos inocentes. Sus actividades ilegales fueron descubiertas en octubre de 1942, y fué apresada por la Gestapo. Fué brutalmente torturada, pero jamás reveló el paradero de los niños ni los nombres de las familias que los habían adoptado. Sentenciada a muerte, sólo consiguió sobrevivir por la ayuda de un soldado nazi compasivo que le ayudó a escapar, y simuló haberla ejecutado.
Terminada la guerra, Irena poco a poco se fué reencontrando con los niños por ella salvados, y se la fué reconociendo con diversos homenajes.
Hasta que en 2007 fué nominada, por fin, y con 60 años de retraso, candidata al Premio Nobel de la Paz.
Desgraciadamente en esa oportunidad el Comité Nobel tenía una prioridad insoslayable, y ya se sabe el desenlace:
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El par de tortolitos de la foto, a los que me abstengo de nombrar por razones de higiene mental (y textual), debían recibir el galardón ese año.
Uno, el Malthusiano furioso que trató de imponer el aborto a los paises pobres en la “Cumbre” de “El Cairo”, merecía un desagravio por la elección que le robaron; el otro, el imbécil que quiere prohibirnos comer carne (entre otras muchísimas cosas más que quiere prohibirnos), encabeza un engendro de la O.N.U. llamado I.P.C.C., un hatajo de burócratas inútiles que ocupan su improductivo tiempo en elucubraciones sobre cómo será el clima de los próximos cien años y las “medidas” para modificarlo.
Ni caso tiene decir que ambos son millonarios, aunque el de corbata celeste lo es mucho más, ya que sus ideales socialistas no alcanzan a contaminar sus manejos comerciales.
En fin, Irena Sendler, falleció al año siguiente, y ya no hay forma de reparar la injusticia (suponiendo que sea una injusticia; de un tiempo a esta parte pareciera a veces que no hay mayor homenaje que ser ignorado por el comité Nobel).
Por: José Manuel Henriquez Parada
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