Tartagal: Greenpeace encubre a las petroleras
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- El 18 febrero, 2009
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Terrible drama el de la salteña ciudad de Tartagal, mucho más aún al ser recurrente, barriendo con vidas, hogares, efectos personales e incluso en varios casos la propia parcela de tierra de cada uno de los compatriotas afectados.
Parecería que los argentinos no aprendiéramos de nuestras propias desgracias, y al poco tiempo todo se olvidara, arrastrándose en el alud (metafórico en este caso) de esa espeluznante mezcla de improvisación, falta de continuidad, carencia de planificación integral, y el accionar francamente corrosivo de los grandes medios de comunicación, que prontamente “tapan” una desgracia con otra, matizado con la máquina de desinformación activa que es casi sin excepciones la TV “nacional” (léase portuaria).
Y allí –cuan buitres oportunistas que aparecen para darse el festín de carroña- aparecen las ONGs transnacionales, principalmente la holando – británica Greenpeace, tergiversando y mintiendo a diestra y siniestra, ganando espacios mediáticos (previsiblemente muy bien pagos) con los que acrecientan su corrosiva influencia en la opinión pública y su nociva capacidad de presión –directo patoteo- sobre funcionarios, legisladores y políticos en general.
Adviértase que con mucho oportunismo, los activistas de Greenpeace se encargaron de culpar exclusivamente del alud, a los “desmontes de los deforestadores”, o sea a los que –presuntamente- cortan árboles con fines comerciales. Y de paso, deslizaron algún comentario responsabilizando a la “sojización”. ¡Y nada más! Todo muy simple, muy lineal, muy fácil de transmitir, muy fácil de engañar, cuan trampa cazabobos, pero en este caso mediática.
De las primeras averiguaciones –de buena fuente- que se pudo realizar, surge un panorama bastante más complejo, pero a la vez aparecen nítidamente otros causantes potenciales –casi certeramente causantes principales,- de la enorme dimensión que tuvo el fenómeno secularmente natural del alud que provoca cada gran lluvia que se descarga en esa parte del NOA.
Y esos otros causantes serían las empresas petrolíferas y gasíferas –en buena parte británicas y norteamericanas- que operan en Salta; cuyos grandes desmontes, apertura de caminos y movimientos de suelos habrían creado las condiciones para el gran alud del 2009, muy similar al ocurrido muy pocos años atrás.
Pero tal como ocurrió en el derrame petrolero en Magdalena (Buenos Aires), Greenpeace tapa con un denso muro de silencio toda culpabilidad de las petroleras anglosajonas, sobre todo de su “esponsor” principal Shell. ¡Y les “echa el fardo” a presuntos depredadores de las selvas salteñas, y a los cultivadores de soja! En ambos casos, las culpabilidades serían al menos muy dudosas. Las maderas duras o “de ley”, las más caras y apetecibles para el desmonte, no son las características de los bosques pobres de maderas blandas que serían los naturales de esa zona. Mientras que la soja se siembra…pero aguas abajo de Tartagal, por lo que mal podrían esos cultivos haber contribuido al alud.
Con la misma táctica del oportunismo fantasioso, de fuerte impacto mediático, Greenpeace logró confundir a la opinión pública en múltiples oportunidades, siempre sembrando miedo, mentiras, tergiversaciones, y frenos al desarrollo nacional.
Recordemos la feroz campaña contra la Comisión Nacional de Energía Atómica, mintiendo descaradamente acerca de las falsas “aguas radioactivas” de Ezeiza; contra la exportación del reactor nuclear –para fines pacíficos y medicinales- concretada a Australia; operando como clara venganza manejada por los “servicios” británicos pues les ganamos en la licitación al ente estatal británico, entre otros.
Recordemos como fogoneó odios y miedos en el absurdo conflicto montado con Uruguay por el tema de las pasteras, el cual en realidad comenzó como una maniobra política de muy bajo vuelo del entonces gobernador entrerriano.
Recordemos la sarta de disparates sin ningún sustento técnico, con las cuales se presentaron –y se presentan- como “grandes soluciones” a las muy problemáticas y muy caras energía solar y eólica; logrando incluso la sanción de la impresentable ley 26.190 de energías renovables, la cual “sugestivamente” excluye a las hidroeléctricas de más de 30 MW, como si no fuesen de energía renovable. Claro que en este tema existen culpas de ignorancia supina en algunos legisladores intervinientes en la sanción de dicha ley, y culpas de pésimo asesoramiento por parte de algunos funcionarios de la Secretaría de Energía de La Nación.
Recordemos las manifestaciones claramente dogmáticas contra nuevas centrales importantes hidroeléctricas y nucleares; y por el contrario advirtamos el absoluto silencio ante grandes cuadros de polución de las centrales termoeléctricas (las que queman petróleo, gas o carbón) Por ejemplo nada dijeron de los ácidos sulfurosos (corrosivos y venenosos) volcados sobre Buenos Aires por la Central Costanera, y sobre Rosario por la Central Sorrento; entre otros casos. De nuevo…miran para otro lado cuando los fundados reclamos –que Greenpeace no hace- podrían afectar a sus “amos” petroleros anglosajones.
Recordemos con que falaces argumentos WWF (otra transnacional británica de la ecolatría) se oponen al sembradío de arroz en Corrientes, atacando una actividad económica floreciente (el Ing. Vassallo explicó gruesas falacias de los argumentos de estos cultores de la miseria). Los arrozales no restan agua a los ríos correntinos, pues la misma no es embalsada; circula y es restituida a sus cauces.
Recordemos que la filial “argentina” de WWF, Vida Silvestre, pretendió impedir la cría de ganado bovino en las márgenes del Iberá, actividad básica para toda la población nativa que vive en esa zona, que se practica desde épocas jesuíticas, sin “deterioro” del ambiente.
Recordemos la falsedad del “trasvasamiento” de las aguas de Yacyretá al Iberá, para lo cual incluso contrataron a ignotos seudo especialistas ¿mercenarios? de alguna lejana Universidad Nacional, que eludieron la presentación y defensa del mamarrachesco “informe”. La actual profunda bajante del Iberá mientras sube la cota de Yacyretá prueba la falsedad.
Recordemos que algunos “ecologistas” santafesinos, de cuño “greenpeaciano”, pretendieron sabotear la construcción del puente Rosario – Victoria, pretextando que “los pilotes dañarían la evolución de los alevinos (crías de peces)” –siempre en tiempos verbales potenciales, pero con tono catastrófico-.
Recordemos que “Marijú” pretendió frenar indefinidamente el desarrollo de La Hidrovía, bajo falsos pretextos seudo ambientalistas, siendo que es de lógica elemental entender que el transporte fluvial no solo es mucho más económico, sino mucho más seguro y mucho menos contaminante. Esa jugada de notable mala fe de la soberbia, antinacional y destructiva Alsogaray, tenaz destructora del Estado Argentino y agente al servicio del subdesarrollo crónico; fue tácitamente apoyada por las transnacionales de la egolatría.
Como agentes encubiertos del MI 6 (servicio secreto británico) –tal como fueron desnudados y expulsados de Rusia; y tal como lo expresaron diversos analistas con Mentalidad Nacional y no cooptados por las tergiversaciones del ecologismo fundamentalista; y como organismo funcional al siniestro y neomalthusiano Club de Roma –que propone como dogma el crecimiento cero-; sistemáticamente las transnacionales de la ecología, y sus filiales y aliados locales, se oponen a todo lo que pueda significar desarrollo socio económico, reemplazándolo por el galimatías falaz del “desarrollo sostenible”, que en realidad consiste en una interminable retahila de condicionamientos para impedir toda actividad económica.
Respecto a Tartagal, la licuefacción que el agua produce en sus arenosas tierras, algunos puentes construidos a baja altura que operaron como embalses de troncos y piedras, la falta de obras de protección de las márgenes del río, y tal vez la falta de ensanche del cauce para evitar los desbordes, habrán sumado sus efectos para que la catástrofe otra vez enlute el NOA, parte del Norte Grande casi siempre olvidado por el centralismo portuario. A la vez pone en evidencia la necesidad de encarar decididamente las obras de canalización del Bermejo y complementarias.
¿Se harán “en serio” las obras esta vez? ¿Se desnudarán contundente y masivamente las mentiras y tergiversaciones de las transnacionales del fundamentalismo ecologista? Preguntas que hoy no tienen respuestas.
Por: Carlos A. Ortiz
Ex Docente – Investigador = Facultad de Ciencias Económicas = UNaM
Especialista en Gestión de Producción y Ambiente
Cursante de la Maestría en Gestión de la Energía
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