Silenciosos colaboradores contra el dengue y la encefalitis viral
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- El 14 mayo, 2007
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Las larvas del mosquito Aedes aegypti que transmite el dengue, o del Culex pipiens quinquefasciatus que transmite la encefalitis viral, tienen un control natural en lagunas y ríos a través de pequeños peces conocidos como orilleros, tosqueritos o madrecitas del agua. En el centro y norte de Argentina tenemos tres especies, pertenecientes al orden de los cyprinodontiformes, que constituyen los peces más abundantes en el caso de la provincia de Córdoba. Son resistentes a la salinidad y por ello se los puede encontrar hasta en la Laguna Mar Chiquita, donde sirven de alimento a los pejerreyes.
Estos peces se caracterizan por tener una aleta caudal redondeada y una sola aleta dorsal. Otra característica es que tienen unos pocos centímetros de longitud, con un marcado dimorfismo sexual: las hembras casi duplican en tamaño a los machos. Los machos tienen un órgano sexual llamado gonopodio, que es un tubo o una canaleta que surge de la modificación de una aleta, por el cual pueden dejar el esperma próximo al orificio genital de la hembra, sin introducirse al mismo. De esta manera, se produce la fertilización de los huevos dentro de la propia hembra, que incubará los alevinos hasta su nacimiento, momento en que expulsa, según la especie, de 20 a 60 pececitos de su vientre. Por esta característica se los denomina madrecitas del agua.
El nombre de orilleros lo reciben porque suelen encontrarse abundantemente en las orillas de ríos y lagunas, de donde toman su alimento. Si alguien se aproxima al agua, notará que estos pececitos huyen con rapidez, y si se mantiene quieto por unos cuantos segundos, verá que retornan a la orilla, formando grupos.
Respecto a sus hábitos alimentarios, comen algas, pequeños invertebrados y larvas de insectos, entre las que se encuentran las larvas de mosquitos. Gracias a su labor, es que lugares como la laguna del Parque Sarmiento, en la ciudad de Córdoba, no son sitios abarrotados de mosquitos. De hecho, en experiencias de laboratorio son capaces de devorar hasta 250 larvas por día, lo que da una idea de su utilísima labor en la prevención de enfermedades como el dengue y las encefalitis virales causadas por el virus de San Luis y el virus del Nilo Occidental.
Como son fáciles de criar, sería muy pertinente que los reproduzcan los entes estatales encargados del ambiente, a fin de repoblar cursos de agua y lagunas donde no se los encuentre. En este sentido, conviene dar prioridad a las dos especies nativas que tenemos, que son Jenynsia multidentata y Cnesterodon decenmaculatus respecto a la Gambusia affinis, la cual se introdujo en la década del ’50 desde el sur de los Estados Unidos, para cumplir la misma función que tienen nuestras especies autóctonas, que es controlar larvas de mosquitos.
Por: Biól. Prof. Federico Kopta
Fundación Ambiente, Cultura y Desarrollo
E-mail: [email protected]
www.fundacionacude.org
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