TermoArbómetros: Un grave escándalo científico
- Creado por admin
- El 6 octubre, 2009
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Un escándalo científico está echando sombras sobre una cantidad de recientes estudios científicos sobre el clima
Si una revisión de los pares se pierde en un bosque…
Por lo menos ocho son los estudios que pretenden reconstruir la temperatura histórica de la Tierra en los últimos mil años que deberán ser revisados, con significativas implicancias para la veracidad de sus conclusiones y la validez de la hipótesis sostenida por el IPCC sobre el calentamiento global presuntamente causado por la actividad del hombre. Se prevé una complicada y embarazosa situación para los científicos involucrados porque podría haber acusaciones de fraude científico o por lo menos “mala praxis” y flagrante incompetencia.
Están involucrados científicos del centro de investigación de Gran Bretaña conocido como CRU o Climate Research Unit de la Universidad de East Anglia. En todos y cada uno de los casos, el proceso de “peer review”, o “revisión de los pares” fracasó en identificar los errores, o los revisores hicieron la vista gorda si es que se dieron cuenta de que algo no andaba como debería ser. Cualquiera sea la causa, el asunto es grave.
En el centro del asunto está la “dendrocronología”, o técnica de utilización de proxys de anillos de árboles para determinar el crecimiento de los mismos. Sostienen los partidarios del calentamiento global que los árboles son “termómetros” que indican las temperaturas de los distintos años de su vida. Las temperaturas altas favorecerían el crecimiento, dicen –pero olvidan que la temperatura es apenas uno de los factores que intervienen en el crecimiento de los árboles y plantas, como son la disponibilidad de luz solar, de abundancia o escasez de agua, de humedad ambiente, de enfermedades de las plantas y árboles, densidad poblacional de la especie, abundancia o escasez de nutrientes minerales, abonos provocados por descomposición de materia orgánica en su proximidad, etc.
El espesor variable de los anillos de árboles indica un mayor nivel de CO2, mayor humedad, mayor cantidad de nutrientes y también mayor calor, y otros factores. Los botánicos saben muy bien de la existencia del Barril de Leibig, mencionado en un artículo anterior en este sitio, donde se compara al crecimiento de las plantas y árboles con un barril cuyas duelas (o tablas curvas que lo forman) tienen distintas longitudes.
La más corta de las tabla es el “factor limitante” de la capacidad del barril porque cuando el nivel del líquido del barril llega hasta el extremo de la tabla, se derrama y el barril deja de llenarse. El crecimiento de una planta o árbol está siempre limitado por el factor de menor disponibilidad, aunque haya un exceso de los demás.
Identificar la señal correspondiente a la temperatura, aislándola del resto de las otras señales (o ruido) es inmensamente problemático, y la dendrocronología puede diferir enormemente de la información instrumental. En la jerga de los “dendros” esto se llama “divergencia”- El proceso de crear la información base o “cruda” involucra un uso selectivo de muestras, una opción que deja abierta las preferencias y el sesgo personal del investigador.
Sin embargo, estas dificultades y la muy pobre capacidad de la dendrocronología (o, cuando se aplica al clima se la llama dendroclimatología) no le ha impedido a algunos científicos hacer afirmaciones descabelladas sobre las temperaturas que aseguran haber identificado. El caso paradigmático es el famoso estudio de los investigadores Mann, Bradley y Hughes de 1998, hoy conocido como MBH98, conocido como “Palo de Hockey”, y que fuera la nave insignia del IPCC en su informe de 2001, con la que intentó demostrar que no habían existido ni la Pequeña Edad de Hielo ni el Período Cálido Medieval. En consecuencia, decían, el Siglo 20 es el período más cálido en los últimos 1000 años, y el calentamiento no podía ser causado por nadie más que el hombre.
Los registros de Yamal, Siberia
Desde 2000, una gran cantidad de estudios con peer review incluyeron datos de anillos de árboles de la Península Yamal, en Siberia. Este conjunto de datos ganó, extrañamente, mucha popularidad –ahora sabemos poro qué- siendo preferido a otro conjunto de datos mucho más extenso de una región cercana, la llamada “cronología de Schweingruber”. El viejo conjunto mostraba árboles que indicaba una dramática y pronunciada subida de las temperaturas en los tiempos modernos.
Los investigadores se aseguraron de gran cantidad de datos sobre las mediciones usadas en las reconstrucciones permanecieran en secreto. De esa manera no cumplieron con los requisitos y procedimientos de archivar a la información cruda para presentarla a otros investigadores si se quisiera replicar el estudio para reproducir sus conclusiones. Sin esa información cruda (no modificada por ajustes o algoritmos capciosos) los demás científicos no podrían jamás reproducir sus resultados. Eso no es ciencia, por supuesto. Es activismo ideológico o político –o conveniencia personal. Hasta las revistas más prestigiosas no exigían a los autores los datos crudos para enviarlos a sus revisores. Por lo menos hasta ahora. Después se verá si esta actitud de favoritismo de Science y Nature seguirá igual para con los estudios favorables a la hipótesis del IPCC y el cambio climático.
Pero gracias a la insistencia de los editores del journal Philosophical Transactions de la Real Sociedad de Gran Bretaña, y a las leyes de “libertad de acceso da la información”, los datos sobre los registros de anillos de Yamal (o cronologías, como se les conoce) se filtró hasta Steve McIntyre y se destapó una olla con un tremendo hedor a podrido.
Ahora se sabe que el conjunto de Yamal de Briffa usa sólo 12 árboles de un conjunto más grande para producir su dramática tendencia. Pero muchos más arboles fueron analizados y un conjunto de 34 árboles en las cercanías no muestra un calentamiento reciente, y muestran mayores temperaturas durante la Edad Media.
Existen 252 muestras en el conjunto Yamal del CRU, de los cuales 10 árboles estaban vivos en 1990. Las 12 muestras elegidas muestran un fuerte crecimiento desde mediados del siglo 19. Las implicancias son claras: la docena fue seleccionada cuidadosamente excluyendo los árboles que no conformaban los resultados preconcebidos.
Un Período Cálido Medieval Frío?
La controversia estuvo caliente desde 1995 cuando Keith Briffa publicó un “paper” que aseveraba que en realidad el Período Cálido medieval había sido en realidad muy frío, y que el reciente calentamiento era inusualmente cálido. Tanto las referencias arqueológicas e históricas que mencionaba Briffa eran falsas o sin fundamentos. Briff se basa tan sólo en tres muestras de Siberia para demostrarlo.
El tema del Período Cálido Medieval y la Pequeña Edad de Hielo, como los había descrito Hubert Lamb y una generación completa de climatólogos, era una molesta espina en el costado del IPCC que no lograba convencer al público que el Siglo 20 era peligrosamente más caliente que todos los siglos anteriores. Se hizo famoso en el ambiente el desliz de un conocido climatólogo que le escribió un mail a otro notable climatólogo (ignorando que era escéptico), diciéndole que “es necesario que nos deshagamos del Período Cálido Medieval.” Entonces, tres años más después del trabajo de Briffa, Michael Mann apareció liderando un equipo que afirmaba haber reconstruido las temperaturas del milenio y “demostraba sin lugar a dudas” que el Siglo 20 era el más cálido en casi 2000 años. Tanto Briffa como Mann eran jefes y editores de Capítulos de los informes del IPCC, y la figura del Palo de Hockey se convirtió en el símbolo emblemático de la culpabilidad del hombre por todos los desastres que pudiesen ocurrir en la Tierra.
Palo Falso, Palo Roto
Mann también había usado a la dendrocronología para adivinar las temperaturas, y rechazó todos los intentos hechos para que publicara sus datos y los algoritmos usados para obtener sus conclusiones. Inicialmente alegó haber olvidado dónde había archivado los datos, luego se negó rotundamente a revelarlos. Algunos datos comprometedores de Mann fueron descubiertos de manera accidental, sin embargo, por Steve McIntyre y Ross McKitrick, en un directorio ignoto del FTP de Mann titulado: ‘BACKTO_1400-CENSORED’.
La información del espesor de los anillos de los árboles era irrelevante para el trabajo de Mann ya que cualquier información que se le introdujese al programa de computación siempre terminaba produciendo un gráfico tipo Palo de Hockey –aún si se le ingresaban datos aleatorios, o “ruido rojo”. Se podía hablar entonces –y se puede hablar hoy- de un verdadero fraude científico. Pero Briffa afirma en su ‘paper’ de 2008 que: “La extensión del calentamiento en el noroeste de Eurasia con respecto a las tendencias de 100 a 200 años, no tiene precedentes en los últimos 2000 años.”
“Fast forward” hasta nuestros días. Un muy reciente estudio publicado hace pocos meses, que intentaba probar que el Ártico es más cálido ahora que hace 2000 años recibió atención de primera página de todos los medios alarmistas. Conducido por Darrel Kaufman, de la Universidad de Arizona, e incluyendo -otra vez!- al veterano “dendrólogo” Michael Mann, también se apoyaba fuertemente en las cronologías de Yamal usadas por Briffa, producía un emblemático Palo de Hockey.
Veamos a la cronología Yamal original usada por Briffa. Cada cuadrito corresponde al análisis de un árbol.
¿Cuál árbol de todos los disponibles eligió Briffa? Adivinó: el YAD061. Tomó1 árbol de ese único conjunto que muestra un aumento de la tasa de crecimiento, que él interpreta como aumento de la temperatura. ¿Cómo hizo para eliminar a los otros factores limitantes como insolación, humedad, nutrientes… tal como nos indica el Axioma de Leibig? Cuando Yamal es ploteado contra un rango de muestras más amplio, las implicancias del ploteo son impresionantes:
Arriba vemos una comparación de las cronologías de Yamal: Curva Roja = como fue archivado con 12 muestras de picos altos mostrando una abrupta subida de la temperatura. Curva Negra = se incluye la cronología de Schweingruber del Río Khadyta, Yamal, dejando fuera a las 12 muestras con picos altos. Ambas curvas con un suavizado Gaussiano de 21 años.
Y si se usa la cronología de Schweingruber (en color blanco) el calentamiento abrupto del siglo 20 desaparece y en su lugar se observa un nítido enfriamiento. Sin embargo, con un grano de arroz Briffa hizo una paella y con 12 árboles un registro representativo de mil años. Brillante!
Steve McIntyre hace notar que “La mayoría de estos árboles (como los bristlecones de Grabyll) tienen un pulso de crecimiento prolongado (por alguna razón) que comienza en el Siglo 19. Cuando se aplica un perfil del tipo ‘un talle sirve para todos los pies’ a estos intentos particulares, el crecimiento relativamente vigoroso se convierte en uno monstruoso –anomalías de 8 sigma en algunos de ellos. La determinación y empeño de McIntyre de replicar las reconstrucciones dio por resultado el desenmascaramiento del registro Yamal usado por Briffa.
Todos los estudios dendroronológicos provienen de un pequeño pero muy cerrado grupo de científicos que se apoyan mutuametne. Todos usan las cronologías de Yamal. Y sin los datos de Yamal, el registro de las temperaturas muestra una imagen totalmente diferente!
El Escándalo tiene implicancias muy serias para la confianza pública en los científicos ocupados en el cliima. La misión del IPCC es reflejar la ciencia, no crearla. Como lo afirma el Panel, su misión es “evaluar la información científica, técnica y socioeconómica relevante para la comprensión del riesgo de cambio climático inducido por el hombre. No lleva a cabo investigaciones nuevas ni monitorea la información relacionada con el clima.” Como se ve, el IPCC no fue creado para estudiar al clima y los fenómenos atmosféricos. Fue creado con la única y exclusiva finalidad de probar que el calentamiento ha sido causado por el hombre. Una organización que no tiene nada de científica y si demasiado de política. El IPCCya ha encontrado al hombre culpable del “cambio climático” y se ha convertido en Fiscal, Juez y Verdugo de la humanidad y sus actividades. Briffa, como Autor Principal de los informes del IPCC, fue un contribuyente clave para dar forma a la evaluación de las reconstrucciones y su apoyo a la tesis del siglo 20 como “el más caliente de la historia”. Un pequeño grupo de burócratas consiguió reescribir la historia. Para adecuarla a su agenda.
Cuando al IPCC se le alertó sobre la existencia de estudios con revisión de los pares que contradecía severamente la idea, se negó a analizarla y a incluirla en sus informes. Lo que nos lleva a un asunto realmente grave: ¿Qué sucede cuando el proceso de revisión de los pares falla –como lo hizo en los casos de Mann y Briffa? ¿Seguirán los “dueños del consenso” negándose a revisar y auditar la ciencia y a los trabajos que se comprueba que son defectuosos por impericia, por mala metodología científica, fallos de procedimientos, o por concienzuda y nada ética selección de datos para conformar una conclusión determinada de antemano?
Por: Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
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