Un proyecto 100% Argentino
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- El 12 noviembre, 2007
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La Central Argentina de Elementos Modulares (CAREM) se convertirá en el primer reactor de potencia totalmente desarrollado en el país. La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) está trabajando en un prototipo de 25 megavatios eléctricos que podría estar funcionando hacia 2012. DEF dialogó con Rubén Calabrese, gerente general de la CNEA , quien ilustró los alcances del proyecto y se refirió también a la actualidad del sector.
La inauguración en abril pasado del reactor de investigación OPAL, en Australia, demostró el alto nivel de desarrollo del sector nuclear argentino. Hoy en día la CNEA está dando otro paso adelante en este camino, con la puesta a punto de un nuevo proyecto que permitirá atender las necesidades energéticas del país. Se trata de la Central Argentina de Elementos Modulares, más conocida por su sigla CAREM, que permitirá contar con un reactor de potencia con un diseño innovador y considerado entre los más modernos del mundo.
Actualmente Argentina cuenta con dos centrales nucleoeléctricas que fueron compradas «llave en mano» y cuya tecnología es en un caso alemana -Atucha I- y en el otro canadiense, Embalse. Una tercera central, Atucha II, de tecnología alemana, está en proceso de construcción y se especula con la eventual incorporación de una cuarta, también de diseño extranjero. «La idea del proyecto CAREM es que, de acá a diez años, nosotros desarrollemos nuestras propias centrales y podamos exportar nuestra tecnología», explica el doctor Rubén Calabrese, gerente general de la CNEA , para quien esta política «conlleva un gran componente de autonomía nacional».
Una apuesta innovadora
El circuito primario integrado y contenido dentro de un único recipiente de presión, la autopresurización, los sistemas de seguridad pasivos -dependientes de las leyes de la física- y los mecanismos de control hidráulicos e internos constituyen los aspectos más novedosos de CAREM. La mayor seguridad está dada por la eliminación de accidentes debido a la ausencia de tuberías de gran diámetro en el circuito primario. La reducción de bombas, válvulas y cañerías simplifica el diseño del reactor, que es de este modo más confiable y permite una reducción de costos, una mayor facilidad en su mantenimiento y un incremento de la cantidad de días en los que la central está en condiciones de producir energía.
«El reactor que se piensa construir hacia 2012 sería un prototipo de 25 megavatios eléctricos (CAREM-25) que, además de suplir energía a localidades pequeñas o aisladas, serviría para suministrar calor a procesos industriales o para desalinización», indica el gerente general de la CNEA , quien agrega que la proyección para el futuro es llegar a los 300 megavatios, apenas menor a la de Atucha I (357 megavatios). «En países como Canadá o en Europa, las centrales habitualmente no consisten en un solo módulo, sino que ocurre lo que vamos a tener ahora con Atucha, que será una central de dos reactores. Con este mismo concepto, vamos a tener varios CAREM conformando una central», aclara Calabrese, que destaca también el papel de INVAP, empresa contratada por la CNEA para realizar desarrollos destinados al proyecto CAREM y que seguramente seguirá cumpliendo un rol importante en la construcción del prototipo.
Rubén Calíbrese
«La CNEA se ha planteado un recambio generacional» ¿Cuál es la realidad del sector nuclear en el país? El Gobierno Nacional le da mucho apoyo a la energía nuclear en Argentina. Hay una necesidad energética y también es central el tema de su vinculación con la parte médica y social. Generalmente se habla de la energía eléctrica y de su aspecto crítico. Sin embargo, como ex gerente del Centro Atómico Ezeiza, he vivido los problemas que surgen cuando el reactor o una de las plantas dejan de funcionar por un error técnico y se produce una gran movilización para cubrir la necesidad de los pacientes. Esa es una actividad no menor. Lo que ocurre es que generalmente el paciente que se va a tratar con medicina nuclear no se da cuenta de que detrás está la CNEA. Nosotros somos mayoristas y, ante determinada circunstancia que impide la producción de radioisótopos, hay que importarlos. Cuando se importa, sube el precio y encima la calidad del producto es menor. Tenemos en Argentina el producto de mejor calidad en el mundo, a tal punto que los australianos están comprando tecnología nuestra. ¿Cuál es la situación del recurso humano dentro de la CNEA ? Estamos en una política de reinversión. El Dr. José Abriata, presidente de la CNEA , ha planteado un recambio generacional en lugares clave, del cual yo también soy parte. Lo que estamos buscando ahora es cubrir los huecos. Tenemos un gap, ya que está trabajando gente muy joven y hay un hueco grande entre los 38 y los 40 y pico de años. En su momento mucha gente se tuvo que ir a conseguir trabajo afuera. Por suerte, tenemos gente jubilada que sigue colaborando activamente con nosotros. ¿Cuál es la relación de la CNEA con las universidades? Las CNEA tiene tres institutos: el «Balseiro» -del cual yo soy egresado-, el «Sábato» y el recientemente creado «Beninson». El «Balseiro» depende de la Universidad Nacional de Cuyo (UNC), mientras que el «Sábato» y el «Beninson» dependen de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). El «Sábato» pertenece al Centro Atómico Constituyentes, el «Beninson» al Centro Atómico Ezeiza y el «Balseiro» al Centro Atómico Bariloche. Nuestra oferta académica es importante, con carreras de grado y posgrado, y los tres institutos trabajan en forma coordinada. Nuestra relación tanto con la Universidad de San Martín (UNSAM) como con la de Cuyo (UNC) es excelente. |
Experiencia acumulada
«Cuando un país encara un programa de reactores, generalmente atraviesa primero la etapa de los reactores experimentales para pasar luego a las centrales de potencia», señala Rubén Calabrese. «Los canadienses, antes de llegar al reactor nuclear CANDU, pasaron primero por el diseño de reactores experimentales de diseño propio», ilustra a modo de ejemplo, aunque aclara que hoy en día «los reactores experimentales argentinos son mejores que los canadienses». Una muestra de ello es el mencionado OPAL vendido por INVAP a Australia. Antes habían sido desarrollados otros proyectos para Egipto, Argelia y Perú.
CAREM implica justamente un salto hacia la etapa de los reactores de potencia. Este modelo fue presentado oficialmente durante la conferencia de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) que tuvo lugar en Lima en 1984. En 1995 se elevó el informe preliminar de seguridad a la Autoridad Reguladora Nuclear (ARN) de nuestro país. «El proyecto evolucionó sobre la marcha, a partir de la inclusión de conocimientos y de la incorporación de innovaciones propias desarrolladas por nuestros técnicos», sostiene Calabrese.
Los competidores de Argentina en el mercado de los «reactores de sistema primario integrado» son fundamentalmente tres: Corea del Sur, Estados Unidos y Japón. El proyecto SMART, encarado por un consorcio que conforman el gobierno surcoreano y la industria nuclear local, se puso en marcha en 1997 y en 2002 comenzó el diseño conceptual para la construcción de una planta piloto. El IRIS, de la Westinghouse , patrocinado por el Departamento de Energía de EEUU, comenzó su diseño conceptual en 1999 y para 2015 se espera la finalización de la construcción del primer módulo. Paralelamente se encuentra en proceso de desarrollo el IMR, de la japonesa Mitsubishi Heavy Industries, iniciado en 1999.
Financiamiento público
La Ley 25.160, sancionada por el Congreso en septiembre de 1999, garantizaba el financiamiento del Proyecto CAREM consistente en «el desarrollo y la construcción de un prototipo de reactor innovador de baja potencia para la producción de energía eléctrica». Para ello se autorizaba al Poder Ejecutivo a realizar las gestiones necesarias para las operaciones de crédito público por un monto de 132 millones de pesos, en época de la convertibilidad. La crisis que sacudió el país en los siguientes años paralizó este tipo de actividades y puso en peligro la continuidad del proyecto.
El actual período de bonanza económica, así como la necesidad de una mayor oferta energética para hacer frente al crecimiento de la demanda, dieron nuevo impulso a CAREM. Según un informe presentado en marzo de 2006 por la CNEA a la Secretaría de Energía, el costo de construcción del proyecto, cuya duración se estima en cinco años, ascendería a los 105 millones de dólares. Los fondos provendrán del Estado nacional, que recuperaría su inversión en 15 años. «El beneficio técnico y comercial que se obtendría a partir de la construcción del prototipo es muy alto respecto al monto de la inversión requerida», afirma en uno de sus puntos el informe de la CNEA. El Decreto 1107, firmado por el presidente Néstor Kirchner en agosto de 2006, declara de «interés nacional la construcción y puesta en marcha del prototipo de reactor CAREM».
La madurez y solidez del proyecto, su impacto en la generación de energía eléctrica en zonas aisladas del país y la posibilidad de descomprimir líneas de alta tensión en regiones no aisladas son razones más que suficientes para apuntalar el proyecto. Si a eso sumamos las grandes chances de comercializar el reactor a nivel internacional, estamos sin dudas ante una oportunidad histórica para la Argentina.
Por: Mariano Roca
Fuente: www.defdigital.com.ar
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