Un Nuevo Pánico Verde: La escasez de oxígeno amenaza a la humanidad
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- El 26 agosto, 2008
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El pánico creado por el miedo al calentamiento global se ha venido desinflando como un globo viejo porque la gente ha comenzado a darse cuenta de que desde hace 10 años la Tierra no se ha calentado más. La banda del Apocalipsis Climático ataca ahora por otro flanco para mantener vivo el miedo al uso de los combustibles fósiles: ¡nos quedaremos sin oxígeno para respirar!
El grueso de la literatura con revisión de los pares, o “peer review”, tan esgrimido por los partidarios de la hipó-tesis del calentamiento global causado por el hombre, para mostrar la validez de su tan discutida idea, está cada vez más llena de estudios o “papers”, al decir de los anglo parlantes, que resulta sorprendente (y sospechoso) que hayan podido pasar el proceso de revisión y validación de otros científicos y/o expertos en ese tema.
Por otra parte, hay una creciente abundancia de “papers” –también con ‘peer review– que demuestran que la hipótesis del cambio climático antrópico está ‘prendida con alfileres’ y ya no puede sustentarse más. Los diarios sensacionalistas siguen en su búsqueda constante de nuevas declaraciones de ‘expertos’ que mantengan vivo el fuego sagrado del cambio climático catastrófico –si es causado por el hombre, mucho mejor– para seguir asus-tando a los débiles mentales. A mediados de Agosto, The Guardian, el más tonto de los diarios ingleses, publicó un artículo de un señor llamado Peter Tatchell sugiriendo que el oxígeno del mundo se está acabando a causa del uso humano de –sí, lo adivinó usted! – los combustibles fósiles. Este caballero presenta al siguiente gráfico de las mediciones de oxígeno en la atmósfera en los últimas décadas en la región de Tasmania, Australia, al que me tomé el trabajo de traducirlo al español:
Tatchell dice:
“Poca o ninguna atención se está prestando a la disminución del oxígeno y sus efectos demoledores. Comparado con los tiempos prehistóricos, los niveles de oxígeno han declinado en más de un tercio, y en las ciudades contaminadas la declinación puede llegar a ser mayor que el 50% … Mucho de ese reciente y acelerado cambio es atribuible a la actividad humana, de manera notable después de la revolución industrial y la quema de combustibles fósiles. … Este cambio en la composición del aire que respiramos tiene implicancias potencialmente serias para nuestra salud. Por cierto, podría en última instancia amenazar a la supervivencia de toda la vida sobre le Tierra.”
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¡Listo! Un Nuevo Terror Verde está en marcha. La realidad de todos los días no colaboraba para que la gente y los políticos se lanzaran en estampida a implementar toda clase de restricciones al uso de la energía, al aumento masivo de impuestos, y a la rendición sin condiciones de nuestras libertades individuales a los grupos que se han autonombrado “salvadores del planeta” –y ya que estamos, de nosotros también, claro. Lástima que esa “salvación” nos viene costando un precio bastante subido.
La Verdad Científica
Dicen las Escrituras que “Sólo la Verdad Podrá Salvarnos” –además del Chapulín Colorado, por cierto. Y la verdad la tiene la ciencia con todas sus leyes de la termodinámica, de la física y la química. Contra ellas no hay discusión posible –como se dice en el campo, “no hay otra papa que echarle a la olla.” El Dr. Roy Spencer, de la Universidad de Alabama, encargado de controlar y analizar la información enviada por los satélites MSU sobre lo que pasa en la atmósfera de la tierra, dice:
“ La concentración de oxígeno (O2) en la atmósfera ha sido medida de manera constante por lo menos durante 100 años, y su nivel, de 20,95% no ha variado dentro de la precisión de las mediciones. Sólo en los años muy recientes se han desarrollado técnicas de medición muy precisas, y la insignificante disminución del O2 con el aumento del dióxido de carbono (CO2) ha sido realmente medida. Pero creo que la concentración del O2 sigue siendo muy cercana al 20.95%. Hay tanto oxígeno en la atmósfera, que se cree no está sustancialmente afectada por la vegetación, sino que es el resultado de la geoquímica en los sedimentos profundos de los océanos.
Nadie los sabe con seguridad. Dado que demasiado oxígeno no es bueno para los humanos, el organismo mantiene a las concentraciones de O2 en el bajo nivel de alrededor del 5% en nuestros órganos más importantes. El O2 extra puede darnos un arranque de energía, pero le causará daño (o le podrá matar) si la exposición es demasiado larga. Se ha estimado que el riesgo global de incendios aumentaría de manera considerable si las concentraciones de O2 fuesen mucho mayores que las actuales. Decir que hay una inminente “crisis de oxígeno” en la Tierra es el Paradigma del Terrorismo Ambiental.” |
Por su parte, el meteorólogo Anthony Watts, de www.wattsupwiththat.com, añade:
Esta es la clase de cuento que yo esperaría ver en los tabloides de los supermercados, al lado de una foto de Batman, o de la revista Playboy. Que el The Guardian diga que hay una ‘crisis de oxígeno’, no sólo está ignorando todos los hechos científicos, sino que es simplemente el terror ambiental cabalgando en ancas de la ‘crisis del CO2.” … Realmente desearía que los medios hiciesen un mejor trabajo de investigación e información de la ciencia en sus historias. Este ejemplo del The Guardian muestra cómo la mala ciencia y un peor reportaje se combinan para crear miedos innecesarios sobre peligros que no existen.”
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En verdad, Watts se ha quedado corto en su apreciación de la cualidad de esta clase de literatura pseudo científica. En mi opinión se trata de verdadera Pornografía Cientifica que la sociedad debería rechazar.
El físico Dr. Lubos Motl ha escrito en su blog un detallado comentario sobre el artículo de Tatchell. Dice Motl:
La realidad es, por supuesto, que el porcentaje de oxígeno en la atmósfera ha sido de 20,94 o 20,95% durante miles de años y probablemente durante mucho más tiempo que eso. La cantidad de oxígeno en la atmósfera es tan descomunal que la biosfera (y los combustibles fósiles que fueron parte de ella también) es totalmente incapaz de cambiar esta cantidad de manera significativa. Puede resultar útil mencionar que el oxígeno es sólo 1/5 de la atmósfera y que ésta es apenas 1/1.200.000 (menos de una millonésima parte) de la masa de la Tierra. Sin embargo, la Tierra es muy pesada, 6 x 10^24 kg (un 10 seguido de 24 ceros!) , de modo que la masa del oxígeno en la atmósfera es algo así como 10^18 kilogramos –unas 150.000 toneladas por cada habitante del planeta. Jamás podríamos quemar tanto oxígeno aún si todos los humanos fuesen dueños de un jet privado y lo usaran 24 horas al día. Hay una manera más simple de ver que los cambios hechos por los humanos en los niveles de O2 son triviales, y lo veremos ahora mismo. Para un alumno de primaria que no está evitando sus clases de ciencia, no le resultaría difícil ver por qué no podemos influir significativamente en la cantidad de oxígeno de la atmósfera. ¿Cómo puede hacerlo? Bueno, él debería darse cuenta que virtualmente todos los procesos relacionados con la vida y la actividad humana –respirando (animales y plantas) y quemando (combustión)– intercambian a las moléculas de oxígeno (O2) atmosférico por moléculas de O2 –y viceversa. Algunas veces se necesitan dos moléculas de O2 y sólo se produce una molécula de CO2, pero esta sutileza no cambiará demasiado nuestro resultado final. Virtualmente todos los otros componentes que participan en las reacciones químicas relevantes son líquidos o sólidos, razón por la que no afectan la composición de la atmósfera y los podemos ignorar. Cuando uno se da cuenta de lo que esto significa, se puede ver que la disminución del O2 causada por el hombre está controlada por el aumento de las concentraciones de CO2 desde 280 ppm hace 200 años a las 384 de hoy (el estudiante deberá haber visto estas cifras elementales en sus clases sobre la “crisis del CO2”). Porque mucha gente no sabe lo que el acrónimo “ppm” significa (partes por millón), aún si les gusta usarlo, permítanme decirles que es lo mismo que 0,0001%. De manera que el dióxido de carbono pasó de 0,028% a 0,038%: la diferencia es 0,01%, una diezmilésima del volumen de la atmósfera. Como las moléculas de O2 y el CO2 ocupan el mismo volumen a una determinada presión y temperatura (ya que pV = NkT), la disminución de O2 debería ser igual al aumento de CO2 si las moléculas fuesen intercambiadas una por otra: el oxígeno debería reducirse en un 0,01% del volumen de la atmósfera. Como ya lo hemos mencionado antes, en una reacción química típica de combustión dos moléculas de O2 son reemplazadas por una molécula de CO2, de modo que la reducción del oxígeno sería 0,02% en lugar de 0,01%. Sin embargo, en el largo plazo, existen otros procesos, además de los de combustión que involucran al CO2 que hemos considerado –por ejemplo, procesos que involucran a los sedimentos profundos en los océanos– y estos procesos tienden a restaurar los niveles de oxígeno (lo mismo que los niveles de CO2). De la forma que sea, usted puede ver que los niveles de oxígeno no podrían haber disminuido más de 0,01% a algo así, desde 20,95% a 20,94%, que es exactamente lo que ha sido observado. Hemos necesitado siglos o milenios para alcanzar este modesto efecto. Queda demasiado claro que aún si quemásemos todos los bosques, plantas, animales y combustibles fósiles del mundo, no podríamos hacer que los niveles de oxígeno bajen del 20.0%, y probablemente ni siquiera del 20,9% ¿La pequeña disminución de los niveles de oxígeno cambian algunas cosas importantes? No lo hace. El cambio más ‘espectacular’ es que riesgo de incendios disminuye algo asó como 0,01% también (y quizás algo más), a medida que los niveles de oxígeno disminuyan. Como los incendios salvajes no son muy populares y su disminución serían buenas noticias, usted nunca lo verá publicado en los diarios. De la manera que sea, todos estos cambios son insignificantes dado el minúsculo cambio en O2 |
Tatchell también escribe en su artículo en The Guardian.
“No soy un científico, pero esto me parece una preocupación razonable.” |
¿Razonable para quién? Para mí, la preocupación por una ‘crisis del oxígeno’ me parece un boleto para ser enviado al asilo de locos más cercano. El asunto no es aquí si Tatchell es un científico. Claramente no lo es. El asunto es si este loco es lo bastante peligroso como para merecer ser aislado de la sociedad. La sociedad debe poner en práctica sus mecanismos de defensa contra esta locura verde que se está convirtiendo en una marea tipo tsunami y que amenaza con llevarnos de regreso a siglos superados.
No podemos cambiar los niveles de oxígeno de manera apreciable. De paso, mientras que la cantidad total de oxígeno en la atmósfera es esencialmente constante, la cantidad de oxígeno en varios organismos varía de ma-nera dramática. Por ejemplo, como nos dijo Roy Spencer, el cuerpo humano debe mantener su concentración de este gas nocivo, si es excesivamente abundante, alrededor del 5% en la mayor parte de sus órganos. El por-centaje óptimo depende de la forma de vida, lo cual se comprueba en el porcentaje de oxígeno en el ámbar –un punto mencionado por Tatchell – pero no nos dice absolutamente nada acerca del volumen total de oxígeno.
Los hombres han podido cambiar las concentraciones de CO2 en la atmósfera porque se trata de un gas de mi-núscula concentración: había muy poco para comenzar, de manera que era fácil cambiar su volumen en canti-dades relativamente grandes –proporcionalmente hablando, por supuesto. Pero el oxígeno es uno de esos gases en la atmósfera de la Tierra que estuvo presente durante 1000 o quizás 2500 millones de años. No podemos cambiar eso. Es demasiado grande.
Tatchell escribe una cantidad de tonterías increíbles. Por ejemplo, que el oxígeno en las ciudades es mucho menor (15% menos) que en el campo. Tatchell probablemente crea que la presión atmosférica cae de 1000 a 900 milibares en las ciudades…
¿Habrá alguien en el The Guardian que le quede un resto de sentido común?¿Podrían, por favor, dejar de publi-car a gente insana como Tatchell que ayudan a transformar nuestra vida diaria en un costoso pedazo de papel higiénico?
El respetadísimo profesor Wallace Broecker, de la Universidad de Columbia, escribió:
Una advertencia oída a menudo en relación con el futuro de nuestro planeta es que talando los bosques tropicales estamos poniendo en riesgo a nuestra provisión de oxígeno. Hay muchas y buenas razones para poner a la deforestación cerca del tope de nuestra lista de pecados ambientales, pero por suerte el destino de la provisión de oxígeno de la Tierra no está en la balanza. De manera simple, nuestra atmósfera está dotada de tan descomunal reserva de este gas que aún si quemáramos todas nuestras reservas de combustibles fósiles, todos nuestros árboles, nuestras praderas, toda la materia orgánica almacenada en los suelos, usaríamos apenas un minúsculo porcentaje del oxígeno disponible. No importa la manera tonta con que podamos tratar a nuestra herencia ambiental, simplemente no tenemos la capacidad hacerle la menor mella al abastecimiento de O2. Además, los bosques de la Tierra no juegan un rol dominante el mantenimiento de las reservas de oxígeno, porque lo bosques y selvas consumen tanto oxígeno como el que producen. En los trópicos, las hormigas, termitas, bacterias y hongos comen casi todo el producto fotosintético de oxígeno. Tan sólo una ínfima fracción de la materia orgánica que ellos producen se acumula en pantanos y suelos, o es transportada ríos abajo para terminar enterrada en el fondo de los mares. Sin embargo, mientras que no hay peligro alguno de que nuestras reservas de oxígeno se agoten, el contenido de oxígeno de nuestra atmósfera está disminuyendo lentamente –tan lentamente que recién hacia fines de la década de los 80 se creó una técnica lo bastante precisa para poder medir ese cambio. Ralph Keeling, su desarrollador, demostró que entre 1989 y 1994 el contenido de O2 en la atmósfera disminuyó a un promedio anual de 2 partes por millón. Considerando que la atmósfera contiene 210.000 partes por millón, uno puede ver con facilidad por qué esa medición resultaba tan difícil de hacer. Esta disminución no era inesperada, por cierto, ya que la combustión de CO2 destruye oxígeno. En verdad, no lo destruye sino que lo transforma en otra sustancia al combinarlo con otras moléculas como la del carbono. Por cada 100 átomos de carbono quemado de los combustibles fósiles, se consumen unas 140 moléculas de oxígeno al combinarse con las del carbono al formar CO2. La sorpresa vino cuando las mediciones de Keeling mostraron que la tasa de declinación del oxígeno era sólo dos tercios (o el 66,6%) de la atribuida a la combustión de los combustibles durante ese período. Sólo se puede dar una explicación para esta observación: las pérdidas de biomasa a través de la deforestación deben de haber sido superadas por un engrosamiento o aumento de la biomasa en alguna parte, bautizado como “verdecimiento” por los geoquímicos. Aunque los detalles sobre cómo y dónde permanecen muy oscuros, el aumento del CO2 extra en nuestra atmósfera y el nitrógeno extra fijado en los suelos probablemente le permite a las plantas crecer un poco más rápido que antes, llevando a un gran almacenamiento de carbono en la madera de los árboles y el humus de los suelos. Por cada átomo de carbono extra almacenado de esta forma, aproximadamente una molécula extra de oxígeno se acumula en la atmósfera. |
Por último, esto es lo que el Dr. Ray Langenfelds, del Atmospheric Research del CSIRO de Australia dice sobre el gráfico de la disminución de oxígeno en Cape Grim:
Los cambios que estamos midiendo representan apenas una minúscula fracción de la cantidad total de oxígeno en el aire ~20,95% en volumen. La reducción del oxígeno en los últimos 20 años ha sido del 0,03% y no tiene absolutamente ningún impacto sobre nuestra respiración. Las fluctuaciones típicas del oxígeno puertas adentro o en el aire de una ciudad serían mucho más grandes que esto.” |
Conclusión
- Hay idiotas peligrosos. Mr. Tatchell es uno de ellos.
- El número de idiotas peligrosos va en aumento, sobre todo en la redacción de muchos diarios ingleses –aunque la idiotez no es patrocinio exclusivo de los periodistas ingleses, y se viene contagiando a miles de periodistas de todo el mundo que, o bien carecen de los conocimientos científicos necesarios, o bien son lo bastante perezosos para no informarse previamente en las fuentes científicas adecuadas.
- La “crisis del oxígeno” no existe, pero lo mismo será impulsada para reemplazar la “crisis del CO2” que no ha sido lo bastante poderosa como para hacer que el Protocolo de Kioto y sus locas propuestas hayan sido ya adoptadas hace 10 años atrás.
- Si estudiamos los hechos científicos se ve la Crisis del Oxígeno ha sido abortada antes de nacer. Fin del futuro pánico por la desaparición del oxígeno.
- Hemos tenido suerte, hasta ahora, pero si no hacemos algo es probable que finalmente el proceso de “verdecimiento” de la Tierra no sea sólo en la biomasa sino que nos cubrirá a todos con el Verde Eco–Dólar que tanto buscan los ecologistas del cambio climático incorporar a sus cuentas de banco.
Por: Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
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