Se requiere un modelo de desarrollo sostenible
- Creado por admin
- El 5 diciembre, 2005
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La discusión que desde hace algún tiempo se da en torno al papel del sistema agroalimentario en la economía nacional, debe enmarcarse en la búsqueda de un modelo de desarrollo sostenible regional y nacional. De no ser así, estaremos ante una mera discusión de corto plazo o de defensa corporativa de intereses sectoriales, y no ante un intercambio de ideas que genere el marco propicio para la consolidación del modelo de país que hoy la Argentina necesita.
Si coincidimos en afirmar que el sector productor de alimentos constituye uno de los motores de nuestra economía, el desarrollo de todo su potencial implicará, necesariamente, repensar el paradigma del desarrollo económico vigente, haciendo hincapié en la necesidad de entablar un derrotero sostenible, tanto desde lo ambiental como desde lo productivo y lo social.
La conservación del medio ambiente, junto con el manejo adecuado de los recursos naturales y la sostenibilidad de la producción en el largo plazo, constituyen desafíos críticos de la agenda internacional desde hace, cuanto menos, dos décadas. Hoy resulta claro que el patrón productivo predominante sólo puede ser mantenido con riesgo del deterioro definitivo de importantes segmentos de nuestro capital ecológico y, por lo tanto, con riesgo de la propia posibilidad de existencia de las generaciones futuras.
Estrategias
Esta situación torna imperioso encontrar estrategias productivas capaces de satisfacer las necesidades del presente, pero sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras, lo cual nos coloca frente a un doble desafío: ¿cómo encontrar esas estrategias y al mismo tiempo considerar las necesidades de crecimiento que enfrentan distintas economías del mundo y, en particular, nuestra economía?
Desde el punto de vista ambiental, el escenario es poco alentador. La deforestación creciente, la desertificación que avanza sin cesar, la degradación del recurso suelo y del recurso agua, y la erosión de amplias cuencas productivas arroja peligrosas sombras sobre la sostenibilidad productiva del modelo agrícola imperante. Entonces, entablar un derrotero sostenible tanto desde lo ambiental como desde lo productivo y lo social, implica trazar una propuesta de acción orientada a la generación y difusión de un nuevo modelo de desarrollo, que deberá transitar por tres grandes ejes: a) un nuevo patrón tecnológico, b) una reingeniería institucional y c) una política pública proactiva.
El planteo de un nuevo patrón productivo no implica dejar de lado los avances tecnológicos disponibles, sino que se trata de generar un nuevo y mayor esfuerzo investigativo que -utilizando todo el bagaje de conocimientos actuales (incluyendo, por cierto, la biotecnología)- permita concebir nuevas tecnologías que concilien mayor productividad con calidad, conservación de los recursos, eficacia económica y equidad social.
La cuestión de la reingeniería institucional es otro componente central para el desarrollo sostenible. Resulta claro que ante la actual situación de deterioro de los recursos naturales, es necesario aplicar innovaciones institucionales que permitan ir un paso más allá del campo económico. El desarrollo sostenible debe ser concebido como una responsabilidad social global y como tal involucra a todos los espacios y sectores de la sociedad. La alternativa de la intervención estatal como el principal instrumento para la protección del medio ambiente ha probado ser inefectiva.
Nuevos esquemas
Por lo tanto, se requiere del desarrollo de nuevos esquemas de organización social a nivel local y regional, formas de vinculación entre el sector público y privado que aseguren una mayor y más directa participación de los actores en las decisiones relacionadas con el medio ambiente y los recursos naturales. A nivel operativo, el desarrollo de mecanismos de coordinación interinstitucional para el manejo de recursos comunes en el contexto de sistemas homogéneos de producción, y la reorganización y reorientación de las instituciones responsables de ciertos servicios, como los de crédito, extensión y sanidad, aparecen como componentes esenciales de una estrategia de acción para el desarrollo sostenible.
Por último, la formulación e implementación de políticas públicas proactivas, que estimulen los incrementos de producción de acuerdo a las oportunidades que brinde el mercado internacional, y que premie (vía desgravaciones, estímulos fiscales, créditos promocionales, etc.) el uso sostenible de los recursos naturales, es el tercer eje en el que deberá descansar este nuevo modelo de desarrollo agroalimentario.
Impulsor
Así, el Estado se transforma en impulsor y cogestor de un modelo ambientalmente sostenible, eficaz y eficiente desde lo económico y socialmente equitativo.
La búsqueda de asegurar un uso conservacionista de los recursos naturales, pero que no atente contra la rentabilidad de la empresa ni contra la equidad social, en particular en las zonas más postergadas de la Argentina, que fomente el pleno empleo, que estimule la creación y retención de valor agregado en las producciones primarias y que mejore la calidad de vida de la población local es el lineamiento central que debería gobernar el accionar de los individuos, de las empresas y de la Administración del Estado en todos sus niveles.
Por: Osvaldo Schvartzer
Fuente: la Nación
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