¿Por qué invierten las empresas en medio ambiente? – 2 Parte
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- El 1 enero, 2000
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IV
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La gestión medioambiental como elemento necesario para la configuración de un nuevo paradigma sobre el que las empresas pueden cimentar una mayor fuerza competitiva |
La imposibilidad de explicar la evolución medioambiental de muchas empresas dentro del “paradigma” que propugna el antagonismo entre desarrollo industrial y protección del MA, unida a la insuficiencia de los modelos de gestión que siguen considerando los EMA como “costes externos” al sistema para hacer frente a la nueva situación de entorno turbulento a la que se enfrentan cada vez más empresas, han llevado a algunas de ellas a cambiar los modelos de gestión que aplican, así como la forma en que se toman las decisiones tanto de diseño como de funcionamiento de los sistemas productivos
Esto nos ha hecho pensar que, probablemente, nos encontremos en uno de esos momentos de transición entre un viejo paradigma y otro nuevo cuyas bases aún no están firmemente asentadas, aunque parecen vislumbrarse algunos elementos en los que habrá de sustentarse el nuevo paradigma. Destacaremos los elementos siguientes:
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· la importancia creciente de la adecuación, tanto de la finalidad como del funcionamiento, de los sistemas productivos a unas necesidades cambiantes de los distintos agentes sociales (incluso bajo la perspectiva la capacidad de los sistemas productivos para obtener unos buenos “resultados” de forma estable) como algunos expertos en calidad vienen señalando desde hace años, en lo que se refiere a la satisfacción de las necesidades del cliente .
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· la introducción de un nuevo tipo de objetivos distintos de la “eficacia” y la “eficiencia” para medir la actuación de los sistemas productivos. Nos referimos a los objetivos de “flexibilidad” [13, 14, 15] es decir, la capacidad del sistema para cambiar en una determinada dirección.
Los efectos medioambientales negativos que ocasiona un sistema productivo deben ser considerados como ineficiencias del mismo que no es capaz de utilizar plenamente los recursos que emplea para realizar productos y servicios que generen valor y, como consecuencia, produce pérdidas en alguna de las etapas del ciclo de vida
Es decir, la importancia creciente de este carácter dinámico de los sistemas productivos en el entorno actual es precisamente uno de los elementos clave para entender la necesidad de considerar los EMA que perciben algunas empresas, puesto que sólo desde el conocimiento de dichos efectos, de sus características y su importancia, se pueden plantear alternativas técnico-organizativas que les permitan adaptarse con un coste y en un plazo aceptable a las nuevas demandas del entorno a las que tengan que hacer frente los próximos años.
El análisis de la flexibilidad de un sistema es un tema complejo ; no obstante, para nuestro propósito bastará con decir que depende de tres elementos:
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· la capacidad para anticipar la dirección de los cambios (visión).
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· la predisposición de las personas para el cambio (actitud).
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· la facilidad para cambiar en una determinada dirección de las estructuras técnicas y organizativas del sistema (aptitud).
La necesidad de ampliar la “visión” del sistema productivo para anticipar la dirección de los cambios de naturaleza medioambiental, con el fin de dotarle de la flexibilidad adecuada para hacer frente a aquellas situaciones a las que deba hacer frente en el futuro, implica la necesidad de contemplar los efectos medioambientales desde mucho antes de que se vean reflejados en los resultados de la empresa e incorporarlos a las decisiones de diseño desde las primeras fases del ciclo de vida del producto, promoviendo la “actitud” y “aptitud” hacia el cambio .
Desde este enfoque, los EMA negativos que produce un sistema productivo deben ser considerados como ineficiencias del mismo que no es capaz de utilizar plenamente los recursos que emplea para realizar productos y servicios que generen valor y, como consecuencia, produce pérdidas en alguna de las etapas del ciclo de vida. Por lo tanto, la búsqueda de alternativas tecnológicas y organizativas que consigan recuperar dichas pérdidas del sistema, independiente de quien acabe pagando las consecuencias de los EMA, puede ser aprovechada para mejorar los resultados que obtiene el sistema.
No obstante, para que la empresa que utilice este enfoque pueda obtener dichos beneficios es preciso que, como en toda otra inversión productiva, realice un esfuerzo tecnológico, organizativo y económico, orientando desde la búsqueda y el conocimiento de las “ineficiencias medioambientales” del sistema.
Algunas de estas ineficiencias son en ocasiones fácilmente visibles. Por ejemplo:
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· Utilización incompleta del material
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· Procesos mal controlados de los que se derivan defectos, desperdicios, reparaciones, materiales almacenados, etc.
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· Pérdida de recursos y tiempo cuando se producen accidentes imprevistos para restaurar el funcionamiento normal del sistema.
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· Costes de los sistemas diseñados exclusivamente para corregir los EMA o simplemente para paliar sus consecuencias. (Por ejemplo los departamentos legales creados para hacer frente a reclamaciones y litigios).
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· Coste de los stocks de seguridad de que dispone el sistema en previsión de posibles fallos.
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· Pérdida de confianza en la fiabilidad del sistema para entregar productos de calidad, a tiempo y con un coste dentro del margen planificado, debido al desconocimiento de la probabilidad de que se produzcan accidentes medioambientales.
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· Costes de los sistemas de vigilancia para evitar que se produzcan accidentes medioambientales, etc.
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Sin embargo, con ser importantes, las visibles sólo suelen representar una mínima parte de todas las ineficiencias del sistema, puesto que la mayor parte de las mismas se deben al desaprovechamiento de oportunidades de negocio derivadas de un mejor conocimiento del funcionamiento del sistema productivo en lo que se refiere a sus aspectos medioambientales. Dichas oportunidades pueden constituir un “filón” inexplorado que podría llegar a cambiar las expectativas de futuro y marcar el rumbo de la propia competitividad de muchas empresas en los próximos años.
V
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Conclusiones |
En la actualidad, la evolución acelerada del entorno que algunos autores denominan “turbulento” ha acentuado la importancia del carácter dinámico de los sistemas productivos. Para hacer frente con éxito a las demandas de este nuevo entorno se necesitan modelos más realistas que permitan anticipar los cambios y preparar los sistemas para dotarlos de los tipos de flexibilidad necesarios para hacer frente a esta situación.
La gestión de los efectos medioambientales permite a los sistemas productivos un mejor aprovechamiento de sus recursos y de sus oportunidades a través del conocimiento de:
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· Problemas medioambientales que, una vez caracterizados e identificadas sus causas, pueden ser resueltos con pequeñas inversiones y sin costes adicionales para el sistema. Cabe señalar que en la clasificación de los problemas medioambientales suele cumplirse la conocida ley de Pareto que indica que el 80% de dichos problemas suelen caer dentro de esta categoría.
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· Problemas medioambientales cuya solución supone una elevada inversión, bien porque la tecnología aún no se ha desarrollado suficientemente en este campo o bien porque previamente se habían tomado decisiones de diseño y organización sin tener en cuenta los EMA. En estos casos es donde la innovación tecnológica ha de ser orientada y la información clara respecto a las verdaderas necesidades puede ser de utilidad para orientar la actuación de universidades, centros de investigación, empresas de desarrollo, administraciones públicas, etc.
Probablemente este tipo de situaciones es la más difícil de resolver y es probablemente donde la búsqueda de colaboración con instituciones diferentes sea más necesaria, tanto para desarrollar nuevas soluciones como para conseguir plazos suficientes para permitir la viabilidad económica de la implantación de soluciones de rediseño, pero, como contrapartida, también pueden proporcionar mayores oportunidades de obtener desarrollos de diseño explotables comercialmente.
· Nuevas oportunidades para la empresa a través del descubrimiento tanto de nuevos productos y servicios como de nuevos procesos que pueden producirse durante la revisión de diseño del sistema desde una nueva perspectiva.
Los sistemas productivos han de contar con un sistemas de gestión medioambiental (SGMA), que permitan recoger datos sobre los efectos medioambientales y ayude a tenerlos en cuenta en la toma de decisiones en todos los ámbitos de la misma
Por otra parte, la coherencia de la actuación de las Administraciones depende en gran medida de su capacidad para conocer los problemas medioambientales a través de la información que dispone de los mismos. Sin embargo, este papel de la Administración como gestor de información y promotor de iniciativas, probablemente el más eficaz para la resolución de los problemas medioambientales, sólo puede ser eficiente si se cimenta en una verdadera colaboración con las empresas.
En definitiva, para poder aprovechar estas oportunidades, los sistemas productivos han de contar con un sistemas de gestión medioambiental (SGMA), que permitan recoger datos sobre los EMA y ayude a tenerlos en cuenta en la toma de decisiones en todos los ámbitos de la misma.
En la actualidad algunas empresas han comenzado a construir este tipo de sistemas buscando su certificación según la normativa ISO 14000 adoptando sistemas de información y gestión específicos para el MA. La utilización de sistemas de gestión especializados para el MA puede presentar ventajas a corto plazo, como por ejemplo:
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· una mayor facilidad para adoptar sistemas de información estándar ya preparados para MA (algunos de ellos con soporte informático).
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· una menor dificultad de implementación al adoptar una visión especializada del MA.
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· una menor dificultad para la certificación medioambiental.
Sin embargo, impulsar el carácter especializado en la actuación medioambiental de las empresas propicia el carácter separado, cuando no antagonista, de las decisiones medioambientales respecto de otras decisiones que se toman en la empresa y además se comete la ineficiencia de desaprovechar recursos de información, de gestión e incluso de carácter técnico previamente existentes, por lo que se corre un serio riesgo de reforzar el “antiguo paradigma medioambiental” que se desea cambiar.
Bernardo Prida Romero
Blanca Pérez de Obanos Suárez
ECOIURIS
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